Las primarias presidenciales republicanas y toda la euforia creada por los medios de comunicación han propiciado un ambiente que se mueve entre el fanatismo político y el fanatismo religioso. Se alimenta una histeria colectiva que va creando la sensación de que el destino de la nación norteamericana está en juego. Detrás de todo este proceso existen unas tendencias conservadoras extremas (han existido con agresividad desde los años 80) en los sectores evangélicos conservadores. A estas corrientes evangélicas conservadoras se les ha denominado “derecha religiosa”, particularmente asociada con líderes como el finado Pastor Jerry Falwell y su Mayoría Moral, y el abogado y pastor, Pat Robertson, con su Red Transmisora Cristiana (CBN) desde la década del ochenta del siglo XX. Su cercanía con el ala conservadora del Partido Republicano y Ronald Reagan les dio mucha notoriedad pública. Pat Robertson pretendió, incluso, ser el candidato presidencial republicano en 1988, pero fue detenido por intereses mayores dentro del propio partido, incluyendo al entonces vice-presidente de Estados Unidos, George H. Bush, quien fue el candidato presidencial republicano en aquellas elecciones.
La fuerza de la derecha religiosa ha ido evolucionando por lo menos en dos direcciones. Algunos de sus líderes prominentes evangélicos como Ralph Reed, seguidor de Falwell y Reagan, se han movido abiertamente al centro mismo de la arena política republicana, sin pretender defender una agenda evangélica propiamente, aunque confiesen ser evangélicos conservadores. Su interés es más político que religioso. Por otro lado, una clara tendencia es el repliegue de muchos evangélicos conservadores dentro del llamado “Tea Party”, una alianza ultra-conservadora de un sector supuestamente dentro del Partido Republicano, con una fuerza evidente en muchos de los estados de la Unión. Allí va a resultar interesante que suceda con el “Tea Party” y sus pre-candidatos. Y los resultados de las primarias. Ya hay dos pre-candidatos (John Hunstman y Rick Perry) y una precandidata (Michelle Bachmann) que se han visto obligados a retirarse del proceso primarista.
Es evidente que aquí el factor económico es determinante como siempre lo ha sido en las campañas presidenciales de los Estados Unidos. Estas campañas son sumamente costosas y sólo la capacidad de recoger grandes sumas de dinero, particularmente con el apoyo del gran capital, hace viable aspirar con buenas posibilidades de ganar. Cabe recordar que se han aprobado en el Congreso de los Estados Unidos leyes electorales que cada día liberalizan más los aportes de grandes consorcios y compañías comerciales para apoyar candidatos y candidatas a puestos electivos. Lo que significa que pueden no solo determinar sino seleccionar directamente los candidatos de su preferencia ideológica, disminuyendo el poder decisivo de los partidos en la escogencia de candidatos y candidatas.
Existen en el país cualquier cantidad de grupos religiosos derechistas organizados en programas para la familia, los jóvenes, las mujeres, la educación y la evangelización a nivel internacional, ente otros. Entre esas organizaciones religiosas conservadoras hay que contar a sectores ultra-conservadores del judaísmo. Se destaca mucho aquí una estrategia creciente para fortalecer la solidaridad con el estado de Israel, intentando revertir el antisemitismo que por largo tiempo ha existido en los Estados Unidos. Incluso, existen grupos de judíos cristianos y cristianos judíos que intentan conciliar posturas que otrora llevaron a serias diferencias doctrinales y disipar la vigencia de odios o rechazos mutuos. Lo mismo ocurre, en menor grado, entre evangélicos conservadores y católicos conservadores, que intentan a través de temas como el aborto, limar asperezas y excomuniones mutuas históricas que han existido a lo largo de la historia religiosa de los Estados Unidos, por más de doscientos años.
Muchos de estos grupos y tendencias conservadoras evangélicas intentan buscar una gran sombrilla que los cobije, en lo que algunos analistas y pensadores han llamado “nacionalismo cristiano”. La nación está por encima de todo porque Dios está de su lado como pueblo bendecido y electo. Aquí se retrotrae toda la ideología del destino manifiesto, el pueblo escogido y la tierra prometida, desde su lectura bíblica fundamentalista y exclusivista.
Es importante destacar en todo este proceso tres dimensiones que están íntimamente ligadas a la concepción que se tiene sobre la fe. Primero, ha existido (como hemos afirmado ya) una relación estrecha entre la fe y la ideología conservadora (destino manifiesto). Incluso se ha planteado que hay una “religión civil” que se esfuerza en subrayar una especie de secularización de esa ideología conservadora religiosa. Uno de los ejemplos más claros de ese proceso lo constituye la exaltación de los Diez Mandamientos como decálogo público que debe determinar tanto lo moral como lo legal, al ser la quintaesencia de la civilización cristiana. Segundo, hay una estrecha relación que se quiere subrayar entre fe y religión, donde lo religioso deviene en una cuasi-teocracia que impondría su código, moral, espiritual y doctrinal en la sociedad. La enseñanza de la religión y la promoción de las oraciones en las escuelas públicas son algunos de los pilares ideológico-teológicos de estos grupos conservadores. El tercer aspecto tiene relación con el lugar de los Estados Unidos en el mundo. El destino manifiesto implica que los Estados Unidos han sido llamados a conducir con su liderato los destinos del mundo. En círculos conservadores muy frecuentemente se destaca que los Estados Unidos deberían retirarse de las Naciones Unidas porque allí hay “hostilidad y odio” hacia los Estados Unidos. Además, según esta postura ideológica conservadora, los Estados Unidos como primera potencia militar del mundo, están llamados a ser los gendarmes y guardianes del mundo, sin ningún otro arbitro.
Un aspecto digno de mencionarse en el proceso de las primarias republicanas es la preferencia confesional-religiosa de los candidatos y la candidata republicanos. Examinemos sus posturas.
Michelle Bachmann es una líder prominente del “Tea Party”. Proviene de una familia luterana, con una membrecía activa en el Sínodo Luterano de Wisconsin, la iglesia luterana más conservadora de Estados Unidos. Estudió en la Universidad O
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