Posted On 02/02/2011 By In Teología With 1589 Views

Lecciones que he aprendido de Hans Küng

Hans Küng ha dedicado más de cincuenta años al quehacer teológico en diálogo crítico con los saberes de nuestro tiempo. En 1957, con apenas 28 años, publicó su primera obra teológica, que causó un gran impacto en el panorama teológico mundial, tanto protestante como católico, y que no ha perdido vigencia La justificación. Doctrina de Karl Barth y una interpretación católica. Era su tesis doctoral. El propio teólogo evangélico Barth, compatriota suyo, le felicitó por el rigor y la objetividad con que exponía su pensamiento y por la correcta interpretación del mismo en torno a un tema en el que las divergencias entre católicos y protestantes parecían insalvables. Su última obra acaba de aparecer en castellano: Lo que yo creo (Trotta, Madrid, 2011). En ella recoge las nueve conferencias pronunciadas durante el semestre de verano primavera de 2009 en la Universidad de Tubinga ante cerca de mil participantes. El doctorado honoris causa que le concede el 27 de enero la UNED, está más que merecido. Mucha han sido las lecciones que he aprendido de él como maestro, colega y amigo. He aquí algunas.

1. Dios. Küng plantea el problema de Dios siguiendo los pasos del pensamiento moderno europeo a través de algunos de sus principales filósofos y sistemas de pensamiento. En diálogo con ellos y atento a sus críticas, responde con tres síes a la pregunta por la existencia de Dios: sí a la realidad como alternativa al nihilismo, sí a Dios como alternativa al ateísmo, sí al Dios cristiano, que se revela en Jesús de Nazaret. Analiza también las concepciones de Dios en las religiones no cristianas, el judaísmo, el islam, el hinduismo, incluyendo la idea de Dios en las religiones chinas y la religiosidad no-teísta del buddhismo.

2. Jesús de Nazaret. La cristología de Küng es una de las más innovadoras y mejor fundadas de las últimas décadas, que ha contribuido a recuperar al Jesús histórico y a reformular e interpretar la doctrina sobre Jesús de Nazaret en perspectiva histórica  y en el contexto de los nuevos climas culturales. A la pregunta por la verdadera imagen de Cristo responde que el Cristo real, que no es un mito, sino un personaje, cuyo contexto socio-cultural, mensaje, conflictos con las autoridades políticas y religiosas, muerte y nueva vida analiza con rigor exegético.

3. La Iglesia. Küng se pregunta si la Iglesia puede apelar razonablemente a Jesús y si está fundada en el Evangelio. A partir de ahí elabora una eclesiología crítica que parte de la Iglesia real encarnada en el mundo, y no de una Iglesia ideal que se encuentre en las abstractas esferas celestes de la teoría teológica y subraya su índole carismática como parte de su estructura fundamental. La Iglesia no se encuentra al mismo nivel que el reino de Dios, sino a su servicio.

4. El diálogo ecuménico. El teólogo suizo va en busca de las convergencias entre catolicismo y protestantismo. Y lo hace hablando como católico ante el espejo del Evangelio, deseando que los hermanos protestantes se hagan más evangélicos, y así reencontrarse no en torno a la figura del papa, sino en torno al Evangelio.  Tras leer su tesis doctoral, Barth no pudo menos que preguntarse si todas las guerras de religión, las luchas teológicas y las divisiones no habían sido un inmenso error. ¡Llevaba razón!

5. La unidad de las iglesias cristianas. Las iglesias cristianas no deben encerrarse en el estrecho círculo de su propia confesión, cayendo en un confesionalismo excluyente. Han de abrirse al ecumenismo en todos los terrenos. La unidad de los diferentes cristianismos no se logra con el retorno de una iglesia a otra, y menos aún con la sumisión o rendición de todas a una. Se consigue a través de la mutua aceptación y de la conversión de todas a Jesús de Nazaret y a su mensaje liberador. Los acuerdos doctrinales deben ir acompañados de prácticas ecuménicas.

6. Las mujeres como sujetos morales, eclesiales y teológicos. Las iglesias cristianas no pueden seguir enrocadas en concepciones teológicas que inferiorizan o consideran menores de edad a las mujeres, ni en los modelos organizativos jerárquico-patriarcales, que las excluyen del ejercicio de los ministerios y de las funciones directivas. Deben ser reconocidas como sujetos morales, eclesiales y teológicos y, en cuanto tales, con el protagonismo que tuvieron en el movimiento de Jesús y en el cristianismo primitivo.

