En este tercer artículo sobre “ El concepto de Persona en la Biblia ”, vamos a intentar realizar un análisis antropológico más minucioso en el Antiguo Testamento (A.T.), teniendo en cuenta los diversos términos que en el mismo se utilizan para definir al ser humano.
La concepción antropológica del A. T. es extraordinariamente interesante, y viene a coincidir con la concepción novotestamentaria, pero manteniendo peculiaridades únicas en la Revelación de Dios a los hombres.
A manera de una mínima introducción deseo realizar una crítica, que espero resulte constructiva. Algunos autores, cuando tratan de escribir o hablar sobre el hombre, hacen diferentes afirmaciones, entre la cuales destaca una (especialmente en el campo llamado “ evangélico ”): se define al hombre (ser humano) como un ser tripartito. Este enfoque antropológico dimana de una errónea interpretación, en mi criterio, de dos pasajes de la Escritura (Gen 1:26-27 y 1ª Tes 5:23). La rígida concepción trinitaria de Dios se encuentra en la infraestructura teológica sobre la que se pretende apoyar la concepción tripartita del ser-humano. El razonamiento o la racionalización que del Sumo Hacedor se realiza como una realidad ontogenética y trascendente: un solo Dios verdadero y tres personas distintas, ha dado lugar a deducir lo siguiente: Si el hombre (la Humanidad) ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios, el Hombre (varón y varona) representa o proyecta esa imagen en su estructura tectónica: Un cuerpo, un alma y un espíritu. Esto ha llevado a muchos a pensar que el ser más evolucionado desde todos los puntos de vista (físico, anímico y pneumático) es la suma de estas tres esferas: corporal, psicológica y espiritual. Nada más lejos de la realidad antropológica que constituye el ser humano.
Como ya comentamos en capítulos anteriores, Dios es uno y el hombre, hecho a su imagen y semejanza, también es uno.
Al estudiar la tectónica o estructura de la personalidad, a nivel del Antiguo Testamento, nos encontramos con tres términos hebreos: “basar”, “nefes” y “ruah”, que se presentan como paradigmáticos para explicitarnos la concepción bíblica de persona a nivel del Viejo Testamento. Realizaremos una exégesis, lo más rigurosa y seria que podamos, de estos tres términos, a fin de obtener alguna luz que ilumine nuestra obscuridad noética.
BASAR: este vocablo significa, originalmente, la carne de cualquier ser vivo, hombre o animal (lo que no es lo mismo que el cuerpo; éste resucita, la carne no). Pondremos algún ejemplo ilustrativo. En Isa 22:13, encontramos “y he aquí gozo y alegría , matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne (heb basar) y bebiendo vino, diciendo: comamos y bebamos, porque mañana moriremos”. Otros ejemplos los encontramos en Isa 44:16; Lev 4:11 y 26: 29. En todos estos textos el término “carne” corresponde al vocablo hebreo basar y en todos ellos se refiere a carne de animales. Sin embargo el término basar toma una dimensión y significación antropológica extraordinaria cuando, bíblicamente, pasa a designar al ser viviente en su totalidad. Esta realidad antropológica la encontramos en unos de los textos mas importantes de la revelación bíblica, concretamente en Gen 2:23-24, donde leemos: “ Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada varona porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. El término carne, empleado en este texto, corresponde al vocablo hebro “basar” y tiene el significdo de el Yo en su expresión corporal. Por tanto, basar pasa a designar al ser viviente en su totalidad. Así podíamos llegar a la afirmación de que “La carne es la manifestación exterior de la vitalidad orgánica”. Basar se emplea además como designación del Hombre entero: “toda carne perecería juntamente” (expirarían todos los vivientes, según el teólogo L. A. Schökel) según Job 34:15 y 17:5. Según Schökel, el texto debería traducirse así: Maldito el varón que confía en el hombre y busca apoyo en la carne (Heb=basar). En estos textos queda bien explicitado el sentido de hombre y carne.
El hecho de que todo hombre es siempre carne junto a carne, de manera que la carne del otro es también la carne propia, en cierta medida, refrenda la concepción antropológica contenida en Gen 1:23-24. La expresión kol basar (toda carne) sirve para designar a la totalidad solidaria de los individuos que componen la especie humana: Isa 40:5 (contexto 40 :1-11); indica también a todos los seres vivientes (Gen 9:15-16). Lejos, pues, de connotar el principio de individuación, como es el caso del término griego soma, connota un principio de solidaridad o socialidad .
