Posted On 03/03/2010 By In Opinión With 1362 Views

Las «ovejas» perdidas

El protestantismo español -así como el de otros lares- tiene un número no contabilizado, pero considerable, de “ovejas perdidas”. Esas “ovejas” son personas de carne y hueso (¿cuánto más vale la vida de un ser humano que la de una oveja?) que una vez compartieron nuestros espacios comunitarios, pero que hoy ya no los frecuentan. No quiero entrar en las razones, o sinrazones, que causaron su abandono de la comunión física con el pueblo de Dios, pero debo dejar claro que en ningún momento -en la mayoría de los casos- dejaron a un lado sus convicciones y la comunión con el Señor que un día les salió al encuentro. Conozco a un buen número de hermanos y hermanas en esa situación.

Siempre me ha gustado la parábola que narró Jesús de Nazaret en cierto momento de su ministerio itinerante. Me refiero a la parábola de la oveja perdida. Aquella oveja por la que el pastor, el buen pastor, dejó a las 99, fue en su busca y cuando la encontró experimentó una explosión de alegría. Es una narración plenamente vigente. Espero que no lo duden mis lectores y lectoras.

En una época donde se habla de la necesidad de comunicar la buena noticia a nuestros contemporáneos, de la necesidad de contender por la ¿sana? doctrina… Cuando se comenta, no sin cierta alegría, acerca del decrecimiento de las llamadas iglesias históricas y el ¿crecimiento? de las iglesias «no históricas» , nadie cuestiona o se pregunta por aquellos -y aquellas- que abandonaron, por multitud de razones, nuestras comunidades evangélicas… Tal vez son nuestro hijos e hijas, nuestros familiares o nuestros amigos… Pero qué más da, cayeron en el olvido de los pastores… y acudimos -sin vergüenza- a la cruel justificación de que “salieron de nosotros porque no eran de nosotros…”

Quiero pedir disculpas ya que, en honor a la verdad, cayeron en el olvido hasta cierto punto, pues sucede -en más ocasiones de las que imaginamos- que el mal pastor se acuerda de “sus ovejas perdidas” cuando otro pastor, no sé si bueno o malo -espero que mejor que el anterior-, las halla.

Mientras tanto, mientras alguien no las encuentre, sigamos reflexionando de cómo hacer crecer el “rebaño” a fin de que supere la cifra de «99»… y sigamos manteniendo en el olvido más miserable a las “ovejas perdidas”…

¡Cuántas cuentas pendientes..! Que Dios nos perdone.

Ignacio Simal Camps
Mis redes

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