¿Qué mueve a los cristianos a interceder por la causa de la niñez?[1] Se podría decir que es la pasión, el amor y la carga que Dios ha puesto sobre ellos. Es un claro reconocimiento de que se está en una guerra sin tregua contra un sistema humano decadente moral y espiritual, que se levanta en contra de la niñez. Es, además, el compromiso con la causa de Dios y con su misión a favor de los niños y las niñas. Es la esperanza de que Dios derrame su gracia y poder, las puertas se abran y las respuestas superen las expectativas.
En 1995, se inició un gigantesco movimiento que se levantaría como un eje en el trabajo con la niñez y la adolescencia. Una iniciativa que permitiría la sensibilización y la movilización de cientos de miles y hasta millones de creyentes, que se han hecho presentes año tras año en un espacio donde las fronteras no han tenido murallas; las calles, las plazas, las iglesias y los pueblos de muchas partes del mundo, han sido testigos de la participación de la iglesia unida hablando un mismo idioma: la oración.
Coincidirán conmigo en que cuando la iglesia permanece unánime y en oración, se vivifica, se levanta y muchas cosas suceden. Prueba de ello son los avivamientos históricos que Dios ha traído a su pueblo, en respuesta a un pequeño grupo de personas que perseveraron en oración. Pero me doy cuenta de que como iglesia aún necesitamos tener una clara comprensión del significado y del propósito de la oración y, en especial, de la oración por la niñez y la adolescencia más vulnerable de nuestro planeta.
Pregunto: ¿No será también un verdadero avivamiento cuando un niño o una niña es transformado por el poder de Jesús, por medio del Espíritu Santo, y hay fiesta en los cielos? ¿No será un verdadero avivamiento cuando vemos que por fin sonríe aquella pequeña abandonada o maltratada, la cual encontró finalmente a alguien que le extendiera su mano y la amara y protegiera?
Cualquier ministerio que se haga llamar cristiano, debe saber que la oración no es solo lo primero y lo último, sino que es el centro de nuestras actividades antes de que iniciemos nuestra faena.
Para hablar de intercesión tenemos que tomar a Jesús como referente, pues no solamente lo vemos permear su ministerio terrenal con la oración personal, sino porque es, en palabras de Segundo Galilea (1928-2010): “A partir de la oración de Cristo, que se fundamenta el sentido de toda oración. Porque Cristo oró, la oración tiene valor y significado. Pues el valor último de las virtudes cristianas y humanas se funda en los valores que Cristo vivió. Si Cristo no hubiera orado, toda consideración teológica o espiritual sobre la oración sería vana.
Nosotros no deberíamos tomar decisiones importantes en nuestras vidas, si éstas en primer lugar, no han sido permeadas en oración. Debemos orar con sabiduría a fin de promover una sociedad y un mundo mejores. El propósito de la intercesión es que “podamos vivir una vida tranquila y pacífica, con toda piedad y dignidad” (1 Timoteo 2:2), lo cual nos señala que todos somos partícipes al construir en oración esta paz para los hombres, las mujeres, los niños, las niñas y los adolescentes.
[1] Por medio del Fin de Semana Mundial de Oración por la Niñez Vulnerable, iniciativa que promueve Viva, desde hace 18 años a nivel mundial, se ha logrado movilizar a más de 1 millón de creyentes en todo el mundo. Este año se estará orando 1 y 2 de junio.
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