Los Evangelios gustan de tamaños e intensidades. Extremados y exagerados, los evangelios hablan de la experiencia humana, de la vida, de conflictos como últimos y primeros, grandes y pequeños, muchos y pocos, fuertes y débiles, hambrientos y hartos, arriba y abajo, dentro y fuera.
Los textos están llenos de alteraciones, de oscilaciones entre esto y aquello, de contrarios, de distinciones en movimiento; la vida transita entre relaciones, poderes y jerarquías. Más que un juego literario de inversos, los contrarios y los conflictos son una parte vital de los contenidos y los motivos de la buena nueva.
La viuda ofrenda dos monedas pequeñas y Jesús dirá que ella ofrecía más que todos los demás ofrendadores, más que los ricos que ofrendaban grandes cantidades de dinero. Las pequeñas monedas valen más que las grandes sumas de dinero (Marcos 12).
Un niño pequeño frente a una gran multitud en Juan 6: el niño tiene algunos panes y unos insignificantes peces. Una pequeña oferta ante la gran hambruna. Todo el mundo come y encima sobra (Juan 6).
Un pastor deja a 99 ovejas: muchas. Y va a buscar a la que falta: ¡una! (Lucas 15).
Un puñado de levadura para tres medidas de harina … leuda toda la masa (Mateo 13).
El grano de mostaza – ¡la más pequeña de todas las semillas! – una vez que ha crecido se hace un árbol tan grande, que vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas (Mateo 13).
… los primeros serán postreros, y los postreros, primeros (Mateo 19, Marcos 10, Lucas 13).
… el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (Mateo 20) y el mayor de vosotros, será vuestro servidor (Mateo 23).
Si alguno quiere ser el primero, será el último y el servidor de todos (Marcos 9).
¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y Jesús llamando a un niño, lo puso en medio de ellos … el que no sea como un niño no entrará en el reino de los cielos (Mateo 18).
¿Discípulos y niños? Dejad que los niños vengan a mí, porque de los tales es el reino de los cielos (Mateo 19).
Los viñadores asalariados, unos trabajan desde la mañana, otros desde medio día y otros desde el final de la tarde: el patrón llama a los obreros y les paga a todos el mismo salario, empezando por los últimos para acabar con los primeros … Quiero dar el mismo salario a los últimos que a los primeros (Mateo 20).
Así, los Evangelios y especialmente las parábolas se constituyen en imágenes rápidas de un mundo familiar, conocido, todo “es tan simple y claro, hasta el punto de que el oyente no puede dar ninguna otra respuesta:¡sí! ¡de hecho es así! Sin embargo las parábolas plantean un difícil problema… «identificar en las relaciones conocidas los criterios del reino de Dios.
Sí, se trata de imágenes de un mundo conocido pero que necesitan ser extrañadas, un mundo conocido con relaciones conocidas que deben ser evaluadas e interpretadas. Mezcladas las cosas del mundo con el Evangelio requieren reflexión y aprecio. Las imágenes familiares son invadidas por relaciones de contrarios y concluyen con propuestas de inversión. Inesperadas. Radicales.
Ya en la presentación del Evangelio de Lucas (1, 46-53), María canta la novedad inesperada y radical que confirma la presencia salvífica de Dios, que invierte los poderes:
Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la humilde condición de esta su sierva;
ha esparcido a los que eran soberbios en los pensamientos.
Ha quitado a los poderosos de sus tronos;
Y ha exaltado a los humildes;
A los hambrientos ha colmado de bienes
y ha despedido alos ricos con las manos vacías.
Estas inversiones son al mismo tiempo estructura literaria y mensaje. Más que el contenido, las inversiones son razones vitales de la buena noticia y que se confirman en la oración de Jesús (Mateo 11:25):
Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado
estas cosas a los sabios y entendidos, y las revelaste a los niños.
Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.
Ocultar a los sabios. Revelar a los pequeños. ¡Gracias a Dios!
Es con este «punto de vista» con el que debemos acercarnos al texto de Mateo 25.
