Solo uno de cada tres productos light lo es realmente. Si se analiza con detenimiento, la diferencia calórica entre un producto denominado light o liviano y los que no lo son, es mínima. Cuando alguien denomina a un libro como light, ¿podríamos suponer que es menos libro o casi-libro? ¿Qué le falta a la leche light para ser muy leche y dejar de ser casi-leche? Algunos, incluso, podrían pensar que mediofuman un mediocigarro porque es light.
Si definiéramos el término light, diríamos que tiene que ver con carencias. Estrictamente hablando, lo light carece de peso. Sin embargo, esa carencia es sumamente positiva y sana, ya que de lo que adolece un producto light es precisamente de lo que engorda, enferma, atrofia y mata al ser humano. Por tanto, lo light nos prolonga la vida y el bienestar.
En términos eclesiológicos el fenómeno debería funcionar igual, sin embargo es a la inversa. Deberíamos despojar a la Iglesia de todo aquello que enferma, atrofia y mata la espiritualidad sencilla del ser humano. Pero en éste ámbito religioso lo light está muy lejos de ser una etiqueta favorable o un “apellido” positivo. Cuando se define a un grupo religioso como light se debe entender que quien así lo define, lo ve como una agrupación sin profundidad, un cristianismo liviano, semi descristianizado o casi cristiano. Analicemos un poco, de forma sencilla, este popular fenómeno eclesiológico.
Existen centenares de movimientos y tendencias cristianas legítimas en nuestro planeta. Cada una de ellas con características distintivas que nacen de una experiencia rica y profunda. Algunas son milenarias, otras no cumplen los cien años. Pero todas viven sumodus credere de forma intensa y profunda.
Cada expresión considera pesado lo que en su experiencia y tradición la define como Iglesia de Cristo. Así, por ejemplo, para algunos lo pesado radica en una experiencia pneumática (carismática) y para otros radica en el acerbo litúrgico. La lista de estas variables es casi infinita.
Volvamos a los ejemplos comerciales. Para un buen chef francés, la cocina de McDonald’s es definitivamente de poca monta, de baja categoría, es decir no es “alta cocina” sino cocina “light”. Paradójicamente lo que es considerado como cocina de poco peso para algunos, es en realidad lo menos “light” o más pesado en términos nutricionales.
Hagamos el ejercicio de forma directa con nuestras iglesias:
Para la Iglesia Luterana, son light las iglesias que no prediquen con suficiente profundidad y firmeza la doctrina de la Salvación por Gracia.
Para la Iglesia Pentecostal, son light aquellas iglesias que no experimentan suficientemente el “mover del Espíritu” o su predicación carece de “unción”.
Para las Iglesias sabáticas, son, por supuesto, superficiales las iglesias que no guardan el sábado.
Para las Iglesias de tradición Wesleyana es indispensable la predicación de la “doctrina de la Santidad”. Son superficiales aquellas iglesias que no pongan suficiente énfasis en este punto.
Para los Bautistas, una iglesia que no tenga un buen programa de Estudio Bíblico, le puede saber a vino mezclado con agua.
Podríamos continuar pensando en las iglesias de la Tradición Ortodoxa Oriental, las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas, las iglesias de confesión Ortodoxa no calcedonia, los Nestorianos, la Iglesia Monofisista, la Ortodoxa Siriaca, la Iglesia Copta, Iglesia Católica Romana, la Iglesia Católica Vieja (que rechaza el Concilio Vaticano I), la Calvinista, las iglesias de La Comunión Anglicana y muchas otras.
El resultante de este ejercicio es que cada iglesia o expresión es light para otra. No habrá ningún Movimiento que no sea tildado de “liviano” o de carente de lo “pesado” por otra tradición. Por lo tanto, es de esperar que normalmente seamos tachados de light por personas cuya vivencia religiosa está anquilosada en otro paradigma eclesial. Esto nos convierte en cristianos fanáticos, queriendo siempre eliminar las diferentes expresiones y obligando a los otros a vivir la espiritualidad como nosotros la vivimos, porque creemos que es la única, la correcta.
