Posted On 08/12/2023 By In Cultura, Libros, Opinión, portada With 1151 Views

Luis N. Rivera Pagán, hombre de pensamiento, acción e ilusiones | Eliseo Pérez Álvarez

Luis N. Rivera Pagán, hombre de pensamiento, acción e ilusiones

Presentación de su más reciente libro:

Teología descolonizadora; voz profética, solidaridad y liberación, Columbia, SC: Prediquemos Inc., 2023.

“Tengan cuidado, hombres de acción, porque ustedes son
meros instrumentos de los hombres de pensamiento”. (Hegel)

 Tenía que ser no solo en el Seminario Evangélico de Puerto Rico, su Alma Mater, sino en su otro santuario, la Biblioteca Juan de Valdés, donde esta tarde amadrinamos y apadrinamos el trigésimo libro del Dr. Luis N. Rivera Pagán.

Estos treinta libros teológicos densos y fecundos, además de sus más de 210 ensayos publicados en sus 80 años de vida, dejan constancia ¾como él menciona en la p. 1¾ de su pensamiento, acción e ilusiones.

En la Ciudad de México de los 1980s tuve las primicias de su manuscrito Senderos teológicos cuando realicé la lectura de galeras, o revisión del mismo. Con ese libro de Rivera Pagán caí en la cuenta de que el tan llevado y traído Éxodo bíblico bendice la masacre y el hurto de la región cananea (p. 37) y de que no puede haber ilegales en tierra robada. Por lo mismo, precisamente hoy, 29 de noviembre, el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino, abrigo la ilusión de que su libro número treinta y uno sea una selección de sus ensayos sobre Palestina, los cuales desgraciadamente son muy vigentes hoy más que nunca. De suyo, no es gratuito el hecho de que el Norte global nos siga bautizando a los nativos de este continente como infieles, hijos pródigos, incircuncisos, filisteos, cananeos, animales o “pagán-nos”.

A través de estas 170 páginas Don Luis apuesta por desnaturalizar la dominación del Caribe y América Latina; en su lugar, la aborda desde el giro decolonial, es decir, como una construcción histórica y, por lo tanto, lista para descolonizarla. Si nuestra bibliotecónoma Milka Vigo hubiera elaborado la ficha bibliográfica ténganlo por seguro que le habría añadido un par más de categorías en su clasificación. Esto se debe a que Rivera Pagán zarpa del siglo XVI, arriba a las décadas que llevamos vividas del tercer milenio, pero asimismo se mueve como pez en el agua por el mundo bíblico de la tradición profética de Jesús, por la teología histórica desde el reverso, por la literatura contestataria del Sur Global, por las culturas profundas de estos lares y, obvio, por la tercamente teología de la liberación.

Quienes hemos tenido la dicha de haber sido sus estudiantes podemos añadir al libro audio y video, pues su performance como profesor es sencillamente inenarrable. Y el humor que destila en el aula cala hasta el tuétano.

Ahora bien, como manda el bosquejo de un sermón bautista, permítanme estructurar la presentación en cuatro puntos, no sin antes hacer una declaración de intenciones: presento a nuestro barranquiteño no como hispanófobo ni como hispanófilo, sino como quien toma partido en contra de todo tipo de supremacismo, etnocentrismo, colonialismo e imperialismo. Lo presento como un hombre de pensamiento y un hombre de acción, a diferencia de la propuesta hegeliana de o lo uno o lo otro.

 

  1. El mundo bíblico de la tradición profética de Jesús

Para quienes creen que los teólogos sistemáticos no tenemos nada que ver con la Biblia, baste este libro para celebrar las jugosas exégesis compartidas por Luisito.

En uno de sus temas privilegiados, “evangelización y violencia”, denuncia el terrorismo de José de Acosta al equiparar a los nativos con la racista supuesta inferioridad racional de la niñez, lo mujeril y la bestialidad (p. 58), delata la animalización de los pueblos semitas por parte del filósofo Carl Schmitt (p. 135), tal y como el Estado Sionazista de Israel lo sigue reciclando en contra del pueblo palestino mientras estamos realizando esta presentación.

Rivera Pagán, en cambio, desde la resistencia identitaria comunitaria (p. 76) nos insta a preguntarnos ¿quién es una persona? Asimismo, lo hace, desde la literatura de la liberación política de los y las profetas bíblicas (p. 96).

Con una mortuoria actualidad, este libro echa en cara la limpieza étnica ejecutada por Esdras y Nehemías (p. 99) al deportar a las mujeres extranjeras en lo que Phyllis Trible nombró “textos de terror”. No cabe duda, estamos ante una narrativa liberadora que religa poéticamente la praxis y la ilusión del Reino de Dios aquí en la tierra. Estas letras son un antídoto contra la “Estadolatría” (Gramsci) y toda hegemonía blanca cristiana.