7. El diálogo interreligioso. Ninguna religión puede reivindicar el monopolio de la verdad, ni de la ética, ni de la liberación. A su vez, toda religión tiene una verdad originaria que, además de verdad teórica y recto conocimiento, se torna verdad en la praxis, el recto comportamiento y la actitud ética. Las religiones pueden proporcionar un horizonte global de sentido, incluso ante el dolor, la culpa y el sin-sentido, dar un sentido último a la vida frente a la muerte, garantizar valores supremos y motivaciones profundas e impulsar la protesta contra las situaciones injustas. En ese horizonte se sitúa la necesidad del diálogo interreligioso.

8. El proyecto de ética mundial. Küng es pionero en la propuesta de una ética mundial en la era de la globalización, en la que han de converger las religiones y las ideologías seculares, en torno a las siguientes tareas: defensa de la vida, trabajo por la paz, protección del medio ambiente, cultura de la no violencia, de la solidaridad, de la tolerancia, de una vida veraz, de la igualdad y la colaboración entre hombres y mujeres. Propone una ética mundial para la economía y la política, que critica las situaciones realmente existentes, presenta alternativas constructivas y racionalmente realizables, así como impulsos para su realización. En esta ética han de converger las religiones y las ideologías seculares.

9. Renuncia a servir al sistema romano. Küng nunca se vio tentado de entrar al servicio del sistema romano. Si lo hubiera hecho, como lo hicieron otros colegas suyos, dice, habría tenido que decir sí y amén a muchas cosas en contra de su conciencia y habría vendido su alma por el poder de la Iglesia.

10. Libertad, verdad y veracidad. ¿Qué derroteros sigue la vida de Küng? Él mismo responde: “Continúo resistiendo en aras de la verdad, teniendo la libertad en alta estima, avanzando en la investigación y luchando por una Iglesia que no se considere a sí misma infalible”. ¡Y que sea veraz, compasiva y solidaria!

(Diario El Correo, 26 de enero de 2011 -Artículo publicado en Lupa con los debidos permisos-)

Juan José Tamayo es teólogo y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant Lo Blanc, Valencia, 2010, 2ª ed.)

Juan José Tamayo, España

Hans Küng ha dedicado más de cincuenta años al quehacer teológico en diálogo crítico con los saberes de nuestro tiempo. En 1957, con apenas 28 años, publicó su primera obra teológica, que causó un gran impacto en el panorama teológico mundial, tanto protestante como católico, y que no ha perdido vigencia La justificación. Doctrina de Karl Barth y una interpretación católica. Era su tesis doctoral. El propio teólogo evangélico Barth, compatriota suyo, le felicitó por el rigor y la objetividad con que exponía su pensamiento y por la correcta interpretación del mismo en torno a un tema en el que las divergencias entre católicos y protestantes parecían insalvables. Su última obra acaba de aparecer en castellano: Lo que yo creo (Trotta, Madrid, 2011). En ella recoge las nueve conferencias pronunciadas durante el semestre de verano primavera de 2009 en la Universidad de Tubinga ante cerca de mil participantes. El doctorado honoris causa que le concede el 27 de enero la UNED, está más que merecido. Mucha han sido las lecciones que he aprendido de él como maestro, colega y amigo. He aquí algunas.

1. Dios. Küng plantea el problema de Dios siguiendo los pasos del pensamiento moderno europeo a través de algunos de sus principales filósofos y sistemas de pensamiento. En diálogo con ellos y atento a sus críticas, responde con tres síes a la pregunta por la existencia de Dios: sí a la realidad como alternativa al nihilismo, sí a Dios como alternativa al ateísmo, sí al Dios cristiano, que se revela en Jesús de Nazaret. Analiza también las concepciones de Dios en las religiones no cristianas, el judaísmo, el islam, el hinduismo, incluyendo la idea de Dios en las religiones chinas y la religiosidad no-teísta del buddhismo.

2. Jesús de Nazaret. La cristología de Küng es una de las más innovadoras y mejor fundadas de las últimas décadas, que ha contribuido a recuperar al Jesús histórico y a reformular e interpretar la doctrina sobre Jesús de Nazaret en perspectiva histórica  y en el contexto de los nuevos climas culturales. A la pregunta por la verdadera imagen de Cristo responde que el Cristo real, que no es un mito, sino un personaje, cuyo contexto socio-cultural, mensaje, conflictos con las autoridades políticas y religiosas, muerte y nueva vida analiza con rigor exegético.

