Introducción
“En la Biblia podemos ver cómo Dios ha revelado su propósito a través de la historia:
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En el Antiguo Testamento a través de Moisés, de los jueces, de los reyes y especialmente de los profetas.
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En los Evangelios a través de Jesús y sus seguidores
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En los Hechos y las Epístolas, a través de los apóstoles y la iglesia” (Kinsler y Cook, 1992, 9).
Así, la misión es contextual pues se ubica en una coyuntura específica, las iglesias, como instrumentos predilectos para realizar la misión, tienen como desafío encarnar, en primer lugar, el paradigma del Hijo de Dios como modelo vicario para la humanidad, y en segundo lugar el resto de las Escrituras para descubrir el propósito que Dios tiene para nosotros hoy.
Las iglesias son medios a través de las cuales se hace visible la redención y la transformación humana pues se constituye en el espacio del Reinado de Dios, el cual se caracteriza por la justicia, el bienestar, la paz y la libertad integralmente vividos. Por eso es que las iglesias son llamadas a buscar la transformación personal, social y religiosa, denunciando los pecados personales y estructurales a fin de restaurar la justicia y el gozo humano.
Generalmente, se usan cinco conceptos bíblicos para describir la razón de ser de las iglesias. “Estos conceptos se pueden resumir con palabras griegas que encontramos en el Nuevo Testamento:
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Kerigma: proclamación o anuncio del mensaje de salvación en Jesucristo, el Hijo de Dios
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Koinonía: comunión o comunidad de los que creen en Jesucristo y comparten la nueva vida que él les da
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Didajé: enseñanza o edificación de los creyentes dentro del cuerpo de Cristo para el servicio.
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Diakonía: servicio o ministerio de los cristianos dentro de sus comunidades y en la sociedad.
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Liturgia: culto o celebración comunitaria como expresión de adoración, arrepentimiento, proclamación, comunión, intercesión y dedicación” (Kinsler y Cook, 1992, 12)
Podemos entonces comprender que la salvación no es algo fijo, sino un proceso que cambia según los contextos y las necesidades que allí surgen. “Ya que la salvación es un proceso histórico, dinámico y está relacionado con un contexto concreto, nos toca a nosotros y nosotras, como cristianos latinoamericanos indicar … ¿qué significa salvación en nuestro tiempo, en nuestro país, en nuestra iglesia, en nuestra vida familiar y personal?” (Bakker, 1996, 9).
En el Acompañamiento o Consejerìa Pastoral se experimenta de forma concreta esa pregunta pues es demandada desde y a partir de las personas que se acompañan. Por eso, creemos que la Consejería Pastoral es un camno concreto para realizar la Misión de la Iglesia hoy. A continuación presentamos un esfuerzo por concretar la respuesta a la pregunta anteriormente planteada. La respuesta se encarna en una comunidad de fe cuyos miembros se caracterizan por ser mujeres crucificadas por el patriarcado, la discriminación de género y el empobrecimiento que generan las sociedades estructuradas por el sistema económico occidental.
¿Qué significa la salvación en un contexto donde los empobrecidos y empobrecidas son de antemano vistas como personas transgresoras del orden dominante, donde las mujeres son ultrajadas y la niñez escandalizada? La búsqueda de las respuestas se construyó a partir de la relectura bíblica. En el camino se creó un método por medio del cual se dibuja el estado de la cuestión y el proceso de transformación sin condena. Este método es aplicable en cualquier texto, pero las relecturas bíblicas se circunscribieron al evangelio de Marcos. Se hicieron teniendo presentes no solo a las comunidades de fe en el contexto de pobreza extrema y, dentro de éstas a las familias, sino también el proceso de la Consejería Pastoral.
En las comunidades de fe empobrecidas, emprender este trabajo es un gran desafío, pues por lo general, los y las miembros están acostumbrados a recibir mensajes bíblicos, sin relacionar sus vidas en plenitud con el texto bíblico. A veces, las comunidades están compuestas por personas que profesan una fe muy matizada con lo mágico: esperan muchos milagros y recompensas directas de Dios, sin mediación humana debido a su condición de “impotencia” que el sistema dominante les transmite. A esto se le suma un gran énfasis en los conceptos de pecado y culpa, los que creen poder resolver mediante una relación retributiva con Dios. Es decir, mediante un proceso relacional de «te doy y tú me das» que se manifiesta en cierta fidelidad religiosa: se asiste a la iglesia todos los domingos y a otras actividades eclesiales creyendo que eso “compensa” ante Dios sus faltas y pecados.
El desequilibrio de la salud en sus cuatro componentes: física, emocional, relacional y espiritual es otro elemento presente en esas comunidades. Debido a las condiciones históricas y materiales y a la falta de oportunidades, las comunidades pobres no tienen fácil acceso a los servicios que los Estados ofrece ni tampoco tiene acceso a los alternativos. Generalmente esa inaccesibilidad favorece la baja autoestima, el descuido de la salud y estimula la creencia que al no contar con los recursos que ofrece el mercado no es posible alcanzar el gozo humano. Hay cierta resignación debido a la desesperanza aprendida y tienen poca iniciativa en la organización grupal en busca de alternativas.
La relectura bíblica permite que poco a poco se vayan apropiando del círculo hermenéutico, que consta de ver, juzgar, hacer y celebrar. Ver la realidad circundante, personal y social; juzgar según el texto bíblico estudiado y hacer el proceso de cambio en sus vidas, y en su familia o en la interacción con los vecinos, en la congregación y en la participación en otros espacios y al comprobar que se puede hacer entonces se celebra la voluntad de haber emprendido un camino nuevo. Pasemos entonces a conocer el método y su aplicación.
La relectura bíblica1:
Se trata de realizar una lectura bíblica en la cual se analiza la calidad de las interacciones humanas y el proceso de trascendencia de la vida. Para esto se revisa las vinculaciones, el contexto en el que se realizan los vínculos, el qué, para qué y por qué de esos vínculos y la calidad de la reciprocidad (dependencia y codependencia, independencia e indiferencia, autonomía e interdependencia). En esta relectura también se revisa la influencia de la cultura en esas vinculaciones, los imperativos éticos (creencias, mitos, estereotipos) y sus representaciones simbólicas.
El proceso de trascendencia se refiere al proceso de cambio y a las metas para la vida plena. En ese sentido se analiza el cambio de las vinculaciones actuales por vinculaciones de interdependencia, apoyo mutuo y negociaciones y el proceso de la ética contextual: el sentido de comunidad, la responsabilidad, la alteridad, pecado, culpa, el carácter y razonamiento moral en sus niveles personal, grupal (familiar y comunitario) y social.
El proceso de la relectura bíblica terapéutica pasa a la vez por tres etapas:
En el primer momento, se trata de dejar que el grupo con el que se realiza la lectura hable, sea el protagonista. Para ello se plantean dos preguntas: ¿qué entendemos que dice el texto? (lectura literal), ¿qué nos dice a nosotras y nosotros aquí y ahora, como grupo de reflexión y como personas en situación? (interacción lector-texto) Es una lectura subjetiva, catártica, que permite el reconocimiento grupal de las situaciones personales y de la intervención de la práctica de la fe en esas situaciones. A veces resulta hasta una lectura alegórica. Este paso es muy importante para la misión y la consejería pues permite ser «el abre bocas» de las situaciones personales y de la comprensión del contexto en el que se desenvuelven, permite, a la luz de las experiencias de fe, visualizar un camino novedoso para la entrevista, técnica por medio de la cual se realiza el acompañamiento o la consejerìa.
En el segundo momento, se hace de nuevo la lectura bíblica, pero desde dentro del texto, a partir de algunos métodos de relectura y análisis bíblico (el método literario, el histórico, el retórico e ideológico). Nosotros le dimos prioridad a algunos métodos como el sociológico, antropológico y de género. Esta segunda lectura aporta el análisis profundo del texto a partir del «especialista» (bíblico-teológico). Permite cotejar la primer lectura, analizar los mitos, las falsas creencias, las imágenes estereotipadas de Dios y del ser humano. Es un puente muy importante para provocar el proceso de cambio. Aquí el protagonista es el que «conoce» el proceso científico de relectura bíblica. Por lo general se procede descubriendo los personajes que interviene en el texto: el narrador, los testigos, los personajes que hablan y los que se nombran. Luego, se sitúan en las escenas del texto y luego se enlazan los hechos por escenas según el contexto de la época. Y desde allí comprender el mensaje transformador que tienen los hechos narrados para aquellos testigos y para el narrador. Para, por último, analizar el mensaje trascendente del texto, del cual se desprenderá el tercer momento.
En el tercero y último momento, se hace la lectura terapéutica propiamente dicha. Es la lectura de delante del texto que apunta al proceso de transformación subjetiva, trascendente. Aquí se construyen las metas, el horizonte de sentido y se asume el Reino de Dios y su justicia. El protagonismo está en la relación entre el contexto personal y grupal, la lectura bíblica y los cambios necesarios para tener una vida trascendente personal, familiar, grupal o comunitaria y social, a partir de las enseñanzas del texto. Es el momento de la relación entre la primera y segunda lectura.
De esta forma, se revisa, de acuerdo con Casiano Floristán la praxis 1 o sea nuestro punto de partida (contexto personal y social actuales), luego con base en la teología de la salvación y el apoyo de otras ciencias se comprende el texto que sirve de paradigma para juzgar la praxis 1 y por último, se busca cómo transformar la praxis 1 a partir de aquel paradigma bíblico para entonces generar la praxis 3.
Originalmente trabajamos el texto bíblico con la versión Lenguaje Actual, pues resulta de mayor comprensión para las comunidades de fe, pero para efectos de la presente investigación, añadimos otras versiones y las divisiones que presentaremos a continuación están basadas en el texto interlineal.
Para la relectura del contexto bíblico nos basamos especialmente en el libro de Bruce J. Malina (1995), El mundo del Nuevo Testamento: perspectiva desde la antropología cultural. Hoy día, se tiende a enfatizar la introspección individualista para el proceso terapéutico, pero esta percepción no existía en las culturas del primer siglo. Nosotros hacemos una Consejería Pastoral Contextual: comunitaria y familiar, por tanto, el proceso de introspección no es individualista, aunque sí lo incluye. Bruce Malina nos hace ver que no es posible hacer “psicología” tomando como punto de partida la perspectiva bíblica, porque nuestra concepción de individuo, como totalidad humana capaz de hacerse cargo de sí mismo, no lo vamos a encontrar en la cultura mediterránea del primer siglo. Veamos:
En lugar de individualismo, lo que encontramos en el mundo mediterráneo del siglo I es lo que podríamos llamar una decidida orientación grupal. Las personas se percibían siempre a sí mismas en referencia al grupo (o grupos) con el que (o los que) se experimentaban inextricablemente entrelazados. Podríamos describir tal orientación psicológica como “diadismo” (palabra griega que significa “par, pareja”), en cuanto opuesta al individualismo” (Malina 1995, 89-90).
Según este autor, una característica de la personalidad diádica es que las personas desvían su propio yo porque se concentran en las exigencias y expectativas que el otro (grupo o familia) tiene de ellas y se dedican a “mantener a flote su reconocimiento social” (Malina 1995, 90), de ahí que los valores predominantes sean el honor y la vergüenza y no la culpa” (Malina 1995, 90). Malina analiza entonces el honor y la vergüenza, la personalidad diádica, la percepción de los bienes limitados, las fusiones familiares y las reglas de la pureza.
Nosotros elaboramos una propuesta de relectura terapéutica, en la cual no solo se analiza el contenido de las interacciones humanas, sino la calidad de ellas, en las cuales está inmerso el imperativo moral (familiar y social), la búsqueda del equilibrio entre el proceso grupal y personal, procurando establecer la interdependencia como punto medio entre la independencia (individualismo, indiferencia) y la dependencia y la codependencia (ausencia de autonomía, servilismo y jerarquización). La relectura terapéutica persigue cumplir con los siguientes pasos: primero, plantear las interacciones sociales presentes (tanto las obvias como las latentes) en los documentos bíblicos. Segundo, comprender la calidad de los vínculos y sus contenidos a la luz de la cultura de aquel momento. Tercero, hallar los condicionamientos, prejuicios y pre-conceptos implícitos, la ideología del conflicto o los intereses de los grupos que interactúan. Cuarto, pensar en el aporte que ese texto podría estar dando desde la perspectiva terapéutica (cambio y sanidad). Quinto, relacionar la situación coyuntural actual con las situaciones que el texto plantea, después de haber sido analizado, con el fin de iluminar alternativas para el cambio.
Para alcanzar el objetivo de hacer una relectura terapéutica de la Biblia, planteamos aquí los primeros presupuestos teológicos y psicoterapéuticos que guían esta investigación. Con respecto a los presupuestos teológicos, partimos de varias preguntas: ¿Cuál evangelio releer?, ¿Qué elementos ofrece ese evangelio para la Misión y la Consejería Pastoral en contextos de pobreza extrema?. Con relación a los presupuestos psicoterapéuticos, presentamos dos elementos: la formación de grupo y la resiliencia.
Veamos entonces los presupuestos teológicos primero y luego los presupuestos psicoterapéuticos.
Presupuestos teóricos teológicos
Antes de iniciar la relectura nos proponemos presentar dos tipos de presupuestos. Primero los presupuestos subjetivos y luego los objetivos. Como creyente y líder religiosa soy subjetiva. Esta subjetividad no solo me impulsa a buscar teorías que ayudan en la investigación para hacer el salto de la subjetividad a la objetividad, sino que también exige la apropiación de ciertos conceptos teológicos y sociológicos que muestran la experiencia de fe. Planteo tres presupuestos subjetivos. Primero, si la encarnación es uno de los medios a través de los cuales Dios decide acercarse o alcanzar al ser humano (Araya, 2004), el Jesús histórico que presentan los evangelios, y en particular, el evangelio de Marcos, permite analizar en la cotidianidad algunas experiencias de vida de ayer que son modelos para los desafíos de hoy y en particular, para la vida de las mujeres. Segundo, si es humana y no divina la persona encarnada tiene que pasar por los mismos procesos de comprensión e incomprensión por los que pasa un ser humano de parte de su grupo de origen (familia) y de otros grupos a los que pertenece por voluntad. Tercero, la humanidad de Jesús también nos da pistas para plantear el proceso de la misión o desarrollo de la fe para las comunidades eclesiales y familias acompañadas.
Los presupuestos objetivos son: ¿Cuál evangelio releer y por qué? ¿Qué elementos ofrece esta evangelio para la Misión y Consejería Pastoral en contextos de pobreza? ¿Cuál es el protagonista principal de esta relectura y por qué? Decidimos empezar por releer el Evangelio de Marcos. Hay cuatro razones. La primera razón es porque se necesita un evangelio cuya estructura sea simple y fácil de comprender por las personas acompañadas en la Consejería y por los miembros de las comunidades empobrecidas. El evangelio de Marcos, al ser el primer evangelio que se escribe, tiene una propuesta teológica simple y esta sencillez está reflejada en su estructura. Los otros evangelios sinópticos, al haberse elaborado sobre la base de Marcos y otras fuentes, tienen una mayor elaboración teológica y ¡ni qué decir del evangelio de Juan! La estructura del evangelio de Marcos aporta un camino muy sencillo, pero muy importante para aplicar en la Misión y en la Consejería Pastoral. El evangelio, podríamos decir, que lanza tres preguntas: ¿Qué es lo que hace Jesús? ¿Cómo se presenta Jesús en su vida ministerial? ¿Por qué lo hace? ¿Cuáles son las consecuencias de eso que hace? Es decir, qué es lo que hace, por qué lo hace y consecuencias de lo que hace, es un método apropiado para el diálogo en la Consejería, tanto para recoger la información como para la reflexión acerca del problema, desafío o motivo de consulta y a la vez permite contextualizar mejor la Misión de la iglesia hoy.
La segunda razón es porque las fuentes de donde se alimenta el evangelio de Marcos, también son primarias, como lo comentan Gamaleira y Correia:
En Marcos está la fórmula más antigua de la catequesis de la iglesia o kerygma primitivo. Se inicia con la predicación de Juan el Bautista y termina con la resurrección de Jesús (Hechos 1:22). Su fuente principal es un evangelio oral (Gamaleira y Correia 2002, 13-15).
La tercer razón es que la comunidad a la que Marcos escribe es también una comunidad primaria, es decir, una comunidad caracterizada por la sencillez teológica y por una fidelidad cristológica muy genuina. Es una comunidad en la cual se reconocen las ambivalencias que caracterizan a la fe de los primeros creyentes de la resurrección. Esto es muy importante para el contexto en el que se desarrolla la consejería, pues podría haber cierta semejanza con lo que algunos llaman, la fe del “primer amor” y la ambivalencia entre lo que se llama el viejo y el nuevo ser humano. Además las comunidades pueden reiniciar su caminata de fe al contextualizar la historia de la salvación en su quehacer cotidiano.
La cuarta y última razón, es que el evangelio en la sección escogida, Mr1-8.22, nos ofrece cuatro elementos muy importantes para la Consejería en contextos de pobreza extrema. Estos cuatro elementos son: la estructura organizativa de los hechos narrados, el modelo de vida del Jesús histórico, el compromiso y cohesión de grupo, perfil de discípulos y discípulas. Los primeros ocho capítulos presentan lo que hace Jesús. Este hacer está caracterizado por: ritos y símbolos, formación de un grupo de referencia (familia o iglesia doméstica), sanidades o milagros realizadas, no por medio de recursos institucionales y/o instrumentos especiales, sino con lo que se tiene: los cuerpos (de Jesús y de las personas atendidas), elementos del entorno inmediato, como podría ser el agua o la tierra. Los lugares donde se convive y se realiza el quehacer ministerial se caracterizan por ser de frontera o ambivalentes. El modelo de vida del Jesús histórico o el por qué lo hace está presentado por sus acciones, que a su vez, están acompañadas de un fundamento, de un motivo muy especial que testifica la fe de Jesucristo: el Reino de Dios se ha acercado. Jesús muestra ese acercamiento del Reino “cuando los cuerpos sanan” (Nieto 2004, 74). El evangelio de Marcos es calificado como el Evangelio del Mesías oculto (Wilke 1994, 144). La encarnación es presentada en este evangelio desde su humanización y no desde su divinización. El recurso literario del escritor está representado en las frases que aparecen en los primeros ocho capítulos: Jesús callaba a los demonios que decían quién era él. En cambio, en los otros evangelios, este mesianismo es muy claro, principalmente en Mateo y en Juan. En Mateo, por ejemplo, su estructura está organizada según el orden del Pentateuco (Wilke 1994, 128) y la frase de Juan el “verbo se hizo carne”, reflejan la intención de los narradores de demostrar que Jesús es el esperado, el Mesías. La humanidad o encarnación de Jesús, en Marcos, le permite a este autodenominarse Hijo de Hombre. A la vez esta pista permite que la humanidad resuelva los desafíos cotidianos a partir de sus propios recursos (personales y grupales), contando con el autoconocimiento, el fortalecimiento o empoderamiento y con la capacidad de crear y convivir en grupo. Las personas que llegan a una comunidad de fe que contextualiza la Misión y a la Consejería lo hacen porque se creen impotentes para resolver por sí mismos sus propios conflictos o situaciones y necesitan de un modelo o un espejo humano que les devuelva sus propias capacidades o les devuelva su poder y, allí es donde juega un papel muy importante Jesús como modelo humano.
El compromiso y la cohesión de grupo representan la consecuencia de lo que Jesús hace. El narrador marcano presenta a Jesús como el Mesías oculto porque lo que éste quiere es plasmar la fe de la comunidad a la que habla a partir de un modelo personal y grupal. Ambos: líder y grupo se influyen mutuamente. Jesús como modelo humano hace una opción de vida por su propia fe y esa fe de Jesucristo es lo que invita al grupo de discípulos y discípulas a seguirle. Es una fe “que mueve montañas”, y así la comunidad marcana plantea en su praxis que va descubriendo a Jesús como Mesías y lo resucita.
Paralelamente, la práctica de la fe de Jesús y de su grupo nos modela la Misión y un tipo de Consejería que demuestra que buscar alternativas para responder a los desafíos de la vida en forma individual no es el camino correcto. A la Consejería que proponemos y que hemos puesto en práctica le interesa despertar en la conciencia de quienes acuden a la comunidad de fe en busca de respuestas que somos parte de, y que, por tanto, las alternativas de vida no son individualistas.
Otro aspecto que interesa de este evangelio es la sencillez de la actuación de Jesús. Porque tal y como lo presenta Marcos, el quehacer de Jesús se caracteriza por su simplicidad. Ni siquiera tiene una vara como la que tenía Eliseo para sanar o dialogar. Jesús solo tiene su fe, su cuerpo, sus gestos, sus palabras, su mirada, su ropa, su saliva y sobre todo, el grupo de amigos que lo siguen fielmente, aunque a veces, no lo entienden. Esto es muy importante para la Misión y la Consejerìa. La Misión y a Consejería contextualizadas apuntan a trabajar aquí y ahora con lo que se tiene en ese momento, como lo señala Baltodano, S. (2003, 112). Las comunidades empobrecidas necesitan reconocer esa simplicidad, pues lo único con lo que cuentan es con sus cuerpos y con su capacidad de ser cuerpo comunitario. Las comunidades de fe muy pobres, no tiene nada para llamar la atención ni para atraer a la gente, solamente sus propios cuerpos, sus personas, lo que tienen en su entorno inmediato (pobreza) y la práctica de su fe.
El evangelio de Marcos plantea que todas y todos en las condiciones en las que estamos hemos sido alcanzados por Dios. El reino de Dios se ha acercado en esas condiciones y este acercamiento y es una buena noticia; buena noticia hecha realidad en la sanidad. Esas sanidades son las marcas o las huellas de Jesús, las que deja en la memoria y en el corazón de su pueblo.
Hay tres aspectos del poder que son muy importantes para la comunidad de Marcos: reconocer el poder que tienen como comunidad de fe, creer en el poder de Jesús y el poder personal para mantenerse aferrados a las declaraciones que hace el grupo sobre lo que cada uno es y luchar porque así sea. Es decir, se necesita el fortalecimiento mutuo, de cada miembro de la comunidad, del fortalecimiento que viene de la fe en Jesús y de la participación de cada uno en ese proceso de fe o praxis liberadora. Para nosotros, en la Misión y la Consejería, esos tres elementos también son muy importantes: una comunidad transformadora, la fe de Jesucristo y la apertura de cada miembro integrante de la comunidad a ser sujeto de su propio proceso de liberación, sin menoscabo de la vida comunitaria.
Una comunidad capaz de transformar y de transformarse, que acompañe al aconsejado/a, que lo comprenda, que lo apoye, que lo anime, que lo reciba. Una comunidad que dé acreditación de su misión. La Consejería como Misión se hace desde una propuesta teológica y una práctica determinada por la fe en Jesucristo. Y la Consejería tiene como meta el protagonismo del aconsejado situado en una comunidad, para que el cambio se dé en su vida y en su entorno y para que ese cambio resuelva el nudo que lo tiene disminuido.
La Consejería, fiel al evangelio, no solo busca acompañar a las personas en sus necesidades o resolver sus problemas, sino también que estas personas comprendan que las salidas de liberación se dan en el compartir, en el estar en relación con los otros y otras. Por eso, Jesús nos enseña que la tarea no es únicamente sanar a los enfermos, sino que se experimente el Reino de Dios aquí y ahora. En otras palabras, la práctica de la justicia, las búsquedas de sanar y ser sanados son espacios y prácticas que dicen que el reino de Dios está presente aquí y ahora. La Consejería conlleva, siguiendo el ejemplo del evangelio de Marcos, un proceso integral. Las acciones que se realizan en el marco de la Consejería no son simples acciones, son acciones que fundamentan una fe, son por tanto, acciones teológicas, acciones que hacen presentes a Dios y su justicia.
Presupuestos teóricos psicoterapéuticos
Estos presupuestos son dos: la capacidad de formar grupo y la capacidad resiliente de las personas y del grupo. Las personas se ven afectadas por lo que ellas hacen o dejan de hacer y también por la organización social a la que pertenecen. Es decir, la organización social puede facilitar el desarrollo humano o puede entorpecerlo. Cuando lo entorpece, ocasiona traumas, desvíos y sufrimientos, los cuales pueden ocasionar patologías: enfermedades mentales, físicas, relacionales y espirituales. Sin embargo, nos encontramos con personas que a pesar de haberse desenvuelto en ambientes familiares y comunitarios hostiles, que generan enfermedades de cualquier índole, sacan provecho de ese entorno y salen adelante con éxito. ¿Qué fue entonces lo que influyó en esa persona para que no desarrollara alguna patología? La teoría de la resiliencia dice que tiene que haber habido algún factor especial que se da en el entorno inmediato que permite a la persona desarrollar cambios en, por lo menos, cuatro áreas de acción que generan una excelente autoestima. Según Melillo y Suárez, son cuatro las áreas en las que la resiliencia se manifiesta: en el yo tengo, yo soy, yo estoy y yo puedo. Presentamos los detalles de cada área:
Yo tengo: personas en quienes confío plenamente y me aman incondicionalmente; personas que me ponen límites para que aprenda a evitar peligros o problemas; personas que me muestran la manera correcta de proceder por medio de su conducta; personas que me ayudan cuando estoy enfermo, en peligro o cuando necesito aprender y que quieren que aprenda a desenvolverme solo.
Yo soy: una persona por la que otros sienten aprecio y cariño, feliz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto, respetuosa de mí misma y de mi prójimo.
