Desde la eternidad existe un solo Dios que es la fuente y el final de todas las cosas, la comunidad divina del amor que lo abarca todo. Esta eterna danza de alegría paz y creatividad nos ha sido revelada en la Escritura como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: La Santa Trinidad. Y en este artículo es en la segunda persona en quien nos vamos a enfocar, ya que ahí se refleja y encarna la verdadera pasión de nuestro Dios.
Muchas veces hemos olvidado que Dios se encarnó, que se hizo humano y que tuvo deseos tal cual los tenemos nosotros. Y un deseo olvidado es su pasión.
La pasión de Dios. Introducción.
La pasión y el carácter de Dios están intrínsecamente relacionados. Con la pasión de Dios me refiero a lo que queremos decir cuando preguntamos a alguien: ¿Cuál es tu pasión en la vida?, ¿Qué es lo más importante para ti? ¿Por qué cosas te apasionas? La pasión fluye del carácter.
Entonces, ¿Cuál es la pasión de Dios? Cuando yo era un niño y adolescente, lo más obvio era considerar que Dios tenía pasión por el comportamiento personal del hombre. Esto significaba obedecer los diez mandamientos. No recuerdo que edad tenía yo cuando los memoricé. Cumplir los mandamientos no era sólo algo de cara al exterior, sino que implicaba también la pureza interna. No matar, pero también no a la cólera; no al adulterio, pero también no a los malos pensamientos. Lo que apasionaba a Dios era la obediencia del hombre tanto externa como interna. Entonces, ¿Es importante el comportamiento personal? Ciertamente. Pero la pasión de Dios, tal como revela la Biblia, es mucho más que eso.
La pasión de Dios es «liberarnos del cautiverio egipcio», es «el regreso del exilio en Babilonia», es que vivamos juntos en un mundo de justicia y paz, que seamos liberados del peligro, que se «abran nuestros ojos», que sanemos y recuperemos la integridad, que dejemos atrás la vieja vida para poder entrar en una nueva, que seamos liberados de ansiedad y el miedo… La pasión de Dios tiene que ver con nuestro bienestar y con el de toda la creación. Así pues, ¿Cuál es el carácter y la pasión de nuestro Dios? La respuesta para los cristianos está en Jesús. Él es la decisiva revelación del carácter y la pasión del Dios.
Jesús.
Como dije, la afirmación central del cristianismo es que Jesús es la revelación decisiva de Dios. El revela, descubre todo lo que de Dios puede ser visto en una vida humana. Este es el significado acumulativo del lenguaje cristiano familiar sobre él: «Hijo de Dios», «Mesías», «Señor», «Luz del mundo», «Camino, Verdad y Vida». Él es la «Palabra de Dios» hecha carne, personificada como vida humana. Él es la revelación, la epifanía de como es Dios, del carácter y la pasión de Dios.
Reconocer la revelación decisiva de Dios en una persona distingue al cristianismo de otras religiones. Por poner como ejemplo a sus dos parientes más cercanos: los judíos encuentran la decisiva revelación de Dios en su libro: La Torá. Moisés fue sólo quien transmitió la revelación. Los musulmanes encuentran también la revelación decisiva de Dios en otro libro, El Corán. Y Mahoma es también sólo el emisor de la revelación, no ella misma. Pero, como decimos, para los cristianos la decisiva revelación de Dios es una persona, no un libro. Esta distinción no tiene que ver con una idea de superioridad, sino como una diferencia.
Jesús como Salvador. La salvación de Jesús.
La salvación afecta a los individuos; es algo personal. Pero en la Biblia aparece también como una realidad consistentemente colectiva. Incluye como vivimos juntos en comunidades, sociedades o naciones. En otras palabras: la salvación tiene que ver con el tipo de mundo en que vivimos.
En el más amplio e importante sentido de la palabra, en la Biblia la salvación es política además de personal. La palabra «política» necesita ser redimida de su contemporánea reducción al ámbito de lo partidista, de la maldad o del egoísmo. El significado amplio de «política» es antiguo, y se refleja en su raíz griega «polis», que significa «ciudad». La política afecta a la formación y forma de la ciudad, lo que quiere decir seres humanos que viven juntos en grandes poblaciones, naciones, y también la totalidad del mundo. ¿Cuál sería el aspecto de un mundo humanamente creado?
Una lectura histórico-metafórica de la Escritura recupera una dimensión crucial del significa bíblico de salvación. Su sentido político es central en la historia del éxodo, de los profetas, de Jesús y de Pablo, y tiene dos puntos claves: la justicia y la Paz.
—De la injusticia a la justicia. La primera dimensión del tema de la justicia en la Biblia es la económica. Muchos de los temas que agrupamos hoy como relacionados con la justicia —democracia, racismo, derechos humanos, igualdad entre sexos, medioambiente— no habían existido aún. En primera instancia, su pasión por la justicia se centra más bien en la justicia económica.
Hay una razón obvia para esto: el mundo de la Biblia estaba marcado por una injusticia económica masiva. «La élite en el poder poseía uno de los tercios de toda la riqueza social, mientras que el 90% de la población vivía en los márgenes de la subsistencia y la miseria.» [M. J. BORG. «El corazón del cristianismo» pág. 56] Según las principales voces bíblicas, no era esta la voluntad de Dios. Al revés: «La tierra y todo lo que contiene es del Señor» (Sal 24, 1). La tierra pertenece a Dios, no a nosotros, que «sólo somos forasteros e inquilinos en esta tierra» (Lv 25, 23); no nos pertenece. Sin embargo, muy a menudo la tratamos como si fuera nuestra, y algunos de nosotros mucho más que otros.
