Un airet de contes

Posted On 17/12/2011 By In Biblia With 2853 Views

Julia

 

Muchas veces, hablar de religiones no es fácil. Pero hablar de ellas a través de cuentos y de relatos breves nos puede facilitar un acercamiento desenfadado y agradable a la realidad cotidiana de la vivencia de la fe y la espiritualidad. Es por eso que, desde el humilde blog “Un airet de contes”, empiezo ahora la experiencia de publicar mensualmente un cuento con este propósito. Y, gracias al apoyo de Lupa Protestante, iré publicando aquí la traducción castellana de estos cuentos, originalmente escritos en catalán. Espero que os gusten.

El primero de ellos lleva por título “Julia”, y nos narra la historia de una chica que difícilmente olvidará la tarde que fue a trabajar como camarera en una celebración judía del Brit Milá.

Julia

– ¿Sí?

– ¿Ester? ¡Hola, soy Julia!

– ¡Eeeeh! ¿Cómo va todo?

– ¡Muy bien! ¡Fuá, te tengo que contar una…!

– Cuenta, cuenta, que ahora tengo un rato libre.

– Pues mira: no sé si te dije que este domingo tenía trabajo en un hotel en Santoña.

– No, no me suena, pero de vez en cuando te toca, ¿no?

– Sí, sí, sirviendo cáterings. Pues bien: me llamaron para un bautismo judío este domingo, a la tarde, y para allí que voy. Total: llego, y me encuentro con un salón lleno de gente superbien vestida. Habíamos montado una barra, y unos cuantos se quedaron allí sirviendo la bebida, y a mí me tocó ir pasando por las mesas sirviendo la comida. Y venga: bandejas para arriba y para abajo, driblando a los invitados con mi inglés de Santander, imagínate: “-Sorri, plis, zenquiu…”. Al cabo de un rato, entro en la cocina, me pasan una bandeja y me dicen: “-Dí que son de pavo. Pero no te esperes a que te lo pregunten, dilo directamente”. “-Menuda chorrada”, pensé. Bueno, pues, total, que salgo de la cocina, resbalo no sé cómo…

– ¡No…!

– ¡Sí, sí! La bandeja, los canapés y yo misma fuimos a parar encima de uno de los invitados. ¡Pataplam! Imagínate: el tío en el suelo, cubierto de “pan de aceitunas con mousse de tomate, aceite de tomillo y jamón de pavo”, y yo encima suyo, más abochornada que un pimiento, todos los invitados en silencio y mirándonos… ¿Y sabes quééééé? No se me ocurre nada más que decirle: “-Son de pavo”. ¿Tú te crees? Claro, todo el mundo empezó a reír… ¡Suerte que unos compañeros nos vinieron a ayudar! A mí se me llevaron a la cocina, y al chico a otra sala, donde le ofrecieron ropa limpia. ¡Qué verguenza!

– ¡Qué fuerte! ¡Tía, qué verguenza, qué vergüenza…!

– Y espérate: bronca del  maître, el resto de compañeros y los camareros riéndose… ¡Yo ya no sabía dónde esconderme!

– ¿Y entoncés, qué, te marchaste para casa?

– No, no, qué va, aún había trabajo. Me quedé un rató descansando, y al poco rato vinieron los padres del niño que bautizaban, a ver cómo me encontraba. Oye, ¡eran de Santander! Yo me pensaba que los judíos eran de Israel, y se ve que no, que todos los invitados era de aquí, menos unos que habían venido de Argentina. Y ya ves, ¡yo haciendo el primo con mi nivelazo de inglés!

– ¡¡¡Realmente, te cubriste de gloria este domingo!!! ¿Y todo esto te lo contaron los padres?

– No, no, pero es que aún no te he contado lo mejor. Salgo, sigo sirviendo (sin atreverme a levantar la vista del suelo) y, cuando faltaba poco para el final de la fiesta, viene hacia mí… ¡el tío de los canapés! Yo me dije: “-¿Ya verás, ahora ahora qué me querrá decir…?” Y no, ¡me venía a preguntar cómo me encontraba!. Le dije que bien, que gracias, él me dijo que también y, ¡anda!, me fijo que el tío no estaba nada mal. No hablé mucho porque el  maître ya lo tenía bastante cabreado, pero al marchar el tío me viene a buscar. Nos quedamos charlando, me dice que se llamaba Isaac, y que le gustaría invitarme un día a cenar, para compensar el mal rato de hoy. ¿Y sabes qué le dije?

– No. Dime que no…

– ¡¡¡¡Sí, le dije que sííííí!!!!!!

– ¡¡¡¡Estás fatal!!!! Pero muy bien, tía, muy bien, ya está bien. ¿Cuándo habéis quedado?

– ¡¡¡¡Mañana!!!! Y estoy de los nervios que no me aguanto. ¡¡¡¡Vive en Bilbao, pero vendrá a Santander espresamente!!!!!! ¡¡¡¡Qué fuerte!!!!

– Pues nada, muy bien, ya  contarás qué tal. Bueno, según qué cosas, mejor no me las cuentes, eh?

– Ja, ja, claro que no! Lo que me da cosa es esto de que sea judío. No sé, para no pifiarla, o que sea un poco rarito…

– No, tía, no, los judíos somos gente la mar de normal, no sufras por esto. ¡Aún será mas divertido!- – Ah, pero… ¿tú también…?

 

 El original en catalán se puede leer aquí

Jordi Puig i Martín
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