Yo estoy: dispuesta a responsabilizarme de mis actos y segura de que todo saldrá bien.
Yo puedo: hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan, busco la manera de resolver los problemas, controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien; busco el momento apropiado para hablar con alguien o actuar y encuentro alguien que me ayude cuando lo necesito (Melillo y Suárez 2002, 21-22).
La práctica de la fe y la relectura bíblica ofrece muchas oportunidades para la movilización de las viejas estructuras familiares, personales y grupales que impiden el desarrollo humano y social. La relectura bíblica genera comunidad, autoestima, alternativa de vida. En la Biblia podemos descubrir ejemplos de personas resilientes, palabras de aliento y ternura que invitan a acciones de transformación. En otras palabras, la relectura bíblica resulta ser un proceso terapéutico, allí encontramos propuestas de cambio, es un factor resiliente.
El método de relectura terapéutica:
Está basado en la teoría de la recepción del texto. Esta teoría plantea que toda lectura ha sido influenciada por el contexto histórico, social e ideológico del lector o lectora. Esto indica que aunque el texto presente una ideología particular (generalmente es la del autor) puede que ésta no sea aceptada por el lector o receptor, y entonces, éste, puede hacer una contralectura del texto. Es decir,, que la lectura centrada en el receptor pone en diálogo al lector o la lectora con el texto, el autor y los contextos. En otras palabras, la teoría de la recepción del texto hace evidente el modelo de comunicación: emisor, medio, receptor. De esta manera, el texto original se convierte en muchos textos (López, 2003, cap. 17). El proceso de la relectura bíblica terapéutica tiene las siguientes lecturas:
1. Lectura hablante: para entender mejor el texto bíblico debemos recordar que fueron textos construidos oralmente y que podemos posicionarnos mejor en el sentido del texto si lo leemos en voz alta. Ojalá lo leamos varias veces en voz alta en diferentes versiones bíblicas y de ser posible, que varias personas lo lean. Conforme vamos escuchando podemos captar los diferentes timbres de voz, las diferentes entonaciones y las diferencias en las palabras usadas en las diferentes versiones bíblicas.
2. Lectura vinculante: generalmente el texto, después de haber sido leído nos impacta. Cada persona retiene un elemento del texto que para sí misma resultó emocionalmente impactante. Si nos detenemos a revisar por qué cada persona retuvo un aspecto del mensaje del texto y no la totalidad del mensaje, es porque en ese elemento retenido hubo una vinculación emocional que está relacionada con la situación actual o historia de vida de cada quien. Es decir, inconscientemente retuvimos lo que proyectamos de nosotros en el texto. Esta lectura vinculante se realiza a partir de la memoria, ¿qué recuerdo del texto después de haberla escuchado varias veces?
3. Lectura transformante: se trata de profundizar el texto. De conocerlo desde dentro del texto mismo, pues las lecturas anteriores lo conocí desde fuera, desde los receptores. Para comprender el texto desde dentro describimos los personajes y las escenas. Las escenas se pueden establecer por las acciones de los personajes o por los lugares o el tiempo que allí se describe. Una vez establecidas las escenas se revisan los personajes que intervienen en cada una: qué hacen, cómo lo hacen, dónde lo hace, por qué lo hacen y con quién lo hacen. Para ello se leen varias veces las escenas y de ser posible se teatraliza cada escena. Se escudriña el sentido de las escenas profundizando el contexto del texto, investigando los códigos culturales que surgen del mismo texto. Se descubre también lo que no dice el texto y que imaginos que pudo haber dicho u ocurrido. Cuáles son las intenciones del autor, cuál es el género y el contexto literario y por último se descubre el mensaje trascendente del texto que impactó y transformó a los personajes. Dentro de los personajes que siempre estarán presentes en cualquier texto están los testigos (que transmitieron la historia oralmente de generación en generación) y el narrador. Luego, reflexionamos, ¿cómo nos impacta el proceso de escudriñar, escenificar y comprender el mensaje? ¿En qué nos interpela para la situación de cambio que buscamos en el proceso del acompañamiento pastoral?
4. Lectura celebrante: No se puede dejar de celebrar lo que el texto nos ha transmitido y nos ha hecho sentir a la luz de la fe y de la respuesta esperada en el proceso de Consejería. Es el momento para orar, cantar, simbolizar, transmitir y aplicar lo que ha significado cada lectura para cada una de las personas que han participado.
Ahora, veamos el resultado del método en el Evangelio de Marcos.
Resultados del método de relectura terapéutica en el evangelio de Marcos: capítulo 1 al 8.22
Nos concentramos en la primera parte del evangelio que va del capítulo 1 al 8.22, en la cual, podemos decir que están las principales acciones de Jesús, por medio de las cuales se concreta la soberanía de Dios. Estas acciones son las conductas de Jesús que nos van a permitir trabajar las conductas del ser humano. La lectura la hicimos mediante tres preguntas: ¿Qué dice el texto? ¿Qué dice cuando lo leemos asumiendo que la Palabra nos ilumina terapéuticamente?, ¿Cómo esta lectura terapéutica nos acompaña en el proceso de transformación y sanidad de las familias y comunidades de fe? Sin embargo, aquí solo ponemos el resultado final del proceso, pues de lo contrario esta investigación sería muy grande En cada apartado iremos releyendo el texto bíblico en dos pasos: el texto desde dentro y el texto desde fuera con el fin de construir la lectura terapéutica.
1. El encuadre (Mr 1.1-5)
Estos versículos tienen la introducción de todo el evangelio. Están redactados de tal manera que denotan un carácter de defensa, pues el evangelista quiere demostrar que Jesús es el Hijo de Dios. Esta defensa está expuesta, no a partir de justificaciones filosóficas o sociológicas, sino a partir de las conductas del defendido, es decir, se habla de él por medio de lo que hizo. Para contar lo que hizo, el evangelista se guía por dos modelos. El primero es el de Isaías, personaje reconocido en la historia del pueblo judío. El segundo es un personaje contemporáneo reconocido por el pueblo en tiempos de Jesús y por él mismo, se trata de Juan el Bautista.
El primer modelo
El texto referido a Isaías es acerca del Deuteroisaías. Este profeta surge justo después de la primera y segunda deportación de los judíos a Babilonia, entre el 597 y 586 A.C., situación que lleva a los judíos a grandes dudas en su práctica de la fe: había vergüenza profunda porque supuestamente su Dios les había abandonado o había sido derrotado por los otros dioses del entorno. ¿Cómo a ellos, los del saber y del poder pudo haberles ocurrido semejante situación? (Jr.51.34-35, Sal 137). Había que liberarse de este oprobio, pero ¿cómo?, si Dios había sido vencido. Había crisis profunda de fe y de esperanza (Is.40.27, 49.14). Habían sido deportados. Esta deportación les hacía recordar el primer éxodo, pero en sentido contrario. El primero los liberaba de la esclavitud, pero este segundo los esclavizaba.
El segundo modelo
Los dos éxodos (el de Egipto y el de Babilonia) son a la vez recordados por Marcos en la figura y mensaje de Juan el Bautista, en la época de Jesús. Para Marcos, posiblemente recordar el contexto y el texto del Segundo Isaías refresca la memoria histórica de los llamados por Juan, que están en una situación de sometimiento a otro Imperio (Romano) y que, posiblemente, esperaban otro Éxodo (un tercero). Pero, según Juan y Jesucristo, ya no es un éxodo geográfico, sino un éxodo ideológico-teológico. Implica entonces una conversión genuina, no solamente dejar de hacer, sino también hacer lo que se ha olvidado, amar y optar por los más pequeños, débiles, excluidos o despreciados (cf. Croato 1994; Wiéner 1980; Schökel y Sicre 1987).
Juan presenta el camino en protesta absoluta al sistema religioso y político (en la desembocadura del Río Jordán, símbolo de la entrada del pueblo de Israel a la tierra prometida después del primer éxodo). Nos expone que él solo es el preparador del Mesías. Y que mientras él, Juan, ángel que prepara el camino, bautiza con agua, el otro, el que viene, Jesús o Mesías, bautizará por el Espíritu. Es decir, mientras él predica el arrepentimiento y el cambio de conducta, la penitencia permanente, el que vendrá lo hará de otra forma. Esa otra forma no es explicada por Juan, según el narrador marcano. Se infiere, a posteriori de la vida de Jesús, que ese otro bautismo es el del Espíritu, el cual, a criterio de Pikaza, es por gracia (Pikaza 1998, 32).
Quisiéramos detenernos un momento en la figura de Juan. Para Jesús, él es muy importante. Es su líder, ganó su respeto y admiración. Juan es una persona coherente, que no divaga entre el hacer y el pensar. Es un profeta solitario pero de gran popularidad. Es un asceta que vivía en el desierto como los beduinos. Es un profeta escatológico al estilo de los profetas antiguos, como el Deuteroisaías. El bautizo que realiza se asemeja al de sus contemporáneos pero con cierta autenticidad. El bautismo era un símbolo de denuncia y esperanza. Si Juan lo asume, nos hace pensar que Israel, en su tiempo, ha dejado el buen camino, se ha alejado de Dios y entonces él lo llama al arrepentimiento y al cambio de conducta. También les hace ver que hay esperanza, pues los bautizados se salvarían. Su predicación exige arrepentimiento y compromiso de cambio, pero también plantea la anticipación de la purificación del pecado por su mediación o protagonismo (Meier 2000, 47-57).
El personaje protagonista de la historia de Marcos
Mientras Juan predica y vive en el desierto, viste y come coherentemente con su mensaje. Jesús viene de la periferia de Jerusalén (Galilea), para luego regresar a ella y desde allí denunciar y proponer una alternativa de vida.
Al leer con cuidado, notamos que el texto dice que Jesús viajó desde Nazareth de Galilea, especialmente para que Juan le bautizara. ¿Era Jesús discípulo de Juan? ¿Siguió Jesús las enseñanzas de Juan? Jesús siguió en mucho a Juan, pero también siguió su propio camino. Ambos creyeron en el arrepentimiento y en el cambio de conducta, pero no como un arrepentimiento y cambio de conducta al estilo moderno, individualista, sino en forma colectiva. Todos y todas los miembros de un pueblo son portadores del comportamiento inapropiado (pecado social) e injusto. Es en este sentido que Jesús asume el bautizo y mensaje de Juan, como miembro de un pueblo pecador. Ambos, Juan y Jesús, sustentan dos principios: Hay coherencia entre lo que se dice y se hace. Esta coherencia es representada por medio de un símbolo: el bautismo.
En términos psicoterapéuticos, decimos que Marcos presenta en este párrafo, el encuadre del evangelio: va a hablar de Jesús como Hijo de Dios, quien cree, sigue y hace lo que Juan, el bautista, predica y, a la vez, es el que ejecuta las profecías del Deuteroisaías.
El encuadre es el resumen de las reglas del juego que se establecen en toda relación terapéutica. Allí se establecen las metas por alcanzar, con base en el motivo de consulta. En él se clarifica el tiempo, el espacio, el tipo de relación, la confidencialidad, los roles de cada una de las partes involucradas en la relación terapéutica. No se puede modificar fácilmente por el riesgo de no cumplir el proceso terapéutico. Allí también se expone el motivo de consulta. Por lo general exponer el motivo de consulta es un momento de mucha tensión, porque es hablar a otra persona de los conflictos “privados” de nuestra casa, es contar lo que sucede “dentro” de la familia.
El texto de Marcos nos da a entender que hay problemas porque cita dos testigos de los hechos que se abren al diálogo social, mediante la denuncia de situaciones específicas. Es decir, nos dicen que el conflicto es inherente a las relaciones humanas y que es necesario “develarlo” para seguir adelante. Darse cuenta de que hablando lo que sucede es como abrimos las puertas para resolver los problemas y esto es lo que resulta ser una excelente noticia.
La estrategia de trabajo, según el texto de Marcos, es: provocar un diálogo, el diálogo se establece entre iguales, los iguales no son iguales por su género (hombres o mujeres), ni por su condición económica (pobres o ricos), sino por su condición de vulnerabilidad: son pecadores.
¿Cómo logramos el encuadre de la Consejería en las comunidades de fe? Se logra mediante la entrevista, la cual establece un diálogo entre iguales. Allí, el encuadre plantea las reglas del juego, la colaboración mutua (entre consejero/a y entrevistado/a), la disposición de establecer una conversación guiada, mediante preguntas que permitirán reconocer el motivo de consulta, la ideología inmersa, la historia de vida, los personajes involucrados, etc. Nosotros proponemos la relectura bíblica como sustituta de la entrevista grupal, pues por medio de ella se devela la situación del lector o sujeto subjetivo.
Así el texto introductorio del evangelio de Marcos nos permite plantear el encuadre en el proceso psicoterapéutico.
2. El símbolo (Mr 1.6-8)
El texto todavía no nos detalla cuáles son las vulnerabilidades o conflictos del pueblo en la época de Jesús y Juan, pero sí deja en claro que hay problemas en su quehacer cotidiano. Esa situación de conflicto y vulnerabilidad está representada en el bautismo.
El símbolo del bautismo nos hace pensar en tres personajes: el narrador Marcos, autor-relator del evangelio, en Juan que es el primer personaje en ejecutar el símbolo según el texto y en Jesús. Los tres son mensajeros, presentan un escenario que les preocupa, y muestran a la vez otros protagonistas: los receptores de sus mensajes. Esos receptores actúan y sus acciones son motivo de preocupación de estos personajes. El narrador coloca en un único escenario a los receptores, que son de distintos momentos históricos. Estos receptores tienen en común sus acciones, lo que los une son estas acciones, pues son semejantes. A la vez, nos permiten visibilizar al lector (sujeto subjetivo) como receptor del mensaje también y que presentan gran curiosidad (inconsciente) por reflejarse en algunos de los personajes, en cuanto a su rol de practicantes de una fe. De ahí su particular interés en el narrador pues es quien les comunica el quehacer de Jesús y de los otros personajes (principales y secundarios) en cada párrafo.
El narrador: ¿quién es y cómo es este narrador tan versátil? De él casi no se sabe nada. Para responder a esto, Rhoads, Dewey y Michie nos dicen:
Sabemos muy poco acerca del autor de Marcos y de sus oyentes. Han surgido dos grandes propuestas:
1. Algunos investigadores aceptan una tradición de Papías, líder eclesiástico del siglo II, que atribuye este evangelio a un tal Juan Marcos, “un intérprete del Apóstol Pedro” que puso por escrito las tradiciones acerca de Jesús pero “no en el orden correcto”. Estos investigadores sitúan el origen en Roma, a mediados de la década de los años sesenta, unos treinta años después de la muerte de Jesús y poco después de la ejecución de Pedro y de la dura persecusión de los cristianos en Roma, por parte del Emperador Nerón.
2. Otros dudan de la exactitud de la tradición de Papías. Argumentan que un estudio de Marcos realizado en sí mismo, … no sugiere ninguna conexión entre el autor anónimo y el apóstol Pedro. Estos investigadores sitúan el evangelio en Palestina o cerca de allí, normalmente en un ambiente rural, tal vez en Galilea o Siria. Fechan este evangelio durante o inmediatamente después de la guerra romano-judía, que va de los años 66 al 70 A.C., una revuelta de Israel contra la dominación romana que terminó con la derrota estrepitosa de Israel y con la destrucción de Jerusalén y del templo judío.
También se cree que el autor procedía de la clase campesina, tenía alguna educación, se dirigió a gente rechazada y perseguida en su misión de extender la palabra de Jesús y la soberanía o reinado de Dios. El relato mismo sugiere que la persecusión era tanto de las autoridades judías como romanas. En parte, se escribió el evangelio para dar ánimo a estas personas. Se cree que la comunidad era mixta: judíos y gentiles (Rhoads, Dewey y Michie 2002, 14-15).
Nuestra posición, igual que la fuente de estos datos, se inclina a la segunda alternativa.
Juan y Jesús: son dos personas que creen en Dios, impactaron al narrador por la práctica de su fe e impactaron a sus contemporáneos, en ese sentido fueron famosos.
El símbolo, el bautismo contiene dos momentos: Limpiar lo que nos ensucia y dejar de hacer lo que nos ensucia. Ambos aspectos se representan en el agua.
La representación simbólica del bautismo nos conecta con los valores de aquella sociedad: honor/vergüenza, pureza/impureza, los cuales se concretan en las interacciones humanas en forma pública por medio del proceso desafío/respuesta. El desafío es la pretensión de un sujeto (en este caso de Juan y Jesús) de entrar en la vida de los otros para exponer o develar la conducta. Esta exposición puede resultar positiva o negativa, según como se reciba. Penetrar en el mundo o conducta del otro supone, en la cultura mediterránea, que la exposición será solo entre iguales.
Marcos, al inaugurar la narración sobre la vida ministerial de Jesús con el símbolo del bautismo, nos hace sospechar que los grupos sociales que interactuaban en Galilea, primero y luego en los otros lugares mencionados en el Evangelio, estaban en conflicto consigo mismos y entre ellos, puesto que el llamado es a dejar de hacer lo que se está haciendo. ¿Cuáles son los conflictos? Los conocemos en el transcurrir del relato. Pero lo que sí está claro es que esos conflictos estaban causando problemas profundos, pues el llamado de Juan es que es necesario dejar de hacerlos, porque ese accionar es calificado de pecado. Es decir, es un actuar que les estaba separando de Dios y del prójimo.
La estrategia del diálogo también toma en cuenta tres aspectos del contenido de ese quehacer: primero, dejen de hacer lo que están haciendo y vuélvanse a Dios. Segundo, arrepiéntanse de eso que se está haciendo, lo que involucra sentimientos, emociones y relaciones. Y tercero, volverse a Dios implica sustituir lo que se está haciendo por una fe profunda que explicita la capacidad de detenerse y reflexionar y el poder de transformar ese quehacer. Por eso decimos que es un volverse cargado de fe y esperanza.
En la relectura terapéutica decimos que los símbolos ayudan a sostener un compromiso. Es una representación lúdica de nuestras capacidades de parar para reflexionar y transformar. En este caso, el símbolo del bautismo nos recuerda y nos interpela con el arrepentimiento. A la vez, nos invita a una acción: dejarnos llevar por la fe. Según De Lima, la fe es el
lugar desde donde leemos las historias del pueblo, las de Jesús y las nuestras. La fe son los ojos con los cuales se leen los textos, así como la tinta y el material con que fueron escritos. Son ojos con la mirada puesta en el pasado y en el presente. La fe recupera memorias liberadoras del pasado con vistas a la transformación del presente (De Lima, Silvia 2004, 112).
¿Cómo nos interpela al cambio este texto? Hoy día, por lo general, el bautismo es el acto segundo. Primero escudriñamos lo que las Escrituras ofrecen para tener la certeza de que es posible comprometerse con el Dios de Jesucristo. Ese escudriñar lo hacemos mediante la vinculación con un grupo que profesa fe y decisión de ser grupo eclesial. Esa vinculación nos permite tolerancia, diálogo, reflexión, intercambio de las historias de vida y desde allí, descubrir a Dios, como compañero de vida. Luego, vendrá el bautismo u otro símbolo de compromiso con el grupo y con la fe que decidimos profesar.
El bautismo, por lo general, es empleado en las iglesias de hoy como símbolo de bendición y acción de gracias por el nacimiento de una criatura y no de arrepentimiento como el de Juan. Pero el proceso de preparación para el bautismo permite analizar su significado original y simbólico. Cuando se practica el bautizo de infantes, se puede recrear el proceso del nacimiento, tan necesario para resolver traumas, culpas y temores.
En las congregaciones que practican el bautismo infantil, es ésta una oportunidad linda para cultivar la resiliencia, tanto del niño o niña a ser bautizada como para los adultos que están a cargo de ese bebé. Para eso, en el proceso de preparación para el bautismo se pueden usar otros símbolos como son el acróstico, el escudo de armas y el cuento. En estos se puede organizar aquellos contenidos resilientes del yo soy, yo tengo, yo puedo, yo estoy. Se solicita a los adultos construir con las iniciales del nombre del niño o niña un acróstico que afirme que es amado y deseado. Con base en ese acróstico, dibujan un escudo, como el escudo de armas de la época de los caballeros andantes (don Quijote), en el cual cada parte dibujada representa la esperanza de vida de aquel pequeño o pequeña. Luego, se redacta un cuento sobre el nacimiento del niño o niña, el cual contiene los valores y las cualidades que se desean. Durante la ceremonia del bautismo, esos símbolos son presentados en público. Luego, se sugiere que adornen el lugar donde duerme el niño o niña con el escudo y el acróstico y que todas las noches narren y expliquen el cuento al pequeño. Tanto el niño o niña como los adultos comprometidos en la crianza, van interiorizando esos valores. Cada año, a la vez, se recuerda en familia el compromiso adquirido y con un gesto litúrgico de aniversario se reafirman, evalúan y profundizan las cualidades construidas.
Cuando el bautismo es solo de adultos, se puede mantener el sentido original, enfatizando la opción voluntaria del interesado o interesada. Esa opción voluntaria también puede ser construida mediante cualidades resilientes que pueden ser metas por alcanzar y que el símbolo del bautismo va a motivar.
En la Consejería Pastoral afirmar que el proceso de nacimiento puede ser re – planeado a pesar de las condiciones adversas en las que nos hemos gestado, es muy importante porque permite construir los factores resilientes que planteábamos en la introducción de este capítulo (yo tengo, yo soy, yo estoy, yo puedo), tan necesarios para la autoestima, el fortalecimiento y la colaboración mutuas.
Para alcanzar un ambiente propicio, se puede establecer un diálogo familiar terapéutico, mediante el cual se construya el genograma familiar. Esta técnica psicoterapéutica permite analizar, por lo menos, tres generaciones en las que se constatan qué elementos tiene en común cada pareja constituida. Poco a poco se va construyendo la historia familiar y los desafíos que la misma ha tenido en un tiempo y lugar determinados y cómo se ha sobrevivido a los mismos, los logros y aprendizajes alcanzados y los que faltan por alcanzar. A la vez, este proceso permite desarrollar momentos de reflexión, arrepentimiento, perdón así como de alegría, satisfacción y condecoración.
Reflexionar comunitariamente al respecto, nos permite plantear el imperativo moral familiar y social. Es la oportunidad también para reflexionar acerca de la relación familia-sociedad, revisar el compromiso social y la participación ciudadana personal, familiar y congregacional.
3. La comunidad de fe como familia alternativa (Mr 1.9-11)
¿Qué tipo de relación hay entre Juan y Jesús? El hecho de que Jesús se trasladara de Nazareth hasta el Río Jordán, es decir, hiciera un viaje especialmente para ser bautizado por Juan, nos permite pensar que Jesús cree en Juan y que quizás fue su discípulo. Los discípulos se someten a los maestros. Es decir, lo representan, lo acompañan, lo obedecen.
En algunas comunidades de fe no es motivo de curiosidad o asombro el que Jesús se sometiera a Juan, como ha sido motivo de análisis de parte de varios biblistas y teólogos según lo relata Meier (2000, 141ss). Esas comunidades, por lo general, están formadas de personas pobres-empobrecidas, excluidas y autoexcluidas las cuales están acostumbradas al sometimiento. Es importante definir el sometimiento en el texto, pues no se trata de sometimiento como pérdida de autonomía, sino como muestra de fe.
¿Cómo nos ayuda este texto en los procesos terapéuticos? En la Consejería, se hace énfasis en que las relaciones humanas deben ser de colaboración mutua. Por tanto, al enfatizarse la reciprocidad en las relaciones, el sometimiento es negociable, pues se trata de un asunto de voluntad, como lo hizo Jesús. Para mayor comprensión de la mutualidad y del sometimiento negociable, se puede hacer un ensayo: se establecen roles y funciones según cada rol, y cada persona (grande o chiquita) pasa por esos roles en forma rotativa. En el momento que cada persona esté en ese rol, el resto se compromete a respetar y apoyar. Se necesita voluntad, humildad y disposición de aprender y negociar de acuerdo con el rol. La experiencia enseña que es posible pasar por los diferentes roles y que hay que abrir espacios y oportunidades para todos y todas, tanto en las congregaciones, en las familias y en cualquier grupo o sociedad. Así, todas y todos tienen posibilidad de dirigir, enseñar, aprender, escuchar, colaborar, es decir, de ejercer el sacerdocio universal; sean adultos, jóvenes o niños.
Este ensayo permite también revisar y reflexionar acerca de la calidad de las relaciones (familiares, eclesiales, personales y laborales). En el texto, la calidad de las relaciones es de amor, ternura, satisfacción, alegría. En contraste, en algunas familias las relaciones se caracterizan por la violencia, la imposición, la competencia y por el tener (consumismo irreflexivo). La consecuencia de esas relaciones es el sufrimiento, debido al sometimiento, el irrespeto, relaciones fracturadas, personalidades frustradas y traumadas. Para resolver poco a poco esa memoria sentimental que obstaculiza las relaciones de mutualidad, se puede retrotraer cada etapa vivida por medio de las etapas del desarrollo humano, con sus símbolos, mitos y estereotipos de género.
El texto también plantea que Jesús decide formar parte de una familia muy suigéneris: la familia de la fe. Esa famosa frase “hijo a quien amo mucho” y “estoy muy contento contigo” nos evoca las relaciones familiares, pero también nos permite pensar en la conversión o en los pactos de fe que un grupo de personas puede generar a partir de la conciencia de querer ser grupo, o familia aquí y ahora, con la responsabilidad de asumir las consecuencias de ese pacto.
