Realizaba estudios de posgrado en la Universidad Nacional Costa Rica, y buscaba espacios donde compartir mis inquietudes y los primeros balbuceos de producción académica. Pero, aquí el dilema, ¿dónde hacerlo sin que mi pensamiento ofenda a quienes no lo comparten?, ¿dónde publicar sin que mis reflexiones sean censuradas por trasgredir el cerco doctrinal establecido que una denominación coloca para que sus integrantes no lo crucen?, ¿dónde exponer mis sentires sin encontrar un consejo editorial que me encasille en su línea ideológica?, ¿donde escribir sin resultar peligroso por los líos que “mis herejías” podrían causar al prestigio institucional?, ¿dónde ser libre para que la mente y el corazón fluyan y se expresen?, ¿dónde escribo sin tener que pagar para que mi artículo se publique?, ¿dónde hallo cabida para que la reflexión cristiana contextual y liberadora acerca del misterio que es Dios no sea reducida a los esquemas teológicos confesionales? … ese espacio lo encontré en la revista Lupa Protestante que se edita desde Barcelona (Cataluña).
Como ya lo ha dicho don Ignacio Simal, nadie se imaginaba que una modesta revista electrónica de pensamiento incluyente, progresista, cultural, abierta, respetuosa de los Derechos Humanos, de profundo talante protestante y de diálogo con la sociedad; encuentre tanta acogida, especialmente en nuestras Américas. Y es que a pesar de todas las flores y epítetos que se le ha dado a esta revista (maldita, herética, liberal, profanadora, perversa, diabólica, promotora de sexualidades mal sanas, ecuménica, desviada de la sana doctrina…); ella continúa como signo de esperanza de una fe diversa, apasionada por la vida y comprometida con el evangelio de Jesús.
Lupa Protestante publicó en noviembre de 2012, lo que sería para algunos mi escrito más polémico, Parábola del buen LGTBI: la resonancia del mensaje de Jesús hoy. Más allá de lo que el título pueda evocar, el artículo no asume una postura a favor o en contra del tema homosexual; solo invita a considerar, si talvez, aquellas personas que tanto discriminamos hoy, como en su tiempo lo fueron los samaritanos, no serían nuestros ejemplos desafiantes de lo que es la práctica del amor al prójimo. Quién diría que después de cinco años, hermanos con pasiones nada nobles usurarían este artículo, cuyo eje central es el amor al prójimo y la creatividad del mensaje de Jesús, para desprestigiarme. Comprendí así, lo revelador que puede ser el impacto que causa un texto en la forma como otros lo usan.
Es muy interesante considerar cómo los escritos provocadores de pensamiento pueden ser objeto del más feroz ataque inquisidor por parte de personas, que quizás su mayor equívoco sea creer que la verdad puede ser contenida en su mundo (experiencias, conceptos, teologías y creencias). Asumirse centro dictatorial de una comprensión que excluye y desvaloriza a otras, traiciona la esencia del evangelio, que no es conquista doctrinal, sino amor práctico en el terreno de nuestras propias contradicciones.
Pero Lupa Protestante es más que una revista; es comunidad, calidez, solidaridad y amistad. Sus directores son personas extraordinarias. Joana es una mujer aguerrida y valiente frente a la vida y sus adversidades, compañera de las locuras de Ignacio, un pastor dedicado a su comunidad de fe, a la que tuve el grato placer de conocer, y ser acogido por ellos en el 2017. Me cautivó encontrarme con una iglesia que busca la práctica sencilla de hacer real el evangelio de amor que nos enseñó Jesús.
Ya con sus años y recorrido en el ministerio, Simal no ha perdido la juventud de espíritu, su intensidad por los sueños y las travesuras tecnológicas; lo comprobamos al sumarse al grupo que se dio una escapadita por la fría noche de la ciudad de Quito para charlar y comer algo, durante un evento de actualización ministerial realizado en Ecuador. Sin duda, quienes lo conocemos podemos decir que Ignacio es un buen hombre, de esos amigos que no te hacen daño. Por esa razón cuando me llevaron ante el tribunal de la denominación a la que pertenecía, y me pidieron que como muestra de arrepentimiento por mis supuestos “descarríos teológicos”, debía escribir una declaración donde rechace conocer a estos herejes de Lupa, y diga del cabecilla Simal, que es un “pastor perverso” por creer en la inclusión de la fe a todas las personas, y “promover los extravíos de jóvenes mentes” y colocar su mano sobre “pastores ungidos”; cuando me di cuenta que la condicionante para mantener un puesto era traicionar la amistad de un hermano que nunca me hizo daño alguno, supe que ese lugar ya no era lugar para mí.
El tiempo no se detiene, transcurre, acontece, pasa y cambia, todo cambia, como diría Numhauser[1]: “Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo”; pero lo único que permanecerá, según el texto de Corintios es el don mayor, el amor, el inmensurable amor incondicional que Dios tiene para todos (1Co.13,13, Rm.5,8, Jn.3,16, 1Jn 4,8-10).
Gracias Lupa Protestante por la acogida a todos los pensamientos, las mentes inquietas, a los locos soñadores, a los hermanos y hermanas de diferentes lugares, tradición, género. Gracias por acoger esas otras visiones del mundo que pueden ser semilla para otro mundo, a quienes son calificados de ovejas negras, los que se ubican en un pensamiento fronterizo, centro, izquierda o derecha, a quienes desde una postura conservadora expresan sus ideas; gracias por incluir y no excluir. Su acogida es un testimonio subversivo del amor cristiano que desenmascara la sed humana de dominio, violencia y control; aunque se camufle de la religión más piadosa.
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[1] La canción fue compuesta por el chileno Julio Numhauser, exiliado en Okar, un pueblo de Suecia, tras el golpe de estado de Pinochet, en 1973. Julio Numhauser fue fundador del grupo Quilapayun y su canción ha sido interpretada por un buen número de cantantes, pero ha sido popularizada por Mercedes Sosa y Rosario.