Hay muchas maneras de encarar este tema…sobre todo para nosotros los protestantes, que rehuimos la devoción mariana por lo menos al nivel que puede llegar a tener dentro de otros tipos de cristianismos, como el católico o el ortodoxo, o aún el mismo anglicano.
De todas formas no podemos ni queremos negar que María ha sido para el imaginario cristiano una figura ejemplar…ni que las consecuencias que ha traído este lugar para el género femenino han sido muy importantes, según lo entendió el cristianismo durante más de 2000 años.
Analizaremos brevemente, su aparición en los Evangelios y en los Padres de la Iglesia, y encararemos un estudio de su significado arquetípico, para terminar con algunas conclusiones generales.
María en los Evangelios
En el Evangelio de Mateo, escrito casi seguramente para la comunidad cristiano judía de Antioquía, el héroe de la historia del nacimiento de Jesús, es José, y no María. Él es el que recibe el anuncio del ángel, el que decide no repudiar a su mujer, doncella todavía, y sin embargo encinta, el que obedece a la voluntad del Señor, para que se cumplieran las viejas profecías de Isaías.
La genealogía puesta en primer lugar, así lo confirma, ya que es la genealogía de José, no la de María. Y sus antepasados, organizados según el número 7, cabalísticamente judío, llegan hasta Abraham.
En el capítulo que sigue, los magos, se postran ante el niño, que estaba naturalmente en brazos de su madre, que se llamaba María. Una mención al pasar…
En el capítulo 13:53 ss otra vez se habla de Jesús en términos de su familia y en primer lugar se lo nombra como el hijo del carpintero (José) como corresponde a la cultura judía de la época y luego en segundo lugar nombran a la madre, María. “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama María su madre y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?” Todo en su lugar y en el orden debido: primero el padre, luego la madre y por fin los hermanos. No hay un lugar especial para María, pero sí el que le corresponde.
Finalmente, es de sospechar que la María de 27:56, madre de Santiago y de José, podría ser María la madre de Jesús, nombrada sin embargo en segundo lugar después de María Magdalena, la discípula, la intermediaria, la testigo de la resurrección. El lugar en la lista no es casual. En la mentalidad semita, el primero en ser nombrado es el más importante. ¿Será la segunda la madre de Jesús? No lo sabemos.
Después de esto, dos menciones más, muy dudosas, pero siempre después de María Magdalena, LA testigo de la resurrección según todos los Evangelios.
El Evangelio de Marcos, directamente no desarrolla el personaje.
Lucas en cambio es el que lo modela para la posteridad cristiana que la recordará así en todos los textos y en la iconografía posterior.
Por empezar, el ángel no se anuncia a José sino a María y ella responde con el “He aquí la esclava del Señor: háganse en mí según su voluntad.” Y más adelante vendrá el Magnificat que la proclama esclava eterna del dios patriarcal. (Luc.1:46-55)
Tenemos en Lucas perfilada a la madre eternamente virgen, que no conoció varón, y que obedece el mandato, cosa que resulta natural dentro del sistema patriarcal de pensamiento que relacionará los géneros en aquélla época y por muchos siglos más…María se torna en la “esclava” del Señor, la eterna amamantadora, la madre, así como la diosa egipcia Isis lo había sido durante mucho tiempo en el imaginario del entorno del Mediterráneo. Incluso se piensa que las vírgenes negras (más de 400 en Europa) son descendiente de esta mezcla de tradiciones, más la influencia de la diosa madre celta, diosa de la fertilidad que simboliza la tierra, más emparentada con el imaginario neolítico, según nos muestran las madres encontradas en estratos muy antiguos.
¿Qué pasa con Juan? Recordemos que es el más tardío de los Evangelios y que ha sido escrito cuando ya la teología mariana se había empezado a desarrollar por oposición a la desobediente Eva. A comienzos del s.II, época probable de la composición de este Evangelio, el modelo binario por oposición Eva/María, había ya aparecido también en los Padres de la Iglesia (Justino e Ignacio) La imitatio Mariae será muy fuerte y se convertirá en el modelo anhelado de las vírgenes de la Iglesia: esposas vírgenes, consagradas y obedientes al mandato del Señor… por lo menos del señor obispo, permítaseme el sarcasmo.
Es que las vírgenes de la Iglesia siguieron este modelo de obediencia incondicional a los varones, quienes las apartaron de la manipulación de lo sagrado, del altar, de los sacramentos y las confinaron en el papel de esclavas a su servicio. Todavía en el s.IV Jerónimo se queja de estas agapetas, así las llama, vírgenes al servicio de obispos y presbíteros. De las vírgenes de clausura no se queja, y si tomamos en cuenta de que pudo desarrollar su titánica obra académica, entre las cuales, la traducción a idioma vulgar de la Biblia, conocida como la Vulgata, gracias al aporte de Paula, viuda, rica y consagrada a “la obra del Señor”, uno puede entender mejor todo el tema. Paula y sus dos hijas vírgenes, pusieron toda su fortuna -la de la familia de los Escipiones- al servicio de Jerónimo, que pudo vivir así sin sobresaltos, su vida académica de retiro en el convento dúplice de Belén.
