¿Podré decir: Dame tu mano un día?
¿Podré decir: Todo está bien, por fin todo está bien, un día?
Antonio Gala.
MANIFIESTO: MANOS
Digamos algunas expresiones que van de MANO en MANO por este mundo terrenal y hu-MANO:
Formar sombras de la China con las MANOS. Chapoteo de MANOS. Meter la MANO en la llaga. Gesticular azotes con la MANO como quien dice “te voy a dar” y advierte así del daño venidero. Despedidas y saludos con las MANOS. Sostener un MANO a MANO. Con el índice de la MANO sobre los labios llamamos al silencio. Empujamos con la palma de las MANOS. Deseamos atrapar los sueños que se nos escapan de la punta de las MANOS. ¿Creemos que la fortuna es arrojada por una MANO blanca desde arriba?, por si acaso, la llamamos. Digamos además que son las MANOS las que tienen el primer turno de preguntas, después intervienen los labios.
Encontramos MANOS frías y MANOS que queman. También hay MANOS que abren y MANOS que cierran, o estrujan. MANOS encallecidas. MANOS rotas. MANOS que van a tientas. MANOS inquietas que comienzan muchas tareas y no acaban ninguna. MANOS que no quieren ver qué MANO dura las ata a la espalda. MANOS ásperas, que a su manera van en busca de caricias porque no tienen esperanza. MANOS vacías y MANOS llenas de impurezas que aún no han encontrado el lava-MANOS donde limpiarse. MANOS cansadas que buscan recuerdos entre las arrugas de su presente cuerpo, porque no tienen donde asirse. MANOS que tapan los oídos y el rostro para negar realidades, ya que a veces las MANOS solas no bastan para sostenerse. MANOS acusadoras que se imponen.
Aún hay quienes confían en que sólo basta con alargar la MANO para conseguir fácilmente lo que desean. Manazas simplonas que palmean injusticias y acuden al primer chasquido de los amos de sus MANOS. Hay índices de MANOS acusadores, como garras cuajadas de anillos que golpean.
Y digamos que están las que no esperan a que venga la muerte sola a tendernos su MANO porque sienten en las suyas la autoridad de matar y de meter a otras MANOS en cintura. MANOS con la desilusión guardada en los bolsillos que no se atreven a sacarla y meter MANOS a la obra. Están las que llegan hasta donde no deben llegar metiendo MANO. Inhu-MANOS que llegan a las MANOS antes de llegar a un acuerdo. MANOS que se imponen dándote las tres primeras razones para que razones; estas son las que después de tirar las piedras, se esconden si no encuentran quienes las apoyen.
Sin ningún esfuerzo, un solo dedo de la MANO puede hacer desaparecer nuestro mundo.
Pero también existe un calor de MANOS apoyadas sobre un cuerpo dispuesto de ante-MANO a recibirlo. De dos en dos van cogidas las MANOS amantes. MANOS sensuales que despiertan pasiones. Tratamos de ocultar el temblor de nuestras MANOS en presencia del amado que aún no se sabe querido. MANOS recién nacidas que palpan y aprenden cómo acariciar. Y del roce de las MANOS, mejor no hablamos.
Y todavía hay más: MANOS rugosas pero vivas, cargadas de historia y constructoras. MANOS alzadas. MANOS que derriten el acero. Amistad que va tendida de MANO en MANO y espera siempre. MANOS de criaturas que con un esfuerzo sobrehu-MANO besan y reman cogidas por la vida, contracorriente a las filosofías que impone el mundo.
MANOS que piden a otras MANOS juntarse para orar, porque pasan la MANO. MANOS que aplauden la felicidad ajena y se alegran ¡PROCLAMADLO!
MANOS sin ataduras que sostienen y levantan al her-MANO que ha caído de rodillas ansiando ayuda. MANOS que en su cuenco llevan alimento para darlo. MANOS trenzadas en forma de nido. Apretones de MANOS que abren promesas por caminos que antes no existían, ¡PROCLAMADLO!
Hay MANOS que se alzan en vuelo de palomas. MANOS suaves que emanan un calor sanador. MANOS tendidas para darse perdón. MANOS que hablan el idioma de un mundo que vive en profundo silencio.
Unas MANOS en cruz trajeron la salvación al mundo ¡PROCLAMADLO!
Pidamos que esas MANOS que se encuentran en soledad, en oscuridad, en ignorancia, se unan para seguir buscando una salida hacia delante. El mundo está en nuestras MANOS ¡PROCLAMADLO!
Dado lo que tenemos entre MANOS, y no manillas que sólo las tienen los relojes, que cada uno ponga las suyas sobre el pecho y reflexione. Que más vale entrar manco en el reino de los cielos que con las dos MANOS llenas de inmundicia sin saber donde ponerlas.
Y eso es todo, her-MANOS
Publicado en Protestante Digital el 28 de marzo de 2006
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