(Fuente: Cristianismo y Justicia. Autor: Jaume Flaquer) Artículo aparecido en Catalunya Cristiana 23-10-2011
Las protestas pacíficas de los cristianos egipcios acabaron, la semana pasada, con una violenta represión de la policía. La primavera árabe no llegará a florecer si no es capaz de integrar a los cristianos. La euforia vivida en la plaza Tahrir durante los días de la caída de Mubarak, donde cristianos y musulmanes reivindicaban juntos un nuevo Egipto se está transformando en desilusión para los primeros.
Ciertamente, un país no cambia de mentalidad de un día para otro, sobre todo, cuando, en el caso de la discriminación de los cristianos, no se trata simplemente de una cuestión de políticas de gobierno sino de mentalidad de la calle.
El islam que se predica en las mezquitas defiende la tolerancia religiosa pero no la libertad religiosa. Es preciso hacer la distinción entre estos dos conceptos. La tolerancia significa que los cristianos tienen derecho a practicar su religión incluso abiertamente, a no ser obligados a convertirse al islam y a enseñar su religión a sus hijos. En cuestiones matrimoniales, de herencia y de funerales, se pueden guiar por un Estatuto Personal propio y no por la Ley islámica. Igualmente, se les permite comer cerdo y beber vino. Por esta tolerancia, el islam tradicional egipcio se presenta como moderado frente a los islamistas radicales. Sin embargo, esto no es una verdadera libertad religiosa, puesto que no ningún musulmán es libre para convertirse en cristiano, una musulmana no es libre para casarse con un cristiano, si un cristiano se convierte al islam sus hijos menores de 18 automáticamente se convierten en musulmanes por ley aunque no quieran… Técnicamente, no es correcto hablar de persecución de cristianos pero sí de clara discriminación. El artículo 2 de la Constitución declara que el islam es la religión del Estado y que la Sharía es es la fuente principal de legislación. El artículo 46 sobre la libertad de la práctica religiosa es interpretado normalmente en subordinación a este artículo segundo.
Como una prolongación de las protestas anti-mubarak, los cristianos protestan ahora por su situación para no quedar excluidos del renacimiento árabe. Por esto, organizaron la semana pasada una manifestación pacífica. Pedían la supresión del artículo segundo de la constitución, la libertad para construir iglesias y que la religión no fuese mencionada en el carné de identidad, puesto que, al hacerse pública, los cristianos son rechazados para ocupar los lugares de responsabilidad en el país. Personalmente, conozco muy de cerca la necesidad de sobornar a alcaldes y a gobernadores para obtener el permiso no sólo de construir iglesias, sino de hacer la más mínima reforma en ellas.
El presidente fue expulsado, pero la estructura del Estado continúa en las mismas manos. Estos no quieren perder el poder, y buscan de nuevo la confrontación religiosa para mantenerlo. Los egipcios estaban hartos de Mubarak, y los cristianos continúan estándolo de la discriminación.
Autor: Jaume Flaquer García
Jesuita. Profesor en la Facultad de Teología de Catalunya. Licenciado en filosofia por la UB. Licecnciado en Teologia por el Centro Sèvres de París. Doctorado en Estudios Islámicos por el EPHE (Sorbona de París) con una tesis sobre el místico sufí Ibn ´Arabî. Colabora con Migra-Studium. Ha publicado con Cristianisme i Justícia «Fundamentalismo» (cuaderno 77, mayo 1997) y «Vidas Itinerantes» (cuaderno 151, diciembre 2007).
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