En palabras de Leonardo Boff:
«Todo punto de vista es la vista de un punto. Al cambiar de punto, se cambia también la vista que este punto hace posible. Existen distintos lugares sociales y cada lugar social permite (y también interdice) diferentes visiones de la realidad. Estas diferencias permiten discursos diferentes, con intereses también diversos.»(Boff, Leonardo, Do centro para a margen: o testimonhu de un profeta, en: O caminar da Igrejacom os oprimidos. Rio de Janeiro: Codecri, 1980, p. 117).
Podemos desarrollar nuestro testimonio desde el centro o desde el margen, propone Leonardo Boff: El centro nos ofrece una lectura de la realidad, de la vida de la iglesia y del mundo en términos de jerarquías, de arriba hacia abajo, lo que refuerza las estructuras de un orden, de una disciplina, de una armonía de integración y consentimiento como poder centralizado. Nada más extraño al Evangelio de Jesús, que insiste en situarse en los márgenes. En los márgenes «se encuentra lo más puroy esencial»:
«El margen es un lugar en el que la vida es severa/sufrida y donde el sistema económico, social y político en el que vivimos muestra toda su iniquidad en el deterioro de todas las formas de vida. Desde el margen no es difícil ver, como se ha visto en Puebla, que el capitalismo es ‘un sistema de pecado’, anti-humano y prácticamente ateo (n.51, 403).»
Ahora podemos acercarnos al texto de Mateo 25 y oír el desafío del Evangelio que nos exige la experiencia de los pequeños del Margen que sólo piden una cosa: ser personas. «Y esta petición nos juzgará a todos nosotros.»
El texto de Mateo 25 une dos imaginarios: el juicio y el trabajo. El magnífico escenario del gran juicio con la venida del Hijo del hombre en toda su majestad en el trono de su gloria, en presencia de los ángeles y de todas las naciones (vv. 31 y 32) se aproxima a las tareas del trabajador, del pastor de pequeños animales.
Un trabajador alimenta a sus ovejas y sus cabras se mezclan con ellas, todo el día están juntas y sólo al final de la tarde llega el momento de separarlas. Los estudiosos de las costumbres palestinas dicen que las cabras, al anochecer, se llevan a un ambiente cálido, por ejemplo una cueva, mientras que las ovejas prefieren permanecer al aire libre al fresco de la noche.
Con esta yuxtaposición de imágenes la parábola nos presenta su primera sorpresa: una imagen maravillosa y fantástica del trono glorioso da lugar a los afanes y luchas del mundo del trabajo. No se trata de un desplazamiento cualquiera … desde ese lugar se llevará a cabo el juicio. La primera inversión ya ha comenzado y es radical: el lugar para evaluar la historia y las relaciones es el mundo de los trabajadores, que se relacionan con el mundo y con sus seres en la forma del trabajo. Viviendo con el mundo y en el mundo creando las condiciones de posibilidad de su supervivencia.
El trono, los ángeles, la majestad y la gloria son sustituidos de forma radical por el esfuerzo, el cuidado, el aprendizaje y la sabiduría del ámbito de los trabajadores que viven en relación con el mundo y con sus seres. Este es el lugar para juzgar, evaluar, separar… identificar valores y criterios. Ovejas para allá… cabras para aquí. El «rey»-pastor afirma: ¡Sois bienaventurados porque el Reino de Dios siempre fue vuestro!
¿Quién? ¿Por qué?
Porque tuve hambre, y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; desnudo, y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel, y vinisteis a mí. (Vv. 35 y 36)
La segunda inversión profundiza el radicalismo del texto: el Rey es ahora el hambre, la sed, el inmigrante, los desposeídos, los enfermos, los prisioneros. Más alejado todavía del glorioso escenario, Jesús habla de sí mismo desde los márgenes de la experiencia humana. Todas estas experiencias denuncian las relaciones ruines de poderes ruines.
Comer – por ejemplo – es una necesidad vital que compartimos todos los seres. La comida revela un modo de estar en el mundo, para establecer una reciprocidad con el territorio habitado, organizar el trabajo. Comer es hacer cultura como permanencia, adaptabilidad y creatividad. El hambre es una tragedia, ya que no sólo incide en la capacidad de supervivencia de los individuos y de los grupos sociales, sino que también rompe con la capacidad simbólica de reproducción y representación de acceso a los factores vitales de la vida y de pertenencia al cuerpo del mundo. El hambre es una tragedia porque revela una separación entre los seres humanos y la totalidad del mundo. No se trata de razones necesarias o naturales: se trata de relaciones de poder perversas, de propiedad, de posesión, de violencia que impiden a hombres y mujeres organizar sus vidas en un territorio, organizar su trabajo para poder satisfacer sus necesidades y seguir viviendo.