Teología descolonizadora es un libro anti-imperialista, empezando por articular, como lo hace la religión Rastafari, la categoría omniabarcante y siempre vigente de Babilonia para nombrar a Roma y a los imperios en turno (p. 102) y así poder desmantelarlos. Y aún hay más, este giro decolonial lo hace alguien que, como José Martí Pérez, estuvo en las entrañas de la bestia, o sea, Yale University, Universitä t Tübingen, Princeton Theological Seminary.

Rivera Pagán rescata a Santiago, la epístola, según él, “de trigo”, de la cautividad luterana y de quienes la siguen considerando “epístola de paja” (p. 139). El bautismo cristiano es un tema recurrente en la obra Riveriana. Abundan las iglesias que siguen administrando este sacramento acompañado del exorcismo: “¿Renuncias al demonio? ¿Renuncias a todas sus obras? ¿Renuncias a todos sus engaños?” O, en arroz y habichuelas ¿Renuncias a ser tú misma/o? ¿Renuncias a tus religiones y teologías ancestrales? ¿Renuncias a la comunalidad y compartición con los seres empobrecidos? Pues bien, en lugar de la lectura ultramundana del bautismo nuestro teólogo lo descoloniza magistralmente siguiendo al mismo Santiago: “¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?” Santiago. 2.6-7, (p. 147).

En el apartado del siglo de las migraciones planetarias diseñadas por el Becerro de Oro de Wall Street, nuestro autor ancla su teología de la migración en el primer credo de la fe cristiana “Mi padre fue un arameo errante y descendió a Egipto y residió allí, siendo pocos en número” Dt 26.5 (p. 155.). Y, a esta sociedad globalizada “aporofóbica” (Adela Cortina) que odia a las personas empobrecidas, nos recuerda que son precisamente los seres condenados de esta tierra los sacramentos del Reino de Dios. Y aún más, según Mt 25.31-46, alimentar a esa población, es alimentar a Dios en persona (p. 162).

 

  1. La teología histórica desde abajo

El locus enuntiationis, o lugar de enunciación de casi la totalidad de la obra Riveriana lo ha sido el Borinquen profundo con sus notas distintivas de ser una colonia gringa, saqueada, con más de la mitad de su gente exiliada, o sea expulsada de su suelo, pero jamás ni nunca ñangotada, sino con el grito a flor de labios de “LIBERTAD SIEMPRE”. Aquí, desde el Sur global, desde el margen, desde abajo, desde la teología de la cruz es donde él cocina su pensamiento, acción e ilusiones.

La primerísima página de Teología descolonizadora abre con la fecha del 8 de mayo de 1512, día del nacimiento del cristianismo imperial en nuestro continente. Y, para echarle sal a la herida, la corona firmó dicha acta en tierra ibérica, con el nombre imperialista de “Capitulaciones de Burgos” (p. 4). El allanamiento fue de esta manera, tanto militar como misionero (p. 54), tanto por las pistolas como por las epístolas. De ahí la pertinencia de este libro de teología histórica desde abajo, vacunado contra la epidemia de la teología de la gloria rebautizada como teología de la prosperidad.

Esta obra es una polifonía de ensayos críticos y autocríticos los cuales, como la teología de la cruz, llama las cosas por su nombre, sin eufemismos y sin analgésicos. Un par de ejemplos no cae mal: del gran Dietrich Bonhoeffer delata su machismo (p. 84) y del enorme Karl Barth señala su homofobia (p. 88). Finalmente, en múltiples ocasiones, Rivera Pagán ha lamentado que, en Las venas abiertas de América Latina, el gigante Galeano haya borrado del mapa a Borinquen.

 

  1. La literatura profética del Sur Global

Luis Nicolás, siguiendo a la epístola de Santiago, también escribe para dos auditorios. En primerísimo lugar, su tinta está al servicio de quienes no son consideradas personas, o sea, las empobrecidas, migrantes, con discapacidades, envejecidas, racializadas, género-discriminadas. Su segundo público es el de los cocorocos, es decir, desliza su pluma en contra de los imperios y sus lacayos, lambeojos, de falsa conciencia, que viven con “el sudor del de enfrente”, “a costillas de la mujer”, cual vampiros de la sangre, la energía y la risa de las mayorías.

Este tratado descolonizador de teología de las épocas de la colonia española y contemporánea pondera nuestras autoridades como las de las Sagradas Escrituras del Chilam Balam:

“Ellos enseñaron el miedo, vinieron a marchitar las flores. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron la flor de nosotros…” (p. 35).

En su clásico A la sombra del Armagedón, Rivera Pagán se adelantó en tronar, hace 35 años, contra la guerra nuclear (p.119). Ahora en este libro, nos rememora las dos guerras mundiales que asesinaron a unos 187 millones de personas (p. 115) y, sobre todo, que dejaron abierto el perverso conteo para las guerras planetarias en racimo.

Pero eso no es todo. Nuestro autor estuvo preso tres meses, junto con pescadores, por piquetear contra el militarismo injerencista de la marina de EUA en las islas de Culebra y Vieques, y a pesar de ello, hoy continúa dale que dale, cual “Rebelde sin pausa” (Irene Vallejo), delatando las teomaquías o guerras santas, que lo degluten todo, por el dizque bien de la seguridad nacional: “Una bipolaridad estratégica espantosa que, curiosamente, parodiaba el mito religioso según el cual el horror al infierno conduce al umbral del cielo. Potencia guerra absoluta como rito bautismal de la paz universal” (p. 119).