3. La Iglesia. Küng se pregunta si la Iglesia puede apelar razonablemente a Jesús y si está fundada en el Evangelio. A partir de ahí elabora una eclesiología crítica que parte de la Iglesia real encarnada en el mundo, y no de una Iglesia ideal que se encuentre en las abstractas esferas celestes de la teoría teológica y subraya su índole carismática como parte de su estructura fundamental. La Iglesia no se encuentra al mismo nivel que el reino de Dios, sino a su servicio.

4. El diálogo ecuménico. El teólogo suizo va en busca de las convergencias entre catolicismo y protestantismo. Y lo hace hablando como católico ante el espejo del Evangelio, deseando que los hermanos protestantes se hagan más evangélicos, y así reencontrarse no en torno a la figura del papa, sino en torno al Evangelio.  Tras leer su tesis doctoral, Barth no pudo menos que preguntarse si todas las guerras de religión, las luchas teológicas y las divisiones no habían sido un inmenso error. ¡Llevaba razón!

5. La unidad de las iglesias cristianas. Las iglesias cristianas no deben encerrarse en el estrecho círculo de su propia confesión, cayendo en un confesionalismo excluyente. Han de abrirse al ecumenismo en todos los terrenos. La unidad de los diferentes cristianismos no se logra con el retorno de una iglesia a otra, y menos aún con la sumisión o rendición de todas a una. Se consigue a través de la mutua aceptación y de la conversión de todas a Jesús de Nazaret y a su mensaje liberador. Los acuerdos doctrinales deben ir acompañados de prácticas ecuménicas.

6. Las mujeres como sujetos morales, eclesiales y teológicos. Las iglesias cristianas no pueden seguir enrocadas en concepciones teológicas que inferiorizan o consideran menores de edad a las mujeres, ni en los modelos organizativos jerárquico-patriarcales, que las excluyen del ejercicio de los ministerios y de las funciones directivas. Deben ser reconocidas como sujetos morales, eclesiales y teológicos y, en cuanto tales, con el protagonismo que tuvieron en el movimiento de Jesús y en el cristianismo primitivo.

7. El diálogo interreligioso. Ninguna religión puede reivindicar el monopolio de la verdad, ni de la ética, ni de la liberación. A su vez, toda religión tiene una verdad originaria que, además de verdad teórica y recto conocimiento, se torna verdad en la praxis, el recto comportamiento y la actitud ética. Las religiones pueden proporcionar un horizonte global de sentido, incluso ante el dolor, la culpa y el sin-sentido, dar un sentido último a la vida frente a la muerte, garantizar valores supremos y motivaciones profundas e impulsar la protesta contra las situaciones injustas. En ese horizonte se sitúa la necesidad del diálogo interreligioso.

8. El proyecto de ética mundial. Küng es pionero en la propuesta de una ética mundial en la era de la globalización, en la que han de converger las religiones y las ideologías seculares, en torno a las siguientes tareas: defensa de la vida, trabajo por la paz, protección del medio ambiente, cultura de la no violencia, de la solidaridad, de la tolerancia, de una vida veraz, de la igualdad y la colaboración entre hombres y mujeres. Propone una ética mundial para la economía y la política, que critica las situaciones realmente existentes, presenta alternativas constructivas y racionalmente realizables, así como impulsos para su realización. En esta ética han de converger las religiones y las ideologías seculares.

9. Renuncia a servir al sistema romano. Küng nunca se vio tentado de entrar al servicio del sistema romano. Si lo hubiera hecho, como lo hicieron otros colegas suyos, dice, habría tenido que decir sí y amén a muchas cosas en contra de su conciencia y habría vendido su alma por el poder de la Iglesia.

10. Libertad, verdad y veracidad. ¿Qué derroteros sigue la vida de Küng? Él mismo responde: “Continúo resistiendo en aras de la verdad, teniendo la libertad en alta estima, avanzando en la investigación y luchando por una Iglesia que no se considere a sí misma infalible”. ¡Y que sea veraz, compasiva y solidaria!

(Diario El Correo, 26 de enero de 2011 -Artículo publicado en Lupa con los debidos permisos-)

Juan José Tamayo es teólogo y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant Lo Blanc, Valencia, 2010, 2ª ed.)