Opción consciente: Conciencia palabra clave que, según Bruce Malina, significaba en la cultura mediterránea del primer siglo,
interiorización de lo que otros dicen, hacen y piensan respecto a uno, pues los otros juegan el papel de testigos y jueces. Sus veredictos proporcionan a la persona un respaldo de honor necesario para una existencia humana con sentido (Malina 1995, 86).
En este caso, la voz del cielo y el descenso del Espíritu son las “personas” con las que Jesús está realizando el pacto mediante el bautismo de Juan y las que le darán el respaldo de honor que va a necesitar en su opción.
La intervención de Dios en el bautismo de Jesús es narrada por los cuatro evangelios significando el hito de la encarnación. Este tipo de experiencia sobrenatural era aceptado por la gente de aquella época sin ningún problema. Se concebía que el mundo estaba organizado en forma piramidal: Dios era la cabeza y el que controlaba todo. Luego venían varios mediadores: los dioses o arcángeles, dentro de los cuales estaba Satanás. Luego seguían seres no humanos superiores e inferiores y después estaba el ser humano. Todos intervenían entre Dios y los humanos, facilitando u obstaculizando las relaciones Dios/humanidad (Malina 1995, 138-139).
Marcos no está afirmando esa ideología piramidal, sino más bien que Dios está interviniendo en la historia humana en forma directa, pues Jesús es un judío como cualquier otro que se acerca al Jordán para ser bautizado por Juan y que, en su condición de humano, le es dado el Espíritu para mostrar, una vez más que Dios interviene en la historia. Nos plantea también que la decisión de ser Hijo de Dios es una opción del ser humano. Según Marcos, Jesús es el que toma la iniciativa de serlo mediante el bautizo. Esa opción es correspondida por Dios, el cual se manifiesta complacido por la decisión de aquel humano (según la teofanía).
Podríamos asumir por la forma como Marcos narra, que la familia consanguínea no es la prioridad en el Reino, sino la familia que decide formarse por procesos de ternura y de fe, sea esta biológica o no. Los padres biológicos, en el caso de Jesús, no son los que planean la misión de Jesús. Es Él quien decide (opción vocacional) y son otros los que intervienen para afirmarle su vocación: Juan, el bautista, que anuncia la llegada de Jesús como el Hijo de Dios (1:4-8), el Padre y el Espíritu (1:10-11). Los tres: Juan, el Padre y el Espíritu son los que realizan el rito del bautismo, gracias a la iniciativa de Jesús (1:9) que muestra su opción en formar parte de una familia en la que no media la consanguinidad, sino el arrepentimiento, el cambio de conducta, el perdón de los pecados, el amor y la fe.
¿Cómo esta interpretación nos ayuda en el proceso terapéutico? En la comunidad de fe también se puede comprender mejor que hay diferentes tipos de familia pero que ninguno es mejor que otro y cada uno aporta ideas, espacios, oportunidades para el desenvolvimiento de las personas según el rol que le toca desempeñar (padre, madre, cónyuges, hermanos, hijos, sobrinas, etc.). Pero que lo que hace a una familia ser, es sobre todo, la unidad por medio del amor y el compromiso de vivir juntos y de apoyarse mutuamente.
Todo este proceso de lectura del texto desde la perspectiva terapéutica permite también hacer otros ensayos, como por ejemplo definir la misión de cada familia y la misión de la iglesia local en particular. Por ejemplo, en la iglesia local “Fe y Esperanza”2, comunidad en la cual encarnamos la misión por medio dela Consejería, se definió la misión así: Restaurar la vida comunitaria de las familias, mediante vinculaciones sanas, no violentas, caracterizadas por la ternura y la tolerancia, realizando alianzas con grupos que también se interesan por relaciones sanas, no violentas ni discriminadoras.
Aceptar la intervención del Espíritu Santo ayer y hoy, en cualquier lugar y, en especial, en la congregación, nos permite renovar nuestro pacto de fe. Este pacto tiene varios símbolos y el bautismo es uno de ellos. Se puede analizar cómo la preparación para la práctica de los actos simbólicos es una oportunidad para encarar nuestras vulnerabilidades y fortalezas, tanto en lo personal, como en lo familiar y congregacional. También es la oportunidad de ser flexibles y pacientes en los altibajos, confiando que contamos con el apoyo del Espíritu. También descubrimos la importancia de crear un espacio de reflexión familiar y congregacional para analizar los desafíos que cada miembro de nuestra familia nos plantea (según la edad y el rol) para juntas y juntos encontrar alternativas para mejorar las relaciones entre los adultos, entre los niños y niñas y entre los géneros: teniendo explícito que se trata de establecer vínculos de amor, sin que medie el temor “al qué dirán”3. Podríamos vernos en la necesidad de hablar de ética contextual (como sinónimo de responsabilidad) y ética como normativa universal moralizante.
La raíz de la idea de la responsabilidad se encuentra en la capacidad humana de escuchar y contestar o responder a otras personas … La responsabilidad incluye tres momentos: hacia, para y por. El primer momento es la responsabilidad hacia algo o alguien. El segundo momento es la responsabilidad para hacer algo, como una tarea o un trabajo. El tercer momento es responsable por una consecuencia o resultado. Estos tres momentos convergen en uno solo, siempre están presentes simultáneamente. La responsabilidad siempre es contextual, porque se ejerce en medio de realidades concretas que limitan tanto los ámbitos de la respuesta como la interpretación de la respuesta misma. Al hablar de responsable hacia/responsable para/ responsable por/, se trata de grados de diferencia dentro de contextos y procesos cambiantes. … Responsabilidad quiere decir la respuesta adecuada al contexto, la que cabe en dicha situación, como dice Niebuhr, o la necesaria, según Bonhoeffer (May 1998, 114-115).
Podríamos asumir el significado que la palabra conciencia tenía en la sociedad mediterránea del primer siglo y decir que hoy los cónyuges y su congregación de fe asumen el compromiso de formar grupo, los miembros y miembras son co-responsables del honor familiar y congregacional y los niños y niñas son testimonio del proceso realizado. De esta manera, cónyuges, familia y congregación se unen para el desarrollo pleno de sus miembros (adultos e infantes) mediante relaciones responsables.
4. Satanás y el desierto (Mr 1.12-13)
Después de que fue bautizado, Dios lleva a Jesús al desierto. ¿Por qué, para qué?
El texto dice que mientras Satanás le tienta, los ángeles y animales le servían. En el evangelio de Marcos este texto anuncia que en todos los momentos que Jesús se enfrenta a Satanás y a fuerzas satánicas, él vencerá. Y que mientras él está en el proceso de afrontamiento, hay ángeles y animales que le estarán sirviendo.
¿Cómo eran las creencias acerca de Satanás y las fuerzas del mal en aquella época? ¿Qué significado tienen estos versículos en el contexto del texto y de la comunidad a la que Marcos escribe?
Satanás representa la oposición a la voluntad de Dios, es lo que atenta o pone en peligro el plan de salvación y es también lo que incita o motiva a los seres humanos a separarse del proyecto de Dios y lo que obstaculiza. Ese proceso satánico se presenta en la vida humana plena, tanto en los asuntos personales como en los sociales (cf. Juárez 1993 y González Faus 1977). Ver de esta forma lo satánico, tiene dos implicaciones: el mal social y personal como problemas ajenos a la voluntad humana o la voluntad humana como oportunidad para resolver el mal personal y social. En el evangelio de Marcos se presentan ambas implicaciones.
En el texto que nos ocupa el contexto nos plantea que Jesús vence a Satanás, debido a la iniciativa personal de formar parte, por medio del bautizo, de la familia de Dios. Por tanto, nos permite pensar que los seres humanos podemos afrontar el mal (sea personal o social), cuando tomamos la iniciativa de vivir según el plan de Dios. Y que al tomar esa decisión no estamos solos, sino que se contará con la compañía de ángeles y animales. ¿Quiénes son los ángeles y qué rol juega la naturaleza en esa opción? Los ángeles son seres enviados por Dios para dar buenas noticias. Por tanto, toda persona mensajera de buenas noticias es un ángel de Dios. En cuanto a la naturaleza, representada en los animales, podría implicar la armonía ambiental o del entorno que se desarrolla a partir de la opción de hacer la voluntad de Dios y ser hacedor y vocero de las buenas noticias de su reinado.
La relectura terapéutica nos permite analizar en este texto la opción de pertenecer, según el contexto del texto, a la familia de la fe, la cual no solo requiere de iniciativa y voluntad humanas, sino que también requiere del apoyo divino. La vida está llena de desafíos, no está marcada por contrastes como pueden ser el día y la noche, los amaneceres y los atardeceres, los colores blanco y negro. Más bien, el texto nos plantea que la vida está llena de “grises”, al mismo tiempo que desafía, da recompensas o alicientes para seguir adelante. Por eso, los versículos 12 y 13 hablan de que Jesús fue sometido a prueba, pero que en medio de las pruebas estaban los ángeles y los animales que le servían.
Llama la atención que la representación de los desafíos de la vida sea como aspectos satánicos. En la religiosidad popular se cree en la intervención de “fuerzas no humanas” que ayudan o perjudican el desarrollo vital de la familia y de las personas. Se habla de la buena o la mala suerte. Y para garantizarse la buena suerte, se buscan mediadores “celestiales” que ayuden en la comunicación con Dios. Estos mediadores pueden ser familiares fallecidos o santos reconocidos por alguna Iglesia a los que se le ofrecen rezos, sacrificios y promesas. Cotejamos que en el caso de las iglesias protestantes, se tiene a Jesús como el mediador predilecto y al Espíritu Santo como el que nos ilumina para actuar. También la oración y la lectura bíblica son mediadoras y éstas se practican tanto en forma comunitaria (en los estudios bíblicos, en los cultos) como en nuestra práctica diaria devocional.
El desierto, ¿qué representa? No solo representa el lugar geográfico real en el que Juan el Bautista se movía, sino que también simboliza un lugar teológico. Algunos dicen (Mateos y Camacho 1994, 77) que simboliza el inicio del pueblo de Israel después de haber sido liberado de Egipto, también podría representar el gheto cultural y religioso que representa Israel en la historia por su fe monoteísta, pero también representa la exclusión social de los empobrecidos de Israel y la exclusión política y voluntaria asumida por Juan el Bautista y por Jesús al inaugurar su ministerio en desafío por la exclusión política farisaica y romana. Es el desierto también lugar de prueba, de tentación para Jesús, frase que podría representar el resumen de la vida ministerial de Jesús, incomprendido, rechazado, torturado y asesinado por su opción teológica frente a una sociedad injusta, sometida y esclavizada a los intereses religiosos y políticos farisaicos y romanos.
Para la Consejería, el desierto puede representar conflictos, sentimientos o problemas, también puede ser los momentos críticos que una persona, una familia o grupo pasa ante indecisiones o conflictos paralizantes. En las congregaciones, el desierto puede ejemplificar los momentos que se pasan cuando no se logra conformar grupo, en donde cada persona toma su propio camino y se siente estar en medio de relaciones anárquicas, sin voluntad más que para la crítica destructiva y paralizante. Los momentos desérticos también permiten analizar las actitudes de cada miembro de la familia cuando se presenta un conflicto: algunos huyen de la confrontación, otros insultan y culpabilizan, pero otros analizan los pro y los contra y aprenden de ellos. Así, el desierto puede ser lugar de prueba, de tentación e impotencia, que hacen recordar a Jesús en aquellos momentos por los que él pasó camino a la cruz y también momentos para la reflexión y el aprendizaje.
Los momentos desérticos son oportunidad para trabajar la pelea limpia y la pelea sucia que Brenson nos aporta (Brenson 1991). La pelea sucia crea un ambiente en que las personas o el grupo se sienten obligados a defenderse, cueste lo que cueste. El lenguaje que se usa comunica evaluación, control, ambivalencia, superioridad, certeza absoluta. Las personas que la practican se dedican a intimar, presionar, chantajear, culpar, herir, agredir. En la pelea limpia en lugar de evaluar, la persona o grupo es espontáneo, es auténtico, no manipula, muestra empatía (es capaz de ponerse en el zapato del otro), muestra igualdad en lugar de superioridad y provisionalismo en lugar de certeza absoluta. Busca el diálogo para la negociación y solución compartida, las personas se comprometen a discutir conductas o criterios del otro con el fin de encontrar el común denominador, negociar cualquier diferencia. En la pelea limpia los actores se preocupan por aprender de lo sucedido (Brenson 1983, 83).
Malina nos recuerda que: la familia es la suprema institución de intereses, el principio organizativo de la vida es la pertenencia. La identidad de la persona depende de su pertenencia y su aceptación en la familia. Sin embargo, tal pertenencia y aceptación dependen de la adhesión de una persona a las normas tradicionales de orden por las que se organizaban y se mantenían las familias mediterráneas. Y esas normas tradicionales de orden hundían sus raíces en códigos complementarios que giraban en torno a los valores básicos del honor y la vergüenza (Malina 1995, 48).
Con base en este comentario, podríamos decir que Satanás representa la vergüenza del pueblo judío. Marcos, muestra el enfrentamiento entre Jesús y Satanás inmediatamente después de que Jesús ha sido incluido en la familia de Dios y reconocido como hijo amado del Padre que viene a re-crear a su familia (humana) enfrentando a Satanás, porque el honor de su familia (humano-divina) está en duda. De esta manera, se da paso a la vida pública de Jesús en su nuevo rol como Hijo Amado de Dios que anuncia la llegada del Reino: sanando, sacando demonios, predicando y confrontando.
Hoy, Satanás puede representar las inconsistencias del ser humano, en cuanto a la permisividad y la limitación, la oportunidad y la responsabilidad, los estímulos y las pérdidas. Elementos que dan luz en el proceso de la evolución psicosocial: equilibrio-desequilibrio, funcionalidad-disfuncionalidad. Los conflictos, las pérdidas y los duelos, son oportunidades para desarrollar las capacidades para afrontar los desafíos de la vida (resiliencia) y nos ayudan a comprender que vamos creciendo, madurando y adquiriendo mayores responsabilidades. Todos estos desafíos se viven en el seno familiar y nos preparan para nuestra vida pública. Forman parte del proceso de socialización primaria y siempre estarán presentes mientras vivamos.
El sentido de pertenencia también hoy depende de la familia en primera instancia, que satisface las necesidades básicas (biológicas, emocionales, sociológicas y espirituales) de las y los infantes. Estas necesidades al ser satisfechas se supone que le permitirán a los hijos e hijas desarrollar las potencialidades humanas para ser una persona sana, equilibrada, madura, auto-regulada o controlada. De esta manera, la familia brinda un espacio de colaboración y de afecto mutuo de los y las integrantes, lo que les prepara para la vida en sociedad.
Sin embargo, la familia no es una institución-isla. La familia se constituye mediante el proceso de intercambio con la sociedad y la cultura dominante, no solo con la intención de dos personas (heterosexuales o no). Tampoco engendrar hijos e hijas es sinónimo de familia, es sinónimo de grupo, pero no de familia, pues ésta requiere de un proceso de conciencia, de estar en conocimiento y en voluntad de amarse.
Las sociedades patriarcales enfatizan que los hombres y las mujeres se relacionen en desigualdad, en jerarquía, donde las mujeres están inferiorizadas con relación a los hombres y a los valores que se han calificado como varoniles. Esto ha generado que los hombres vean a las mujeres principalmente como objeto de uso y deshecho coital, donde los hijos son únicamente responsabilidad materna. Los varones en estas sociedades pueden perder el horizonte de ser cónyuges y padres.
Quizás hoy, necesitamos que las iglesias asuman el desafío de desestructurar la cultura patriarcal (desierto) y de acompañar a las familias, a los varones y a las mujeres, para re-crear los roles como cónyuges, padres e hijos, tomando como paradigma la decisión de Jesús. Pues en la inauguración de su ministerio, vemos que Jesús, como humano, decide, dejar de hacer lo que estaba haciendo, potenciar su capacidad de reflexión y transformación y ser parte de la familia de Dios. Para ello, toma la iniciativa de irse a bautizar por Juan y de estar en disposición de afrontar los desafíos (desiertos) que la vida y su opción ministerial le depararían. Desafíos que a la luz de este evangelio eran demoníacos.
5. Provocando el diálogo (Mr 1.14-15)
En este texto vemos a Jesús caminando por las aldeas para anunciar (la palabra) las buenas nuevas. Así como llegó desde Galilea para ser bautizado por Juan, regresa a Galilea, lugar fronterizo, abierto al mundo pagano. Simboliza la decisión de Jesús de cuestionar el honor de la ciudad. Implica darle la espalda (como Juan) al centro de los movimientos políticos, intelectuales, religiosos, comerciales, etc., pero trabajando en la periferia de la misma (no ya entre el río Jordán y el desierto, sino en las aldeas, entre las personas sin poder: campesinos, artesanos, pescadores.
El texto nos informa también que Jesús empieza a proclamar la buena noticia después de que Juan fue arrestado. ¡Otro dato para pensar que Jesús era seguidor de Juan! Si limitaron al profeta en su vida pública, otro lo sustituye. ¿Por qué limitan a Juan? Porque el mensaje de Juan implica la denuncia de hechos y porque cierto grupo (el que lo encarcela) está deshonrando y avergonzando al pueblo. A la vez, el pueblo, al no denunciar junto con Juan esos hechos, se hace cómplice (voluntario e involuntario). Lo que da como resultado relaciones interpersonales caracterizadas por la tensión entre la pureza/impureza y el honor/vergüenza.
Galilea representa cualquier lugar de la periferia que implica optar por los excluidos y autoexcluyentes, generalmente pobres y empobrecidos, endemoniados o locos. Es decir, la opción por la periferia anuncia de antemano la decisión de Jesús de redistribuir la locura del sistema.
La locura del sistema está personalizada en los y las pobres, en las y los enfermos, en las y los endemoniados que son calificados por los “sanos” como los provocadores de la vergüenza social y los responsables de las calamidades sociales (pecadores). Pero Jesús con su opción nos hace ver que la locura se da por la distancia y la falta de responsabilidad mutua entre los sanos y los enfermos. Porque los sanos son indiferentes a su prójimo “loco” y los locos, caen en un círculo vicioso de mantenerse “locos” porque creen que ese es el rol que les corresponde.
¿Se mantiene hoy la indiferencia entre los seres humanos? ¿Siguen los pobres, enfermos y endemoniados siendo los depositarios de la locura del sistema? Hoy la distancia entre los seres humanos se ha profundizado. Las mujeres, los indígenas, los negros, los diferentemente capacitados, denuncian, mediante la lucha por sus derechos, la distancia que hay entre los seres humanos. Los niños y niñas en la calle, mano de obra esclava, violentados y violados, asesinados y abusados por el sistema y sus miembros adultos denuncian día a día la distancia que hay entre los seres humanos. La responsabilidad amorosa se encuentra debilitada. No parece haber complacencia por los nacimientos.
Por ejemplo, en América Latina, según datos de la UNICEF, el 40% de la población es menor de dieciocho años y más de noventa y cinco millones viven en condiciones de pobreza. Cerca de treinta millones de niños y niñas se ven forzados a trabajar para su subsistencia. En el mundo, ciento treinta millones de niños, niñas y adolescentes crecen sin asistir a la escuela y hay ciento cincuenta millones que desertan antes del cuarto grado (Visión Mundial, 2003). Los femicidios son cada vez más comunes, en Costa Rica, por ejemplo ocurre un promedio de 24 por mes (Informe Estado de la Nación, 1990-2003, 24).
¿Qué hacer? ¿Cómo lograr transformaciones profundas en las relaciones humanas? Creemos que la alternativa está en la redistribución de la locura, la recuperación de la memoria histórica entre los locos y locas del sistema y en asumir las conductas responsablemente hacia, para y por, en el que cada ser humano (mujer y varón) estén conscientes de sí y de su próximo, estableciendo la mutualidad como imperativo ético. El proceso para llegar a esto es lento, pues implica un trabajo de “tú a tú” pero también muestra que no estamos en un “callejón sin salida”, o “en el fin de la historia”; al contrario, estamos con el gran desafío de re-crearla para transformarla. El camino de ese proceso es el diálogo. En este sentido, la Consejería Pastoral recobra sentido hoy más que nunca, pues es un proceso de diálogo que recrea las historias de vida con el fin de transformarlas hasta alcanzar el camino para la vida plena.
6. El círculo de amigos (Mr 1. 16-20)
El recorrido por el lugar también facilita escoger las amistades afines a la vocación, aunque la profesión (pescadores)de los amigos o amigas sea diferente a la suya, carpintero. Su vocación: anunciar buenas nuevas mediante la denuncia de la calidad de las interacciones sociales.
Jesús busca a sus amistades, en primer lugar con oficios comunes (pescadores) entre sí. Estos trabajos exigen de parte del trabajador apertura al mundo conocido y al mundo por conocer, estar abiertos o vulnerables a los cambios. Estos primeros amigos se caracterizan por ser hermanos. Los dos primeros son pequeños pescadores, quizás independientes y no judíos, los otros son hijos de un hebreo pescador que cuenta con jornaleros. Según Mateos y Camacho (1994, 81) el primer grupo, de Simón y Andrés, son nombres de origen griego y Santiago y Juan son de origen hebreo. “Cada pareja de hermanos representa un sector diferente de la sociedad galilea: en la primera pareja formada por Simón y Andrés, la relación es de igualdad, no de subordinación (hermanos), no se menciona patronímico y sus nombres son griegos, mostrando menor apego a la tradición; es un grupo activo (echaban una red), de condición humilde (pescadores sin barca propia). Los que forman la segunda pareja, Santiago y Juan, llevan nombres hebreos, indicando pertenecer a un sector más conservador, en el que, además hay relaciones de desigualdad: Santiago y Juan están, por una parte, sometidos al padre, figura de autoridad y representante de la tradición; por otra, gozan de una situación privilegiada respecto a los asalariados – sociedad jerárquica-“ (Mateos-Camacho 1994, 81).
Cuando hay amistad, se conoce muy bien de dónde vienen los amigos, qué hacen, a qué se dedican, quiénes son sus familiares, dónde se les puede encontrar. Son a la vez, personas dispuestas a abrirse a otras que pueden llegar a ser amistades también. Se puede llegar a formar un grupo de colegas, abierto, dispuesto a aceptar la entrada y salida de nuevos y viejos miembros. En el caso de los amigos de Jesús, la necesidad de un cambio en su entorno y el llamado de Dios es la razón de su amistad y más adelante de su liderazgo. Estos van construyendo juntos espacios para aprender, para servir, compartir y denunciar, pero todo liderado por Jesús.
Bruce Malina dice que en aquella época había dos formas de adquirir el honor, mediante la familia en primer lugar, y en segundo lugar perteneciendo a un grupo. La cabeza del grupo es responsable del honor del grupo y, a la vez, lo simboliza. Los miembros, por su parte, deben lealtad, respeto y obediencia a la cabeza o líder. Jesús conforma su grupo. Resulta interesante cómo, según Marcos, los primeros llamados acudieron a Jesús de manera inmediata, sin titubeos. Esta cualidad de inmediatez no era común en aquella cultura, pues por lo general preferían confinarse en su familia (agrupación natural). En las agrupaciones voluntarias o electivas, predomina la opinión pública como prueba de honorabilidad. Así, Jesús, al conformar su grupo se está comprometiendo a ser su líder, a honrarlo y mantenerlo mediante el quehacer público. “El honor adquirido es un honor buscado activamente y acumulado a menudo a expensas de iguales, en la lucha social de desafío y respuesta” (Malina, 1995, 75).
¿Es la amistad el vínculo para la sanidad de la locura que produce el sistema? ¿Por qué? La amistad supone la relación entre iguales, supone la relación tierna, respetuosa y solidaria en toda circunstancia, en las buenas y en las malas, supone también la fidelidad, la tolerancia, la comprensión y el apoyo. También la claridad en las responsabilidades y derechos, de lo contrario las relaciones se convierten en un caos.
¿Quiénes son los iguales? En aquella época los iguales eran los varones. Por eso la amistad es posible entre ellos, y las mujeres, ¿qué? La amistad entre las mujeres y con las mujeres se ve opacada por la cultura patriarcal. Esta plantea que las mujeres son inferiores a los hombres, por tanto, la amistad entre hombres y mujeres no es posible mientras prevalezca esta cultura. Es decir, el camino para una verdadera amistad entre mujeres y varones requiere el cuestionamiento de esa cultura y la búsqueda de alternativas en las identidades, en especial de los varones, para que sean confiables.
Además, la cultura patriarcal establece que la relación entre las mujeres está mediatizada por el vínculo de fusión, es decir, las relaciones entre las mujeres también son jerarquizadas pero ya no por cuestiones de género, sino por el vínculo que se establece entre madre e hija, debido a los roles que las mujeres tienen en la cultura patriarcal. Al respecto dice Orbach:
Nuestros restringidos roles sociales tradicionales (la maternidad, la división del trabajo basada en el sexo) han desarrollado nuestra capacidad de establecer lazos de unión y de nutrir afectivamente a otros/as; pero al mismo tiempo, también han tenido un efecto mutilador, castrador, al restringir nuestra autonomía e individuación (Orbach y Eichenbaum 1998, 221).