Para Rivera Pagán el pensamiento no es un fin en sí mismo sino una teoría que alumbra nuestro compromiso político. No es por nada que pagó el precio al ser carpeteado, junto con otros cincuenta y seis seminaristas y pastores, tanto por el gobierno extranjero como por las iglesias de nuestro archipiélago, al ser excomulgado de su cátedra del SEPR. La buena noticia es que cruzó la calle de Ponce de León y continúo cultivando su teología liberadora en su otra alma mater, la Universidad de Puerto Rico. La buena nueva es que el SEPR resarció su error y lo reivindicó como profesor distinguido, le otorgó un doctorado honorífico y lo nombró Catedrático Emérito.

Teología descolonizadora por un lado devela la pseudo-piedad de Hernán Cortés, quien bajo la justificación de extirpar la idolatría de la cultura azteca, lo que realmente realiza es alimentar a su oro como ídolo (p. 130). Respecto a los clérigos Toribio de Benavente apodado en náhuatl Motolinía o pobre, y Bartolomé de las Casas, si bien es cierto que criticaron a instituciones como la Encomienda, ellos sencillamente son Exceptio probat regulam, la excepción que “pone a prueba” la regla.

 

  1. Las culturas profundas de estos lares

Si Justino Mártir en el siglo II concibió el cristianismo y la cultura grecorromana como lógos spermatikós, o sea, “semen del evangelio” (p. 44), Rivera Pagán exorciza nuestras culturas milenarias de la demonización noratlántica al mostrar su connaturalidad con el evangelio liberador de Jesús. En esa vena profética también se inscribe mi gurú el anahuaco Alfredo López Austin y su Cuernos y colas; reflexiones en torno al demonio en los Andes y Mesoamérica[1].

En otras palabras, la evangelización o es liberación de todo tipo de opresión o seguirá siendo sinónimo de etnocidio, genocidio y cosmoscidio. Rivera Pagán lo capta de golpe, nada colonizó tanto nuestras culturas originarias como la demonología ibérica (p. 45). De entrada, escindieron nuestros cultos de nuestras culturas (p. 16) y nos impusieron instituciones deshumanizantes como el requerimiento (p. 23) y la encomienda (p. 28). Cortés lideró la colonización brutal, lanzándose sobre Tenochtitlán subsidiado con la riqueza minera que le robó al pueblo arahuaco cubano (p. 24).

En la tradición del pastor bautista Luisito, quienes se convierten el domingo por la mañana los bautizan el domingo por la noche por eso, después de los cuatro puntos de la homilía, viene el:

 

Llamamiento al altar

Es una verdad de Perogrullo consignar que la producción teológica de Rivera Pagán guarda una correlación con el apoyo incondicional de su interlocutora, musa, co-conspiradora y pareja del merengue sabrosón la Dra. Anaida Pascual Morán; guarda una correlación con su biblioteca, probablemente el mejor acervo teológico personal del Gran Caribe, i.e., desde Salvador, Brasil hasta Nueva Orleans; guarda una correlación con su gratificante labor como docente, mentor, asesor y bibliófago o devorador de libros como el profeta Ezequiel (3.1); y guarda una correlación con su praxis comprometida con la justicia social en todas sus intersecciones y latitudes.

Es un honor para mí presentar hoy en sociedad la más reciente obra de un orgullosamente boricua y generosamente plurinacional. Como él mismo predica, “Puerto Rico nunca ha invadido ningún país y jamás ni nunca ha robado tierras”. Borinquen repudia las doctrinas judeo-ibero-estadounidenses del Destino Manifiesto (“Manifest Destiny”), la inglesa de la carga del hombre blanco (“White men´s burden”), la francesa de la misión civilizadora (“Mission Civilisatrice”) y la alemana del espacio vital (“Lebensraum”).

Teología descolonizadora, voz profética, solidaridad y liberación es la obra más reciente de un enorme isleño que repudia lo insular, dígalo si no el riquísimo aparato crítico de toda escritura que viene de su pluma. Por eso sus buenas obras tienen impronta barranquiteña, pero pertenecen a la imprenta universal.

Dr. Luis N. Rivera Pagán, a ti te digo: continúa escribiendo tu “alegre carnaval de la inteligencia de la fe” (p. 68). Tú eres un intelectual orgánico y no transgénico (Rafael Bautista S.). Tu narrativa, a diferencia del insular de Hegel quien borró del mapa a nuestro continente, sí que es universal, tú sí que eres un hombre de pensamiento, acción e ilusiones.

Huey tlazohcamati (náhuatl), muchísimas gracias.

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[1] Millones, Luis – Alfredo López Austin (eds.) Cuernos y colas; reflexiones en torno al demonio en los Andes y Mesoamérica, CDMX: UNAM, 2015.

Eliseo Pérez Álvarez

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