Posted On 12/03/2021 By In Espiritualidad, portada, Teología With 1642 Views

La espiritualidad cristiana en el contexto de la espiritualidad postmoderna | Jaume Triginé

 

1.- CAUSAS DEL RESURGIR DE LA ESPIRITUALIDAD POSTMODERNA

1.1.- UNA SOCIEDAD DESENCANTADA

Uno de los temas recurrentes durante los últimos años ha sido el resurgir de la espiritualidad. Las causas explicativas de este fenómeno son plurales. Una de ellas es el desencanto frente al progreso económico, científico y tecnológico que nos había dado a entender que “el mundo feliz” preconizado por el novelista Aldous Huxley (1864-1963) se hallaba a la vuelta de la esquina.

No podemos negar la evidencia de los avances que se han producido en los últimos decenios. Se han descubierto leyes y constantes universales que nos permiten conocer mejor el cosmos del que formamos parte, hemos enviado sondas hasta los límites de nuestro sistema solar, la medicina está mejorando la vida en tiempo y calidad, las comunicaciones nos permiten el acceso a la información en tiempo real…

El desarrollo técnico, científico y económico ha mejorado la vida de millones de personas; pero también ha condenado a buena parte de la población a la pobreza más desesperante. El progreso no está alcanzando a la población de una forma homogénea, manteniéndose grandes desigualdades en todos los rincones del planeta. La decepción frente a las promesas de las pasadas revoluciones se extiende a amplias capas sociales.

 

1.2.- LA CARENCIA DE SENTIDO

Una segunda causa es la falta de sentido que la sociedad neoliberal y obsesivamente consumista está generando. Hemos descubierto que no podemos simplificar la realidad, que no todo puede explicarse mediante leyes físicas o fórmulas matemáticas. Que el acceso a los bienes de todo orden: robots domésticos, móvil de última generación, coches de gama alta, viajes a lugares exóticos… no resuelven las inquietudes personales, la frustración, la complejidad de las relaciones… Confundir el sentido de la vida con el disfrute de los bienes de consumo termina acarreando importantes dosis de frustración.

Continúan sin respuesta las llamadas preguntas últimas: ¿por qué hay un mundo?, ¿por qué vivimos?, ¿de dónde venimos?, ¿quiénes somos?, ¿para qué estamos aquí?, ¿adónde vamos?, ¿qué sentido tiene todo ello? y los problemas no resueltos, como la cuestión del mal o el sufrimiento de las víctimas que no deja de interpelarnos.

1.3.- LA CRISIS DE LA IGLESIA-INSTITUCIÓN

Los modelos de espiritualidad actual, muchos de ellos desarraigados de su fundamento de trascendencia, se explican también por la crisis de la propia iglesia. Nuevas generaciones, cada vez más preparadas, difícilmente pueden asumir una teología alejada del conocimiento actual sobre lo cosmológico; la poca consideración de las aportaciones de la biología, la psicología o la sociología acerca del fenómeno humano; la existencia de una eclesiología poco inclusiva; la falta de compromiso respecto a los grandes temas sociales como la justicia, la ecología… i terminan por desentenderse de todo cuanto transpira religiosidad.

2.- ALGUNAS EXPRESIONES DE LA ESPIRITUALIDAD POSTMODERNA

2.1.- EL FUNDAMENTO ÚLTIMO DE LA REALIDAD

Las corrientes de espiritualidad contemporáneas superan las fronteras de las diversas religiones y la dialéctica entre creyentes, agnósticos y ateos pues en ella se distinguen algunos ejes comunes como es el reconocimiento del elemento de Misterio o de profundidad, en su sentido metafísico, de la realidad. Las religiones monoteístas lo denominarán con los diferentes nombres de la divinidad; otras religiones y cosmovisiones emplearán términos acordes con su tradición religiosa o secular.

2.2.- LA CUESTIÓN SOCIAL

Un segundo aspecto es la apertura al prójimo. La sensibilidad en relación con las necesidades más básicas de grandes colectivos: inmigrantes, bolsas de pobreza en las grandes ciudades… no deja de incrementarse. Muchas personas realizan trabajos o colaboran económicamente con las ONGs; contribuyen a las iniciativas de los Bancos de Alimentos, comedores sociales…; dedican tiempo a acompañar ancianos o personas enfermas. Se trata del componente ético de la espiritualidad y tiene que ver la superación del hedonismo, la motivación de poder y la acumulación compulsiva de cuanto la sociedad de consumo sitúa ante nuestros ojos. Como bien describe el psicoanalista Luis Chiozza: La existencia de uno es demasiado pequeña para dedicarle la vida, si no hubiera en ella seres significativos no valdría la pena vivir. Uno vive porque dedica la vida a alguien o a algo.