Juan trata con dureza al personaje. Desde el “¿Qué tengo yo contigo mujer?” de 2:4 en las bodas de Caná, que recuerda lo que los Evangelios Sinópticos señalan cuando repiten como dicho de Jesús: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando a los que estaban alrededor de Él dice: Estos son mi madre y mis hermanos”[1] Es decir que para Juan, como en todos los nuevos movimientos, el movimiento en sí mismo está por encima de los parentescos y va primero en orden de prioridades. La Misión, es más importante, que el cuidado familiar: “Deja que los muertos entierren a sus muertos” de Mateo 8:22, sería la forma más dramática y dura de decirlo.
La antítesis Eva/María
Aquí entraremos ahora al reino de los mitos arquetípicos. Porque, ¿ha habido mujeres más significativas para occidente que el binomio Eva/María, leído por supuesto en clave desobediente/obediente en el lenguaje de los Padres de la Iglesia? Ya, como vimos, Ireneo y Justino, tan temprano como el s.II, comienzan a enfatizar en sus escritos la relación entre estas dos mujeres bíblicas… Una protagonista del segundo relato de creación y modelo de la mujer desobediente atada a su naturaleza humana; la otra, según, Lucas, el modelo de obediencia femenina con su declaración “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según su palabra”.
Una mirada no histórica, sino sistémica, nos ayuda a entender la funcionalidad de estos dos modelos de mujeres, rápidamente relacionadas en el imaginario cristiano. Además de su fuerte relación con la serpiente, ya sea por sumisión, ya por dominación.
Según la autora Toni Wolff, discípula de Jung, a la que seguimos, los arquetipos femeninos son cuatro[2]: la Madre, dadora de vida, que alimenta, cuida, preserva y da hogar; su opuesta y complementaria, la Hetera, compañera, hermana, amante y amiga, la que establece relaciones intensas con el varón, sin asociar sexualidad con procreación; y por otro lado, la Sibila, la mujer sabia, intermediaria, la que da oráculos, la poeta, la diosa oscura y virgen, y su complementaria, la Amazona, la guerrera y líder, la que protege y ayuda, y es guía espiritual. El eje Madre/Hetera, integra el sistema positivo de relaciones femenino/masculino. El eje Mujer Sabia/Amazona, puede o no integrarlo, es más negativo, y si hay relación con lo masculino lo hace como agente activo y dominador.
Lo interesante es que en Eva y en María, tenemos a dos arquetipos que mezclan estas categorías: la Madre asexuada y la madre sexuada (Eva), las dos relacionadas con la serpiente, que encarna la vida eterna y la sabiduría, como la Sibila, otro de los ejes de Jung, esta vez el de dominación. Es decir, y sobre todo en María, se combinan arquetipos de diferente signo, positivo y negativo. Y esta es una creación novedosa del cristianismo.
Aparentemente el arquetipo de la mujer madre y asexuada (María), no es integrante simple del primer o del segundo polo. Es decir, occidente habría creado en María una síntesis de la mujer dominadora, pero que aparece como dominada. Pisa a la serpiente, la tentación, la domina, pero obedece cual “esclava” a su señor… Es dominada, pero dominará. Y lo ha hecho a tal punto, que en varias iglesias y sobre todo en la devoción popular y en la explícita católica, la mariología ha desplazado a la cristología, a pesar de que el orden sacramental siga girando en torno a la figura de Cristo.
La asociación con la serpiente
En la iconografía, María aparece pues a menudo aplastando una serpiente y demostrando dramáticamente cómo vence su propia naturaleza, negando su sexualidad. De todas formas nos llama la atención esta asociación tan persistente de la mujer con la serpiente, símbolo de la sabiduría y de la vida eterna[3]… dos prerrogativas de las diosas.
Es decir, la asociación de la serpiente con la sabiduría, la vida eterna y la mujer, parece haber sido corriente en el pensamiento semita, en incluso en el sumerio, bastante más antiguo y no semita. El conocimiento de que la serpiente domina el secreto de la vida eterna, su relación con la vida y con la muerte, es lo que la pone en contacto con el tipo de sabiduría que la mujer encarnará.