Podríamos pensar que hoy día esta situación es superada debido a la incursión de las mujeres en el mundo “masculino”, pero, lo que hoy sucede más bien es que el conflicto histórico entre las relaciones entre los géneros y entre las mujeres se manifiesta en conflictividad en la amistad entre las mujeres, porque afloran “sentimientos de competitividad, de envidia, de abandono y de traición” (Orbach y Eichenbaum 1998, 223). Orbach y Eichenbaun afirman que “tenemos la necesidad de reconocer que necesitamos a las otras mujeres, y al mismo tiempo, necesitamos también que nuestra individualidad autónoma sea reconocida y aceptada. Y esto es algo que ahora podemos ofrecernos unas a otras” (Orbach y Eichenbaum 1998, 224).
Fomentar la amistad es un camino muy importante para la transformación que necesitamos en las relaciones humanas, pero no es un camino romántico como a veces se cree. Por un lado, la amistad entre mujeres y hombres implica cuestionar la cultura patriarcal y la masculinidad y feminidad que está presente en la identidad de cada uno, como piedras angulares para la relación amistosa. Por otro lado, la amistad entre las mujeres implica estar atentas y abiertas a analizar los conflictos que se puedan presentar, debido a la imposición involuntaria que cada una podría aportar al pretender que las otras sigan la propuesta personal, porque se las acepta, no como iguales, sino como hijas que deben “seguir el consejo que ofrezco”. Lo que exige desenmascarar este juego inconsciente. También exige el apoyo mutuo para el desarrollo de la identidad y el respeto a la autonomía de cada cual. Ser capaces de ver a la otra y verse a sí misma como persona distinta, diferenciada, segura en su vinculación interdependiente una de la otra. “Las mujeres ofrecen a las otras mujeres sentimientos de seguridad, entusiasmo, serenidad, calor afectivo, estímulo intelectual, alegría de vivir” (Orbach y Eichenbaum, 1998, 225).
Así, el círculo de amigos y amigas es el espacio lúdico para entablar el diálogo que permitirá transformar la cultura patriarcal, nuestras identidades patriarcales y nuestras relaciones humanas jerárquicas, según el quehacer de Jesús.
7. Taller de pecadores (Mr 1.21-27)
Es lógico pensar que después de que Jesús formó su grupo, buscara afirmar la identidad del grupo mediante el quehacer del mismo. Por eso, ir a la sinagoga era de esperar, porque debía darle un lugar en su sociedad según su vocación y qué mejor espacio para empezar que en la sinagoga y en sábado. Allí él enseña. Su intervención asombra, porque no era conocido como maestro. Su intervención muestra que hay otra forma de organización vital y otro grupo (el suyo) alternativo de enseñanza, de sanidad, de convivencia y de reflexión comunitaria.
Vemos que lo que Jesús enseña no es desconocido, pero la forma y la pedagogía con la que enseña, impacta. Esta nueva pedagogía tiene que ver con la re-interpretación que hace Jesús de las leyes de la pureza. “Las reglas de pureza tratan por lo general de los lugares y tiempos que corresponden a cada cosa y a cada persona, de cada persona y de cada cosa situadas en el lugar y el tiempo que les pertenece” (Malina 1995, 185). Seguir las reglas de la pureza implicaba prosperidad, mantenimiento de las relaciones adecuadas y armoniosas. Pero, ¿qué sucedía con las personas enfermas o locas? Las personas enfermas eran impuras. Mostraban su aparente incapacidad de seguir las reglas de la pureza. No eran personas exitosas. No estaban capacitadas para las relaciones sociales.
En la sinagoga había un hombre poseso, entonces, ¿qué hace ese hombre allí?, ¿por qué grita?, ¿qué sentido tiene lo que dice? Lo que ocurre en la sinagoga es calificado como de milagro. Pero un milagro interesante, porque los milagros suponen la fe por parte del enfermo. Pero cuando se trata de exorcismos, los demonios no quieren ser sanados porque significa que son vencidos, desaparecen, mueren. El exorcismo puede resultar una arma de doble filo: liberación para unos y muerte para otros.
En aquella cultura se creía que cuando alguien pasaba por una situación difícil, debía buscar a personas de estatus social superior para que le pudieran aliviar su situación. Dentro de las personas de mayor estatus social no solo se contaban los humanos, sino también seres no humanos. Para lograr que las personas superiores colaboraran, el necesitado debía tener suficiente habilidad para manipular el poder de aquellos y usarlas para conseguir su cometido. Había que buscar quién influenciara la mala suerte, en este caso, el desequilibrio vital. Es decir, había que eliminar la influencia de los seres no humanos negativos para resolver el problema. Había que realizar un exorcismo. Por tanto, se creía que el equilibrio del mundo dependía de la combinación de fuerzas humanas y no humanas, percibida esta combinación como fenómeno religioso (cf. Malina 1975, 136-139 y Piñero 2001).
El hombre de nuestra historia estaba en la sinagoga, era ese el lugar correcto para encontrar la solución a su problema. Él grita. Ese grito dice cuánto dominio tienen las fuerzas que lo tienen mal. Jesús, como hijo amado de Dios es el mediador lógico para el proceso de liberación. El contenido del grito plantea que las fuerzas no humanas que tienen al hombre poseído reconocen a Jesús como intermediario para el equilibrio que busca aquel poseso. Reconocerlo significaba que Jesús era un ser superior a ellas, al cual ellos debían someterse. Jesús, a la luz de la estructura social, era uno de los seres (dioses, hijos de Dios o arcángeles) encargados de cumplir las órdenes de Dios. Esas órdenes de Dios, por lo que dicen las voces que salen del poseso, consistían en eliminar a los seres no humanos, superiores e inferiores, que desequilibraban la vida de las personas.
El dominio por parte de Jesús de estos seres podría significar la transformación de la estructura del mundo mediterráneo del primer siglo. Por eso, decimos que este texto, colocado como la primera sanidad que realiza Jesús, según el Evangelio de Marcos, representa la declaración de la misión de Jesús: reestructurar el mundo por medio de su fe. Esta reestructuración, según el texto, la realizaría mediante cuatro acciones fundamentales:
La primera: Re-interpretando la ley. La sanidad es realizada en sábado, lo que significa que el sábado es para el ser humano y no el ser humano para el sábado. O sea, la ley debe estar al servicio del ser humano, para facilitarle la vida y la comunicación con Dios, y no para dominarle y alienarle. Consecuencias: deshonor para los intérpretes de la ley (religiosos y políticos).
La segunda de las acciones fundamentales se refiere a las sanidades mediante milagros y exorcismos. Consecuencias: señales del Reino, Jesús reconocido como taumaturgo.
La tercera son las enseñanzas mediante parábolas y dichos de sabiduría. Consecuencias: reconocido como maestro de maestros, rabí.
La última acción fundamental de Jesús fue la opción preferencial por los locos del sistema (pobres, enfermos y discriminados) como sujetos del Reino. Consecuencia: crucifixión por temor a una revolución social.
Este texto confirma de nuevo el encuadre o propósito del evangelio: mostrar que Jesús es el Hijo de Dios (por adopción) y que Dios se acerca al ser humano sin más intervención que otro humano. A la vez, tiene como propósito demostrar cuál es el perfil del grupo de seguidores que Jesús espera. Este poseso es el que inaugura la caminata de Jesús, según Marcos. Caminata que termina con el ciego Bartimeo, ciego que también grita, pero la diferencia es enorme (Chiquete 2004, 203).
Iglesia o sinagoga sirve como sinónimo de un taller de pecadores o lugar donde los “pecadores” son “arreglados, compuestos o mejorados” para no ser más pecadores. Allí, los pecados tienen diferentes formas y tamaños, producen diferentes daños a las personas, pero todos son pecados. ¿Quién es el mecánico del taller? Los que trabajan en el taller, en este caso Jesús. Pero según el evangelio de Marcos, no puede ser descubierto fácilmente. El enfermo o endemoniado tiene que descubrirlo poco a poco, según la relación (vínculo) que se establezca por el diálogo que entablen. Resulta muchas veces difícil creer que la iglesia o la sinagoga es el lugar donde se reúnen los “vulnerables”. La sociedad ha hecho creer que es todo lo contrario. Dentro están los sanos y afuera están los enfermos.
El taller tiene varias funciones: enseñar, establecer normatividad de procedimientos, para eso hay que revisar lo que se enseña y mantenerlo vigente según su aplicación contextual, proceder a arreglar según los procedimientos establecidos por las necesidades presentadas.
Por tanto, la sinagoga (ayer) o la iglesia (hoy) es más que un taller, es una escuela, es un laboratorio, es ciencia. ¿Cuánto hay que re-estructurar hoy día en las iglesias? Parece que el horizonte se ha perdido, que las iglesias están más bien para mantener el estatus quo y no para transformarlo. La mayoría no parece ser el “taller” donde se arregla, sino el taller donde se desecha, de ahí que resulta importante volver a revisar la misión de las iglesias. Misión que es iluminada por las necesidades de las personas que llegan a la iglesia y no por los ideales que el liderazgo quiere plantear a esas personas. Se parte de la necesidad del otro, del prójimo y no al revés.
8. La casa (Mr 1.28-34)
Una consecuencia de las acciones de Jesús es la fama. La fama no permite descansar, sino que desafía a reordenar los espacios y los roles. Se necesita tiempo para servir y tiempo para descansar, recuperarse y recrearse. Para todo esto es necesario una casa.
Después de liberar al poseso, Jesús se va a la casa de Simón y Andrés, junto con Santiago y Juan. Pero, ¿qué pasó? No pueden comer y descansar. Resultó que se encontraron con que había una mujer enferma. Esa mujer es la suegra de Simón. Surge la pregunta, ¿dónde estaba la esposa de Simón? ¿Tendría Andrés esposa? Una posible respuesta a estas interrogantes podrían ser: las mujeres debían pasar mucha parte de su tiempo purificándose. Se debían purificar todos los meses debido a su menstruación y si habían dado a luz, también debían estar apartadas siete o cuarenta días debido a su flujo de sangre. Cualquiera de estas dos circunstancias, exigía a las mujeres estar apartadas, cuidar de no perjudicar a su marido, de no contaminarlo. La suegra, por tanto, sería la mujer que podría servir la mesa para honrar a los invitados.
¿Qué sucede en la casa? Llegan a la casa de Simón y Andrés. En esa casa, hay una familia extendida, viven Simón, Andrés (el hermano de Simón), la esposa de Simón (que según 1Cor 9.5 lo acompañaba en sus viajes), posiblemente sus hijos e hijas (de esto no hay referencias) y la suegra. Esta mujer estaba enferma, con fiebre. Cuando Jesús llega junto con ellos a la casa, dice el texto que le hablaron de ella. Es decir, había una situación difícil, era necesario buscar a alguno de mayor estatus para resolver la situación. Ellos le hablan a Jesús, él va donde está la mujer. Es tocada y levantada. En el primer milagro que hizo Jesús (el del poseso), él solamente habló y los demonios salieron. Ahora, en este segundo milagro, va donde está la enferma, la toca y la levanta. El poseso estaba en la sinagoga, la enferma está en la casa pero apartada, posiblemente en alguna recámara. Esto nos hace pensar que Simón tiene una casa amplia, por lo menos con más de una recámara. Aunque él y su hermano eran pescadores independientes, había logrado tener una casa amplia. Quizás con varias recámaras: la de él, su esposa y sus hijos, la de la suegra y la de Andrés (por lo menos). Bueno, retomemos el asunto. Jesús va hasta donde está la suegra. Ella estaba en cama con fiebre. La toca y la levanta. Es decir, la sana. Enseguida, ella les sirve. ¿Cómo explicar la reacción de la suegra?
La sociedad mediterránea consideraba que todas las personas tenían obligaciones con los demás. Unos necesitan de los otros y viceversa. Esta sociedad, nos dice Bruce Malina, es una sociedad campesina. Para conocer a esta sociedad campesina, resumimos lo que nos dice Malina, de la siguiente manera: La sociedad campesina está organizada en poblaciones agrícolas o de pescadores que están vinculados a ciudades pre-industriales. (Galilea depende de Jerusalén). Las ciudades son los centros administrativos, religiosos y comerciales. Por tanto, hay una relación simbiótica o de codependencia entre población rural o aldea y ciudad pre-industrial. Allí vivían los escribas y fariseos. Las ciudades a la vez estaban sometidas a la ciudad –imperio. Y allí vivía la gente de mayor estatus. El estatus era sobre todo heredado, por nacimiento: eran familias con propiedades, con poder. Los sacerdotes vivían en la ciudad-imperio. Consideraban que todos los bienes son limitados. Por tanto, su existencia y los recursos son limitados: la vida, la tierra, la riqueza, el prestigio, la sangre, la salud, el semen, el amor, la amistad, el honor, el respeto, la virilidad, el poder, la influencia, la seguridad, la tranquilidad, todo existe en cantidad finita, limitada. Por tanto una persona tiene poder limitado. Todo puede ser dividido para ser repartido pero nunca aumentado. Exige una reciprocidad colectiva. Si alguien se estaba enriqueciendo, implicaba que le estaba quitando a otro. Por tanto, nadie puede mejorar nada si no es a expensas de los demás. La mejoría de alguien es amenaza para otro. La honradez consistía en mantener el estatus, el cual se conservaba: usando un tipo de estrategia defensiva, con respecto a las personas con las que no se quería tener contacto, y la otra manera era estableciendo alianzas diádicas selectivas con quienes sí se querían relacionar, o alianzas tipo patrón-clientes, entre aquellos grupos que se necesitaban, pero que no se consideraban iguales. El estatus era familiar. Una persona heredaba el estatus y lo mantenía según el rol de cada género. Los hombres se comportaban de una manera y las mujeres de otra. Pero ambos eran responsables de mantener el honor familiar. Los hombres se encargaban de mantener el honor hacia fuera (en la calle) y las mujeres hacia dentro (en la casa). El hombre honorable es el que logra mantener el estatus familiar hasta sus últimos días de vida. “Ni usurpa nada a los demás, ni permite que otros lo exploten ni lo desafíen. Trabaja para alimentar y vestir a su familia. Cumple con sus obligaciones comunitarias y ceremoniales. Se preocupa de sus negocios cuidando que ningún otro invada su territorio” (Malina 1995, 123). Hombres y mujeres tiene el derecho a la subsistencia económica y social y solo se rebelan si esta está amenazada. Por ejemplo, una amenaza eran los impuestos excesivos. Si una persona necesita de otras debía tener la iniciativa de buscar ayuda (como lo habíamos dicho con el poseso). La persona que respondía a la ayuda permitía que se estableciese una relación de patrón-cliente. Personas de igual estatus llevan a cabo relaciones contractuales diádicas, y personas de estatus diferente mantienen relaciones de contratos patrón-cliente. Aceptar una invitación a comer, un obsequio o un beneficio como una sanidad, equivale a un desafío que exige una respuesta positiva, sino se pone en peligro el estatus.
En el caso de Simón y Andrés llevan a su casa a Jesús, a Santiago y a Juan. Los cinco vienen de la sinagoga, posiblemente llegaron a descansar y a comer. Las mujeres, en la casa, son las responsables del honor de la familia, cumpliendo con sus roles, dentro de estos el de servir la mesa. Pero no era posible cumplirlos porque la suegra estaba enferma. Jesús había sido invitado y debe responder a la invitación. Ellos lo desafían contándole que la suegra está enferma. Jesús responde positivamente y va donde está la suegra y la sana. La suegra, entonces está capacitada para cumplir con su rol y así honrar a la familia con los invitados. Por eso, ella de inmediato les sirve; restableciendo el honor. Pero, ¿cómo la sanó? El texto dice que Jesús la tocó, se hizo impuro, igual como ella estaba impura. Se establece entre ambos una relación diádica, entre personas de igual estatus. Por tanto, ella responde a esa igualdad contractual sirviéndoles. Al servirles de inmediato, elimina la relación patrón-cliente, aceptando la relación diádica, ya no solo con Jesús, sino también con los hombres de la casa, pues les servía a todos. Jesús no lo impide, al contrario, en muchas relaciones con las mujeres, esta es la posición de Jesús: relaciones diádicas, implicando que ambos son de igual estatus. De ahí el escándalo que Jesús provoca ante los otros hombres porque jamás una mujer, según la cultura patriarcal, podía ser de igual posición que ellos, los hombres.
De esta manera, la casa de Simón y Andrés pasa a ser la casa también de Jesús. Esta casa con relaciones diádicas transforma la casa en espacio energético, donde se movilizan los roles de los hombres y de las mujeres y se moviliza la ideología patriarcal. Por eso, se permite que los vecinos lleven a los enfermos y endemoniados para ser curados. Pues esta casa es el espacio donde la estructura social y familiar fue reestructurada.
El protagonismo de Jesús es placentero para las mujeres, causa asombro y sorpresa para los enfermos y las enfermas y es admirable para los sanos. A pesar de los escándalos causados por Jesús en sábado: liberar a un poseso y sanar a la suegra de Pedro, el impacto resulta ser la fama positiva. No hay contradicciones con el medio ni confrontaciones con personas, las cuales podrían también ser posibles colegas o compañeros de vida. Se le admira, se le sigue, impacta. Su presencia y acciones no ponen en peligro la vida de nadie, al contrario la garantiza. Hasta este momento Jesús está entre iguales, incluyendo a los fariseos que pudieron haber estado en la sinagoga, pues ellos no pertenecían al grupo elitista.
Así, el grupo de amigos va a ser más que un grupo, van a formar parte de su familia. De aquella familia que él adoptó, la familia de la fe y sus amigos deben aprender nuevos roles que sean flexibles y dinámicos para el servicio mutuo. La casa se convierte en el espacio para ese aprendizaje y, si algo o alguien no funciona en la casa, hay que resolverlo. Esta casa, coordinada por Jesús es un espacio energético, se aprende, se afirma la identidad, se reflexiona, se dialoga, se realiza la comunicación interpersonal (entre los miembros del grupo) e intrapersonal (con Dios). Recordemos que la cultura incentivaba la vida en familia. Pero ahora, es una familia dinámica, donde se resuelven los temores, se aprehenden los vínculos y se goza lo que se aprende. Es el lugar para recuperar las energías para luego salir a otros espacios geográficos para profundizar la praxis.
Al principio de todo proceso de cambio, hay que invertir mucha energía, dar muchos aportes de parte de quien tiene la iniciativa y el protagonismo. Se trata de construir un territorio liberado, constituido por diferentes modos de vinculación.
En la Consejería, hablar de un espacio energético es muy importante en una sociedad caracterizada por el quehacer constante (sin descanso real), el consumismo y el estrés. Sobre todo, contar con un espacio energético que brinde, no solo alimento corporal, sino también transformación integral.
En la Comunidad Fe y Esperanza, los cultos y la reflexión bíblico-teológica no son espacios para la censura, el temor y la prohibición o amenaza. Más bien se practica la libertad, el compañerismo, la confianza, se comparten las alegrías, las tristezas y los desafíos, sin temor a la censura, al chisme o al boicot. A partir de los desafíos, se abre el proceso de enseñanza-aprendizaje, de crítica constructiva, de deconstrucción de la ideología patriarcal y de las relaciones interpersonales. De esta manera, se establece una relación de iguales, todas y todos comparten sus vulnerabilidades y fortalezas, porque hay la confianza de la casa.
Compartir la mesa: para eso se cuenta con el apoyo solidario de todas y todos. La mesa compartida no solo es para el alimento, es también para recuperar la salud personal, comunitaria y ambiental. El trabajo se ha organizado según el calendario litúrgico para las lecturas y la reflexión bíblico-teológica y según los espacios dominicales específicos para garantizar elementos lúdicos y gestos litúrgicos para la solidaridad y sororidad (ternura y respeto entre las mujeres). Las tareas se distribuyen por igual, procurando la itinerancia en los roles, de tal manera que todas y todos participen en todos los roles. Ejemplo:
CALENDARIO ANUAL 2005 MES DE
DIA |
DIRIGE |
PREDICA |
TEMA |
DISCIPULADO |
2 |
MS. |
MP |
Santa Cena |
RL |
9 |
RM |
MS |
Comunidades de fe y vecindario |
MP |
16 |
AS |
RL |
Oración |
MS |
23* |
RL |
MP |
Sanidad |
AS |
30** |
MF |
RM |
LIBRE |
LIBRE |
*Las ausencias son por visitas a las cárceles.
**Los quintos domingos están a cargo de los niños y niñas.
El recorrido de Jesús y su fama nos recuerda que hay fama positiva y fama negativa y que cuando cualquiera de las dos se instaura, ocurre lo que dice el refrán “cría fama y échate a dormir”. Las mujeres tenemos muy mala fama, nos dicen que somos las responsables de que el pecado haya entrado al mundo, somos débiles, lloronas, etc. La fama está estereotipada. Esa fama ha impedido el protagonismo de las mujeres en los asuntos religiosos y ha fomentado una lectura bíblica prejuiciosa y androcéntrica. El proceso de conversión exige revertir esa fama estereotipada. Por eso, la conversión no es mágica, es todo un proceso que exige voluntad personal, apoyo de otros y otras (relaciones diádicas), modelos que inspiren el desarrollo de una espiritualidad libre de prejuicios y de perjuicios. Exige la conversión del sistema.
Por otra parte, comprender que la capacidad transformadora de Jesús no es magia, sino fe y protagonismo, permite trabajar la autoestima, la conversión y el testimonio.
Otro aspecto importante por analizar es el rol que juega la enfermedad en las familias. Es un obstáculo para la autoestima e impide ser eficaces en el trabajo, en el estudio, en las relaciones interpersonales, en el cuidado y educación de los hijos e hijas y hasta en la participación ciudadana. Esto desafía a buscar alternativas para impedir el dominio de las enfermedades en el desarrollo humano. En el caso de la Comunidad Fe y Esperanza, nos obligó a buscar terapias alternativas, eficaces y de bajo costo que permitiera a los y las miembros recuperar sus cuerpos. Experimentado la sanidad en nuestros propios cuerpos, como en el caso de la suegra de Pedro, se decidió dedicar un domingo al mes a la salud, tanto para recibir diferentes capacitaciones (para eliminar la dependencia), hacer ejercicios, compartir los aprendizajes, practicar la medicina natural, el diagnóstico bioenergético, la orinoterapia, la homeopatía, masajes, acompañados de gestos litúrgicos como la oración intercesora, el ungimiento con aceite para los enfermos, entre otros, y para servir a los necesitados y a las necesitadas. Poco a poco, cada persona, adulta o infantil, fue asumiendo las técnicas que más entendía o que le parecían más eficaces para recuperar su salud corporal.
Más adelante, la iglesia vuelve a revisar su misión a la que le agrega: restaurar la vida comunitaria de las familias, promoviendo la salud integral. Dios nos ha iluminado para buscar alternativas y las hemos encontrado al alcance de nuestra capacidad material, intelectual y económica. Realmente es la voluntad de Dios que todas y todos seamos de esta manera protagonistas en su Reino. Se ha asistido a seminarios, cursos y talleres y todo lo que se ha recibido de gracia se ha entregado de gracia.
Otro aprendizaje ha sido sobre el rol de la persona enferma en la familia. La psicología comunitaria y el psicoanálisis enseñan que generalmente ésta, como paciente identificado, es solo el portavoz de la enfermedad del grupo familiar (Pichón-Rivière 2001, 221).
El portavoz es aquel que en el grupo4, en un determinado momento dice algo, enuncia algo, y ese algo es el signo de un proceso grupal que hasta ese momento ha permanecido latente o implícito, como escondido dentro de la totalidad del grupo. Como signo, lo que denuncia el portavoz debe ser decodificado, es decir, hay que quitarle su aspecto implícito. De esa manera es decodificado por el grupo –particularmente por el coordinador- que señala la significación de ese aspecto. El portavoz no tiene conciencia de enunciar algo de la significación grupal que tiene en ese momento, sino que enuncia o hace algo que vive como propio” (Pichón-Rivière 2001, 221).
Así, las dolencias corporales son también analizadas dentro del rol que esa persona puede estar jugando en su familia. Porque su dolencia puede estar determinando algo que está implícito en el grupo familiar. Este análisis por ejemplo, ayudó mucho a la mamá de dos niñas a acompañarlas mejor en sus crisis y poco a poco estas fueron recuperándose, a tal punto que han logrado superar sus dificultades escolares. Y el mejor testimonio ha sido que quien las acompañó a salir del rol vicioso (portadoras de enfermedades) fue su propia mamá.
Otro elemento interesante de rescatar es lo de ser herederas de una sociedad campesina. La cual con sus ideales de: honor familiar, las relaciones diádicas, la concepción de los bienes limitados, el control social por lo que otros creen que soy, la importancia de mantener esa fama, la cual es fama familiar y no individual, la idea de que Dios controla todo y que pueden haber fuerzas humanas y no humanas que intervienen en la buena o mala suerte de las familias, pero que Dios mantiene el control de todo, nos hace recordar nuestra sociedad costarricense, de hasta mediados del Siglo XX. Esta sociedad mantiene algunas semejanzas y están reflejadas en la Canción Caña Dulce. Nos permitimos transcribirla aquí para que se entiendan las semejanzas:
“Caña dulce pa moler cuando tenga mi casita: ¡Oh, qué suerte tan bonita que pa mi tendrá que ser! |
Cuando apunte el verolís Y yo viva con mi nena, No tendré ninguna pena Y seré siempre feliz.
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Tendré entonces mi casita Y una milpa y buenos güeyes, Y seré como esos reyes Que no envidian ya nadita |
Con mi Dios y mi morena, caña dulce y buen amor, esta vida noble y buena pasaré sin un rencor.
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(Letra: J.J. Salas Pérez, Música: J. Daniel Zúñiga. Zúñiga Zeledón, 1954. Lo que se canta en Costa Rica. San José, Ediciones Patrias, 10 edición).