En las palabras de Amos Oz:
Creo que la esencia del fanatismo reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. En esa tendencia tan común de mejorar al vecino, de enmendar a la esposa, de hacer ingeniero al niño o de enderezar al hermano en vez de dejarles ser. El fanático es una criatura de lo más generosa. El fanático es un gran altruista. A menudo, está más interesado en los demás que en sí mismo. Quiere salvar tu alma, redimirte. Libertarte del pecado, del error, de fumar. Liberarte de tu fe o de tu carencia de fe” (Amos Oz, Contra el fanatismo).
Lo Pesado y lo Light en el lenguaje religioso
El lenguaje religioso nos ubica, nos define, nos delata. Normalmente cada movimiento o tradición eclesiástica tiene sus propias palabras clave, sus expresiones, su propio dialecto.Cada Movimiento va creando su propio acerbo de palabras “importantes”. Quien no hable igual, se sentirá excluido y será visto como alguien “menos cristiano o menos creyente que nosotros”.
Así, por ejemplo, en algunas iglesias es costumbre que quien predica utilice la palabra “amén” de forma indiscriminada e incluso increpe a la congregación a responderle con la misma palabra para dar signos de afirmación.
Otros aglutinan palabras clave y versículos para reforzar su “ser cristiano”, tildando de “poco espiritual” a aquellas personas que no hablan de la misma forma.
Visto de esta manera, Jesús fue definitivamente un creyente light. Hablaba de tal manera que entendían todos sus oyentes, con palabras sencillas. Podía agrupar a personas de muchas religiones, países y con mucha diversidad en lo socioeconómico y todos podían entenderle, porque su lenguaje era “carente”, “adolescente”, “light” de términos religiosos o técnicos. Nuestro lenguaje debe ser “light” para “alumbrar a todos” (Mt.. 5:15).
Lo Pesado y lo Light en la predicación
Lo mismo sucede en la predicación. Cada tradición eclesiástica tiene una forma definida de presentar la “verdad” a la congregación. Hay una musicalidad propia, un lenguaje y un tono propios.
Para los Carismáticos, el lenguaje y la predicación Bautista carece del “Poder del Espíritu” y por tanto es “muerta” o “light”.
Para los Bautistas, la predicación Carismática, carece, adolece de profundidad bíblica, de buena exégesis y, por tanto, es “light”.
Para los Católicos Carismáticos la Misa Tradicional puede carecer del “don del Espíritu”, mientras que para los Católicos Tradicionales, al Movimiento Carismático le falta más liturgia y, por tanto, es light.
Lo cierto es que nuestra predicación debe eliminar todo lo que “sobra” y convertirse en “liviana”. Porque nuestra predicación no se limita a las personas “iguales” sino que se debe extender a todos (Mt. 12:15; Mt. 22:10).
¿Una iglesia Pesada o Light?
El Movimiento de Jesús debió, con toda seguridad, haber sido considerado como “light” por los religiosos de su tiempo. Siempre fueron criticados por sus carencias religiosas. Los discípulos de Juan los perseguían para criticarlos, los escribas y fariseos hacían lo mismo.
El Movimiento de Jesús no poseía una sede principal o un edificio sagrado (Mt.13:34; Mt. 14:14; Mt.14:19).
El Movimiento de Jesús no cobraba tributos u ofrendas obligatorias, como sí lo hacían los sacerdotes del Templo.
El Movimiento de Jesús no poseía una estructura definida o un liderazgo piramidal (Mt.23:8).
Jesús despojó a la religión imperante de todo lo que le sobraba, ayudando a la gente a creer de una forma más genuina, más sincera, más directa. Por todo esto fue criticado y tachado de traidor.
La pregunta más importante para nosotros es: ¿De qué deberíamos ser light?
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