Tenemos también conocimiento de una antigua diosa egipcia, llamada Amenet, la oculta, posiblemente primera pareja del dios misterioso y oculto, como ella misma, Amón. Se la representaba como serpiente o mujer con cabeza de serpiente, en la ciudad de Tebas, la ciudad del dios Amón, su paredro. Esta sería unos 5000 años posterior a una estatuilla sumeria similar, por lo que la persistencia del culto a la mujer serpiente es asombrosa y significativa. Ni hablar de las estatuillas cretenses con serpientes, famosas entre las famosas, datadas c. -2000-1800 a.C.
Los mismos cristianos llegaron a interpretaciones diferentes sobre esta asociación. En el Nuevo Testamento, Eva aparece nuevamente como la que cede a la tentación encarnada por la serpiente y la culpable por antonomasia de todos los males que acompañan la vida del ser humano sobre la tierra, debido a su actitud desobediente. Se recalca una y otra vez, en el NT y en los Padres de la Iglesia, que la obediencia al varón es la mejor de las virtudes de una mujer, a la que debe adherir sin concesiones debido a su “desobediencia originaria”. La serpiente (la sabiduría perdida) sería pues su enemiga, para siempre, enemiga de Eva y su descendencia (Génesis 3:15). De la mujer sabia serpiente, se llega así a la mujer obediente al varón, enemiga de la serpiente conocedora de los secretos de la vida y de la muerte. Y, en el Nuevo Testamento, a María, la obediente por antonomasia, que no duda ni un momento en ponerse al servicio de los planes divinos. Ella será la que domine a la serpiente. La ideología cambia por obra y gracia de una nueva religión, la cristiana, y los mitos que la sustentan también…
En la iconografía es común ver a la María solar, con rayos saliendo de su cuerpo o de su cabeza, coronada y aplastando la serpiente, al mismo tiempo que en algunas representaciones sostiene a su hijo coronado, reina ella misma en casi pareja con su Hijo. Europa está llena de estas figuras, incluso en los cruces de caminos. América también cuenta con numerosas representaciones de la virgen sobre el mundo, reina, y aplastando la desobediencia, es decir a su causante última, la serpiente, como corresponde…
Conclusiones
Parir con dolor los hijos, servir al marido o al varón a cargo, ser enemiga para siempre de la serpiente, su antigua colaboradora y a la vez su esencia en su papel de la representación de la sabiduría y de la vida eterna, serán las consecuencias que justifican estos mitos. Ser Eva, el arquetipo de la mujer que en lugar de someterse sin protestar, intenta la desobediencia, es la razón por la cual será necesario y “natural” el control masculino sobre un sexo tan débil y poco criterioso. La mujer no dejará de ser importante como “dadora de vida”, pero solamente de los hijos legales, para convertirse en la desobediente por antonomasia, la culpable, la que hace entrar el pecado al mundo… en resumen la que soluciona el problema teológico del unde malum? es decir ¿de dónde proviene el mal?, provocado por un planteamiento monoteísta absoluto. Un dios único, que se supone bueno, no puede ser también el origen del mal. Para eso estará la mujer.
Por eso milagrosamente, aparece una culpable, a la que hay que someter, la mujer desobediente…salida que pronto será asumida por el cristianismo (ya en I Timoteo), reemplazando al famoso Gálatas 3:28 que remite más a Génesis 1.
I Timoteo 2:9-15, nos lo dice con meridiana claridad:
“Así mismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos, sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad. La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión. No permito que la mujer enseñe ni que domine al varón. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que seducida, incurrió en la transgresión. Con todo, se salvará por su maternidad mientas persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad.”
María en cambio será el arquetipo de la obediencia, y es ese mismo sometimiento, la que la convertirá en reina del mundo, junto a su hijo, coronada, solar y pisando a la serpiente origen de la desventura femenina y no de la sabiduría que perderá para siempre. Sigue siendo LA MADRE, virgen pero madre. También numerosas representaciones, tal como a Isis, la muestran amamantando a su hijo. Madre nutriente, sabia, reina obediente y virgen…Todas las cualidades soñadas y aún contrapuestas, concentradas en una sola figura.
La Navidad se acerca. María seguirá siendo protagonista de los pesebres junto a José y al Hijo. Y seguirá encarnando en nuestra cultura occidental, el lugar que las mujeres ocupan en ella. Feliz Navidad, pues…
[1] Mateo 12:46-50; Marcos 3:33-35 y Lucas 8:19-21
[2].- Citado por Madonna Kolbenschlag en Diosas y Arquetipos, Santiago de Chile, Colectivo Conspirando, 2001, p.15.
[3].- Como es sabido la cualidad de cambiar la piel todos los años de la serpiente, hizo que en la mentalidad de la época esto pareciera un renacimiento y un símbolo de vida eterna. Si asociamos vejez y sabiduría tenemos la ecuación perfecta en este símbolo. La estatuilla súmera que la representa está fechada entre el -4000 y el -3500, es decir es muy antigua, de los comienzos de la civilización en Cercano Oriente.
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