Juan José Tamayo, España

Hans Küng ha dedicado más de cincuenta años al quehacer teológico en diálogo crítico con los saberes de nuestro tiempo. En 1957, con apenas 28 años, publicó su primera obra teológica, que causó un gran impacto en el panorama teológico mundial, tanto protestante como católico, y que no ha perdido vigencia La justificación. Doctrina de Karl Barth y una interpretación católica. Era su tesis doctoral. El propio teólogo evangélico Barth, compatriota suyo, le felicitó por el rigor y la objetividad con que exponía su pensamiento y por la correcta interpretación del mismo en torno a un tema en el que las divergencias entre católicos y protestantes parecían insalvables. Su última obra acaba de aparecer en castellano: Lo que yo creo (Trotta, Madrid, 2011). En ella recoge las nueve conferencias pronunciadas durante el semestre de verano primavera de 2009 en la Universidad de Tubinga ante cerca de mil participantes. El doctorado honoris causa que le concede el 27 de enero la UNED, está más que merecido. Mucha han sido las lecciones que he aprendido de él como maestro, colega y amigo. He aquí algunas.

1. Dios. Küng plantea el problema de Dios siguiendo los pasos del pensamiento moderno europeo a través de algunos de sus principales filósofos y sistemas de pensamiento. En diálogo con ellos y atento a sus críticas, responde con tres síes a la pregunta por la existencia de Dios: sí a la realidad como alternativa al nihilismo, sí a Dios como alternativa al ateísmo, sí al Dios cristiano, que se revela en Jesús de Nazaret. Analiza también las concepciones de Dios en las religiones no cristianas, el judaísmo, el islam, el hinduismo, incluyendo la idea de Dios en las religiones chinas y la religiosidad no-teísta del buddhismo.

2. Jesús de Nazaret. La cristología de Küng es una de las más innovadoras y mejor fundadas de las últimas décadas, que ha contribuido a recuperar al Jesús histórico y a reformular e interpretar la doctrina sobre Jesús de Nazaret en perspectiva histórica  y en el contexto de los nuevos climas culturales. A la pregunta por la verdadera imagen de Cristo responde que el Cristo real, que no es un mito, sino un personaje, cuyo contexto socio-cultural, mensaje, conflictos con las autoridades políticas y religiosas, muerte y nueva vida analiza con rigor exegético.

3. La Iglesia. Küng se pregunta si la Iglesia puede apelar razonablemente a Jesús y si está fundada en el Evangelio. A partir de ahí elabora una eclesiología crítica que parte de la Iglesia real encarnada en el mundo, y no de una Iglesia ideal que se encuentre en las abstractas esferas celestes de la teoría teológica y subraya su índole carismática como parte de su estructura fundamental. La Iglesia no se encuentra al mismo nivel que el reino de Dios, sino a su servicio.

4. El diálogo ecuménico. El teólogo suizo va en busca de las convergencias entre catolicismo y protestantismo. Y lo hace hablando como católico ante el espejo del Evangelio, deseando que los hermanos protestantes se hagan más evangélicos, y así reencontrarse no en torno a la figura del papa, sino en torno al Evangelio.  Tras leer su tesis doctoral, Barth no pudo menos que preguntarse si todas las guerras de religión, las luchas teológicas y las divisiones no habían sido un inmenso error. ¡Llevaba razón!

5. La unidad de las iglesias cristianas. Las iglesias cristianas no deben encerrarse en el estrecho círculo de su propia confesión, cayendo en un confesionalismo excluyente. Han de abrirse al ecumenismo en todos los terrenos. La unidad de los diferentes cristianismos no se logra con el retorno de una iglesia a otra, y menos aún con la sumisión o rendición de todas a una. Se consigue a través de la mutua aceptación y de la conversión de todas a Jesús de Nazaret y a su mensaje liberador. Los acuerdos doctrinales deben ir acompañados de prácticas ecuménicas.

6. Las mujeres como sujetos morales, eclesiales y teológicos. Las iglesias cristianas no pueden seguir enrocadas en concepciones teológicas que inferiorizan o consideran menores de edad a las mujeres, ni en los modelos organizativos jerárquico-patriarcales, que las excluyen del ejercicio de los ministerios y de las funciones directivas. Deben ser reconocidas como sujetos morales, eclesiales y teológicos y, en cuanto tales, con el protagonismo que tuvieron en el movimiento de Jesús y en el cristianismo primitivo.

