Posted On 31/03/2023 By In Opinión, portada With 557 Views

Los Reyes Magos y Papá Noel son los Padres | Jaume Triginé

¿En qué momento las niñas y los niños deben saber que los Reyes Magos y Papá Noel son los padres? Sin duda, su nivel de desarrollo cognitivo y emocional forma parte de la ecuación y de la respuesta; pero si abordamos la cuestión en términos generales, en nuestros lares acostumbra a ser el paso de la Educación Infantil a la Primaria el momento de tal trascendental descubrimiento, provocado más a menudo por la confidencialidad de un hermano o hermana mayor, las conversaciones en el patio de la escuela o el propio discurrir; que por la iniciativa de los progenitores.

Podríamos establecer un paralelismo y preguntarnos también: ¿en qué momento del desarrollo vital (edad, desarrollo cognitivo, afectivo, social) es necesario dejar atrás una fe infantil para adentrarse en una comprensión adulta del hecho de creer? ¿Cuándo los relatos bíblicos acerca del origen del universo y del ser humano han de dejar de ser entendidos como postulados objetivos y han de ser considerados como explicaciones míticas de una época en la que la realidad solo podía explicarse de este modo? ¿En qué momento los relatos del Pentateuco deben adquirir el valor de textos fundacionales de Israel?

¿A qué edad se puede empezar a enseñar la autonomía de la creación y como la realidad cosmológica y antropológica se mueve por sus propias leyes físicas, químicas, psicológicas o sociológicas que Dios no altera caprichosamente? ¿Cuándo explicar que los elementos sobrenaturales que aparecen en tantas narraciones no son sino recursos lingüísticos? ¿Qué lo importante no es tanto el elemento formal o género literario utilizado, sino el mensaje o la enseñanza espiritual que transmiten?

¿En qué momento explicar que los hechos portentosos de determinados personajes son fórmulas para magnificar su biografía y que su finalidad es transmitirnos determinados principios y/o valores como la fe, la constancia, el compromiso, la esperanza, el amor a Dios, el comportamiento ético? Cuando enfatizamos la gesta heroica por encima de la enseñanza que subyace en ella nos asemejamos a aquellos que permanecen absortos mirando el dedo en lugar de aquello a lo que el dedo apunta.

¿Qué debemos clarificar de las imágenes antropomórficas de Dios? ¿Qué explicar de unos atributos que reflejan más un proceso de proyección psicológica que la realidad ontológica y misteriosa del Ser que todo lo fundamenta? ¿No habrán de substituirse los modelos cosmológicos de Mesopotamia, Egipto, Grecia o Roma, que sitúan a Dios en un cielo metafísico, por las nuevas aportaciones de la física del universo en expansión?

Sin un proceso de deconstrucción del andamiaje de partida no es posible la edificación de una nueva estructura que permita la vivencia de la fe de modo más razonable y natural. Transformación imprescindible para no quedar anclados en presupuestos que no resisten un análisis crítico desde los postulados científicos alcanzados hoy ni desde la propia lógica personal.

Ciencias como la arqueología, la historia, el estudio comparado de les religiones, la antropología, la sociolingüística, el método histórico-crítico de estudio del texto bíblico, las neurociencias… abren una nova forma de comprensión más objetiva y actualizada del hecho religioso y de lo divino. La Psicología y la Pedagogía vienen en nuestro auxilio a fin de dar respuesta a las preguntas precedentes y facilitar recursos psicopedagógicos, tanto para deconstruir sin traumatismos como para reconstruir nuevos esquemas mentales.

Nos preguntábamos por el momento de efectuar la transición. Desde una perspectiva evolutiva de la niñez, la respuesta no puede ser otra que a partir del momento en que es capaz de diferenciar el mundo mágico del real. Y esto ocurre al adentrarse en los contenidos de la Enseñanza Primaria. Será en este ciclo educativo cuando desarrollará el pensamiento matemático y la capacidad de análisis; distinguirá la objetividad de las ciencias del mundo imaginario de los relatos literarios; entrará en contacto con el modelo del Big-Bang, como explicación de los orígenes del universo, y con la teoría de la evolución de las especies, que culmina en el homo sapiens sapiens.

No se sustenta que nos preocupemos por su desarrollo en el ámbito del conocimiento científico y les mantengamos en un pensamiento inmaduro en las cuestiones espirituales. Es contrario a la razón que tenga que continuar creyendo como historia objetiva el relato mítico, la fábula o el relato literario cuando ya es capaz de distinguir ambos registros.

Una nueva pregunta surge en este momento: ¿debemos dejarles que, a semejanza de los Reyes Magos o Papa Noel, hagan ellos el descubrimiento o más bien somos los adultos quienes debemos tomar la iniciativa y acompañarles en este proceso de transición de una fe infantil a una fe madura? No es fácil en estas edades efectuar por uno mismo tal cambio, si tenemos en cuenta el trasfondo de sacralidad que habitualmente acompaña la enseñanza religiosa en muchos de nuestros contextos. No debemos, pues, eludir nuestra responsabilidad de acompañar, clarificar y formar a las nuevas generaciones en los contenidos de una fe reflexionada.

Si renunciamos a facilitar esta dinámica deconstructiva y reconstructiva, esta se producirá igualmente en la Enseñanza Primaria, en la Enseñanza Secundaria o en la Universidad. En los últimos tramos educativos, el contacto será con la Filosofía, con los maestros de la sospecha (Karl Marx, Friedrich Nietzsche, Sigmund Freud), con las cosmovisiones seculares, con el ambiente social de laicidad…; todo lo cual conducirá a los ya jóvenes a una confrontación ideológica de tal magnitud que muchos terminarán por abandonar la fe como ya ha ocurrido y continúa sucediendo.

La pérdida de las últimas generaciones en las iglesias es una evidencia demasiado clamorosa como para cerrar los ojos a la realidad. Añadamos que una buena parte de los que permanecen suelen hacerlo instalados en una fe infantil que no les satisface por no responder enteramente a sus necesidades y por el distanciamiento exponencial entre la fe profesada y los conocimientos alcanzados por las diversas disciplinas científicas.

Cuanto antecede afecta también a las personas adultas. La respuesta acerca del momento en el que la fe debe plantearse desde el paradigma de la madurez no puede ser otra que desde el primer momento en que la persona entra en contacto con ella. Es una contradicción de términos presentar una fe con tintes de premodernidad a quienes viven e interactúan en la sociedad del conocimiento.

 

Los Reyes Magos y Papá Noel son los padres.

Jaume Triginé

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