Posted On 18/08/2012 By In Libros, Teología With 1149 Views

Presentación de “Sendas Nómades: Encuentros, experiencias, fe, teología”

( Autora: Loreto Fernández) Muy buenas tardes a todxs[1]. Es para mí una alegría muy grande haber sido invitada por Nicolás a presentar su libro “Sendas Nómades: Encuentros, experiencias, fe, teología”.  Dieciocho de sus escritos en el blog Nomadismo contingente, se han hecho carne, papel, en este libro que hoy ve la luz.

Presentarlo tiene una significación particular, pues a mí se me reveló primero el escritor bloguero, que de tanto leerlo, comentarlo y usar sus escritos en cursos, talleres o charlas,  pasó a ser el amigo que hoy tengo al lado y bueno, como las búsquedas nos van hermanando, entretejiendo sueños  y complicidades, la vida permite que hoy les anime a ustedes a conocer también a Nicolás, como escritor, y por qué no, también como hermano y amigo.

La presentación de un libro tiene mucho de ritual, la puesta en escena supone escuchar la voz de quien ya ha leído, y decir “cosas al respecto”, claro, se busca alguien que diga cosas en pro del texto por cierto, y yo haré lo mismo; sin embargo quiero aclarar que si no me hubiese gustado,  hubiese declinado la invitación  a presentarlo. Como lo leí con placer, como me llamó a pensar y me movió las tripas, es que quisiera motivarles también a ustedes a dejarse llevar por la lectura de “Sendas Nómades: Encuentros, experiencias, fe, teología”

El ritual también es una invitación a generar un espacio donde se hagan presente,  se encarnen,  múltiples sentidos de la trama que supone la relación entre quien escribe, lo escrito y quien recepciona:

1)     El ritual supone un contexto: Un amigo argentino, compartiendo en Chile, nos remite al imaginario de lo latinoamericano; un referente más allá de nacionalismos alienantes, un referente necesario más que nunca, cuando la voracidad del capitalismo, pone en riesgo nuestras convivencias democráticas como estamos siendo testigos tristemente en estos días con la destitución del presidente de Paraguay o la destrucción de nuestros hábitats por los intereses de grupos económicos transnacionales. Cuando nos decimos latinoamericanos,  “Es necesario ponernos para nosotros mismos como valiosos”[2], como nos recordara el  gran pensador argentino Arturo Roig.  América Latina se nos presenta como una y como diversidad en sí misma, como historia trazada y como sueño compartido, como la referencia desde donde nos hermanamos. Acogemos entonces este texto que ve la luz, como escrito por unx de lxs nuestrxs, un texto latinoamericano.

2)     El ritual también hace presente que escribir un libro es un gesto político. Es apropiarse del  privilegio de un puñado, de escribir, publicar y hacer conciencia en otrxs. En este mundo lleno de asimetrías e injusticias, la palabra está lejos de ser democrática, por eso se aplauden los esfuerzos por tomarse la palabra y ponerla en diálogo. Escribir entonces puede ser un acto solidario, un compromiso, una búsqueda abierta a nuevas relaciones justas donde quien escribe se dona a unxs otrxs desconocidxs que se hermanan misteriosamente en el acto de comunión al leer la auto-donación del autor.

3)     Por lo mismo, el ritual tiene la ambivalencia de reconocimiento y ocultamiento. Hoy conocemos al autor, le escuchamos, pero cuando leemos el texto, nos apropiamos creativamente y pasa a ser nuestro. El libro leído entonces, nos recuerda que el conocimiento humano es siempre compartido, y que sus líneas están preñadas de muchas voces, que se hilan de manera singular por medio de quien se anima y tiene la posibilidad y el rigor de perpetuarlo en un texto determinado. Escribir entonces, supone la humildad de dejarse exponer, interrogar, confrontar, desde unxs otrxs que legítimamente se apoderan de lo dicho.

Y ya que está presente para el ejercicio de ser expuesto –antes del ocultamiento que sufrirá cuando nos apropiemos de su libro-, hablemos de Nicolás Panotto. Nicolás se presenta a sí mismo como “Un imperfecto creyente en continua búsqueda de nuevas experiencias y universos…Un caminante, un nómade en busca de lugares, de experiencias, de personas, de sorpresas”. Su libro, lejos de ser una biografía, nos muestra sin embargo  el itinerario inconcluso de quien se sabe en movimiento, habitado desde la singularidad de reconocerse parte de la comunidad cristiana.  Él mismo en la introducción nos lo dice en estos términos: Son escritos breves que combinan las más variadas formas, desde lo poético hasta lo teórico, y que parten desde sentimientos particulares, con repeticiones, reafirmaciones y repreguntas. Representan reacciones, descargas e interrogantes que surgieron en momentos concretos de mi vida y peregrinaje […]creo, también, que representa una manera de ver la vida, una forma de considerar la creación del conocimiento y la teoría, una propuesta de acción en la cotidianeidad, un camino para vivir la fe y conocer a Dios. Agregará en el último de sus ensayos,  que la fe se relaciona con la inestabilidad de los caminos que poseen una peculiar  capacidad de ser más de lo que son. (p.117)