7. El diálogo interreligioso. Ninguna religión puede reivindicar el monopolio de la verdad, ni de la ética, ni de la liberación. A su vez, toda religión tiene una verdad originaria que, además de verdad teórica y recto conocimiento, se torna verdad en la praxis, el recto comportamiento y la actitud ética. Las religiones pueden proporcionar un horizonte global de sentido, incluso ante el dolor, la culpa y el sin-sentido, dar un sentido último a la vida frente a la muerte, garantizar valores supremos y motivaciones profundas e impulsar la protesta contra las situaciones injustas. En ese horizonte se sitúa la necesidad del diálogo interreligioso.

8. El proyecto de ética mundial. Küng es pionero en la propuesta de una ética mundial en la era de la globalización, en la que han de converger las religiones y las ideologías seculares, en torno a las siguientes tareas: defensa de la vida, trabajo por la paz, protección del medio ambiente, cultura de la no violencia, de la solidaridad, de la tolerancia, de una vida veraz, de la igualdad y la colaboración entre hombres y mujeres. Propone una ética mundial para la economía y la política, que critica las situaciones realmente existentes, presenta alternativas constructivas y racionalmente realizables, así como impulsos para su realización. En esta ética han de converger las religiones y las ideologías seculares.

9. Renuncia a servir al sistema romano. Küng nunca se vio tentado de entrar al servicio del sistema romano. Si lo hubiera hecho, como lo hicieron otros colegas suyos, dice, habría tenido que decir sí y amén a muchas cosas en contra de su conciencia y habría vendido su alma por el poder de la Iglesia.

10. Libertad, verdad y veracidad. ¿Qué derroteros sigue la vida de Küng? Él mismo responde: “Continúo resistiendo en aras de la verdad, teniendo la libertad en alta estima, avanzando en la investigación y luchando por una Iglesia que no se considere a sí misma infalible”. ¡Y que sea veraz, compasiva y solidaria!

(Diario El Correo, 26 de enero de 2011 -Artículo publicado en Lupa con los debidos permisos-)

Juan José Tamayo es teólogo y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant Lo Blanc, Valencia, 2010, 2ª ed.)

Juan José Tamayo, España

Hans Küng ha dedicado más de cincuenta años al quehacer teológico en diálogo crítico con los saberes de nuestro tiempo. En 1957, con apenas 28 años, publicó su primera obra teológica, que causó un gran impacto en el panorama teológico mundial, tanto protestante como católico, y que no ha perdido vigencia La justificación. Doctrina de Karl Barth y una interpretación católica. Era su tesis doctoral. El propio teólogo evangélico Barth, compatriota suyo, le felicitó por el rigor y la objetividad con que exponía su pensamiento y por la correcta interpretación del mismo en torno a un tema en el que las divergencias entre católicos y protestantes parecían insalvables. Su última obra acaba de aparecer en castellano: Lo que yo creo (Trotta, Madrid, 2011). En ella recoge las nueve conferencias pronunciadas durante el semestre de verano primavera de 2009 en la Universidad de Tubinga ante cerca de mil participantes. El doctorado honoris causa que le concede el 27 de enero la UNED, está más que merecido. Mucha han sido las lecciones que he aprendido de él como maestro, colega y amigo. He aquí algunas.

1. Dios. Küng plantea el problema de Dios siguiendo los pasos del pensamiento moderno europeo a través de algunos de sus principales filósofos y sistemas de pensamiento. En diálogo con ellos y atento a sus críticas, responde con tres síes a la pregunta por la existencia de Dios: sí a la realidad como alternativa al nihilismo, sí a Dios como alternativa al ateísmo, sí al Dios cristiano, que se revela en Jesús de Nazaret. Analiza también las concepciones de Dios en las religiones no cristianas, el judaísmo, el islam, el hinduismo, incluyendo la idea de Dios en las religiones chinas y la religiosidad no-teísta del buddhismo.

2. Jesús de Nazaret. La cristología de Küng es una de las más innovadoras y mejor fundadas de las últimas décadas, que ha contribuido a recuperar al Jesús histórico y a reformular e interpretar la doctrina sobre Jesús de Nazaret en perspectiva histórica  y en el contexto de los nuevos climas culturales. A la pregunta por la verdadera imagen de Cristo responde que el Cristo real, que no es un mito, sino un personaje, cuyo contexto socio-cultural, mensaje, conflictos con las autoridades políticas y religiosas, muerte y nueva vida analiza con rigor exegético.