2.3.- LA ECOLOGIA

Un tercer elemento compartido es la preocupación ecológica. No podemos olvidar que nuestra subsistencia depende del mantenimiento del ecosistema que nos alberga. La Tierra puede mantenerse sin la especie humana. Así ha sido durante millones de años en los que se ha ido gestando la aparición de la vida, su emerger y diversificación hasta alcanzar los niveles de complejidad de los seres humanos. Pero nosotros no podemos sobrevivir sin la Tierra. Necesitamos el aire que respiramos, las plantas y los animales, el agua, la luz, los ciclos de las estaciones y el universo entero cuya inmensidad es condición necesaria para la existencia de la vida, según indican los presupuestos de la astrofísica. La espiritualidad emergente señala la necesidad de rehacer los vínculos con la naturaleza.

3.- FUNCIÓN CONTEXTUAL DE LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA

Urge interpretar los signos de los tiempos y valorar el resurgir de la espiritualidad, si bien de forma crítica, dada la posibilidad que, en un intento de superar el desencanto socioeconómico, la falta de sentido existencial y la frustración generada por la propia iglesia, muchas personas se refugien en una espiritualidad personalista que les protege de un Dios que les interpela desde los últimos y reclama un compromiso vital.

3.1.- DESPRENDERSE  DEL DOGMATISMO EXCLUYENTE

Los diferentes accesos al misterio de la existencia, que no se agota en sus diversas hermenéuticas, se nos presentan como complementarios i nos apremian a presentar la positividad de la espiritualidad cristiana. Para ello, es necesario desprenderse del dogmatismo exclusivista que ha impregnado con frecuencia nuestro discurso. También reconocer que nuestro acceso al Misterio es limitado y con importantes componentes de interpretación y de proyección subjetiva. Como escribía Raimon Panikaar: Cada religión, ideología, tradición, cultura… no puede pretender de manera razonable agotar la gama universal de la experiencia humana. 

3.2.- REDESCUBRIR LA POSITIVIDAD DE LA PROPIA ESPIRITUALIDAD

Muchos buscan en las nuevas espiritualidades elementos de utilidad para afrontar los avatares de la cotidianidad. Ejemplo de ello es el incremento de prácticas de matriz oriental como el yoga, la meditación… Tendremos que esforzarnos en presentar los elementos de practicidad de la espiritualidad cristiana: autoanálisis, discernimiento, silencio, meditación, oración, contemplación… y su correlación positiva con el mundo interior de la persona: conocimiento, introspección, pacificación, serenidad, confianza, esperanza…

3.3.- ENFATIZAR LAS CUESTIONES ÉTICAS Y ECOLOGICAS

Habrá que explicar mejor el componente ético y de compromiso de nuestro modelo de espiritualidad como preconizaba el teólogo, recientemente fallecido, Johann Baptist Metz al hablar de la mística de ojos abiertos, considerando la orientación al prójimo, especialmente a los más débiles, como una dimensión de la espiritualidad personal. El mundo globalizado en el que vivimos requiere el conocimiento de la complejidad social para promover formas de solidaridad tendentes a lograr cambios en las estructuras sociales que requieren conversión.

Se hace necesario colocarse al lado de todos aquellos que trabajan y luchan para mejorar las condiciones de vida sobre el planeta, reducir la contaminación ambiental, detener el cambio climático, mantener la biodiversidad… Es imprescindible recuperar la visión sagrada de la creación, descubriendo en la realidad su elemento de profundidad o signo de la divinidad.

3.4.- COMUNICAR MEJOR

El desconocimiento de la espiritualidad cristiana y cuanto aporta a la integralidad de la persona o, lo que es más preocupante, una percepción distorsionada de la fe creyente y sus implicaciones y consecuencias se halla, sin duda, en la génesis de la búsqueda de otros modelos religiosos o laicos de espiritualidad.

Es por ello que habrá que invertir tiempo y recursos en mejorar nuestros espacios de comunicación a fin de modificar las ideas preconcebidas de nuestros conciudadanos sobre el cristianismo que no se ajustan a la realidad. Con una teología anclada en cuestiones dogmáticas, con hermenéuticas literales de la Biblia, con actitudes discriminatorias con respecto a la mujer, con nuestra ausencia en los foros en favor de la justicia social, la inclusión…; hemos contribuido a incrementar el lastre conceptual de prejuicios que deben ser erradicados. Ello requerirá una mayor y mejor contextualización de nuestro relato.

Habrá que explicar que ser cristiano es practicar el evangelio, seguir a Jesús, adquirir compromisos de transformación de las situaciones injustas, amar; que no es lo mismo tener creencias, convicciones, valores y un determinado estilo de vida que participar en actos religiosos de los que muchas personas se han alejado.

Finalmente, el mensaje creyente de amor, compasión y solidaridad debe incardinarse en la experiencia, expectativas y necesidades de las personas. Habrá que acercarse a los espacios en donde la vida duele, de lo contrario, tanto la credibilidad del mensaje como del mensajero será puesta en tela de juicio.

Jaume Triginé

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