Posted On 22/12/2011 By In Biblia With 3809 Views

Jesús murió por nosotros, pero ¿quién murió en lugar de Jesús de Nazaret?

Lecturas: Mateo 2:16-18

Durante el tiempo de Adviento y, especialmente, durante el día de la Natividad del Señor, los cristianos hacemos memoria de las sugerentes narraciones que recogen los evangelios tradicionalmente atribuidos a Mateo y Lucas.

Sin embargo entretejida entre los textos evangélicos nos topamos, de forma brutal, con una narración dramática y sangrienta. El asesinato, por orden directa de Herodes, de todos los niños menores de dos años que vivían en Belén y en sus alrededores.

Ante tal historia no puedo por menos que recordar imágenes fotográficas de mis hijos con dos años de edad. Más cerca tengo a mi nieta con sus recién cumplidos tres años. Y sus fotos, tomadas hace un año, las observo directamente, pues las tengo en mi ordenador.

Niños menores de dos años asesinados. El objetivo era claro: asesinar a ese niño, llamado Jesús, al que los sabios de Oriente, llegados a Jerusalén, calificaban de “rey de los judíos”.  Herodes quería deshacerse del posible competidor nacido en Belén según le habían comentado los expertos en la Ley.

En Ramá ha resonado un clamor de muchos llantos y lamentos. Es Raquel que llora por sus hijos y no quiere que la consuelen, porque están muertos”, escribe el evangelista citando al profeta Jeremías. Es la lógica y triste conclusión a un infanticidio en masa ejecutado por parte de lo poderes de este mundo representados por Herodes.

La orden de Herodes llegó tarde. José, María y su hijo ya habían emprendido su viaje al exilio en tierras de Egipto. Un ángel les había prevenido a través de un sueño que tuvo el padre de la criatura. Pero, ¿quién salvaría a las docenas de niños que iban a ser muertos a manos de los secuaces del asesino..? ¡Triste paradoja teológica!

Las confesiones cristianas rezan que Jesús, el Cristo, murió por todos nosotros. Pero, ¿quién murió por él? ¿Quiénes fueron asesinados en su lugar? Afirmo que fueron esos niños muertos violentamente a manos de Herodes. Fueron, todos ellos, asesinados en lugar de Jesús. Y así viene sucediendo a través de la historia humana. Cada niño que muere a causa de la violencia física, estructural o de cualquier otro tipo se convierte, en cierta manera, en una muerte en lugar de Jesús. No hay ángeles que les avisen y les guarden del drama. Mueren y punto final.

Pareciera –y es algo más que un parecer- que para que nosotros, hombres y mujeres del llamado “primer mundo” vivamos, otros tienen que morir en nuestro lugar al igual que ocurrió con aquellos niños que fueron asesinados en lugar de Jesús.

¿Quién murió en lugar de Jesús? Aquellos que la tradición cristiana denomina los “santos inocentes”… Y con ese dramático día no se puede bromear, sino reflexionar  -como decía hace un momento- sobre quién o quiénes están muriendo para que nosotros podamos vivir como lo hacemos.

Dejadme escribir una penúltima palabra. Los cristianos –y todo ser humano- somos llamados a ser ángeles, mensajeros que denuncian y luchan de forma perseverante y explícita para evitar la muerte de tantos y tantos inocentes en nuestra aldea global…

Ignacio Simal Camps

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