Posted On 16/05/2021 By In Al Alba, portada With 2474 Views

No hay callejones sin salida | Ignacio Simal

16 de mayo, 2021

“La piedad de Dios es grande, e inmenso su amor hacia nosotros. Por eso, aunque estábamos muertos en razón de nuestras culpas, nos hizo revivir junto con Cristo —¡la salvación es pura generosidad de Dios!—“ (Efe. 2:4-5 BTI)

Escribe Ilia Delio, teóloga franciscana, ”Dios siempre es nuevo; La vida siempre es nueva. Cada final es un nuevo comienzo y cada llegada, una nueva partida. No hay callejones sin salida en la vida a menos que nosotros mismos muramos en la desesperación”. Son palabras cargadas de esperanza en el Dios, padre de Jesús de Nazaret, nuestro Señor.

La piedad de Dios es grande”, o como dice la clásica traducción protestante, “Dios es rico en misericordia”, y en ello se fundamenta la esperanza de que “no hay callejones sin salida”, siempre y cuando no desesperemos, y ejercitemos la paciencia en medio de la natural impaciencia que siempre nos acompaña cuando transitamos por los callejones oscuros de la existencia.

Leemos en el texto del libro de “Lamentaciones”, —¡en medio de un largo lamento!—,  “algo viene a mi mente que me llena de esperanza: que tu amor, Señor, no cesa, ni tu compasión se agota; ¡se renuevan cada día por tu gran fidelidad! Tú eres mi herencia, Señor, por eso confío en ti” (Lam. 3:21-24 BTI). El amor y la compasión del Señor se renuevan cada día, de ahí que con Delio, diga que “Dios siempre es nuevo”, ya que en medio de la oscuridad, en el momento más inesperado y de la manera más sorprendente, Dios que no es tacaño, sino radicalmente generoso, nos hace “revivir en Cristo”, nos sentimos resucitar, y una vez “resucitados” conocemos algo más, no solamente de nosotros mismos, sino, especialmente del Dios que es Padre maternal nuestro. Y sí, descubrimos en la experiencia de liberación que “Dios es siempre nuevo”.

Y así aprendemos de la experiencia con nuestro generoso Señor que “¡no hay callejón sin salida!”, que  los finales son un nuevo comienzo, y que “cada llegada, una nueva partida”. ¡Esperanza, esperanza y esperanza! Somos el pueblo de la esperanza a pesar de que vivamos en el ojo del huracán del lamento.

Finalizo escribiendo, creo que por cuarta vez, que “no hay callejones sin salida”. Aleluya, amén.

Sola Gratia

Ignacio Simal Camps
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