«Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si me ofende? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete»
Mateo 18:21-22
(La Palabra, Sociedad Bíblica de España, 2010)
Hubiera sido mejor, pienso a veces, que Jesús sólo se hubiera dedicado a enseñar acerca de cosas abstractas, o de asuntos conceptuales, sin que tuviera que entrar en temas íntimos y personales de nuestra vida. Seguir un concepto siempre será más fácil que someter una vida. Admirar a un teórico es más cómodo que obedecer a un Señor. ¿No les parece?
Pero Jesús y sus enseñanzas tienen que ver con la vida; por eso se ocupa de la práctica del amor, de la insensatez de la venganza y del valor del perdón. Temas estos que tienen dimensiones tanto personales como sociales, políticas y comunitarias. Sobre todo hoy, cuando algunas naciones esgrimen la espada del desquite amparados en dudosas razones de justicia infinita.
El perdón está en el centro del mensaje cristiano. Dios nos perdona, Jesús vino para predicar el perdón, a enseñarnos cómo vivirlo y a confirmar con su muerte el precio del perdón, y a los cristianos y cristianas se nos invita a perdonar de la misma manera. Se nos pide que perdonemos así como hemos sido perdonados por Dios… o gracias a que hemos sido perdonados por él. (Mateo 18:23-35).
Cuando perdonamos las faltas que nos han cometido actuamos en obediencia a Dios y en conformidad con su carácter amoroso. Pero, cuando pagamos mal por mal quedamos atrapados en la dinámica perversa de la violencia y del odio.
El perdón es poder en acción (Nelson Mandela lo sabía). Quien perdona se opone a las fuerzas malignas de este mundo y se resiste a someterse a la lógica (ilógica) del sistema injusto, vengativo y belicoso.
Acojámonos a la resistencia del perdón.
Para seguir pensando:
«Frente a la venganza infinita, la fe cristiana propone el perdón infinito. Perdonar setenta veces siete significa perdonar infinitamente»
Elsa Tamez (Teóloga mexicana)
Vale que nos preguntemos:
¿Quiénes han actuado en mi contra? ¿De quiénes siento haber recibido una ofensa? ¿Qué significa en estos casos practicar el principio del perdón?
Oración:
Bendito Señor, gracias por tu perdón. Soy libre gracias a tu amor. Dame, por tu Espíritu, el poder de perdonar. Yo quiero caminar en las sendas del amor. Amén.
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