Esta canción plantea el ideal de los costarricenses varones, asumido también por las mujeres: ser heterosexual (honor familiar), casarse , tener una casa (bienes limitados), un lugar para sembrar o un trabajo fijo, una familia, y contar con la bendición de Dios en todo.
¿Cuáles son los ideales de la sociedad actual y de las familias? ¿Hay libertad para optar ser o no heterosexual, casarse o no, permanecer célibe o soltero, con hijos o sin hijos? ¿Hay oportunidad para todas las personas de optar por una vivienda digna, un trabajo fijo? En realidad, la carrera consumista no va acorde con las necesidades y aspiraciones de cada quien. Va acorde con los intereses económicos de una clase, la dueña de los medios de producción, pero no toma en cuenta las necesidades de la población, esta es solo objeto de consumo, no sujeto de desarrollo y equidad. ¿Cómo alcanzar la capacidad crítica de las familias para que puedan ser protagonistas de su propia historia y de la sociedad en la que están inmersas? El acompañamiento pastoral tiene como meta el Reino de Dios y su justicia, el cual se materializa en sociedades y familias libres, justas y armoniosas, en las cuales el desarrollo de la autonomía de cada miembro sea reconocida y aceptada.
Para iniciar este camino hay que profundizar los imperativos éticos sociales y familiares, hay que analizar la relación entre SER y TENER. Hay que tener la voluntad, no solo el deseo sentimental, de querer construir una casa, como espacio energético.
9. Sé que puedes sanarme (Mr 1.35-45)
Jesús ha iniciado el proceso de reestructuración social. Repasemos lo que ha hecho hasta el momento: primero, toma la decisión de formar parte de la familia de Dios y de transformar la sociedad en la que vive. Para ello va y se bautiza de Juan Bautista y se da la teofanía que confirma que Él es el Hijo Amado de Dios. Segundo, llama a algunos varones para que sean parte de su grupo. Un grupo que ha de ser modelo o paradigma social, tomando como base la amistad y la familia, institución predilecta del siglo primero. Y tercero, da muestras de que el Reino de Dios se ha acercado de entre los preferidos de Dios: los locos del sistema (endemoniados, enfermas y enfermos).
¿Qué falta? Que las personas que sostienen la ideología, los del poder, reconozcan que Jesús, Hijo de Dios, ha venido a anunciar la cercanía del Reino. ¿Cómo lo hará?
Los endemoniados, las enfermas y los enfermos son los depositarios de la locura del sistema. A la vez, son los portavoces de esa locura. Jesús con su intercesión inicia el camino para redistribuir esa locura. ¿Cómo? Según el Evangelio de Marcos, este proceso requiere de dar un paso más profundo, para ello, busca en privado conversar con su Abba-Padre, su papito. Aquí el texto parece un anticipo de dos situaciones posteriores: la oración de Jesús en el Getsemaní, la noche que fue apresado y la resurrección que se anuncia en la madrugada por medio de las mujeres. No quiere ser confundido con un curandero más que solo sana las enfermedades para que el estatus quo se mantenga. ¡Sanar cuerpos sin que esto no traiga un cambio integral! No, por supuesto que no. Por eso, cuando le dicen que hay mucha gente que lo espera, responde “Vámonos de aquí, debemos ir a otros lugares”. Comprende que ser visto como taumaturgo no es suficiente. No busca su fama, quiere ser el portavoz del acercamiento de Dios al mundo. No quiere que los seres no humanos, superiores e inferiores, divulguen que él es un hijo de Dios, puede ser confundido con un arcángel. Eso, supuestamente, no lo quiere, porque también distorsionaría su misión. Por eso los calla. Además que esta declaración, solo mantiene el estatus quo. Taumaturgo o arcángel, no permiten el mantenimiento del proceso de cambio del sistema social, religioso y político. Es necesario que otras personas, con poder para interpretar y transformar la ley, la estructura social e ideológica lo reconozcan. Por eso, creemos que en este texto se plantea una profundidad de su praxis.
¿Cómo ocurre? El evangelista muestra a dos sujetos: los enfermos y los sacerdotes. Los enfermos cambian su conducta. De ser pasivos, llevados por otros para ser curados, ahora los enfermos piden ayuda. Ya no hay solo enfermos postrados, hay enfermos protagonistas, con iniciativa, hay sentido de pueblo. Cuando se reciben los beneficios de la fe y de un sanador como Jesús, es imposible callar. Los necesitados conocen a muchos necesitados y así como ellos han experimentado la sanidad, también desean que otros la experimenten. Por eso, para el leproso es imposible cumplir con las indicaciones del doctor (Jesús), más cuando éstas aparentemente no tienen que ver con la enfermedad. La desobediencia del leproso nos hace pensar en el estadio de madurez de la fe de Jesús. ¿Es ingenuo Jesús al pretender que el enfermo/sanado no comente sobre su sanidad o es ingenuo Marcos? Los sacerdotes y los enfermos deben ir y presentarse ante las autoridades para que éstas reconfirmen la sanidad y reconozcan que hay un cambio social. Ellos deben “ver” la presencia de Dios. Por eso, el leproso sanado es enviado a presentarse ante el sacerdote. Pero, los enfermos le cambian las reglas del juego.
Vemos cómo el evangelista en el texto nos da algunos datos que podrían iluminar los cambios que el quehacer de Jesús ha provocado en el entorno. A la vez, este entorno ha desafiado a Jesús mediante la fama construida. Es necesario entonces construir espacios propios. ¿Para qué? Para reflexionar acerca del quehacer personal y sus implicaciones en el entorno, el impacto que produce el apoyo que se da a quien se encuentra en desventaja emocional, social, material o espiritual. ¿Cómo podemos crear nuestros propios espacios de reflexión sobre nuestro quehacer cotidiano y sus impactos? Según el ejemplo de Jesús es cuestión de levantarse de madrugada, ir a un lugar en el que no vaya a ser interrumpido y orar a Dios. Otra alternativa sería la de levantar una bitácora (como su supone es la sistematización de los evangelios) o la de registrar el quehacer diario, desde que una se levanta hasta que se acuesta durante un tiempo determinado. Luego, analizar con cuidado ese listado, con el fin de encontrar acciones que afirman la identidad personal y familiar, el conocimiento personal y grupal, el desarrollo de la espiritualidad, el servicio al necesitado/a y el espacio para el descanso y aprendizaje personal. El análisis de esa experiencia permite una reflexión continua sobre el “quehacer útil o productivo” y el “quehacer inútil o improductivo”. La experiencia en la comunidad Fe y Esperanza enseñó que hay gran necesidad y urgencia de tener espacios comunitarios para el desarrollo del conocimiento y para el descanso. También permite comprobar que la vida toda es espacio litúrgico, de encuentro y manifestación de Dios. A partir de esa experiencia, se puede experimentar la compañía del Dios Enmanuel (Dios con nosotros). En las congregaciones se podría abrir un espacio de testimonios de ese proceso reflexivo. Muchas veces, creemos que estamos solas y solos, abandonados de Dios pero, conforme se analizan las bitácoras en comunidad, se va descubriendo que allí está Él.
Con la incorporación de la reflexión del quehacer en la vida cotidiana, se va descubriendo la necesidad de crear u organizar un espacio privado personal para conversar con Dios. Y el gesto de Jesús de ir de madrugada a orar invita a esa práctica.
¿Es ingenuo Jesús o Marcos al pretender que el enfermo no diga nada sino hasta que se presente ante los sacerdotes, lo que implicaba viajar hasta Jerusalén? James Fowler (1981, 100 y 135s) es uno de los primeros teólogos en hablar sobre las Etapas de la Fe. Este teólogo plantea seis etapas de fe, congruentes con las etapas del desarrollo humano. La adolescencia coincide con la etapa tres (3) denominada Fe Sintética-convencional. Una de las características de esta etapa consiste en que la persona construye mitos sobre su ser, basado en su pasado o historia personal En la adolescencia, el mito es proyectado, como parte de la fe personal y de la confianza en sí mismo que será recibido y ratificado por su futuro. El silencio que, según Marcos, Jesús solicita ¿es la manifestación de un mito? El mito de Jesús sería pretender no ser visto como taumaturgo sino como algo más, ¿como un enviado especial de Dios? Los estudiosos del Evangelio de Marcos han dicho que aquello de “Callen” o “No digan nada a nadie” de Jesús son en realidad un recursos literario del narrador para reconfirmar con esto que Jesús es el Hijo de Dios. En nuestro caso, no importa si fue Jesús o Marcos, lo que interesa es el rol del mito positivo. Este puede entonces ayudarnos a alcanzar metas, comunitarias y personales, que nos conducen a la vida plena. El mito está también presente en las palabras del leproso “Sé que tú puedes sanarme, ¿quieres hacerlo?” (v.40b). Esta afirmación o declaración de fe, le permitió alcanzar lo que quería, ser sanado, para ser protagonista, ser ciudadano, ser humano.
10. Ver y escuchar (Mr 2.1-2)
La llegada a casa se hace necesaria otra vez, el trabajo ha sido arduo, pero su fama no le permite descansar como esperaba. ¡Llegar a casa! Es una casa en la cual va a poder descansar, energetizarse. Las necesidades y los necesitados son tantos que, según la cantidad, así corre la fama porque los sanados son los evangelistas y predicadores. ¿Qué predican? Quizás que ha llegado un “resuelve problemas, un resuelve necesidades”, no lo sabemos, lo que podemos ver son las emociones y voluntades que Jesús provoca. ¿Es eso lo que tanto han esperado? ¿Lo que tanto han pedido a Dios? ¡Alguien que haga por ellos, lo que ellos pueden hacer pero que no saben cómo! El leproso, por lo menos, no quiere ese camino: él fue protagonista de su sanidad, preguntó y llevó a Jesús a confirmar su voluntad, luego se va a proclamar. Se integra a la sociedad, ya no como la sociedad le exige sino como él quiere y puede. Mientras, la multitud llega a verlo, Jesús es escuchado. Él les anuncia buenas noticias. Ver y escuchar, ver, oír y hablar, acciones que permiten el encuentro entre humanos y humanas. Acciones que nos hacen descubrir el entorno, la situación concreta del otro u otra, exige el encuentro entre dos o más en el cual se establece una relación de mutualidad, en tanto, todas ven y oyen al otro u otra.
Sin embargo, hoy casi nadie quiere ver y escuchar porque implica , como en el texto, ser los depositarios de lo que vemos y escuchamos. En el texto es sinónimo de recibir buenas noticias. Pero hoy, lo que se ve y se escucha es la discriminación, la injusticia, el abuso, el crimen, la competencia. Posiblemente Jesús tuvo experiencias anteriores ligadas a las necesidades humanas que lo llevó a optar por una práctica militante de la fe. Posiblemente, más temprano que cualquier otro humano, comprendió que las necesidades humanas permanecen descubiertas cuando no se ve ni se escucha al otro. El texto nos plantea el encuentro humano a partir del ver y del escuchar, pues exige una relación recíproca y voluntaria, “muchos querían verlo” y muchos entonces, le escuchaban.
La iglesia es uno de los lugares predilectos para ese encuentro humano, pero, la mayoría de las veces, solo queremos recibir, ser servidos. A veces, se cree que el liderazgo “debería agradecer” por los que acuden a la iglesia. Otras personas creen que al ser necesitados no tienen nada para establecer relaciones de mutualidad, sino solo relaciones de dependencia, pero ¿qué sucede si todas las personas que llegan a la iglesia van solo a buscar y a recibir, por cuanto, todas son necesitadas?
Dar, ¿cómo dar? Fue interesante recordar aquellos momentos en la Congregación Fe y Esperanza, cuando las mujeres comparaban aquella etapa en la que solo se quería y se esperaba recibir, como la etapa de la niñez en que se es dependiente. Pero, cuando se encontraron, a partir de la vulnerabilidad mutua, pudieron hacer una relación de iguales (líder y congregación) y empezaron a pasar de la codependencia a la interdependencia. Ya no quieren solo recibir, sino dar, mostrar que han crecido en su fe. ¿Cómo empezaron a crecer? Ah… todo empezó con dos desafíos: el primero se dio cuando la Junta Directiva de la Asociación interpeló a la congregación a madurar y a dar frutos. La segunda vino cuando llegó una mujer como pastora. La empatía por género y por las vulnerabilidades permitió que se vieran y se oyeran, se dio el encuentro (ver capítulo primero de esta investigación).
11. Solidaridad e interdependencia (Mr 2.3-12)
¿Qué protagonismo el de los amigos del paralítico y de él mismo? ¿Cómo se organizan para llegar hasta Jesús? ¿Creerían que lo lograrían? ¿Cuánto tuvieron que observar, organizar, medir? ¿Qué herramientas tuvieron que emplear? Una vez más, la comunidad muestra interdependencia, mutualidad. Los amigos del paralítico, ¿quiénes son?, ¿por qué ayudan de esta manera a su amigo? Este milagro es diferente a los anteriores y por eso amerita adentrarnos más en la cultura mediterránea. Nos apoyamos en Elisa Estévez cuando dice:
A través del cuerpo físico, las poblaciones mediterráneas refuerzan las identidades personales y colectivas, fijan las funciones de cada individuo y delimitan las fronteras dentro de las cuales varones y mujeres viven, interaccionan, y se comprenden a sí mismos. Del mismo modo, establecen y regulan las relaciones con la divinidad y el cosmos (Estévez 2003, 90).
En la cultura mediterránea, se creía en la existencia de un orden legal que regía el universo y el castigo y que este último era consecuencia inmediata de las transgresiones a ese orden. Cuando había infelicidad o alguna enfermedad, la pregunta era, ¿fue nuestra intervención errónea?, ¿cómo recuperar la integridad personal? Es decir, la enfermedad o la infelicidad podía plantear dudas sobre el honor familiar. Solo Dios puede enviar la enfermedad o la infelicidad. ¿Para qué? o ¿por qué? Creían que quizás las enviaba para regular, reforzar o sancionar la conducta. Quizás para perfeccionar el estado espiritual. Por tanto, las familias estaban en constante vigilia de su salud. ¿Cómo? Cumpliendo los preceptos y las leyes de Dios.
También se creía que si no se había obrado mal (como en el caso de Job) entonces, el mal (infelicidad o enfermedad) era consecuencia de la intervención de seres superiores e inferiores. Por eso, la enfermedad tenía una dimensión ética. La enfermedad entonces podía deshonrar a la familia. Así, el lugar para sanarse era, en primera instancia, la casa y como aquello era un asunto familiar, todos, familiares y amistades formaban una red de solidaridad para resolverla. Luego estaba la sinagoga como institución de apoyo. De ahí que en este texto, aparezcan los amigos (que posiblemente, como en el caso de Jesús con la familia de Pedro, formaban ya parte de la familia) ayudando al paralítico. El honor se resolvía en público, mediante la muestra de la vergüenza positiva. Los amigos son capaces hasta de romper el techo de la casa, porque había que resolver el honor de la familia. Todos tienen la responsabilidad de conseguir la armonía. Como se creía que había dos causas para las enfermedades: el infortunio o desventura y el pecado, los amigos posiblemente creían que el pecado era la razón del deshonor familiar. Esta sospecha la confirmamos con la actitud de Jesús. Según Marcos, Jesús actúa de forma distinta a como lo había hecho antes. Antes, le hablaba a los malos espíritus y les ordenaba salir del cuerpo de las personas calificadas como endemoniadas. En cambio, él a las personas enfermas las tocaba, haciéndose impuro él y desde allí, desde la relación diádica, restablecía la salud de la persona enferma. Ahora, en el caso del paralítico, Jesús no lo toca, le habla, como si la enfermedad no fuera producto del pecado, sino del infortunio provocado por seres ajenos a él. Pero el contenido de lo que habla es diferente al contenido de los posesos. Dice: “Tus pecados te son perdonados”. ¿Es un arreglo literario de Marcos? ¿Es otra estrategia de Jesús para que las autoridades reconozcan su presencia, como señal del Reino de Dios, en vista de que el leproso no se presentó ante el sacerdote? Si el leproso le hubiera hecho caso, ¿hubiera tenido que ir hasta Jerusalén?
Marcos nos dice que este milagro es realizado en la casa, en Capernaún. Suponemos que Jesús está en la casa de Simón y Andrés, casa que se había convertido en espacio simbólico de la nueva sociedad. ¿Por qué no perdonar pecados allí? ¿Cambia Jesús su estrategia porque dentro del grupo de testigos había escribas? Creo que la clave está en la acción de los amigos y en la respuesta de Jesús. ¡La red de solidaridad fue impactante! Llegar a abrir un hueco para pasar al amigo hasta donde estaba Jesús. Esa red simboliza las relaciones en el Reino de Dios, llegar a ser un solo cuerpo, hasta el punto de que si una parte del cuerpo sufre, todos sufren (1Cor 12:12). Jesús les dice que es por la fe de ellos, que perdona al paralítico. ¡Cuánto hubiera deseado Jesús tener amigos como estos en el proceso de la pasión!
Otro aspecto por tomar en cuenta es la intención del narrador. ¿Quería Marcos resolver la deshonra del grupo de discípulos y de sus seguidores –primeras comunidades cristianas- dada las condiciones de la muerte de Jesús? ¿Quería Marcos representar el desafío a su sociedad –romper el techo- para animar a su comunidad de fe? Podríamos con estas interrogantes hacer un paralelo entre la sanación del paralítico y Jesús. La red de amigos del paralítico podría representar la red de amigos de Jesús que, junto con Pedro, deciden desafiar a la comunidad de Jerusalén, por lo que hicieron con Jesús (Hch 2ss). El grupo que condena a Jesús está representado por los testigos, entre los cuales están los escribas, que están presentes en la casa de Capernaún cuando Jesús conversa con el paralítico. El contenido del diálogo de Jesús con el paralítico tiene dos momentos. El primer momento, depende de la fe de los amigos, los cuales reciben satisfacción por las palabras de Jesús, las cuales honran a la familia y a ellos, palabras que contienen perdón. Este perdón solo puede ser dado por Dios. El perdón de Jesús, con sus palabras en voz alta y delante de los testigos, desafía a su Padre, para que perdone a la humanidad por lo que hace, pues “no sabemos lo que hacemos”. El segundo momento del diálogo, desafiado por los escribas, Jesús honra sus palabras mediante el poder de hacer que el paralítico caminara. Pero no solo eso, sino que en la forma como se lo dice, le invita a supuestamente transgredir parte de la ley sabática. Pues estaba prohibido trasladar de un lugar a otro muebles o pasarse de lugar en sábado. Estas palabras de Jesús reconfirman su objetivo: transformar la estructura social y hacer cumplir el verdadero sentido de la Ley, en la cual la enfermedad no es producto del dominio de seres externos, ni de pecado humano, como que el sábado es para el bien de la humanidad y no al revés. También el narrador, una vez más, vuelve a confirmar la necesidad de honrar la vida y muerte de Jesús, mediante este otro ejemplo de milagro realizado por Él.
Hay otro momento del diálogo (el tercero) y tiene que ver con los intérpretes de la ley o escribas, los cuales son desafiados por Jesús, en vista de que han intentado deshonrarlo por lo que ha hecho. El desafío es enorme y los deja en vergüenza. Es un diálogo en el que el evangelista muestra la sabiduría y legitimidad de las acciones de Jesús.
De esta manera, se inicia el proceso de las controversias que se caracteriza por: frases claves en las cuales se denota la convicción de Jesús de servir a los que lo necesitan (enfermos, pecadores, endemoniados); independencia de acción y de criterios teológicos frente a los posibles colegas (intérpretes de la ley); proceso de relectura del mundo que le rodea, sus creencias y leyes.
Obviamente, los intérpretes de la ley, al no poder responderle en ese momento, no estaban dispuestos a escuchar empáticamente a Jesús y sus acciones. La personalidad, en las sociedades basadas en el honor y la vergüenza, depende de la opinión de las demás personas: su familia, su pueblo, ciudad, nación y se supone que todas coinciden con la que aquel cree tener. Mientras que en estas sociedades predomina el honor, en las nuestras predomina la economía. Y mientras la personalidad mediterránea es interdependiente y por tanto, extrovertida pues se depende de los otros, la nuestra es independiente. La personalidad mediterránea es diádica, o sea, la persona está inmersa en el grupo y orientada hacia él. Mientras que la nuestra depende principalmente de la opinión propia, y por eso se le da tanto valor a la introspección (Sánchez 2004, 122-123).
Los escribas filtran su comprensión, no se dan cuenta que Jesús ha regresado a casa, pero no a la sinagoga. Es en la casa donde acude el pueblo con sus necesitados y donde rompen los techos o razonamientos, ideologías que obstaculizan el encuentro con el que viene a anunciarles la buena nueva. Xavier Pikaza (1998, 59) dice que este pasaje es el primer paradigma completo de la iglesia.
¿Cuánta falta hace ser y tener amigos como los del paralítico? ¿Cuánta pobreza desaparecía si accionáramos como redes? ¿Cuánto valor comunitario hace falta para enfrentar a los jueces que interpretan mal las leyes? ¿Cuánto solidaridad hay que planificar para hacer posible el milagro de transformar las estructuras para que haya justicia? ¿Cuánto conocimiento se debe aportar? ¿Cuánta voluntad y capacidad de trabajo en equipo para lograr los sueños?
En la Comunidad Fe y Esperanza, recordamos cuando el desafío de ser comunidad había sido lanzado por parte de la Asociación de la Iglesia, ¿estaba la comunidad dispuesta a responder al desafío o se quedaría en silencio como lo hicieron los escribas? Había dos caminos, ser como los escribas que al quedar avergonzados, buscaron alianzas futuras para la venganza o ser como los amigos del paralítico. La sociedad actual y su ideología plantean claramente la exclusión y la autoexclusión de los y las pobres. ¿Aceptaría la comunidad la exclusión y la autoexclusión? La decisión fue organizarse como comunidad de fe, dispuesta a abrirse a la tolerancia, al aprendizaje y a descubrir capacidades y dones.
En la Consejería, este texto permite abrir el diálogo acerca de las opciones que ofrece este proceso para buscar la sanidad de los integrantes de la familia y no solo de un individuo (paciente identificado).
Ver y escuchar empáticamente, como en el texto bíblico, para percibir claramente los desafíos, las respuestas y las alternativas de concretar esperanzas. El proceso de la comunicación empieza en la percepción. Hay que distinguir entre lo percibido y lo real.
Dice Brenson:
Una de las habilidades más importantes es la percepción empática. Básicamente hay dos maneras de escuchar a otra persona: la selectiva y la empática. En la primera, estamos predispuestos a “oír” solo parte de lo que dice el otro, intencionalmente o por limitaciones … En la escucha empática, percibimos el mundo, hasta donde sea posible, … nos colocamos en el pellejo del otro (Brenson 1983, 60).
Los amigos habían percibido el estilo empático de Jesús y lo buscaron con el fin de encontrar un motivo de vida para su amigo paralítico.
¿Quiénes pueden ser los escribas hoy? Muchas veces, pueden ser las iglesias mismas, los miembros de la familia, las amistades y quizás hasta los compañeros de vida o los hijos e hijas. ¡Pero no hay que desistir! Tampoco rechazarlos, ellos podrían formar parte de la red solidaria, hay que saber afrontar sus ideas sin atacarlos en su dignidad. En este momento se hace necesario tener la certeza de que se es amado y/o amada, que frente a los desafíos hay gente que nos ama. La red de solidaridad es una muestra real, concreta, del amor que se le tenía al paralítico. Era amado por sus amigos. El amor de estos amigos era incondicional. No importó lo que tuvieron que hacer o las consecuencias que tendrían por haber roto el techo, por haber llevado al paralítico hasta Jesús. Ellos estaban mostrando públicamente cuánto amaban a su amigo.
12. Compartir: clave para distribuir la locura (Mr 2.13-3.13)
¡Analizar estos diálogos resulta ser una tarea fascinante! En ellos Jesús plantea su postura teológica y diríamos que también política, define ante los demás su perspectiva de la vida y de su misión. Perspectiva y misión que resultan confrontativos, desenmascaradores de la posición y misión de los otros. Esa posición y misión desenmascara el honor y la vergüenza, tanto de los fariseos como gremio, del pueblo judío, representado en las personas necesitadas y de los discípulos como seguidores de Jesús.
Después de que Jesús deja sin respuesta a los intérpretes de la ley por la curación del paralítico, Marcos presenta esta serie de controversias. Es una sección completa que tiene como mensaje central la calidad del discipulado y la calidad del maestro. Veamos en detalle, pues resulta muy importante para efectos de la Consejería.
El mensaje central de estas primeras controversias está en la calidad del discipulado, pues es allí donde se prueban los verdaderos profetas y maestros de la ley. El perfil de las personas que seguían a Jesús (discípulos y enfermos o necesitados) tienen en común que no siguen la interpretación farisaica de la ley. Los enfermos y endemoniados: supuestamente estaban enfermos por pecadores, ellos o alguno de sus familiares era responsable de su estado. Los discípulos: hay tres grupos de discípulos. Primero, los de Juan que evidentemente se mantuvieron al margen del movimiento de Jesús, a pesar de lo sucedido a su profeta y de lo anunciado por él. No tuvieron la capacidad de discernir los mensajes de su maestro puesto que no siguieron al sustituto de Juan (1:7). Segundo, el perfil de los discípulos de los fariseos que, evidentemente no les seguían por convicción, sino por temor a ser castigados por sus maestros, en nombre de la ley o por Yavéh, supuestamente. Y tercero, los discípulos de Jesús, que evidentemente no seguían la interpretación farisaica de la ley, pues no ayunaban y trabajaban en sábado, pero que no entendía la propuesta de vida de Jesús.