La designación del hombre como carne sugiere, a menudo, los matices de debilidad (no solo física, sino también moral ), fragilidad y caducidad inherentes a la condición humana (Gen 6:12; Isa 40:6-7). A este respecto escribía el gran teólogo y escriturista asturiano Ruiz de la Peña : “Es de notar que en estos textos no se adjudica a la carne el ser fuente o principio del mal, como estipulan las antropologías dualistas; se advierte, tan solo, que a su limitación ontológica le es propia la cualidad del desfallecimiento biológico o ético (como referencia paradigmática podríamos apuntar lo que se nos enseña en la epístola a los Gálatas sobre las obras de la carne y las obras del Espíritu). También se puede hablar de la carne en un sentido positivo: Ezq 11:16-20, especialmente el versículo 19 .
Finalmente, hay que considerar que el término basar no se predica jamás de Yahvé, contrariamente a lo que ocurre con nefes que se le atribuye una veintena de veces, y ruah que se le aplica en un 35% de los casos. Se afirma la soberanía de Yahvé (o de su espíritu=ruah) en diversos textos del Antiguo Testamento: Sal 104:27-30; Job 12:10; Sal 136 : 25 ) .
NEFES: es la noción central de la antropología israelita. Primero significó la garganta y el órgano de la respiración: Sal 69:1-3;Jon 2:5, y por metonimia la respiración misma, el aliento (1 Rey 17:21-23); la nefes es el centro vital inmanente al ser humano (el término “nefes” tiene que ver con la angustia –miedo a la muerte– y con la infraestructura de la vida; así mismo también se relaciona con los rasgos de la personalidad): la persona concreta animada por su propio dinamismo y dotada de sus rasgos; es decir lo que llamamos personalidad o idiosincrasia de tal o cual ser humano. Así se dice que Israel “conoce la nefes del extranjero”, es decir puede hacerse cargo de su psicología por haber vivido una situación análoga .
Por otra parte la nefes hebrea no es una entidad puramente espiritual al estilo de la psyché platónica. La LXX de las 755 veces que el término nefes aparece en el A.T., lo traduce por psyché en 680 ocasiones.
La nefes está afectada por un permanente coeficiente de corporeidad. Cuando el ser humano tiene hambre, su nefes está vacia, idem cuando tiene sed (Isa 29:8); el pueblo hambriento en el desierto se lamenta de tener la nefes seca (Num 11:6); la nefes disfruta con los buenos manjares (Isa 55:2).
No es extraño que basar y nefes se utilicen, indistintamente, para denotar al hombre entero, funcionando como sinónimos (Job 14:22; Sal 16 : 9-10; Sal 63:1= “Dios, Dios mio eres tu ; Mi alma (nefes) tiene sed de ti, mi carne ( basar) te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas”. La misma sinonimia se registra en las expresiones kol-basar y kol-nefes: Esta constatación nos conduce a una conclusión importante: la pareja basar-nefes nos remite a partes o aspectos diversos de la estructura humana (como ocurre con el binomio cuerpo-alma) que se engarzarian para dar como resultado el hombre entero. Cada uno de estos términos es englobante de lo humano. Todo el hombre es (y no tiene) basar. Todo el hombre es (y no tiene) nefes. Dicho con otros términos y desde el punto de vista científico: el hombre es una unidad psicosomática, un cuerpo animado y/o un alma encarnada. El hombre, en efecto, es el ser constitutivamente abierto hacia arriba; esta apertura trascendental del ser humano puede ser colmada por la colación del RUAH. Éste termino significa primeramente brisa,viento: Gen 3:7; Exd 10 :13; Isa 7:2, consiguientemente significará la respiración (Gen 41:8) o incluso la vitalidad (Gen 45 : 27). Pero en la mayoría de los casos se usa para denotar el espíritu de Yahvé; y en algunos casos (menos) la comunicación que de ese espíritu hace Yahvé al hombre. Se trata, por tanto, a diferencia de nefes , no ya del aliento inmanente al ser vivo, sino de una fuerza cradora o de un don divino específico: Job 33:4; Job 34:14-15; Sal 33:6.Vamos a dar una traducción más literal, del original, de estos textos, para que podamos apreciar el sentido antropológico más profundo y trascendente de los mismos:
Job 33:4 “ El espíritu ( ruah) de Dios me hizo, y el soplo del Omnipotente me dio vida”.
Job 34:14–15 “Si él pusiese sobre el hombre su corazón (RVA= si el se propusiera en su corazón), y recogiese (retirara) así su espíritu (ruah) y su aliento, toda carne (basar) perecería juntamente (L. A. Schökel traduce = expirarian todos los vivientes ), y el hombre volvería al polvo”.
Salmo 33:6 “Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos, y todo el ejercito de ellos por el aliento (ruah) de su boca”.
Estamos, en suma, ante un concepto teoantropológico con el que se expresa una nueva dimensión del hombre: la de su apertura a Dios.