Posted On 25/02/2013 By In Opinión With 3608 Views

La sopa de piedra del Papa: ¡nos quedamos con más hambre!

Un fraile pobre que andaba en peregrinación, llegó a una casa, y entre hambriento y constreñido llamó para simplemente pedir comida, pidió a los dueños de la casa que le prestasen una olla para preparar una sopa –de piedra… Y sacó de su bolsa una bonita piedra lisa y bien lavada. Los dueños de la casa se quedaron sorprendidos e, inmediatamente dejaron entrar al fraile a la cocina y le dieron la olla. El fraile colocó la olla en el fuego sólo con la piedra, pero luego dijo que era preciso condimentar la sopa… El ama de casa le dio sal, pero él sugirió que sería mejor si fuese un trozo de chorizo o de tocino. ¡Y así fue! Entonces, el fraile preguntó si no tendrían cualquier cosa para engrosar la sopa, como patatas o judías que les hubiesen sobrado de la comida anterior… Así se enriqueció la sopa “de piedra”. Se añadieron coles, zanahorias y la carne de las judías y, evidentemente, el resultado fue una excelente sopa. Comieron juntos esa sopa y, al final, el fraile retiró cuidadosamente la piedra de la olla, la lavó y  la volvió a guardar en su bolsa… ¡para la sopa siguiente!

Todo el mundo ha oído esta historia alguna vez en su vida. Existen variaciones… pero, al final siempre hay comida… ¡Gracias a Dios!

Entre la astucia y la broma, la piedra en el fondo de la olla se encuentra con los aderezos, existencias y sobras de la dueña de la casa que –acogedora y curiosa- se deja engañar con el sólido truco del visitante y su piedra. ¡La belleza de la historia es que los ingredientes de la sopa ya estaban allá! El visitante lo que hace con su peregrina piedra es motivar y nombrar las posibilidades que él sabe que existen en la cocina visitada y conocer condimentos nuevos. ¡Y el milagro acontece: nadie se queda con hambre!

¡Imaginemos así la visita del Papa a Brasil en 2007 –yo, mi protestante convivencia ecuménica! Y vuelvo a la imagen actual de 2013: un Fraile y su bolsa: él trae la piedra… pero, los ingredientes, los aderezos, la carne y el caldo ¡ya estaban aquí! Lo que la visita promueve es el encuentro de la piedra con la carne, la piedra con el cuerpo, la permanencia sin gusto como la transitoriedad sustanciosa y gustosa. Palabra de Dios.

La piedra viaja por el mundo y conoce diferentes maneras de engrosar el caldo de la teología, de servir la sopa en pastorales amorosas y comprometidas con las hambres del mundo. Pero, el Fraile/Papa no sabe y no quiere saber el sabor de la cocina de la fe de tanta gente…, su piedra se queda cada vez más sola en el fondo de la olla.

El Fraile/Papa no sabe nombrar los ingredientes y aderezos de la casa visitada deseosamente, su piedra hundida y grave reinará absoluta en el fondo de la olla: ninguna sopa, ningún caldo…, ninguna comunión. Lo importante de la teología es traer su Piedra… pero reconocer su Hambre es un deber de todos y todas. El Fraile tiene Hambre… y necesita la cocina del mundo.

¡Las sopas no se hacen con Piedra! Las sopas se hacen con Hambre y con Aderezos, Existencias y Sobras de Dios la vida del Pueblo.

En mi iglesia también hay obispos y pastores que viajan con sus bolsas cargadas de Piedras… y nada de Hambre. Llenan las ollas del pueblo con sus piedras y tienen miedo de todo lo que es popular, de la cocina, de lo que ya estaba allá cuando el Evangelio llegó.

Es muy triste sabe que estos Señores y Sus Piedras no osan visitar las cocinas de las mujeres, teólogas y laicas, militantes y feministas, hechiceras y campesinas. ¡Ah, nuestras ollas y sus honduras! ¡Nuestros aderezos y frutos de la tierra! ¡Nuestras recetas y  nuestras piedras (también tenemos las nuestras, lisas y redondas, puntiagudas y cortantes… dependiendo de la necesidad)!

Los teólogos y las teólogas somos visitantes del hambre del pueblo. Es triste el Visitante que no tiene la gracia y la sabiduría de la vieja historia: ¡la sopa de piedra fue sólo de piedra! Vamos a tener que esperar que él se vaya para continuar nuestra pasión de fe: ¡nadie se quedará con hambre!  Y ahora… él se va y deja la piedra más sola y sosa en el fondo de la olla del mundo.

Nancy Cardoso Pereira

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