Los enfermos y los discípulos de Jesús que son los sujetos seguidores de él, evidentemente son los del no-poder, tanto por sus condiciones corporales, como por sus condiciones materiales y sociales y que según los fariseos eran “pecadores”.
Los discípulos de Juan, a la luz del narrador del Evangelio, quedan prácticamente absorbidos por el otro grupo de personajes: los fariseos, los escribas y los herodianos. Estos, a su vez, son los del poder: no están enfermos, pueden cumplir con la interpretación de la ley, o al menos, pueden hacer creer que la cumplen (por el ayuno y el no servicio sabatino) y tienen tanto las condiciones materiales como sociales para así hacerlo creer a los demás. Por tanto, tenemos dos grandes grupos: los del no-poder (a la luz del sistema vigente) y los del poder.
La decisión de Jesús es la de hacer discípulos suyos a los del no-poder, no solamente porque no tienen el poder sino también porque al no poder seguir la obediencia a la interpretación farisaica de la ley, pueden, con la guía debida de un profeta-maestro entender el espíritu de la ley. Por eso, no es posible verter el vino nuevo (la re-interpretación de la ley) en odres viejos (discípulos y seguidores de la interpretación farisaica de la ley). De esta manera, el honor de Jesús y de sus discípulos y seguidores queda bien mientras que el honor del otro grupo queda en vergüenza.
Los del poder no concebían otro tipo de relaciones que no fueran las de obediencia-sometimiento, eran obsesivos con las normas que ellos mismos establecían. Por tanto, no permitían el contacto abierto, directo entre las personas. Las relaciones diádicas no se promovían, sino las de patrón-cliente. ¿Cómo serían sus hogares? Al juzgar con nuestros criterios actuales, posiblemente eran bastante disfuncionales (más adelante se verán las características de estos hogares).
¿Cómo se resuelven las controversias? Analicemos algunas de ellas:
Leví, hijo de Alfeo: al relacionarlo con su padre, es obvio que resulta judío. Por ser recaudador de impuestos, se conoce que tiene mala fama, pues generalmente los trabajadores fiscales robaban legítimamente al pueblo cobrando más de lo que el imperio establecía. Se le reconocía como un oficio deshonroso, que hacía impuro al que lo ejercía y de antemano se le consideraba apartado de Dios porque violaba la norma de los bienes limitados. Sin embargo, Jesús no solo lo invita a seguirlo sino que va a su casa a comer. Jesús enfatiza las relaciones diádicas, para lograrlas él tocaba a los enfermos o comía con los socialmente calificados de impuros.
Los letrados interpelan a Jesús, por eso, ellos a su vez quedan en vergüenza: los sanos no necesitan médico. La frontera de la medicina y la magia era muy frágil. Se consideraba que todo aquello que se hiciera para el beneficio personal era magia, y todo lo que se hiciera para beneficio del prójimo era ciencia (Piñero 2001). De esta manera, Jesús en su respuesta se colocaba, con relación a los letrados, de igual a igual, les contesta y su respuesta los confronta. Ustedes y yo somos los servidores (los médicos), ellos son los enfermos o pecadores. Ustedes no hacen lo que deben hacer, yo sí lo hago. Ustedes no siguen la ley, yo sí.
Leví comparte la mesa con Jesús y con muchos otros recaudadores de impuestos y otros pecadores (que no cumplían la interpretación farisaica de la ley). El compartir la mesa, uno de los símbolos más importantes del cristianismo junto con el bautismo. Símbolos que se llegan a considerar sacramentales. La eucaristía o compartir el pan, es según Theissen, una de las tres características del seguimiento:
Seguir a Jesús en comunión de mesa es una relación tan estrecha con él como seguirlo en una vida itinerante y no sedentaria. Naturalmente, cuando los grupos cristianos primitivos imaginaban esta escena (la de Leví) no podían dejar de pensar en su propia comunión de mesa (Theissen, 2002, 48).
El texto nos invita a analizar dos asuntos, que con respecto a la consejería, son muy importantes: el primero, la iniciativa para iniciar el proceso de sanidad. El texto presenta a Jesús como el que toma la iniciativa, no los enfermos porque, a veces, ellos no saben que lo están, o lo aceptan porque creen que no hay alternativa. Y el segundo, el proceso de cambio apunta a la autonomía y complitud.
Leví parece feliz porque tiene un trabajo que no solo le da seguridad sino que le
permite enriquecerse, acumular más de lo que necesita. También le da la seguridad de poder ofrecer a sus amigos (que son solo aquellos que tienen el mismo trabajo que él) y conocidos un banquete. El trabajo y la socialización le brindan a Leví aliento para vivir, a pesar de tener un trabajo impuro, con todas las restricciones sociales y religiosas que eso le conlleva. Es por eso que Jesús va a él. No, resulta interesante que no es simplemente por eso. Según el diálogo, Jesús llama a los que viven la vida de acuerdo con su conciencia; conciencia que significa ordenar su vida según hayan interiorizado lo que los otros dicen, hacen y piensan con respecto a él. Leví y las personas de “mala fama” que están con Jesús habían interiorizado su “mala fama”, el ser pecadores. Se comportaban autoexcluyéndose, habían asumido, en términos modernos, la cultura de la pobreza, eran pobres-empobrecidos, por cuanto no solo son excluidos, sino que también se autoexcluyen. Leví comparte con los que siguen a Jesús y con sus amigos (los que tenían su mismo oficio). Con ellos Jesús decide interactuar para sanarlos, sanarlos de su enajenación, sanarlos para que dejen de hacer lo que los otros creen, piensan y dicen de ellos.
Quienes organizan su vida en autoexclusión heredan a sus hijos e hijas ese mismo comportamiento, surgen entonces generaciones de pobres, ya no solo por sus condiciones materiales, sino principalmente, por sus condiciones de auto-exclusión. Su vida es organizada a partir de esa condición psíquica y por tanto, sus opciones de realización personal, laboral y profesional son opciones de exclusión social. A la vez, interactúan y viven en lugares “destinados” para los excluidos. El oficio de Leví es un oficio de antemano excluyente. En nuestras sociedades modernas también la exclusión está organizada, estructurada para generar personas autoexcluyentes. En el capítulo uno veíamos como en el caso de Costa Rica, hay lugares destinados para los excluidos-autoexcluyentes, así como oficios.
El ayuno: es interesante cómo el narrador une a los discípulos de Juan y a los fariseos en un solo grupo. Ambos interactúan con Jesús en conflictividad y por tanto, pasan a ser de los mismos. Recordemos que Juan está en la cárcel, sus discípulos parecen “ovejas que no tienen pastor”, están deambulando, observando a quién seguir. Están sin criterio propio porque Juan está pero a la vez no está. No pueden relacionar el mensaje de Juan con el de Jesús. Esa incapacidad, lleva al narrador a unirlos con los fariseos. Los dos grupos son incapaces de ver. Ayunan pero no saben por qué, no entienden el fundamento, el fondo. Son solo religiosos imitadores de costumbres. Esta característica de los discípulos de Juan, se relacionan con tres momentos: la primera, la actitud de los discípulos de Jesús, en especial después de la crucifixión. Ellos estaban impactados, no atinaban, cada uno volvió a lo “suyo”, las mujeres se quedaron calladas, llenas de temor, no querían decir a nadie lo que habían visto y oído cuando llegaron de madrugada al sepulcro, los caminantes de Emaús no le reconocieron, sino hasta cuando partió el pan. La segunda, el auditorio de Marcos: ¿Cuáles serían sus confusiones? ¿Temor de confesar su fe en Jesús y ser perseguidos, torturados y hasta asesinados? ¿ Seguir como judíos o gentiles, como si no hubieran conocido de Jesús? Y la tercera, el auditorio presente: la congregación Fe y Esperanza, que al principio del acompañamiento estaban como los discípulos de Juan y los fariseos: sin asumir los desafíos de la conversión. El reto fue: ¿ser comunidad que da frutos o seguir con una conversión religiosa que solo sigue ritos e invita a vivir según estereotipos religiosos e ideológicos?
De esta manera, la opción de ayunar por ayunar es cuestionada por Jesús. El ayuno se practicaba como medio de preparación para pedir la intervención de Dios en: la guerra, la sequía, en los tiempos de infortunio, en el duelo. Es decir, en los momentos “desérticos” (expiación). También se ayunaba como recordatorio de la intervención de Dios en la historia, cuando fue el pueblo esclavo y Dios lo liberó. Pero según el contexto en el que el narrador plantea el desafío de Jesús a los fariseos, el ayuno había perdido su sentido. Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando como muestra “competente” de seguir la ley como letra muerta, pero no para discernir con el pueblo “los signos de los tiempos”. A esta situación Jesús responde que sus discípulos no pueden ayunar porque el novio está con ellos. Es decir, por qué ayunar si ya no hay tiempos desérticos, pues la soberanía de Dios está presente y está transformando el desierto provocado por los fariseos y los romanos. Dios ha escuchado una vez más el clamor de su pueblo, pero ellos, los dirigentes y los seguidores de los profetas, no se han dado cuenta. Por eso, ahora ambos grupos son iguales. No se dieron cuenta de que Dios escuchó y que envió a su Hijo.
Dice también Jesús que llegará el día en el que ellos (los discípulos de Jesús) ayunarán pues el novio será arrebatado. En aquella cultura no había conocimiento de sí mismo, si no es por medio de lo que los otros digan. No hay comprensión de conciencia individualista, ni de análisis introspectivo. Por tanto, lo que sucede en el aquí y el ahora es porque otros seres (humanos y no humanos) lo han provocado. Así, el “le será arrebatado” implica que habrá movimientos sociales y divinos que impedirán que la intervención o soberanía de Dios permanezca, porque el novio será quitado. Cuando eso suceda entonces sí habrá que ayunar para que de nuevo Dios intervenga porque volverán los desiertos, el llanto, el infortunio, el duelo. Habrá entonces que prepararse de nuevo para dejar de hacer (sacrificio) lo que se estaba haciendo, lo que “amarró” o “sujetó” la soberanía de Dios. Esto nos hace pensar en el poder de Dios. Es un poder que sana, saca demonios, convierte el agua en vino, pero no puede obligar a la humanidad a tomar decisiones. El ser humano es libre de optar por la intervención de la soberanía de Dios en la historia o puede rechazarla. Dios no puede obligar a los fariseos y a los discípulos de Juan que vean en Jesús su soberanía, porque si lo hace dejaría de ser Dios. Sería cualquier dios que mata, castiga y exige sacrificios para obligar al ser humano a hacer su voluntad. Sería un dios con poder patriarcal. El patriarca extorsiona, esclaviza, explota, mata, tortura y hasta se venga de quienes no hacen su voluntad y no se someten a él. Esta es la imagen de Dios que se había instalado en el imaginario colectivo por la interpretación de la ley que hacían los sacerdotes, fariseos y escribas. Esa imagen de Dios es la que creemos que califica Jesús como “vestido viejo” y “odre viejo”. Solo quienes han cuestionado, por la desobediencia, esa interpretación de la ley, es a los que se les revela que el reinado de Dios está cerca.
El hombre de la mano seca: Los fariseos y Jesús estaban en la sinagoga. A Él lo vigilaban, había deshonrado a sus “colegas”. ¡Querían acusarlo! El hombre de la mano seca es objeto de controversia, quizás la intención del Evangelista fue la de marcar quién está en el centro del poder, al poner al enfermo en el medio. Ponte en el medio: cuando hay algo en medio de dos personas que dialogan (una imagen, un gesto y un contenido) no permite una comunicación fluida, al contrario se nubla y se distorsionan las palabras o el mensaje. El hombre está en medio entre Jesús y los letrados. Indica de antemano que ellos (los letrados) no podrían responder al desafío de diálogo que Jesús les hace. También puede implicar que el hombre de la mano seca puede tener el poder de revertir su situación, pero no lo sabe o no lo cree. Hay un giro en el diálogo, el que era el objeto es sujeto: al no responder los letrados, el hombre se visibiliza. Ya no hay nadie (porque están mudos) entre Jesús y el hombre de la mano seca. Es posible entonces ser sanado. Tener la mano seca puede indicar que las relaciones interpersonales están atrofiadas. Esta mano seca representa las relaciones entre Jesús y los letrados. Es una relación seca, atrofiada, sin posibilidad de dar frutos. El hombre deja de ser objeto y su mano es sanada. Ahora, el hombre puede con su mano restablecida, re-establecer alianzas, puede interactuar. Los fariseos, representados en la mano atrofiada y luego sanada establecen una alianza, pero no con Jesús sino con los herodianos. Esta alianza es una alianza enferma que puede secar las relaciones entre los miembros de la sociedad y Jesús, que puede sujetar la soberanía de Dios. Es una alianza para robar el producto del clamor del pueblo: la intervención de Dios.
El sábado y las espigas: es un binomio inseparable. La ley deuteronómica planteaba que se puede entrar a comer en el campo cultivado de cualquier persona, pero no se puede cortar el producto con instrumentos (solo con la mano) y tampoco se puede llevar el producto (en bolso). Hacerlo implica robo porque no se está solamente saciando la necesidad presente (el hambre) sino que se está eliminando el producto como testimonio del trabajo del que lo cultivó. No dejar ese testimonio es atentar contra la creación y contra su hacedor. El fruto del trabajo está al servicio de los demás, pero si desaparecen totalmente los frutos y las herramientas no hay señales del trabajo del otro y no hay servicio a los demás. No hay imagen y semejanza con Dios, pues El creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en ella. Entregó el producto de su trabajo al ser humano para que se sirviera y el sétimo día descansó. De igual manera, el ser humano trabaja para el servicio y el que se sirve no debe aniquilar el producto-testigo. Están las obras, se pueden servir de éstas, pero no hay que acabarlas porque no quedaría testimonio de lo que se ha hecho y, al no haber obras, se podría creer que no hay ser humano. De igual manera, Dios procedió: estableció una alianza con la humanidad y ninguna de las partes debería terminarla. El sábado es otro producto del trabajo: se puede descansar por cuanto se ha trabajado. Si no hay reposo, hay rompimiento de la alianza.
El rompimiento de la alianza por cualquiera de los tres caminos: llevarse el producto total del trabajo del otro en el bolso, cosechar el trabajo del otro mediante el uso de la hoz, o no descansar después del trabajo realizado, trae como consecuencia la eliminación del contrato (alianza). Ese rompimiento es calificado por la ley como profanación y la consecuencia es la muerte. Es rompimiento de la alianza que implica no querer mantener el contrato con Dios. Esta relación contractual es la que da origen al jubileo.
Cuando el rompimiento de la alianza no ocurre por decisión directa del trabajador, sino por intervención de otro (el que entra al campo, se lleva en el bolso el producto y lo recoge con instrumentos para acabar con todo el producto), indica que ese rompimiento es involuntario. Por tanto, la muerte del trabajador no viene por consecuencia del castigo divino sino por “el asesinato” directo o indirecto del que entró al campo a robar el producto del sembrador. Según las palabras de Jesús, esto era parte de lo que estaba ocurriendo y por eso, Dios y él como su hijo, intervienen de día y de noche, sin descanso liberando al que cae en manos de los ladrones (sábado). Por eso, el sábado se hizo para liberar y re-establecer la alianza. Los discípulos de Jesús hacen lo que es lícito: entrar al campo, segar con sus manos y comer dentro del campo para saciar su hambre inmediata. Pero los fariseos, condenan al pueblo a la muerte, mal interpretando la ley. El día del Señor es para liberar al trabajador del ladrón (fariseos, romanos) que recoge toda la cosecha sin dejarle al pueblo para saciar sus necesidades y lo condena al hambre, a la miseria, a la enfermedad.
Los exorcismos y curaciones: ¿Qué significan los lugares mencionados? ¿Cuál es la intención del relator? En primer lugar, el relator cierra las controversias con otro contraste parecido con el que las inicia. Al principio los amigos del paralítico muestran una fe impresionante, son capaces hasta de romper el techo. Ahora, las multitudes acuden de todas partes de los pueblos judíos y gentiles (Galilea, Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania, Tiro y Sidón). Mientras que el caso del paralítico nos muestra a un pueblo judío, ferviente, ansioso por resolver la necesidad de sus conciudadanos. Ahora, las multitudes, tanto de judíos como de gentiles, se avalanchan a recibir las sanidades de parte de Jesús. Ambos actos de fe (amigos del paralítico y multitudes) encierran la actitud contraria de los fariseos y seguidores. Mientras las multitudes se apretujan, los fariseos detienen, paralizan a esas multitudes. Los demonios salen por la palabra y las enfermedades físicas salen por el tocar. La salida de los demonios se hace de manera estrepitosa, todos gritan y le reconocen como el Hijo de Dios. Este título, que le dan los demonios, contrasta con el título que Jesús se da: hijo del hombre o hijo de la humanidad. El secreto de su nombre según Marcos, en palabras de Theissen, tiene cuatro razones: la primera, Jesús no quiere que su identidad sea proclamada por otros (demonios y discípulos), sino cuando él lo decida y ante quién él lo decida. La segunda razón es que Jesús quiere mantener en secreto la naturaleza u origen de sus milagros, no los milagros en sí. El espíritu de sus enseñanzas también se le enseña solo a un grupo, pues éstas preparan para los conflictos. La tercer razón del secreto mesiánico es la incomprensión de que seguirle es sufrir. Y la ultima es que el evangelio llama a un discipulado del sufrimiento (Theissen 2002, 32-39).
Estos cuatro motivos, crean una imagen impresionante de Jesús, el secreto es revelado en las tres teofanías: en el bautismo, en la transfiguración y en el mensaje del ángel sobre la resurrección. Theissen dice que la razón del secreto es la de proteger a Jesús y a sus seguidores del sufrimiento (Theissen 2002, 37). Enseguida no más, en señal de reafirmación de la intención del narrador, al cerrar las controversias con los fariseos, herodianos y escribas, Jesús elige a los doce.
Los diálogos del texto bíblico nos permiten hablar del proceso de formación grupal y familiar, de la autenticidad y de los códigos morales socialmente aceptables (imperativo moral), del comportamiento humano y de las relaciones humanas. En la congregación hablamos de la autenticidad como sinónimo de mostrarse tal como se es a los demás, con transparencia y honestidad, espontaneidad y asertividad. Se trata de tomar la opción de autorrevelarse. Hay momentos cruciales para esa auto-revelación, que implica interactuar con el otro. En ese interactuar no solo nos auto-revelamos sino que también revelamos nuestros sentimientos con respecto al otro, sin atribuir al otro la responsabilidad por esos sentimientos. También se habló de los sentimientos y de los estilos de comunicación. Generalmente, estos dos elementos: comunicación y sentimientos revelan la funcionalidad o no de las familias y de los grupos. También pudimos analizar cómo las formas de comunicación se mantienen de una generación a otra, y esto indica que son modelos aprendidos, los cuales pueden ser modificados.
Se habla en psicología de hogares que funcionan y hogares que no funcionan. Esa funcionalidad no es de acuerdo al estatus quo sino más bien, según las etapas del desarrollo equilibrado de los miembros de la familia. Los hogares que no funcionan tienen varias características:
Primera, no satisface las necesidades emocionales de sus miembros. La ternura es condicionada a la obediencia sumisa. Por tanto, cada vez que no se hace “la voluntad del adulto”, hay sensación de rechazo, de no ser amado. Se le ama en tanto se le obedece.
Segunda, ese condicionamiento amoroso lleva a las personas a una especie de apego con la persona adulta. Ese apego es constantemente demandante de atención. Esa demanda constante produce cada vez más rechazo. Sensación de ser excluido, de estorbo. Es un apego que presiona y lesiona la relación espontánea. Produce temor a ser abandonada, o abandonado y que la relación desaparezca.
Tercera, no hay diálogo, solo queja monologante. Cada persona habla sin escuchar al otro. Cuando habla es para quejarse del otro. Las quejas son acumulativas. No se analiza la situación presente, sino que se hace una suma de actitudes pasadas con la presente. Los diálogos, por tanto, se caracterizan por la discusión y tensión constantes. También se dan lapsos prolongados en que las personas no se hablan, sobretodo los padres.
Cuarta, la relación es de sometimiento. El que manda y el que obedece. No se acepta que la otra persona sea distinta, ni se reconoce la etapa del desarrollo y de cognición del otro. Cuando se reconoce alguna diferencia se dan rivalidades o competencias. A veces los padres exhiben conductas contradictorias que compiten por la lealtad de los hijos e hijas. O hay conductas sexuales inapropiadas de parte de algún progenitor, que va desde la seducción hasta el incesto.
Quinta característica de hogares disfuncionales, se siguen los convencionalismos sociales, los mitos y los estereotipos. Se promueve por tanto, en nuestra sociedad, el consumismo, el individualismo y el materialismo desmedido como sinónimo de triunfo, de éxito. No hay énfasis en el ser, sino en el tener, ni hay énfasis en la ética, sino en los objetos adquiridos.
Sexta, no hay apertura comunitaria. La familia solo se desarrolla hacia adentro. Los hijos son proyecto de los padres, ellos no pueden asumir su propio proyecto de vida, se les califica de egoístas, desconsiderados y desobedientes. El movimiento es siempre hacia adentro, nunca hacia la comunidad.
Sétima, no se reflexionan las creencias, sino que se dan por ciertas. Son principios indiscutibles. La rigidez es extrema en cuanto a diferentes asuntos como el sexo, la religión, el afecto, el trabajo de la casa, etc. Algunos temas son obsesiones que impiden el contacto con la intimidad porque el énfasis se coloca en acatar las reglas.
Octava, siempre que se va a realizar algún cambio o movimiento es motivo de discordia no se aceptan creencias diferentes.
Novena, la crianza de los hijos e hijas no se organiza, no se aceptan relaciones múltiples: relaciones diádicas, algún expuesto, algún pospuesto. Solo se admite relaciones subordinadas, el crecimiento se hace asincrónico y dependiente.
Décima, la familia crece por medio de pactos o alianzas, no se permiten acuerdos flexibles. Si se cambian los acuerdos, se considera deslealtad, infidelidad, se aliena a la persona que no mantuvo el acuerdo firme. El “para siempre” es una soldadura, no se admite el proceso.
Décima primera, no hay colaboración según la capacidad de cada cual, solamente dependencia sometida.
Décima segunda, la identidad corporal es motivo de rivalidad, no se permite sentir y gozar pues se confunde el respeto de sí y del otro. Para el desarrollo de la identidad no hay un proceso discriminatorio, sino rupturas violentas con vínculos desgastados, empobrecidos.
Décima tercera, generalmente hay abuso de alcohol y de otras drogas legales e ilegales. Hay presencia de conductas compulsivas como por ejemplo: comer, trabajar, hacer ejercicios y dietas en forma desmedida. Esas conductas degeneran enfermedades adictivas, las cuales, a su vez, impiden el contacto sincero y la intimidad familiar.
Los diálogos permiten hablar de la calidad de los adultos como maestros, reflejada como en un espejo en la calidad de la juventud y la niñez. Nos concentramos para analizar ese espejo entonces en los padres e hijos.
Calidad de discípulos |
Calidad de maestros |
Hijos/hijas |
Adultos/as |
Hogares disfuncionales |
Padres disfuncionales |
No entienden lo que se les dice |
No se explican bien |
Desafían, ponen a prueba |
comunicación amenazante, tiránica, absoluta, dogmática |
Tienen miedo |
solo castigan |
Siguen instrucciones por temor al castigo, pero no porque han aprendido |
autoridad rígida, obsesiva, inflexible. Enfatiza relaciones jerárquicas |
En contraste |
En contraste |
Hijos e hijas con libertad de analizar y optar entre lo que quieren y lo que deben asumiendo las consecuencias |
Padres que enseñan límites, responsabilidades, coherentes con cumplir las consecuencias sin amenazas, burlas o venganzas. |
Reflexionan junto con los padres sobre las consecuencias y el espíritu de los límites |
Guían sobre la reflexión, fomentan el diálogo con ternura y respeto |
Comprenden los roles y sus funciones |
Flexibilizan los roles y las funciones según contexto |
Ambos (adultos e hijos) asumen que las relaciones son entre iguales, pero que cada uno tiene diferentes roles, tareas, responsabilidades y derechos.
Los padres y adultos inflexibles son legítimamente reconocidos por la cultura. Hacen menos daño que los padres indiferentes pero también dañan. Estos últimos no saben “marcar la cancha” a la hora del juego o de las relaciones con los hijos e hijas. Estos hijos crecen inseguros, temerosos porque sobreviven mediante la transgresión de la ley. En cambio los padres inflexibles exigen el cumplimiento de la ley por la ley misma.
Los padres democráticos analizan la ley, el sentido o el espíritu de ésta y pueden re-interpretarla según el contexto.
Jesús acude a los depositarios de la locura del sistema, que están sin límites, o sea, que no saben cómo aplicar la ley. Jesús nos enseña a aplicar la ley y los límites. A ellos los guía, les enseña, los sana.
A los que interpretan la ley, les hace ver que lo que hacen es manipularla porque les conviene (fariseos), porque tienen ganancias secundarias, pues ellos se aseguran un clientelismo que les sostiene y les obedece, sin tener ellos que ser creativos y responder a las necesidades de cada cliente, según su situación.
