Las primeras celebraciones del Día de la Madre se remontan a la antigua Grecia. Posteriormente los romanos llamaron a esta celebración Hilaria cuando la adquirieron de los griegos. Con la llegada del cristianismo se transformaron estas celebraciones para honrar a la madre de Jesús.
Sin embargo el origen contemporáneo de esta celebración se remonta a 1865, cuando la poeta y activista Julia Ward Howe, organizó manifestaciones pacíficas y celebraciones religiosas en Boston, en donde participaron madres de familia que fueron víctimas de la Guerra de Secesión.
Las reuniones por el Día de la Madre continuaron de manera regular durante los siguientes años.
Información resumida tomada de: https://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_de_la_Madre
Comienzo este escrito diciendo que hay madres de cuerpo y madres de alma. Madres de hijos al por mayor y otras que lo son al por menor. Hay futuras madres con proyectos esperanzados. Otras ya están a la puerta de serlo, arden en deseos de que su espera concluya y se haga realidad, sueñan con afanes deliciosos al sentir en su vientre el ajetreo inquieto de movimientos invisibles. Es el milagro de un cuerpo al formarse dentro de otro cuerpo. Una vida dentro de otra vida.
No obstante, hubo una, la mejor de todas a nuestro grato entender, que nos dio el ser y nos depositó en el mundo. A ella le debemos todo. Bebimos su leche y recibimos calor. Noche tras noche la privamos del sueño. Se quitó de la boca el alimento que nos apetecía. Nos guardó de los males que acechaban nuestro entorno y nos quiso con locura. Trenzó nuestros cabellos y nos peinaba a la perfección. Empujó además, hasta lo más alto, el columpio de ilusiones que llevamos dentro.
Aún hay más. Con nuestros malestares anochecieron sus días. Con simples besos se sintieron agradecidas. Nos han querido como a nadie más en el mundo. Un amor que se renovaba por completo cada mañana.
Cierto es que cometieron errores, que hubo épocas en las que entre nosotros resultaba difícil el encuentro y sólo se hacía posible el gesto de apretar los labios en silencio. Pero quién duda de la bendición de sus afectos.
Amigas y amigos, siempre la maternidad es regalada.
De las nuestras, muchas han partido. Nos han dejado una huella imborrable. Otras llevan la longevidad como carga pesada a causa de la profundidad vivida. Pero pasen los años que pasen, permanecerán como las flores siemprevivas.
Yo, pobre narradora, con cierta melancolía desparramada en mis recuerdos, reclamo aquel corazón de madre que he perdido. No tengo capacidad para olvidarlo. Sin esperar un segundo más, alcanzo hoy una de sus fotos para tenerla aún más cerca, y la miro.
A las que han parido, a las que se sienten madres de corazón porque es ahí donde les ha brotado la semilla, a las que lo son por la experiencia que les ha tocado en el camino de la vida, a todas, con sus virtudes y defectos, felicidades.
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