El agua puede ser una mercancía controlada por unos pocos con ánimo de lucro… el hambre y la sed generan muchas enfermedades, que expulsan a la gente de sus tierras y conducen a la migración, a situaciones de conflicto, de vulnerabilidad y de conflicto social. Entre ellos está Jesús, él se identificó con los hambrientos del mundo, con los sin tierra, sin agua, los inmigrantes, los enfermos, los vulnerables y los prisioneros. El Jesús de los márgenes.
Y el criterio para la participación en el Reino de Dios es este: situarse en el margen, para entender su metabolismo, para identificar su violencia y su capacidad de interferir en la socialización del pan, del agua, de la vivienda, de la compasión, del cuidado y dela defensa .
La tercera sorpresa llega cuando los «bienaventurados», los justos se sorprenden y dicen: pero ¿cuándo recibimos a Jesús en los márgenes de la vida, en los márgenes del mundo? Ellos no sabían que lo habían hecho … y lo hicieron más allá de la acción de la iglesia, o por algún motivo religioso, lo hicieron porque se extrañaron del mundo y de sus relaciones de pecado, y porque creyeron en otro mundo posible que sabemos que está oculto a los grandes pero que ha sido revelado a los pequeños.
Para los que no lo entienden, no lo saben, no les importa y no se mueven por la solidaridad y experiencias de cercanía a los pobres el Evangelio es claro y directo:
Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles: Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. (vv.41 y 43).
Malditos … ahí están el extranjero, el inmigrante, el hambriento, el sediento, el que vive sin dignidad en su ciudad, o atrapado en la frontera muerto de frío, enfermo y asustado, y usted no fue adarle la bienvenida y tapar su desnudez, ni asumió el dolor del otro. Usted eligió al diablo y a sus ángeles … que asaltan territorios y culturas para lucrarse y generan pobreza, miseria y hambre, guerras y sufrimiento. ¡Apartaos! ¡Lejos de mí! – dice Jesús. Ustedes no lo entienden… es allí donde está Jesús, allí es donde toda oración de fe genera sentido.¡O no!
Pero los hambrientos, los sedientos, los inmigrantes,los vulnerables, los criminalizados no deben ser entendidos aquí como sujetos pasivos que esperan una acción caritativa. Los pequeños son la mayoría de los pobre que denuncian con sus vidas la violencia de los imperios que devoran la tierra, el trabajo y la vida. Organizados para luchar por otro mundo posible los pequeños no aceptan la paz y el silencio de las multitudes, o la caridad hipócrita de las iglesias y susagencias. Los más pequeños se organizan en situaciones dramáticas y muestran su resistencia contra el diablo del Kapital y sus ángeles (empresas, bancos, medios de comunicación …).
Lo que el Evangelio nos pide es una solidaridadextrema e intensa, que nos permita compartir posibilidades y recursos para que los más pequeños no sean exterminados en su lucha por la vida. Nuestra lucha por la vida. Porque cuando hay un hambriento … todos/as somos hambrientos/as! Cuando hay un inmigrante perseguido, asustado y con frío y detenido ilegalmente todos/as somos inmigrantes … bienvenidos a la participación del Reino de Dios.
Los más pequeños son los protagonistas del Evangelio. Son las buenas nuevas de salvación. Alguien en nombre de la ortodoxia podría decir: ¡no! El corazón del Evangelio y nuestra fe es Jesús. ¡Ay … maldito! ¡Lejos de mí! No hay otro criterio ni otro lugar desde los cuales vivir la fe en Jesús.
En todo lo que hagamos a los pequeños… Jesús está allí.
Pero dadme,
una piedra en que sentarme,
pero dadme,
por favor
un pedazo de pan en que sentarme,
pero dadme en español
algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarse,
y después me iré.
La rueda del hambriento
César Vallejo
Traductora: Joana Ortega Raya