El camino para ambos (los depositarios de la locura del sistema y los depositantes) es el de re-interpretar la ley. La ley que se transgrede, a la luz de las enseñanzas de Jesús, es una ley que deja sin parámetros la vida y se puede volver una anarquía o caos. Jesús apela a la re-interpretación desde el caos, en función de la vida de la persona y no en función del sistema. Aceptar la ley sin comprender el sentido último de ésta tiene como consecuencia interpretaciones que esclavizan, someten y explotan al ser humano. No permite encontrar alternativas para la vida en contextos tan difíciles, como eran aquellos en los que el imperio romano los dominaba y en el que sus maestros (los fariseos), en su interpretación, perpetuaban esa dominación.
De igual manera los padres, al no analizar junto con sus hijos el espíritu de sus límites y responsabilidades; caen en una relación jerárquica absolutista que puede acarrear temor, desconfianza, lejanía y hasta acciones destructivas para las relaciones familiares o autodestructivas (en el caso de un hijo o una hija). Esas relaciones caen en un círculo vicioso que se mantiene de generación en generación. Entonces es cuando es necesario un ayuno. El ayuno equivale a la decisión de los padres de parar o dejar de hacer lo que están haciendo para buscar sabiduría en otros espacios y con otras personas. El ayuno también equivale a la decisión de no seguir con el interés propio y mermar para que aflore el desarrollo positivo de los otros y otras (hijos e hijas). Es equivalente a la introspección que los padres hacen conforme observan las etapas de desarrollo en la que están cada uno de sus hijos e hijas, para creativamente plantear los límites, las responsabilidades y los derechos. El ayuno es el momento para alcanzar la luz del Espíritu, para saber actuar y brindar buenas noticias. Este proceso no es fácil de encontrar, por eso se requiere de una comunidad que aporte, que acompañe y de una apertura a la información y a aceptar la entrada de un tercero (consejero o terapeuta), de ser necesario, para no encajonar las relaciones.
Así como necesitamos de momentos de ayuno (dejar de hacer lo que estamos haciendo) para escudriñar en la sabiduría (humana y divina), necesitamos analizar la calidad de los frutos y para eso necesitamos descansar. ¿Cuándo descansar? No podemos estar constantemente persiguiendo con discursos y acciones a los hijos e hijas, hay que permitir que ellos hagan lo que ya pueden hacer por sus propios medios y con su propia creatividad. Muchos padres no descansan, pasan por la escuela y el colegio, se gradúan junto con los hijos. ¡A veces hasta van al trabajo de sus hijos a mediar con sus jefes! Muchas veces no descansan por temor a que sus hijos “hagan una mala jugada y deje en mal a sus padres”. Es necesario invitar a romper con esos círculos viciosos que no sólo no dan buenos frutos, sino que no dejan descansar.
El cambio es una característica de una buena terapia y como dice Watzlewick:
se precisa cambiar la situación actual y una vez establecido tal cambio, por pequeño que sea, se precisa de otros cambios menores y un efecto de bola de nieve de estos cambios menores conduce a otros más importantes, de acuerdo con las posibilidades del paciente. Que los cambios sean transitorios, permanentes o evolucionen hacia otros cambios es de vital importancia con respecto a toda comprensión del comportamiento humano, tanto con respecto a uno mismo, como con respecto a los demás (Watzlawick, Wakland, Fisch 1989, 9).
El fondo del cambio es para romper con la mentalidad de autoexcluirse y de excluir. No hacer cambios puede figurar una relación de manos secas, con palabras de Ausloos:
en las familias con transacciones rígidas en las que el tiempo está como parado, es importante movilizar ese tiempo suscitando la crisis, respetando su temor al cambio y permitiéndoles realizar proyectos que les darán un futuro. En las familias con transacciones caóticas, al contrario, hay que frenar ese tiempo de acontecimientos, introduciendo el concepto de durable, proponiéndoles pequeños cambios pero que tengan duración en el tiempo, devolviéndoles un pasado, una historia, para permitirles un futuro que se inscribirá en lo durable (Ausloos 1998, 31).
Es interesante notar en el texto, el grupo con relaciones rígidas y el grupo con relaciones caóticas. Los fariseos son el grupo de relaciones rígidas, ellos han parado el tiempo. Su interpretación de la ley solo lleva al estatus quo, a dejar la situación como está, seguir dominando a su pueblo por parte de ellos y el pueblo mantenerse dominados por los romanos. El grupo de las relaciones caóticas es el de las multitudes, el de los enfermos y endemoniados a los que Jesús les propone pequeños cambios (su estado de salud restablecida) para que ellos, junto con las enseñanzas de Jesús, puedan recobrar su historia, su pasado, para permitirles un futuro durable. Claro que este futuro durable está en tensión con el tiempo parado de los fariseos. Jesús quiere que la soberanía de Dios se instaure (en forma durable) entre el pueblo que clama constantemente y los fariseos, al interpretar mal la ley y dejar de lado su espíritu, atentan contra esa instauración. Es la lucha entre los dioses: el dios patriarcal y Dios.
Jesús invitaba a la gente a analizar las consecuencias de sus opciones en público (era esa la costumbre de aquella época). Nosotros proponemos un análisis grupal congregacional y familiar, no importan si solo un miembro de la familia está presente en el proceso terapéutico (cuando un miembro cambia el sistema se moviliza y también cambia).
Es importante entonces que el terapeuta, el que acompaña, sugiera la puesta en práctica de un pequeño cambio o de una nueva situación que no hayan experimentado antes. Ponerlos luego en posición de observadores de sus propios comportamientos ante ese cambio. Mantener una presión suficiente durante el intervalo entre cada encuentro, para experimentar mejor el cambio de roles que cada miembro de la familia hace, al momento de haberse introducido el pequeño cambio (Ausloos 1998, 10).
13. ¿Quiénes son los miembros de mi familia? (Mr 3.14-34)
Según Marcos, después de haber enfrentado a los intérpretes de la ley, es que Jesús decide completar el grupo que había empezado a formar. ¿Por qué? ¿La casa de Pedro no era modelo suficiente? ¿Necesitaba ampliar el grupo para asegurar el crecimiento hacia afuera? ¿Qué características tendría ese grupo? Según sus ideales, sería un grupo con las mismas capacidades que él tenía. Es decir, el grupo debía expulsar demonios, como señal del cambio de la estructura social. Expulsar los demonios significaba que la sociedad estaba sometida a poderes externos a sí misma (posiblemente representaba el poder romano). Pero el hecho de que ellos mismos los expulsaran daba señales de que los excluidos/autoexcluyentes podían dejar de ser los del no poder, así dejar de autoexcluirse. Al no tener “encima” los demonios, podían retomar sus capacidades de grupo y actuar como pueblo. La capacidad colectiva de expulsar demonios definitivamente causó impacto, tanto que Galilea se volvió visible para Jerusalén. Lo que estaba pasando en Galilea, ¿ponía en peligro la simbiosis aldea-ciudad? ¿Qué consecuencias tendría? ¿Por qué la familia consanguínea se siente afectada por las acciones de Jesús? ¿Hay rivalidades entre las familias: la adoptada y la consanguínea? Acto seguido, las controversias con el liderazgo político deben ser apoyadas por la familia de Jesús o de lo contrario, el honor de Jesús queda en entredicho. De ahí que el narrador plantee el segundo grupo de controversias dedicadas a la familia. Hay coherencia en el quehacer de Jesús, entre la vida pública y la privada, entre el descanso y la praxis, tanto dentro, como fuera de la casa. Hay tensión legítima entre los familiares consanguíneos y los adoptados.
Profundicemos más. Marcos menciona por primera vez a la familia consanguínea de Jesús en esta sección. Han sucedido varias cosas: Jesús tiene una casa, la de Simón pescador, en la cual, hay cabida para las relaciones no jerárquicas entre mujeres y hombres. Pero parece que este cambio escandaloso no era “voz populi”. Sin embargo, cada vez que llegaba a su casa, hacía más cambios estructurales. La casa también es sinagoga, allí se sanan a los enfermos y enfermas y se perdonan pecados, o sea, se desafía a dejar de hacer lo que se está haciendo para ser reflexionado y volverse a Dios. Jesús con sus actuaciones ha puesto de cabeza el sistema religioso y social. ¿Quiénes son los responsables de la santidad y la pureza? Los varones. La santidad puede alcanzar a mujeres y hombres pero no de igual manera. Los hombres y las mujeres pueden alcanzar la santidad, si cumplen con sus roles, con los preceptos establecidos, supuestamente por mandato divino (Estévez 2003, 261).
Las mujeres pertenecen al ámbito doméstico. Ellas deben alimentar y cuidar al marido y a los hijos y deben facilitar la pureza de los varones. ¿Cómo? Bueno aceptando que ella debe aislarse por su ciclo menstrual, realizar los ritos de la purificación mensualmente y cuantas veces sea necesario (por dar a luz, por ejemplo) y como consecuencia, aceptar que es débil e inestable, debido a su condición constante de impureza. Por tanto, las mujeres debían facilitar la pureza y santidad de los varones no permitiendo ser tocadas. Pero, según los relatos evangélicos, entre los estratos populares, las mujeres no eran muy sigilosas en este sentido pues debían luchar por la sobrevivencia familiar. ¿Cómo es que la suegra de Pedro aceptó ser tocada?
Tocar, delito grave que Jesús cometía al tocar a los enfermos en general y a las mujeres en particular. No tocar implicaba proteger la santidad de los otros y proteger la santidad del santuario. Reconocer públicamente que Jesús tocaba a los enfermos era poner en peligro la santidad y la pureza masculinas. ¿Cómo era posible que los varones veían que Jesús tocaba y aceptaban ser parte de su grupo? Los hombres que formaban parte de la multitud y del grupo de Jesús no estaban tampoco vigilando por la santidad de todos. Jesús, por otra parte, no solo tocaba a los enfermos sino que aceptaba relaciones diádicas, no jerárquicas con las mujeres. Ellas simplemente, como en el caso de la suegra de Pedro, sin haber hecho los ritos de la pureza, en cuanto Jesús las tocaba y las sanaba, le servían. Ningún varón cuestionó su servicio. ¿Cómo es posible que las mujeres pusieran en peligro la santidad de los varones?
Como hemos visto, Jesús tiene un grupo de seguidores y seguidoras que no están cumpliendo con la ley. El grupo pone en peligro la vida santa de todos y todas. Jesús, al ser la cabeza de este grupo, debe ser cuestionado, deshonrado y de ser posible eliminado. Los escribas, fariseos y sacerdotes de Jerusalén se unen, van hasta Galilea, pero no vale de nada. El desafío es respondido por Jesús mediante la organización y ampliación de su grupo. Se sube al monte, lugar alto, representativo de la comunión con Dios, recuerdo del pasado cuando no había templo y los montes eran los lugares de encuentro con Dios. Allí elige a los doce, número representativo de las doce tribus. Ha puesto en peligro la estabilidad social, ha cuestionado el estatus quo. Los sacerdotes deciden deshonrarlo, este no es hijo de Dios y judío, es simplemente un poseso. Es en ese momento que aparece su familia consanguínea. Esta es la responsable de salvaguardar su honor, por eso lo consideran loco, que debe ser llevado a la casa para “componerlo” o “refugiarlo”. Pero Jesús desafía a la familia consanguínea también. Esta tiene dos caminos: formar parte de la familia de Jesús y no seguir los convencionalismos sociales o irse por los preceptos rabínicos y mantener el estatus quo. La opción es durísima. Jesús en ambos momentos se adelanta: no puede ser un poseso pues el diablo no va a actuar en contra de sí mismo porque se debilita. Tampoco espera que su familia le crea loco, primero cuestiona otra de las instituciones sagradas del judaísmo: la institución familiar. ¿quién es mi madre, quiénes son mis hermanos? Los que hacen la voluntad de Dios. No la voluntad de Jesús, pues él no quiere relaciones jerárquicas, sometidas. Quiere una familia de iguales, donde los roles no determinan las relaciones de poder. Su familia quiere llevarlo de nuevo a su seno, y así poder honrarse a sí misma. Pero Jesús no puede ser reprendido, su familia y los sacerdotes una vez más quedan deshonrados, ¿qué hacen? Los sacerdotes planean matarlo. Su familia, según las intenciones de Marcos, queda fuera de escena.
La formación de la nueva familia de Jesús le trajo grandes tensiones, controversias y oposiciones. Ni los maestros e intérpretes de la ley, ni su familia consanguínea estaban de acuerdo en que Jesús formara una nueva familia.
¿Cuánto nos cuesta formar una nueva familia? ¿Cuánto nos cuesta asumir que podemos formar más de una familia (consanguínea o por adopción)? Cuando tenemos la voluntad de amar, más allá del sentimiento y la pasión, es posible, junto con otros y otras, tener una nueva familia sanadora y sana, capaz de establecer relaciones de mutualidad y equidad entre mujeres y hombres, donde todas y todos quepan. Pero eso significa renunciar a las ganancias secundarias de un sistema jerárquico y patriarcal. Si somos capaces de empezar con los que tenemos próximos o próximas a nosotros y nosotras, podemos entonces juntarnos para desafiar los sistemas religiosos y sociales, también como Jesús lo hizo.
14 Las amistades, los familiares y los conocidos (Mr 4.1-41)
Según el Evangelio de Marcos, son cuatro los grupos con los que Jesús se relaciona cotidianamente, en diferentes grados. Podríamos decir que son familia según el grado de relación. Estos grupos se pueden clasificar así: los discípulos, los necesitados (enfermos y enfermas, endemoniados, muertos o casi muertos), los maestros de la ley (escribas, fariseos, representantes del poder religioso que luego se alían al poder político con los herodianos), y las multitudes como testigos.
En cada grupo, las relaciones interpersonales son diferentes y según la calidad de estas relaciones, el nivel de las controversias se profundiza. Algunos miembros de la familia se separan, estos son los maestros de la ley, y otros se funden como son los necesitados y las multitudes. Jesús cambia su lenguaje para alcanzar la transformación del sistema familiar. Este lenguaje, asumido por Jesús, es el lenguaje de los profetas: las parábolas o comparaciones. Las usa Jesús como mediación pedagógica para el diálogo con los miembros de su nueva familia y con los maestros de la ley. A la vez, son un recurso literario que tanto Jesús como Marcos usan, pues este lenguaje le permite a Jesús ser reconocido como maestro y a Marcos le facilita la comprobación de su propuesta (Jesús es el Hijo de Dios). Las comparaciones afirman que Él tiene la sabiduría de los profetas y la didáctica de los maestros de la ley, lo cual lo legitima para también interpretarlas.
El proceso de formación ética que Jesús quiere dar a su nueva familia se visualiza en estos textos, que terminan con el gran evento de la obediencia del viento a las palabras de Jesús para simbolizar la legitimidad de la presencia de Dios en Jesús.
Según Pedro Ortiz, las parábolas tienen cuatro funciones: la primera es la función didáctica: para dar mayor claridad, mayor fuerza, vivacidad y para asegurar mejor fijación en la memoria. La segunda función es la interpelante: hay una relación directa entre el emisor y el receptor del mensaje. Se busca que el receptor haga algo, no solo que entienda. La tercer función de las parábolas es en cuanto al lenguaje usado, que por lo general es el lenguaje poético popular, propio de la literatura oral que sirve para lograr la conexión diádica con el receptor. Y la última función es la simbolizante: el símbolo es parte de lo conocido de la experiencia humana para remitir a una realidad trascendente, sin agotar todo el significado, pues el símbolo es inagotable (Ortiz en Sánchez 2004, 20-24).
En el contexto en el que hemos venido releyendo el evangelio de Marcos (relectura terapéutica), las parábolas podrían ser el camino para devolver al pueblo su historia, después de haber realizado pequeños cambios en la vida de aquellos grupos.
La historia de la gente judía que vivía fuera de Jerusalén, en tiempos de Jesús, era la de ser un pueblo campesino que vivía de la tierra dada por Dios para toda la humanidad y en particular para ellos. Jesús, mediante las parábolas, les recuerda, no solo sus orígenes, sino también la soberanía de Dios cuando les saca de la esclavitud para darles una tierra donde fluye leche y miel, pero que en ese momento está ocupada o sitiada por los romanos. Pero que es tierra fértil, de la que pueden vivir sin seguir en el juego del sistema, donde las aldeas, alrededor de la capital, son las productoras y Jerusalén –tomada por sacerdotes, herodianos y romanos- es el centro del mercado donde se entregan los productos del trabajo para que el sistema se mantenga. De esta manera, las parábolas “duplican el hilo del discurso” (Ortiz en Sánchez 2004, 19) así: ustedes son las multitudes del no-poder que pueden revertir el proceso y ser las multitudes del poder. Ustedes, los fariseos, son los del poder centralizado en la interpretación de la ley, que pueden transformar ese poder, compartiéndolo con las multitudes. Ustedes, romanos, que ahora son los grandes, por el proceso de inversión y alianzas puede dejar de serlo.
Porque ni los pequeños ni los grandes se pueden sostener sin una relación diádica, de iguales, donde se terminan las relaciones patrón-cliente y se admite la soberanía de Dios o reinado, como única relación jerárquica (humanidad/Dios) en la que Dios baja, se encarna en Jesús, para que la humanidad potencialice su capacidad de transformar su historia, por una historia de relaciones justas, diádicas, equitativas.
La transformación es un proceso en el que media la confianza de los protagonistas (los seres humanos) que pueden descansar seguros que el proceso de cambio se da, no se detiene y que el fruto del cambio es perdurable y seguro, como la semilla que cae en tierra buena, o como la semilla que tiene su tiempo para crecer, desarrollarse, dar frutos y cosecharlos en el tiempo apropiado, o como el grano de la semilla de mostaza que, al principio es una simple semilla pequeña (un pequeño cambio) para luego ser un árbol frondoso (cambio estructural). Estos cambios son posibles porque Jesús es el que invita al cambio, su capacidad está mostrada por Marcos al calmar la tempestad. Esta historia de poder transformador, dice Clark:
evoca las descripciones del Antiguo Testamento en las que Yavéh somete bajo su control las aguas del caos que amenazan el orden y la estabilidad de la creación … los
escritores bíblicos perciben al Dios de Israel como aquel que somete bajo su control a esas aguas tormentosas. … Las palabras de Jesús al calmar la tormenta son un acto independiente de magia, sino signo de la venida del Reino de Dios directamente análogo a la palabra ordenadora por medio de la cual expulsa a los demonios (Clark en Piñero 2001, 228).
Analizar las relaciones entre los grupos del texto es muy importante en la Consejería porque permite introducir el genograma, el viaje a la familia, el juego de preguntas para las parejas y el escudo de armas para recuperar la historia familiar. Estas son herramientas útiles en el proceso psicoterapéutico que le permiten al consultante darse cuenta de su rol en la familia y de los valores e interacciones que se perpetúan.
Por lo general, cuando en las familias se quiere lograr un aprendizaje se usa un lenguaje especial, que se le distingue del ordinario por su contenido pedagógico. Este lenguaje pedagógico es fundamental en la crianza de los hijos e hijas y a la vez es la llave para el diálogo intergeneracional.
A veces los cambios en las relaciones implican un distanciamiento de algunos miembros en forma definitiva, para garantizar la vida de todos sus miembros. Esto ocurre generalmente en aquellas familias que se caracterizan por las relaciones violentas. El distanciamiento beneficia a todos y todas. Si hay comprensión de la necesidad de marcar distancia en las relaciones, esa decisión se respeta. Pero si la disfuncionalidad es muy severa, el agresor no acepta la distancia por parte de aquellos miembros que solo funcionan en relaciones de subordinación y entonces persigue, se venga y hasta destruye la vida de aquellos que han optado por marcar la distancia. Esto sucedió con Jesús y sucede hoy con las mujeres víctimas de violencia doméstica. (femicidios).
El divorcio o separación es todo un proceso. En ese proceso se analizan y profundizan las razones, las emociones y las acciones. Es un proceso en el que se reconoce que el amor no es solo un sentimiento, sino una voluntad (Scott Peck 1994, 119-123). Este proceso de separación, según Smoke (1995, 11-20) tiene tres etapas:
Primera etapa, el choque, en el que las personas reaccionan de diferentes maneras: se encierran, niegan la situación o se alejan del contacto social.
Segunda etapa, la adaptación, lidiar con la realidad que conlleva a duelo positivo (se acepta la pérdida, el dolor y la tristeza) o al duelo negativo (culpabilidad, paralización respecto al cambio de vida).
Tercera etapa, la autonomía, o sea, retomar las riendas de la propia vida mediante algunas mudanzas necesarias, como puede ser la separación, el cambio del lenguaje para establecer una comunicación positiva, retomar la historia matrimonial para re-crearla, mediante la construcción de nuevos valores y metas por alcanzar, transformar las reglas del juego en el manejo del poder, para pasar de una relación jerárquica de sometimiento (relación patrón-cliente) y temor a una relación de mutualidad, diádica, de diálogo fluido en el que se puede hacer análisis de los aciertos y errores. Plantear la posibilidad de un tercero para deshacer nudos o culpas, que en lugar de movilizar paralizan y enferman.
Hay que usar la energía vital para cambiar modelos y pautas, en vez de “usarlo para recriminar cosas a otras personas” (Lerner 1995, 22). Para ello hay cuatro campos en el que hay que pulir las habilidades: establecer contacto con las verdaderas fuentes del enojo, aprender las habilidades de la comunicación, en el que los conflictos y diferencias sean tema de negociación, aprender a observar e interrumpir las pautas de interacción improductiva, aprender a anticipar las reacciones de las otras personas pues podrían ser intentos de desviar el cambio y afrontarlas (Lerner 1995, 23-26).
15. Los endemoniados y enfermas se sanan (Mr 5.1-43)
El capítulo 5 muestra ese poder de Dios para re-ordenar el caos. La misión de Jesús se amplía a todas las naciones, aún a aquellas naciones en las que la Tanak legitima su discriminación, por ser consideradas históricamente deformadas por idolatría, entre otros motivos. También esta misión muestra que el Reino de Dios es para todos y todas, aún para aquellas personas y naciones que tanto, la sociedad en general como los familiares en particular, consideran que probablemente ya no vale la pena hacer nada por ellos porque ya están muertos o casi muertos, sea por sus condiciones sociales, históricas, físicas o genéticas. La decisión de Jesús de asumirlos también como sujetos de misión, causa gran asombro y por medio de esto, su fama crece (el endemoniado gadareno, la mujer hemorroisa, la hija de Jairo).
El endemoniado del territorio pagano, representa al territorio y sus habitantes visto desde los ojos judíos: todo lo que no es judío es impuro (las personas, el territorio, sus costumbres, sus trabajos). El texto que describe la vida del endemoniado y sus vecinos recuerda a Isaías 65, que releído a la luz de las acciones de Jesús, es él quien toma la iniciativa de liberar a la población pagana de las creencias y prácticas que les oprime. Ellos no están buscando ser liberados, según el relato, sino que es iniciativa de Dios hacerlo. Jesús no critica directamente sus creencias y prácticas, como tampoco los castiga por hacerlo. Sino que sana a las personas en las que ese sistema pagano ha depositado su locura. Una vez más, al tratarse de una sanidad que implica transformación de las estructuras sociales, los paganos, igual que los judíos, rechazan esa liberación. Sin embargo, Jesús deja abierta una puerta: el poseso puede ir a su casa a contar lo que ha pasado. Si el endemoniado ya no lo es más, su casa se movilizará para dejar de ser la generadora de la locura del sistema, ya no habría homeostasis para mantener el estatus quo, sino para cambiarlo. Su sanidad fue motivo de difusión por todo el territorio pagano. El exposeso pasa a ser evangelista o portador de buenas noticias.
Hay un gran contraste entre la actitud de los gadarenos y los judíos. Aquellos suplican a Jesús que se marche, tienen pánico de que otros (los militares) (cf. Baltodano, M. 1996) se enojen por la liberación de aquel poseso. En cambio, los judíos vociferan por la manipulación de otros ( los del poder) la crucifixión de Jesús, como forma de expulsarlo de entre ellos.
La hija de Jairo: presentada esta historia en dos partes porque es interrumpida por un meta-relato, la sanidad de la mujer hemorroisa. ¿Por qué Marcos interrumpe la historia de esa manera? ¿Qué mensaje quiere dar primero que tendrá como consecuencia la respuesta en el meta-relato? Creemos que hay un paralelo entre Jairo y la mujer con flujo de sangre. Veamos:
Jairo |
Mujer con flujo de sangre |
Tiene poder. |
Tuvo poder económico. |
Podía haber buscado otras alternativas. |
Buscó otras alternativas, pero sin resultados. |
Se postra a sus pies, indicando que los dos son iguales. |
Se mete entre la multitud, quizás se agachó. |
Tiene gran fe: está seguro que Jesús la sanará su hija. |
Tiene gran fe: está segura que con solo tocarlo sanará. |
Jairo le ruega que vaya con él. |
Su pensamiento es un ruego: si tan solo… |
Cree más por lo que ha visto y oído en el diálogo de Jesús con la mujer. |
Ha sido expuesta, se le confirma la sanidad y entonces ella se postra ante él. |
Ambos dialogan con Jesús y se postran ante él, esa posición implica abrir la posibilidad de romper una relación patrón-cliente. Esto confirma la relación diádica de ambos con Jesús. La consecuencia lógica hubiera sido que la hija de Jairo se habría sanado a distancia, por la fe de él. Pero no sucede así, según Marcos. Es necesario que Jesús vaya hasta donde ella está.
