Posted On 21/03/2013 By In Biblia, Opinión With 8767 Views

Jesús entra en Jerusalén. Domingo de Ramos

La cultura popular lo trivializa todo. Muchas iglesia no son inmunes a este proceso y, a su manera, también van trivializando. Trivializan  los evangelios, la misión, la adoración, las tradiciones y las fiestas religiosas, convirtiéndolas en meros vehículos de entretenimiento, intrascendentes y vacíos de significado. De forma equivocada, para muchos cristianos hacer iglesia relevante ha consistido en hacer discipulado de entretenimiento. Este Evangelio light que se predica en algunos pulpitos es una huida de la realidad de la vida, ‘quince minutos de fama’ con Dios,  ‘opio para el pueblo’ adicto al consumismo.

El Domingo de Ramos no se ha librado de dicha trivialización. Para muchas denominaciones protestantes que siguen el calendario litúrgico, el Domingo de Ramos se ha convertido en una fiesta eclesiástica que se recuerda por rutina, desnuda de su simbolismo político y significado teológico. El domingo de Ramos se ha reducido a segmento de E noticias, red carpet de celebridades bíblicas y paparazis evangélicos. ‘Allí llega Jesús en un burro decorado por Armani, vistiendo una túnica rustica diseñada por Dolce & Gabana. Lo siguen el trio Las Marías que visten…’ esta versión apócrifa, mardi grass bíblico, carnaval sin máscaras, jolgorio banal,  es la disneyficacion del Domingo de Ramos, convertido en sentimentalismo, kitsch, cliché teológico. Es la negación de lo que significa esta historia y su raison d’être en los evangelios.

La trivialización del Domingo de Ramos ha oscurecido  la importancia política, teológica, social, cósmica, del Jesús-Mesías entrando en la capital ocupada, su Jerusalén querida, por la cual lloró con pena y amargura (Lucas 19:41).

Para aquellos que notan al aspecto político de este evento histórico, quizá es importante advertir que el Domingo de Ramos no es ‘baño de multitudes para el caudillo’ y sus seguidores fanáticos gritando clichés y slogans populistas, ‘revolución socialista del siglo 21’ No confundamos las cosas. Ese populismo barato que se hace pasar por revolución no es revolución, pero sí un certificado de defunción de una izquierda oportunista, fosilizada en el tiempo, estéril de ideas y carente de imaginación política.

Si el Domingo de Ramos es fiesta y revolución, esta es una fiesta con tambores y trompetas, banderolas y pitos, canción y gritos, poesía y arenga.  Fiesta sí, pero mucha protesta también. El Domingo de Ramos es el día bíblico de los indignados. Que nadie se olvide; que todo el mundo lo recuerde. ¡Que la iglesia de Jesus lo celebre!

Este año el Domingo de Ramos tiene doble significado. El 24 de marzo también se recuerda la muerte del santo de los indignados, el Arzobispo Oscar Romero de El Salvador.

Vayamos por partes, y veamos por separado el significado de estos dos eventos que recordaremos en ese día.

Jesús entra en Jerusalén – Domingo de Ramos

Parada militar vs marcha de los indignados.

Solamente cuando ponemos en su contexto histórico la entrada de Jesús en Jerusalén  empezamos a entender el significado de lo que ocurrió ese día y por qué los evangelios (Mateo 21:1-11; Marcos. 11:1-11; Lucas. 19:29-44; Juan. 12:12-19) se ponen de acuerdo para contarnos este evento.

Mientras Jesús entraba en Jerusalén por el pórtico del Este, montado en un pollino y seguido por las masas de desposeídos y explotados que gritaban: ‘¡Hosanna!  BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR’, en el otro lado de Jerusalén, en el pórtico del Oeste, Poncio Pilato, el gobernador Romano, entraba también a la cuidad, seguido por la caballería imperial y la cuadrilla de legionarios, desplegando el sofisticado y todo poderoso aparato militar. El imperio y su poder militar entran por el Oeste; Jesús y sus indignados entran por el Este. Esto no es casualidad, esto estaba planeado. La entrada de Jesús es una contra marcha, un acto subversivo. En ese día Jesús confronta públicamente los poderes imperiales, el orden establecido, el establishment, la ideología imperial que impone una narrativa que sustenta el privilegio de unos pocos y oprime a la mayoría negándole sus derechos. Esta es la protesta radical de los indignados.  Esta es la toma de las calles por las mayorías marginadas cansadas de sufrir por culpa del 1%. Domingo de Ramos es el ‘¡basta ya!’ de los desposeídos e indignados de la tierra. ‘¡Basta ya!’

Arzobispo Oscar Romero

El cantautor Rubén Blades escribió una gran canción inspirada en la vida y martirio de este gran profeta de nuestros tiempos. ‘El Padre Antonio y su Monaguillo Andrés’ es salsa triste, lamento y júbilo, réquiem y acción de gracias por la vida de un hombre que se puso del lado de los indignados, el ‘99%’ de la humanidad. Este poema cantado es un homenaje al espíritu noble de un siervo de Dios que vivió hasta las últimas consecuencias su compromiso con los pobres.

‘Al padre lo halló la guerra un domingo de misa,
dando la comunión en mangas de camisa.
En medio del padre nuestro entró el matador
y sin confesar su culpa le disparó.
Antonio cayó, ostia en mano y sin saber por qué
Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé;
y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez
estaba el Cristo de palo pegado a la pared.
Y nunca se supo el criminal quién fue
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.’

Oscar Romero es la iglesia militante, consciente de la historia, comprometida en la transformación del mundo,  que afirma la vida, la justicia y el amor como valores no negociables en una sociedad civilizada. En sus palabras encontramos fuerzas: ‘No nos cansemos de predicar el amor;  esta es la fuerza que transformará al mundo’.

En esta fiesta de Domingo de Ramos recordamos la marcha de los indignados encabezada por Jesús, y también recordamos la memoria de Oscar Romero santo patrono y mártir de los indignados.  No trivializamos este día, sino que restauramos su profundo significado en la vida de nuestra comunidad.

Ernesto Lozada-Uzuriaga
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