Ignacio Simal

Posted On 19/01/2021 By In Al Alba With 807 Views

Las Escrituras no son un santoral | Ignacio Simal

19 de enero, 2021

“La Biblia no es un santoral”

Las Escrituras no mitifican a sus protagonistas, no los visten de perfección. Hablan de ellos como lo que son, personas “de carne y hueso”. Somos nosotros los que mitificamos a aquellos que describimos, equivocadamente en mi opinión, como “héroes de la fe”. Los héroes nunca existieron en las narraciones bíblicas, si acaso descubrimos “testigos de la fe de carne y huesos”, que es algo muy diferente.

Pongamos como ejemplo a David. Mientras nosotros lo encumbramos a grados muy alejados de la realidad hasta convertirlo en un héroe mítico. A cualquier lector de los textos sagrados no se le escapa que David era un guerrero, alguien que tenía sus manos manchadas de sangre, de tal manera que Dios mismo lo descarta como posible constructor del Templo porque había “derramado mucha sangre” (1 Cro. 22:8). Es más, en el “testamento-instrucción” de David, dicho momentos antes de morir, a su hijo Salomón, piensa en la venganza y en la eliminación de sus viejos enemigos. Escuchémosle: “Ahí tienes también a Simeí, el hijo de Guerá, benjaminita de Bajurín: me maldijo con saña cuando me dirigía a Majanáin, pero salió a recibirme al Jordán y le tuve que jurar por el Señor que no lo mataría. Ahora, no lo dejes impune, pues tú eres un hombre sabio y sabrás lo que tienes que hacer con él para mandarlo manchado de sangre al otro mundo” (1 R. 2:8-9 BTI).

¿A dónde quiero llegar con esta líneas? A algo muy sencillo: no debemos hacer de las Escrituras un santoral, de tal manera que cuando hablemos de los protagonistas de las narraciones bíblicas ocultemos sus debilidades y violencias, y sólo subrayemos la bondad (a veces esporádica) que aparece en ellos. No carguemos las tintas ni en lo bueno, ni en lo malo, simplemente subrayemos que eran seres humanos, como tú y como yo, sujetos a las debilidades humanas. Es entonces, solamente entonces, cuando nos podremos identificar con ellos, y tomar fuerzas para perseverar en el camino de Jesús a pesar de nuestros yerros e incoherencias. Ellos, como nosotros, fueron hombres y mujeres de carne y hueso, que transitaron por este mundo confiando en la gracia y en la misericordia de Dios.

Sola Gratia, Soli Deo Gloria

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Ignacio Simal Camps
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