3. La Iglesia. Küng se pregunta si la Iglesia puede apelar razonablemente a Jesús y si está fundada en el Evangelio. A partir de ahí elabora una eclesiología crítica que parte de la Iglesia real encarnada en el mundo, y no de una Iglesia ideal que se encuentre en las abstractas esferas celestes de la teoría teológica y subraya su índole carismática como parte de su estructura fundamental. La Iglesia no se encuentra al mismo nivel que el reino de Dios, sino a su servicio.

4. El diálogo ecuménico. El teólogo suizo va en busca de las convergencias entre catolicismo y protestantismo. Y lo hace hablando como católico ante el espejo del Evangelio, deseando que los hermanos protestantes se hagan más evangélicos, y así reencontrarse no en torno a la figura del papa, sino en torno al Evangelio.  Tras leer su tesis doctoral, Barth no pudo menos que preguntarse si todas las guerras de religión, las luchas teológicas y las divisiones no habían sido un inmenso error. ¡Llevaba razón!

5. La unidad de las iglesias cristianas. Las iglesias cristianas no deben encerrarse en el estrecho círculo de su propia confesión, cayendo en un confesionalismo excluyente. Han de abrirse al ecumenismo en todos los terrenos. La unidad de los diferentes cristianismos no se logra con el retorno de una iglesia a otra, y menos aún con la sumisión o rendición de todas a una. Se consigue a través de la mutua aceptación y de la conversión de todas a Jesús de Nazaret y a su mensaje liberador. Los acuerdos doctrinales deben ir acompañados de prácticas ecuménicas.

6. Las mujeres como sujetos morales, eclesiales y teológicos. Las iglesias cristianas no pueden seguir enrocadas en concepciones teológicas que inferiorizan o consideran menores de edad a las mujeres, ni en los modelos organizativos jerárquico-patriarcales, que las excluyen del ejercicio de los ministerios y de las funciones directivas. Deben ser reconocidas como sujetos morales, eclesiales y teológicos y, en cuanto tales, con el protagonismo que tuvieron en el movimiento de Jesús y en el cristianismo primitivo.

7. El diálogo interreligioso. Ninguna religión puede reivindicar el monopolio de la verdad, ni de la ética, ni de la liberación. A su vez, toda religión tiene una verdad originaria que, además de verdad teórica y recto conocimiento, se torna verdad en la praxis, el recto comportamiento y la actitud ética. Las religiones pueden proporcionar un horizonte global de sentido, incluso ante el dolor, la culpa y el sin-sentido, dar un sentido último a la vida frente a la muerte, garantizar valores supremos y motivaciones profundas e impulsar la protesta contra las situaciones injustas. En ese horizonte se sitúa la necesidad del diálogo interreligioso.

8. El proyecto de ética mundial. Küng es pionero en la propuesta de una ética mundial en la era de la globalización, en la que han de converger las religiones y las ideologías seculares, en torno a las siguientes tareas: defensa de la vida, trabajo por la paz, protección del medio ambiente, cultura de la no violencia, de la solidaridad, de la tolerancia, de una vida veraz, de la igualdad y la colaboración entre hombres y mujeres. Propone una ética mundial para la economía y la política, que critica las situaciones realmente existentes, presenta alternativas constructivas y racionalmente realizables, así como impulsos para su realización. En esta ética han de converger las religiones y las ideologías seculares.

9. Renuncia a servir al sistema romano. Küng nunca se vio tentado de entrar al servicio del sistema romano. Si lo hubiera hecho, como lo hicieron otros colegas suyos, dice, habría tenido que decir sí y amén a muchas cosas en contra de su conciencia y habría vendido su alma por el poder de la Iglesia.

10. Libertad, verdad y veracidad. ¿Qué derroteros sigue la vida de Küng? Él mismo responde: “Continúo resistiendo en aras de la verdad, teniendo la libertad en alta estima, avanzando en la investigación y luchando por una Iglesia que no se considere a sí misma infalible”. ¡Y que sea veraz, compasiva y solidaria!

(Diario El Correo, 26 de enero de 2011 -Artículo publicado en Lupa con los debidos permisos-)

Juan José Tamayo es teólogo y autor de La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant Lo Blanc, Valencia, 2010, 2ª ed.)

Juan José Tamayo

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