Posted On 04/09/2008 By In Opinión With 2365 Views

La historia oculta debe ser desvelada

Solía leer algunos de los libros de la biblioteca de mi padre. Entre ellos había una novela de José María Gironella, “Los cipreses creen en Dios”. Era aún niño cuando la leí. Fue leyéndola cuando por primera vez me topé con una serie de palabras desconocidas para mi: “masón y masonería”. Os cuento que me sentí atraído por ese grupo de personas que se las calificaba de “masones”. Posteriormente, ya más consciente de la realidad que imperaba en nuestro país, supe del aborrecimiento que Franco y las cúpulas de la dictadura tenían hacia la masonería, los comunistas y los protestantes.

Muchos, pero muchos años después estudiando en el seminario recibí clases de historia del protestantismo español a través de uno de mis más recordados profesores: Joan González i Pastor. En algunas de las clases sugirió la idea de que algunos pastores protestantes de renombre habían pertenecido a la masonería española. De nuevo me encontré con ese grupo de personas que en mi niñez y a través de la novela de Gironella habían suscitado mi interés.

Años después viajé a Miami, junto con mi esposa, camino de Guatemala. Fuimos invitados a cenar a casa de unos creyentes cubanos. En una de las estancias de la casa me quedé observando una vitrina que contenía diferentes objetos. Entre ellos descubrí símbolos masónicos. Sin más dilación pregunté al anfitrión. Sí, no se equivocan mis lectores, allí tuve mi primer encuentro con un masón protestante.

De ahí que desde hace ya tiempo me haya dedicado de vez en cuando a indagar sobre las ligazones del protestantismo español con la masonería antes de que la bota del franquismo pisoteara nuestro país.

Menciones sobre el tema encontré en la obra de mi admirado Pablo García, Historia de la Iglesia Evangélica Española. También en los trabajos de investigación del profesor Juan Bautista Vilar. Pero donde toda la historia oculta, y ocultada, se abrió a la luz fue en un artículo del Profesor Jean-Pierre Bastian (Universidad de Estraburgo) que leí hace unos meses: .”Le lien maçonnique des dirigeants protestants espagnols, 1868-1939”. Debo decir que disfruté de su lectura.

Entonces me enteré, a ciencia cierta, de que algunas de esas personas, próceres del protestantismo, que fundaron iglesias, crearon escuelas, sembraron España de libertad, lucharon por la abolición de la prostitución y abrazaron, sin dudas, la república por entender que era el mejor régimen político que podía posibilitar la salida de nuestro país de la ignorancia y de la desigualdad social, eran masones.

La participación de significados protestantes en las logias masónicas muy posiblemente se explique debido a que en ellas encontraron un ambiente de respeto y tolerancia propiciado por el librepensamiento que no les ofrecía la sociedad.

Según el profesor Bastian, Francisco Albricias, Carlos Araujo, Juan Bautista Cabrera, Atilano Coco, Claudio Gutierrez Marin, Miguel Trigo y Salomé Trigo, entre otros, pertenecían a la masonería. Una generación de protestantes, librepensadores, militantes del evangelio y en la lucha por la conquista de las libertades democráticas para nuestro país fueron arrojados al Gehenna por el franquismo. Hoy estamos llamados a recuperar su historia. Los protestantes tenemos una deuda con ellos, fueran nuestros próceres masones o no.

Debemos ser agradecidos con su generosa labor y asumir sin complejos su historia que es la nuestra, la historia de los protestantes españoles. Una historia marcada por el amor por el Evangelio y por todo el género humano.

Ignacio Simal Camps
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