Posted On 06/08/2013 By In Teología With 59869 Views

La igualdad: un derecho humano y un propósito de Dios

La declaración Universal de los derechos humanos[1] ha sido un paso importante en el rescate de la dignidad e igualdad de las personas, dice en su artículo primero: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”[2].

Ante  este discurso, la Biblia proporciona evidencia que fortalece su pronunciamiento. Sin embargo, la iglesia cristiana no tiene una posición común frente el tema de igualdad entre el hombre y la mujer; por un lado  se enseña que son iguales citando a:  Génesis 1:27 “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”, y Gálatas 3:28 “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”(rv)[3]    

Por otro lado, se   hace énfasis en la dominación del hombre sobre la mujer, como en: Efesios 5:22,  “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor.” y Colosenses 3:18, “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor.”; I Pedro 3:1, “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas”; I Pedro 3:5, “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos.”(rv).

Lo complicado de estos dos tipos de enseñanza es que quienes las enseñan, están convencidos de tener la razón, por estar haciendo sus argumentaciones sobre versículos bíblicos, y con la mejor intención de vivir sus vidas conforme a lo que Dios quiere para ellos. La realidad es que son antagónicas,  y lo más conveniente  es revisar en la Biblia el origen de la creación de la humanidad, las consecuencias del pecado y su redención, para desde allí dar una  perspectiva que coadyuve a construir relaciones saludables que correspondan a la voluntad de Dios.

En  el relato de la creación Dios hizo al hombre y a la mujer, a su imagen y semejanza, (Génesis 1:27).  El  Dios de los cristianos es uno y es el gran “Yo soy” (Éxodo 3:13-14).   Se observa entonces que comparten un origen común, vienen de Dios y poseen su misma imagen.

Continuando con la creación se encuentra el propósito de Dios  para ellos en Génesis 1:28, “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.”(rv). Dios colocó al hombre y a la mujer como señores para que dominaran juntos su creación.

En el huerto del Edén Adán reconoció en Eva a su igual, Génesis 2:23, “Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.” (rv). Entendió que era parte de su misma esencia, era de él mismo. A partir de ahí era uno con ella tal como dice Génesis 2:24, “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.”(rv)  La premisa de la relación del hombre y la mujer era y sigue siendo en realidad la unidad total (Efesios 5:31), están diseñados para estar juntos, para crecer en familia y en sociedad.

Estos pasajes bíblicos muestran una relación ideal, en donde el hombre y la mujer son complementarios, no se refiere de ninguna manera a la imposición de roles sociales; a que el hombre por serlo, deba hacer determinadas cosas, o a que la mujer por la misma razón, deba hacer otras. Al ser el hombre y la mujer poseedores de la imagen de Dios, son multiplicadores de innumerables posibilidades de desarrollo individual y colectivo, porque no existen en el mundo dos seres humanos iguales, cada uno tiene su propio diseño, cuenta con potenciales y fortalezas que les permiten ayudar a construir familia y comunidad.

Esta  relación de compañerismo y complemento  se vio afectado por la desobediencia de Eva y Adán, Génesis 3:6, “La mujer vio que el árbol era bueno para comer, apetecible a los ojos, y codiciable para alcanzar la sabiduría. Tomó entonces uno de sus frutos, y lo comió; y le dio a su marido, que estaba con ella, y él también comió.” (rvc)[4]. Si bien Eva fue engañada, Adán estaba allí con ella, también comió  y desde ese momento todo cambio.

El pecado trajo varias consecuencias, entre estas la dominación del hombre sobre la mujer, como se observa en  Génesis 3:16, A la mujer le dijo: Aumentaré en gran manera los dolores cuando des a luz tus hijos. Tu deseo te llevará a tu marido, y él te dominará.” (rvc). Se perdió el equilibrio en su relación, ya no fueron más compañeros, ni complemento, ella quedo sometida a él como castigo por su desobediencia.

Las relaciones entre los seres humanos son diferentes conforme al nivel de dominación que se ejerce sobre los demás, no es lo mismo ser padre o hijo,  jefe o empleado,  profesor o estudiante, de tal manera que solo existen relaciones de igualdad entre quienes son compañeros.

Pero no debe permanecer así, Dios tuvo plan de salvación para la humanidad que fue llevado acabó a través de   Jesucristo (Juan 3:16), que contemplaba la remisión, redención y justificación del hombre y la mujer. I Corintios 6:20, “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (rv); Efesios 1:6-17 “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia” (rvc); Mateo 26:28,porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos, para perdón de los pecados.” (rvc); Romanos 5:1, “Así, pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.(rvc).

De acuerdo a este plan, el sacrificio que Jesús hizo en la cruz restituye a los hombres y a las mujeres al principio de la creación, en donde los dos tenían un origen y un propósito común; cuando se recibe a Jesús como Señor y Salvador (Romanos 10:9-10), el hombre y la mujer obtienen los mismos beneficios, ¿por qué debería entonces la mujer continuar con el castigo de su desobediencia?,  si está continúa  cargando con las consecuencias de su desobediencia, aun después de recibir a Jesús, se estará diciendo que ella no ha sido redimida, ni justificada y, por lo tanto, el sacrificio de Jesús sólo habría sido hecho en beneficio del hombre y no de la mujer.

La mejor respuesta para la  relación que debe existir entre hombre y la mujer, la dio Jesús a los fariseos cuando le preguntaron sobre el divorcio: Marcos 10:6-8, “Pero, al principio de la creación, Dios los hizo hombre y mujer.  Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán un solo ser, así que ya no son dos, sino uno solo” (rvc). En su respuesta está la clave, pues la puso nuevamente  en el principio de la creación, en su diseño original de igualdad, complemento, compañerismo y dignidad.

La iglesia católica ha dado un gran paso reconociendo la igualdad en dignidad del hombre y la mujer[5]. La iglesia cristiana por su gran diversidad no tiene una posición unificada y,  mientras en unas se enseña la igualdad, en otras se continúa enseñando la dominación del hombre sobre la mujer.

Independientemente de la enseñanza que se acepte como verdadera, es bueno recordar que Jesús no esperaba que sus discípulos sobresalieran por la dominación de unos sobre otros, sino por el servicio y el amor entre ellos, Mateo 20:26-28, “Pero entre ustedes no debe ser así. Más bien, aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor;  y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo.  Imiten al Hijo del Hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos(rvc). Y porque hicieran realidad aquello de “amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo como a sí mismos.” (Mateo 22:37-39).

La igualdad de los hombres y las mujeres no es un invento de la sociedad, es el diseño original de Dios, pero no los hace idénticos sino complementarios; el respeto a sus diferencias los ayudará a crecer en unidad y amor.

Naydú Villamarín Rentería
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