“Todo te lo tomas tan a pecho…”
“Te preocupas demasiado”.
“¿Por qué lloras? No es para tanto”.
“No se te puede decir nada”.
“¡Qué sensible eres!”.
Estas son expresiones que podemos escuchar las PAS en nuestro entorno. Estas expresiones no nos definen pero si pueden dar pie a malinterpretar, porque ¿Ser PAS es ser una persona débil, cobarde, hipersensible, tímida, introvertida? NO, un no rotundo. Tampoco es una enfermedad ni un trastorno. Ser PAS no es otra cosa que ser una Persona Altamente Sensible. Es un rasgo de la personalidad. La persona altamente sensible procesa de una forma más intensa que una persona que no lo es.
Una persona altamente sensible que no sabe que lo es, le costará entenderse y que la entiendan, por desconocimiento, por falsas definiciones de lo que es ser sensible. Porque quizás hemos construido una sociedad que no está hecha para mostrar los sentimientos, o por lo menos no está hecha para mostrar los sentimientos que se consideran negativos. “No llores”, “No te enfades”, “No te agobies”… porque parece que sentir y sobre todo expresarlo es de debiluchos inmaduros. Qué equivocados hemos estado.
Cuando la persona altamente sensible descubre este rasgo algo en ella se libera. Cuando se nutre de fuentes sanas que definen de forma coherente la importancia de validar las emociones, sean cuales sean, empieza a comprenderse a si misma y a su entorno.
Esta vida se transita de muchas maneras y las PAS lo hacemos desde lo más profundo, caminando desde lo más hondo. Otro se puede quedar en la superficie, sintiéndose a flote, encontrando así el bienestar. Las PAS no contemplamos esa opción, no podemos vivir de otra manera que no sea desde dentro, con los sentidos a todo volumen. Sumergiéndonos de pies a cabeza con todo lo que eso conlleva, enfrentándonos a la vida con una capacidad de percepción superlativa, en mayúsculas. Estas son algunas de las características más destacables del rasgo, entre otras muchas.
Las PAS corremos el riesgo de que nuestra vida se paralice por sobreestimulación, tenemos la sensación de quedarnos vacías en muchas ocasiones, sin recursos, necesitamos coger aire, llenarnos otra vez, a veces desde la soledad, otras veces desde la compañía.
Este se podría decir que es un súper poder con doble filo. Las personas altamente sensibles sin las herramientas necesarias podemos llegar a sentirnos perdidas, divagando en todo aquello que nos abruma, nos supera, nos ahoga en las profundidades. Pero con la gracia de Dios en acción transformando nuestro ser la percepción se transforma, todo cambia, es posible usar este rasgo para sanar, crecer y por supuesto con su ayuda, ser luz a quién nos rodea. La escuela de la gracia nos proporciona herramientas para que ser PAS se convierta en un don de valor incalculable.
“Jesús se maravilló…” Mateo 8: 10
“Jesús tuvo compasión de él” Marcos 1: 41
“Jesús miró con enojo a los que lo rodeaban, profundamente entristecido por la dureza de su corazón” Marcos 3: 5
“Dijo: Siento compasión por ellos” Marcos 8:2
“…Jesús se indignó” Marcos 10:14
“… Lo miró y sintió profundo amor por él” Marcos 10:21
“… Comenzó a sentirse atemorizado y angustiado. Les dijo: Mi alma está destrozada de tanta tristeza” Marcos 14: 33-34
“…Comenzó a llorar” Lucas 19:41
“Jesús lloró” Juan 11:35
“Jesús se entristeció profundamente…” Juan 13:21
“Jesús, lleno de alegría…” Lucas 10:21
La Biblia también dice de Jesús en Isaías 53:3 que fue “…Conocedor del dolor más profundo” y que “…Oró llorando y suplicando a gritos, y Dios respondió a sus oraciones” Hebreos 5: 7
¿Jesús fue PAS? No lo sabemos, lo que sí sabemos es que su sensibilidad fue una inspiración para nosotros, lo fue y lo sigue siendo ahora, en este mismo momento de la historia. Lo veo en mis hermanos, amigos y compañeros. Jesús en acción en sus vidas. Rasgos de la personalidad de Jesús en potencia, amando sin medida, sufriendo con el que sufre, celebrando la vida con el alegre, acompañando al perdido, sosteniendo al angustiado. Todas estas experiencias procesadas desde la empatía más absoluta, desde el acompañamiento más cercano, desde la vivencia más extrema.
Ser una persona altamente sensible no es ser una persona débil, aprendámoslo de una vez, la sensibilidad no es una debilidad. Sino mirad, fijaos bien en Jesús. Sintió, amó hasta lo sumo pero fue valiente y fuerte hasta el último suspiro. Ese hermoso ser que cautivó mi corazón, traspasó mis entrañas con su sensibilidad en potencia, a mil revoluciones. Esa sensibilidad es la que ha decidido otorgar a las PAS y tenemos una gran responsabilidad, aprender a usarla como él la usó.
¿Quién si no él puede darle el valor adecuado a nuestras emociones?, ¿quién si no él, el mismísimo creador del amor, nos puede dar los recursos necesarios para trabajar nuestras sensibilidad con excelencia?
Sintamos a su lado, sintamos a todo volumen, y aunque eso pueda suponer una exposición a la incomprensión y al rechazo, seamos más como él, dándole un propósito eterno a nuestra sensibilidad.
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