La justicia económica, que está en el centro de la pasión de la Biblia —y de la de Jesús—, afecta a las necesidades materiales básicas de la vida, que son la tierra y el alimento. Todos deben tener lo suficiente, no como producto de la caridad, sino como resultado de la forma en que se construye el sistema. La Biblia es consciente de que las ricas y poderosas élites estructuran el mundo en su propio beneficio. El faraón, Herodes y el César están aún entre nosotros. Tenemos que ser salvados de ellos.
—De la violencia a la Paz. El segundo gran significado político de la salvación en la Biblia es la paz. Como tantas imágenes de la salvación, la paz tiene también ambos sentidos: el personal y el político. El personal es la paz interior que alcanza a todos aquellos con quienes hay contacto de proximidad habitual: familia, vecinos, amigos y asociados. Pero la paz en la Biblia tiene que ver también con el cese de la violencia y la desaparición de las guerras.
Por ello, no resulta extraño que el segundo principal significado de salvación en la Biblia sea la paz y la no violencia. Y no sólo referidas a nosotros y a nuestro entorno íntimo, sino comprendidas como ausencia de guerras. Uno de los pasajes más conocidos del A. T. aparece de forma independiente en dos profetas, lo que expresa un anhelo muy extendido en la población
Vendrá gente de muchas naciones y dirán: «vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Allí el nos enseñará sus caminos, y andaremos en sus sendas». Pues de Sion saldrá la enseñanza del Señor; de Jerusalén saldrá su palabra.
El señor me dirá entre las naciones y resolverá los conflictos internacionales. Ellos forjarán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en herramientas para podar. No peleará más nación contra nación, ni seguirán entrenándose para la guerra. (Is 2,3-4; También Miq 4, 2-3)
E igualmente en los evangelios. Según el sermón de la montaña en Mateo, Jesús dijo: «Bienaventurados los que construyen la paz, porque ellos serán llamado hijos de Dios» (5,9), y también: «habéis oído que se dijo: «amaras a tu prójimo y odiaras a tu enemigo», pero yo os digo: amad a vuestros enemigos» (5, 43-44).
Según Lucas, Jesús dijo mientras lloraba sobre Jerusalén (que se había convertido en centro de colaboración entre las autoridades del templo y los oficiales de la Roma imperial): «Si por lo menos vosotros hubierais reconocido hoy todo lo que conduce a la paz» (19, 41-42). En la historia de la Natividad de Jesús en Lucas, el Ángel habla de Jesús como de un «Salvador», y el coro celestial canta a Jesús como aquel que trae paz a la tierra (Lc 2, 11-14). «Salvador» como aquel que trae paz a la tierra era uno de los títulos del emperador romano en el siglo I. César, como salvador significaba aquel que trae la PAZ mediante la victoria militar y el poder. Jesús como Salvador significa aquel que trae la PAZ mediante la justicia y la no violencia. Ahora bien, el emperador trajo la PAZ mediante la conquista militar. La PAZ imperial es ausencia de la resistencia a la política imperial.
Conclusión.
La paz que habla la Biblia es una paz lograda a través de la justicia. Salvación (como mundo de Justicia y paz) es la pasión de Dios en la Biblia. El sueño de Dios y la pasión de Dios es un mundo transformado por esa justicia y esa paz.
En resumen, ya conocemos la historia de la humanidad, y así sabemos que llega el más grande de todos los momentos; Dios, el Hijo, «por quien y para quien todas las cosas fueron creadas», como dijo Pablo, vino a este mundo, entró plenamente en la esfera del espacio, el tiempo y la materia. Tomó carne humana, nuestro ADN, en el vientre de María. Jesucristo es el nuevo ser humano, la verdadera imagen de la pasión de Dios por el mundo. La pasión de Dios fue encarnarse para que en el mundo en el cual él habitaría, a través de la salvación, traer Paz.
Desde el pequeño momento en el que nace Jesús, emerge Paz como nunca se ha visto en la historia de la Tierra (que nos comisiona a nosotros, trabajadores del Reino, a seguir esparciendo); desde el momento en el que nace, surge con él y para nosotros un hambre y sed de justicia cual nunca ha habido en la Tierra. Desde su nacimiento comienza su lucha, y la nuestra, por los rechazados, por los que no son parte de una élite, y lo saben.
La llegada de Jesús es el mensaje de esperanza que envía Dios al mundo. Recordemos que su venida es amor, paz y justicia.
Recordando esto, les deseo una muy feliz Navidad a todos, que sean llenos de la pasión de Dios, y un próspero año Nuevo. Que este mensaje pueda llegar a tus familiares y cercanos…
Nota: Como cristianos y salvados, en estos tiempos de violencia y abuso (como vemos en la situación presente de Latinoamérica), lo primero que debe reflejar nuestra vida, como creyentes, a través de las acciones que tomemos (como creamos que se deba actuar) es incitar la paz, para luego poder empezar a dialogar con un contexto aquietado y pacifico.