Nicolás inaugura el  ejercicio de escritor con la lucidez de saberse en movimiento, en búsqueda, pero a la vez reconociendo la herencia de lo dado. De hecho, el primero de los tres apartados da cuenta de los Contextos contingentes. En una actitud expectante, de apertura, visibiliza de manera clara que la experiencia humana puede ser transformadora tanto cuanto parte de su condición de situada. Junto a ello, a partir  de un acontecimiento puntual, nos invitará a un reconocimiento de lo político en clave de lo estético y lo corporal, lo que puede ser un interesante tamiz para evitar reducir la compleja trama de relaciones a análisis simplemente descriptivos o moralizantes.

Las teologías de la liberación en sí mismas y confrontadas con los nuevos escenarios socio-culturales, la utopía leída en clave de reinado de Dios, nuestras representaciones y decires de Dios,  el cristianismo frente a la política, la normalidad y la anormalidad, la paradoja de la cruz, la verdad y la libertad,  son algunos de los tópicos que encontraremos en las páginas del escrito de Panotto.

Quisiera destacar que Nicolás conjuga la reflexión teológica desde sus vertientes más tradicionales en tanto ejercicio reflexivo metódico, pero que a la vez incorpora como lugar teológico, los espacios cotidianos. Aparece el bar con su ambientación y comida como lugar de koinonía,  donde todxs son bienvenidxs, En palabras de Nicolás: Qué mejor símbolo de compañía, de comunidad y del compartir, que un tinto con amigos y amigas, que una olla de locro que sirve para congregarse, mirarse con quien uno comparte la mesa y decir, desde la sensación de llenura y buen gusto: “¿viste qué rica que está la comida”? Qué pena que da cuando la teología pierde ese gusto, ese aroma. Cuando se vuelve insípida y con olor a viejo, a rancio, a vencida. Pero qué placer se siente cuando nos animamos a ver a Dios en las cosas más sencillas de la vida, en las sensaciones que dan placer, en esos momentos únicos donde se disfruta de lo que siente que es de uno.

Más adelante se anima a plantearnos pistas sobre una “pastoral posmoderna” y nos confronta recordando que Hay situaciones que se presentan en la pastoral, que muchas veces rompen con la “buena moral cristiana” y a las que se las juzga a partir de un pequeño número de posibles causas o consecuencias. ¿Qué sucede si aplicamos la prerrogativa deconstructiva? Luego en tono de proclama dice: abogo por una pastoral que busque intencionalmente los pequeños relatos, que camine por las grietas de los absolutos y los grises de la vida cotidiana. No digo que no existan puntos de partida desde donde se juzgue o evalúe cada caso. Pero debemos reconocer que ellos son también construcciones. Y si reconocemos esto, también comprenderemos que los sujetos y sus circunstancias son construcciones o, como algunos dicen, universalidades transitorias, contingentes y cambiantes. Para concluir que se hace necesario: ofrecer una pastoral que no busque la construcción de una “vida feliz” preestablecida sino que sirva como guía para intentar encontrar caminos en medio de esa madeja, para que cada cual construya su propia senda dentro de las idas y vueltas de la cotidianeidad que se vive con todos y todas.

La teóloga brasileña Ivone Gebara  ante la pregunta abierta de  “¿Cómo descubrir el misterio de Dios en la ambigüedad y la contradicción de la existencia?” plantea que  Dios no da respuesta a cuestiones teóricas, simplemente mantiene la vida, está en la vida…”[3]. Por lo mismo estoy cierta de que el libro de Nicolás es tan valioso, porque surge de su vida y quiere responder a su  propia existencia compartida con otras y con otros en una comunidad cristiana de límites difusos y siempre en desplazamiento.

El mundo cambió  y seguirá cambiando. Nuestra esperanza se tendría que fundar en la osadía de sabernos nómadas, en permanente tránsito, que  afinando el oído reconocemos que la Ruah  ocupa formas, lenguajes y expresiones siempre nuevos. Gracias a Nicolás, por animarnos con su libro a seguir buscando desde la fe que nos recuerda en la Carta a los Hebreos que lo viejo y anticuado está a punto de desaparecer (8, 13)

Muchas gracias a todxs y les animo a leer  y disfrutar el libro de nuestro amigo Nicolás.

Notas

[1] Se usará [X] en aquellas palabras cuya terminación denota género masculino o femenino, como una fórmula de lenguaje inclusivo  que a su vez, aligere la lectura del texto.

[2] Roig, A. “Teoría y Crítica del pensamiento latinoamericano”, FCE, 1981, p. 18

[3] Cf. Gebara, I. “El rostro oculto del mal”, Trota, 2005, pp 190-196


Nicolás Panotto

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