Posted On 27/05/2012 By In Biblia With 1844 Views

Pentecostés. Vencemos los miedos, abrimos la puertas y salimos en medio de la noche

Leer  Juan 20:19-23

La noche nos atemoriza. El miedo nos agarrota, y cerramos las puertas. Ahí fuera, en medio de la noche, los conflictos nos acechan. No queremos estar solos y nos hacemos acompañar por otros que están pasando por nuestra misma situación. También ellos tienen miedo de la noche. Nos ayudan a cerrar puertas y nos cobijamos  los unos junto a los otros para hacer más llevadero el temor que nos provoca afrontar la existencia.

Entonces, de forma inesperada, algo sucede. El Resucitado se hace presente en entre nosotros. Ni  el esfuerzo realizado en cerrar nuestras puertas, ni la noche, ni nuestros miedos evitan que Él nos salga al encuentro. Nos muestra su manos y su costado. Le “miramos”, y “observamos” sus cicatrices. Y caemos en la cuenta que Él ha vencido los miedos, la muerte y la noche. Recordamos que Él Siempre vivió venciendo miedos, y sin “cerrar puertas”. Y ello, hasta su onerosa muerte. Y porque vivió así, experimentó la resurrección a una nueva vida.

De sus labios surgen unas palabras que todo lo transforman: “Paz a vosotros”. Ante la experiencia de su presencia –al “verle-, y la Palabra que nos dirige obra el milagro de convertir nuestro miedos en alegría. Y es entonces cuando le volvemos a escuchar, “Paz a vosotros”. Para punto seguido encomendarnos una misión a la manera de la que Él llevó a cabo. Sentimos en nuestro rostros y corazones su “soplo” en forma de aire fresco, y continua diciéndonos “Recibid el Espíritu”. La transformación de nuestra existencia se hace más intensa y radical.

Y ya, sin sentir miedo sino alegría, abrimos las puertas y salimos a la noche para anunciar –y ese es el énfasis- el perdón y la paz del Dios de Jesús. Un perdón y una paz que pueden transformar vidas agarrotadas -como estuvieron en otro tiempo las nuestras- por el miedo a afrontar la noche. Nos convertimos en cooperantes del nuevo orden social anunciado por el Galileo, e invitamos a todos a participar del perdón, la paz y la alegría mediante la participación de la acción de Dios en el mundo.

Dentro de unos días haremos memoria del primer Pentecostés. Y se nos ofrecerá la oportunidad de solicitarle al Resucitado que, de nuevo, nos permita escuchar su Palabra y sentir su soplo que disuelven nuestros miedos y nos invitan a la misión en medio de la noche de la historia a fin de que amanezca la mañana en la que no habrá muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor (Apo. 21:4), en forma de un orden social que edificará ciudades cuyas puertas nunca jamás estarán cerradas, pues allí ya no habrá noche (Apo. 21:25).

Ignacio Simal Camps
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