La mujer hemorroisa y la hija de Jairo también tienen semejanzas. Ambas son mujeres, son personas inferiorizadas por el sistema. Ambas tienen la misma cantidad de tiempo de sufrir: supuestamente doce años, la primera de sufrir las hemorragias y la segunda es lo que tiene de edad. El número doce también podría representar las doce tribus de Israel o el pueblo sometido a sufrimiento.
El padre de la niña representa el sistema. Es el sistema, él está instaurado en el sistema (jefe de la sinagoga o un principal). Es un sistema que somete al ser humano, lo paraliza: “El legalismo mantiene a estas personas en una situación de dependencia tal, que se encuentran privados de toda libertad, creatividad y, por lo mismo, infantilizados (niña)” (Mateos y Camacho 1994, 117). Ambas mujeres desafían al sistema: este no puede responder a sus necesidades. No las puede sanar. El sistema, además de inferiorizarlas, las empobrece y las estigmatiza: son impuras y aunque pueden pagar por recuperar la salud, corren el riesgo de quedarse empobrecidas, pues aún pagando el sistema no responde. Ambas necesitan para vivir de una comunidad que las acoja. Una comunidad con hombres diferentes. Por eso, Jesús las expone ante la comunidad social y familiar. La mujer hemorroisa no depende ya de aquella comunidad judía, su fe la ha sanado y le ha dado la paz que necesita para sobreponerse. En el caso de la niña, necesita que su familia se transforme y eso lo ha logrado. Es una familia que ha hecho un pequeño cambio, el padre, el instaurado en el sistema, debido a su gran amor por ella y su familia decidió darle la espalda al sistema por un momento. Sale a buscar una alternativa de vida. Al respecto dicen Mateos y Camacho:
El jefe de sinagoga (cargo) no encuentra remedio en su sistema y opta como persona (Jairo) por acudir a Jesús, el excomulgado por ella (la sinagoga). Piensa que puede evitar el desastre infundiendo vida en el contexto de las instituciones del pasado (para que se salve y viva); espera una revitalización del pueblo, antes que éste pierda la capacidad de reacción (Mateos y Camacho 1994, 117).
Vuelve en esta nueva acción de Jesús a aparecer el compartir la mesa. Resulta interesante que las palabras de Jesús son “denle de comer” y se dirige tanto a su familia como a los discípulos que le han acompañado. Es una solicitud de inclusión, que la mujer-niña entre en la comunión, en el compartir el pan.
¿Qué aprendemos de estas historias para el proceso terapéutico? La Consejería, como derivada de la fe, está al servicio de todas y todos, aún de aquellas personas o grupos que la sociedad ha desahuciado. ¿Quiénes son los gadarenos, las mujeres hemorroisas y las niñas enfermas de hoy que siendo desahuciados son portadores de buenas noticias? En los textos que antecedieron, Jesús fue calificado por los fariseos de poseso, de endemoniado, como el gadareno judío. El es capaz de estrellarse contra el sistema, con tal que este sea sacudido para que los demás vean su vulnerabilidad. Esto nos recuerda los pilotos suicidas que por convicción de sus ideales fueron capaces de suicidarse al estrellarse contra las torres gemelas. ¿Cuál es la diferencia entre estos y Jesús? Jesús es entregado como oveja al matadero por sus ideales, por su manera de entender y practicar su fe en Dios, su Abba. A la vez, su fe le llevó a sanar enfermos y enfermas, a liberar posesos y a dar buenas noticias a los y las pobres. En cambio, muchos y muchas que se enfrentan al sistema, dan su vida por trastocar el sistema, pero a la vez se llevan la vida de muchos y muchas.
Por otra parte, ¿cuántas doctrinas se derrumbarían, si como iglesia fuéramos capaces de abrirnos a las personas estigmatizadas socialmente para hacerlos parte de la familia?
16. Transformación en tiempo y a destiempo (Mr 6.1-56)
Este capítulo 6 inicia con las indicaciones de parte del narrador de que Jesús se fue de nuevo a su casa y que al llegar el día de reposo va a la sinagoga y enseña. En el episodio anterior, el jefe de la sinagoga lo busca porque en esa institución no hay respuesta para evitar la muerte. Al contrario, en ese lugar se afirma y se adelanta la muerte. Una vez escuché decir a una persona que “la iglesia es el único hospital que mata a sus heridos”. Bueno, así estaba funcionando el sistema judío en tiempos de Jesús. Sistema representado concretamente en la sinagoga. Ahora es Jesús quien va a la sinagoga. Congruente con su misión, Jesús irá una y otra vez a los lugares de anti-vida. Es allí el lugar donde oficial y legalmente se desarrolla la anti-vida y él ha venido para hacernos ver que eso es lo que está pasando. Uno de los aspectos que Jesús, según el evangelio de Marcos, enfatiza es que en ese lugar, que era el lugar de Dios, debería ser el lugar de la vida, pero ahora, en su tiempo, tiene una enseñanza contraria, es allí donde se legitima la anti-vida.
Marcos señala que Jesús va y enseña y que la gente se asombra de la enseñanza. ¡Claro! ¡Enseña vida! Las interrogantes muestran el conflicto, la confusión, el trastorno que el cambio produce y que generalmente, la tendencia del grupo aludido tiende a quedarse como está, aunque sufre las consecuencias. ¿Es legítimo el cambio? Famosa pregunta que los que están en posición privilegiada generalmente hacen: ¿Dónde obtuvo este tales cosas? ¿Cuál es el origen de esa sabiduría? Seguro que eran interrogantes que también habían surgido en tiempos de Marcos para las comunidades a las que él se dirige.
“Iglesia, único hospital donde se mata a sus heridos”, esa ha sido la experiencia de muchas personas que han pasado por una iglesia-institución y que solo encontraron señalamientos, profundización de su estado de culpabilidad, discriminación, etc. Resulta a veces muy difícil comprender que la iglesia es un taller de personas vulnerables, con fortalezas y debilidades. A veces confundimos la iglesia con un edificio o con un conjunto de normas y tradiciones donde están ausentes las personas como tales, envueltas en un lugar, en un momento histórico y que son a la vez testigos de la historia y producto de la misma. Otras veces se confunde la crítica a la ley y a la tradición por eliminación total de parámetros. No entendemos que todas las personas, para su convivencia armónica, necesitamos de unas normas mínimas para entendernos y no caer en relaciones inhumanas, caóticas. Por eso, cuando los fariseos interpelan a Jesús, sus respuestas generalmente estaban dadas en función de re-interpretar la ley, no de eliminarla. Si la hubiera eliminado, hubiera sido una contradicción total, pues la misma había sido dada Dios. Eso hubiera representado una división de la casa: el Hijo elimina o contradice las enseñanzas del Padre, que es la respuesta que él mismo da los fariseos cuando le acusan de ser hijo de Belzebú. Esto mismo sucede con los padres y los hijos. Hay una tensión constante porque supuestamente los hijos no quieren repetir los errores de sus padres, pero al no reflexionar profundamente esos errores y sus consecuencias para aprender de estos, se eliminan subjetivamente “esos errores” y al planear la vida sin parámetros o en oposición, se obtiene como consecuencia mayores desaciertos. También ocurre en las iglesias, al caer en la competitividad subjetiva de ser la iglesia más grande que las otras, tanto en cantidad de miembros como en tamaño y belleza del templo, se olvidan de su misión: la formación de los seguidores y las seguidoras de la fe en Jesucristo para vivir plenamente según los valores del reinado o soberanía de Dios. Se opta por un camino muy doloroso: el de las normas dogmáticamente aplicadas, disminuyendo la envergadura del pecado al cumplimiento de las normas establecidas. Es decir, caemos en la misma práctica de los fariseos. Señalamos como pecado lo que realmente no es el pecado para Jesús. Al respecto, Elsa Tamez nos dice que “en la mente de las personas, de los predicadores y de la congregación se hallan solo “pecadillos” individuales, transgresiones a las normas, no el pecado estructural” (Batista 2004, 83). Este pecado estructural se manifiesta tanto en el ámbito individual: en las relaciones interpersonales que se caracterizan por la violencia y hasta el femicidio, en la relación incestuosa del padre o familiar con la hija o hijo, en la relación violenta entre madre-hija; hasta en la organización social en la que se legitima la discriminación económica y se la fomenta, como en el caso de la globalización, el racismo, el sexismo (en la homofobia, por ejemplo).
De ahí que la iglesia no solo deba trabajar las relaciones interpersonales, sino también la de colocarlas en el contexto de la ideología patriarcal y materialista del sistema económico imperante para movilizar hacia el cambio, no solo a nivel micro-social (relaciones interpersonales) sino también en lo macro, mediante la participación, con otras organizaciones, para hacer las denuncias del “orden establecido”, así como la de reflexionar en la búsqueda de alternativas y opciones saludables para la vida plena de todos y todas.
Claro que plantear esta tarea no es nada fácil, por eso se han desarrollado una serie de recursos pastorales, teológicos y bíblicos, con metodologías que vayan acordes con el propósito y el contexto. Es decir, el desafío está en saber leer los signos de los tiempos para plantear alternativas a los mismos y que a la vez esas alternativas apunten a la vida plena, según los valores del reinado de Dios. Esta tarea es muy ardua, ya lo señalaba la vida de Jesús al trabajar de día y de noche, dentro y fuera del sábado, porque en realidad el Día del Señor no está establecido aún.
Luego, siguiendo el orden del texto, aparece de nuevo la familia consanguínea de Jesús. Primero en el capítulo 3, es una familia que lo creía loco. Ahora es una familia con un oficio concreto: artesana. Es una familia de más de cuatro varones y varias mujeres, está instaurada en el sistema (¿No están sus hermanas aquí entre nosotros?). Es una familia conocida y reconocida en su rol en la sinagoga. ¿Quién se escandaliza, la gente que está en la sinagoga o la familia de Jesús? Congruentes con lo que ha sucedido en 3:21 y 31ss , parece que es la familia la que se escandaliza, pero podríamos pensar que ambos grupos son los que se escandalizan (los que están en la sinagoga y su familia). Queremos optar por esta segunda alternativa. Veamos:
La familia consanguínea aparece por primera vez en el capítulo 3 dos veces y luego aquí en los primeros versículos del capítulo 6 y Marcos la presenta como una familia instaurada en el sistema y por eso lo que los fariseos dicen de Jesús puede estar en consonancia con lo que ellos, su familia, dicen o creen. Esta sección del 3 al 6.6 podríamos decir que parece estar marcada por la pregunta ¿Quién es Jesús? ¿Cómo es el reinado de Dios?, ¿quiénes son o cómo deben ser los discípulos de Jesús y de ese reinado?
¿Quién es Jesús? Según su familia y los fariseos: Es un loco. Es un impuro. Es un poseso. Es un artesano. Es el hijo de María. Para Marcos: Es un exorcista, saca demonios. Es un maestro, enseña. Es un taumaturgo, sana milagrosamente. Para los discípulos: no saben y se preguntan, ¿Quién es este que hasta el viento y el mar le obedecen?
Esto se contrapone con lo que Jesús dice de ellos: Familia y fariseos: Son blasfemos. No son mi madre ni mis hermanos o hermanas. Discípulos: No entienden quién es Jesús. Ni lo que hace Jesús. Ni lo que es el reinado.
¿Cómo es el reinado de Dios? Es como un campo con varias mixturas de tierra. Es como una luz o lámpara. Es como una semilla cualquiera que tiene su proceso. Es como un grano de mostaza.
¿Quiénes son a los que Jesús les revela el Reinado de Dios? Los que hacen su voluntad. Los que no entienden pero se mantienen junto a él, porque optaron por acompañarlo, tal y como él se los pidió. Los que aún sin entender van y lo imitan, aunque él no esté con ellos: predican de la cercanía del reinado de Dios, sacan demonios, ungen con aceite y sanan a los enfermos.
Otro aspecto que enseña el pasaje es que la familia enseña, para bien o para mal. En esta oportunidad, el texto dejar entrever que Jesús sabe lo que sabe porque su familia tenía un rol muy activo en las cosas del Señor, era reconocida en la sinagoga, tanto que al respecto sus hermanas son nombradas como las que “Están aquí entre nosotros”. Si bien hay palabras despectivas, “No es este el hijo de María”, al lado también se dice, “No es este el carpintero (albañil o artesano)”. Había una tensión entre los oficios, por el “honor” que estos representaban, ya en Eclesiástico (38:25-39) se manifiesta, así como también hay tensión entre los lugares de origen (Nazareth vs Jerusalén). Es decir, el texto muestra una confusión completa, entre la expectativa que algunos tenían sobre El: es el que viene a resolver nuestras necesidades, es el que viene a liberarnos del yugo romano, es el que viene a ponernos en mayor conflicto con el régimen imperialista, lo que nos puede traer medidas militares de mayor sometimiento, etc. Al respecto dice Mateos y Camacho (Mateos-Camacho 1994, 122) que la gente que estaba en la sinagoga ya no veían a Jesús como profeta, pues según Mr.1.22 así le habían reconocido, sino que ahora lo ven como “el peligroso”. Él entonces se autonombra “profeta”.
¿Cuántas experiencias parecidas tenemos en nuestra casa, en nuestra asociación de vecinos o en nuestra iglesia? A veces hacemos alguna propuesta, que a la luz de los demás resulta “descabellada”, inoportuna, pero luego, cuando ya ha pasado el momento propicio o kayros, se dan los lamentos por no haberse escuchado la propuesta. O cuántas veces otras personas nos han dado luz sobre alguna situación personal o se nos abren alternativas para “darnos vuelta” o cambiar de rumbo y lo dejamos pasar porque no queremos asumir la “lucha” por combatir la costumbre y dejar de bailar las viejas danzas.
Volver a casa: Una vez más, volver a casa implica volver a transformar la casa porque en esta sigue predominando la anti-vida. Es una casa que está en crisis porque el proceso de evolución psicosocial de sus miembros ha removido este espacio y ya no es el espacio para el descanso (6:1-5, en especial el v.4). El desafío se maximiza, hay que trabajar sin descansar.
La casa se reorganiza para mantener el estatus quo, porque la inclusión de los casi muertos “la ha trastornado”. Quienes intentan re-acomodar para que las cosas se queden como siempre, son los maestros de la ley. Estos hacen una homeostasis, es decir, equilibran la situación haciendo una alianza. Esa alianza la llevan a cabo con otros fuertes, los políticos. Esta alianza entre los poderes religioso y político (fariseos y herodianos, 6: 6-17) van a provocar como consecuencia otra reorganización de la familia. Estos poderosos, en ese proceso, pierden su capacidad de comprensión de la misión de Jesús y lo confunden con Elías o Juan. Esto indica que ellos sí entendían el mensaje de Jesús, pero que no lo compartían porque ponía en peligro su estatus quo.
Las consecuencias de las acciones de los fariseos son, para Jesús, la de volver a reorganizar la casa con el fin de que no permanezca el estatus quo: este nuevo movimiento (morfogénesis: tendencia a cambiar y crecer )es por parte de Jesús. Él decide descentralizar la misión, la cual a la vez es estimulada y compensada con el descanso (6:7-11, 30-34). Además se agrega otro detalle, el espacio energético se mueve. Ya no es la casa de los parientes, ni de los amigos, tampoco es la tierra que les vio nacer (ni por consanguinidad ni por nacionalidad) sino que es un nuevo espacio, diferente, especial, en el cual es posible la presencia del Abba de Jesús. En este nuevo espacio, todos son adoptados por el Padre de Jesús y entonces se construye otra casa, otra familia. Es una casa donde se descansa para servir, se descansa solo lo necesario porque el trabajo es mucho, el servicio y la demanda aumentan (vs.6: 35-56). La fama y la nueva familia se confirman a través de grandes servicios: los milagros, 6.30, los alimentos, 6.39, las sanidades instantáneas, 5.53, el poder de caminar sobre las aguas, 6.45.
Ahora es necesario hacer diferencias entre sus hermanos adoptivos más allegados (los discípulos y discípulas: mujeres y varones empobrecidos por el Imperio Romano y el poder religioso judío, enfermos, discriminados) y los demás. A su nueva familia se le instruye con cuidado, se dialoga diferente, con mucha ternura (6.50) y confrontándoles en sus dudas y confusiones. Esas diferentes maneras de acercamiento en las relaciones interpersonales y la profundización de las demandas por parte de las multitudes, necesitadas y enfermas, provoca mayores reacciones de parte de quienes tienen el poder político y religioso porque los desestabiliza. Recordemos que ellos han optado por mantener su estatus quo y decidieron quedar fuera de la familia de Jesús. Cuestionan a quienes no acepten su jerarquía, basada en el poder tener, eliminando el poder saber. Por eso se han divorciado. Estos representantes de los poderes jerárquicos siguen paso a paso el movimiento de la nueva familia de Jesús. Le interrogan sobre el quehacer de los suyos. Si Jesús se ha presentado como un sabio maestro que es enviado directamente por Dios, las interrogantes de quienes lo hostigan quieren demostrar todo lo contrario.
Algo que debemos aprender es que para cambiar hay que correr riesgos. Como dice Lerner:
Hay pocas cosas que movilicen más ansiedad que pasar, en una relación importante, a un nivel superior de auto-afirmación y de independencia, y mantener esta posición a pesar de las contrajugadas de la otra persona” (Lerner1995, 33).
Esto lo vemos claramente en el texto, los letrados, escribas y fariseos, no pueden manejar su ansiedad, en cambio Jesús está firme, tanto que se nombra profeta, pero a la vez está muy sorprendido, ¿por qué?. Bueno, cada vez que nos autoafirmamos, nos sorprende las contrajugadas del otro o los otros. Es como si estuviéramos descubriendo otra personalidad en ellos. Ese es parte del riego, porque descubrir esa personalidad implica inseguridad, temor, desconfianza, dolor, peligro. Entonces hay que fortalecerse- ¿Cómo lo hace Jesús? Mostrando que hay muchos más que lo comprenden, lo siguen y hasta lo imitan, ampliando el horizonte de los otros, maximizando el cambio. Es cuando él envía a los doce en misión y de dos en dos, para que se protejan, para que se apoyen, para que uno sea testigo del otro.
El envío de los doce: en el capítulo 3:13-19, después de terminada la sección de controversias, Marcos dice que Jesús designó a los doce apóstoles. Luego, aquí en el 6:7-13 retoma al grupo de los doce y los envía, después de haberse asombrado de la incredulidad de su gente (familia y pueblo). Esa incredulidad, sin embargo, no le detiene, sigue recorriendo aldeas de alrededor, enseñando y al descentralizar su misión, multiplica su presencia. El accionar de los doce llama la atención: ungir con aceite, en todo el relato del evangelio que llevamos hasta ahora no aparece este dato. No hay antes una sospecha de que Jesús usara aceite como parte de sus quehaceres para sanar o echar demonios. Según Piñero (2001, 63) el aceite era portador de poderes especiales. Se usaba para ungir a los reyes. El ungimiento transmitía el poder del Espíritu de Yahvé (1Sam 10.6). Resulta interesante que ese poder transferido a los reyes designados por Dios, es ahora transferido por medio del agua en el bautizo a Jesús. En el texto de los doce, el aceite, creemos que tiene la función de representar a Jesús, el cual es el que procura la sanidad.
Este capítulo tiene otro meta-relato: la muerte de Juan Bautista, la cual anuncia el desenlace de Jesús. Ambos, Juan y Jesús son detenidos por solicitud de otros. El poder religioso solicita al poder político. El poder político representado en Herodes y Pilatos simpatiza con Juan y con Jesús pero, por temor al qué dirán (del poder religioso y de la familia política), deben cumplir con su palabra. Ambos, Juan y Jesús, carecen de un verdadero juicio y ambos carecen de una acusación formal. Ambos son ejecutados por complacer “los sentimientos” de otros (familia política y familia religiosa).
Al regreso del envío de los doce, estos están cansados y Jesús pretende llevarlos a descansar, pero no pueden. Los enfermos y la multitud hambrienta los desafían más. La multiplicación del quehacer de Jesús en los discípulos anuncia la multiplicación de la alimentación como muestra del gran poder que Jesús tiene después de haber decidido formar su nueva familia. Es un poder multiplicado, engrandecido. Por eso, multiplica la comunión o el compartir de la mesa. La multiplicación de sus seguidores, como consecuencia de la multiplicación de su quehacer por medio de los discípulos, le permite mostrar su poder sobrenatural: camina sobre las aguas y puede curar a muchos en Genesaret, otro lugar de Galilea.
Además, de no poder descansar, tienen que remar hasta llegar supuestamente a Betsaida, pero se quedan en medio camino, no logran llegar a su destino por su cansancio que es tal que los embota y no son capaces de comprender lo que Jesús les ha demostrado al caminar sobre las aguas. Más bien le temen. Entonces Jesús debe cambiar su propuesta, les pide que se devuelvan y llegan a Genesaret. Hay un contraste entre la fe de los discípulos y la fe de la multitud. En ese momento, según Marcos, la fe de la multitud es tan grande que los endemoniados desaparecen de entre ellos, pues parece que los demonios se han apoderado de los discípulos, pues no pueden comprender, sino que están embotados.
El resumen de las sanidades en Genesaret, nos recuerda los otros dos resúmenes anteriores (1:32-34 y 3:7-12). Analicemos un momento los personajes a los que se les sirve:
Capernaún (1:32-34) endemoniados que se le enfrenta y Jesús los calla imperativamente. Los enfermos son pasivos, no hablan y son llevados por otros. Aquí los endemoniados y enfermos son judíos.
A la orilla del lago (3:7-12): los endemoniados se le postran, le reconocen y le obedecen. Los enfermos se le avalanchan, son activos pero imperativos. Aquí los endemoniados y enfermos son judíos y paganos.
Genesaret (6:53-56): los enfermos son activos, pero equilibrados, le hablan, le ruegan, le piden permiso para tocarle. Aquí no hay endemoniados y no interesa el origen de los enfermos.
En los dos primeros resúmenes los enfermos esperan que Jesús los toque, en el tercero, los enfermos lo tocan a él. En el primero los demonios son desenfrenados, en el segundo son pasivos, están dominados y en el tercero no aparecen.
Mantener una relación en la cual se respeten la diferenciación individual y la necesidad de compañía es todo un reto, por eso, constituir un grupo o una familia es todo un reto, pues de eso se trata de respetar, enriquecer, madurar las diferenciaciones individuales y a la vez, fortalecer y profundizar el compartir. Dice Lerner que cuando no hay en la familia suficientes “nosotros”, el resultado es un caso de “divorcio emocional”. Se llega a creer que la compañía no es necesaria y ese es el gran error. Los seres humanos somos sociables, nos necesitamos unos y otros, ninguno o ninguna es autosuficiente, por eso, el reto también está en aprender a vivir en comunidad. ¿Qué sucede si no hay suficiente “yo”? “En este caso sacrificamos la claridad y la definición de nuestra identidad y nuestro sentimiento de ser responsables y de tener el control de nuestra propia vida”(Lerner1995, 37). Así que ni divorcio emocional ni pérdida de identidad.
Nosotros vivimos en una época que promueve la individualidad como sinónimo de identidad, de “yo”, pero no es cierto que sean sinónimos. Brenson nos hace una propuesta de seis componentes para construir el yo: la nutrición, el ejercicio, la introspección, la re-educación, la socialización y la psicoterapia (Brenson 1983, 49). Vamos a explicar cada uno de esos componentes:
Nutrición: los excesos de ciertos alimentos dañan la salud física y por tanto el equilibrio emocional. Los excesos más conocidos son los dulces, los licores, las grasas, la sal, las harinas. “Con mucha frecuencia, un cambio en el balance químico corporal termina en una marcada mejoría de un problema psicológico” (Brenson, 1983, 49). Ejercicio: caracterizado por la integración mente-cuerpo, ejercicios bioenergéticos y cualquier otro no competitivo. La oxigenación permite altos niveles de tolerancia, capacidad de escucha y de reflexión. Introspección: o sea reflexión acerca de uno mismo que nos permite poner en la balanza nuestras emociones, acciones y pensamientos. Nos permite elevar nuestra autoestima y el aprendizaje de las experiencias. Re-educación: ¿cuánto cuesta? Reconocer las diferentes inteligencias, el uso de los cinco sentidos para el proceso de enseñanza-aprendizaje, comprender el mundo en el que estamos, discernir los signos de los tiempos. Socialización: ¿cómo?, ¿hay que cultivarla? ¡Claro que sí! En una sociedad que solamente enfatiza la individualidad egocéntrica, hay que comprender que día a día estamos en un entorno lleno de desafíos y vitalidad. Hay que aprender a convivir con los demás. Psicoterapia: nos permite examinar nuestra propia conducta, crear opciones de vida:
Yo la percibo como una especie de laboratorio de crecimiento personal, en el cual cada participante…como individuo, o como miembro de un sistema familiar o de pareja, puede examinar su propia conducta y explorar las varias opciones que existen (o crear otras) para escoger libremente cuál de ellas le conviene más (Brenson, 1983, 51) según los valores del reinado de Dios.
Al analizar el conjunto de esos elementos, nos damos cuenta que para aprender a ser individuos hay que cultivar la relación con los otros. ¡Esto es fascinante! ¿Cómo? Básicamente conocemos tres opciones: La dependencia, que es natural en la niñez y quizás cuando estamos enfermos o, cuando por razones de la edad, no podemos hacer algunas cosas por nosotros mismos. Pero que de ninguna manera es la vía para vivir siempre, aunque es la que se enfatiza en las mujeres. La otra opción es la independencia, es necesaria para afianzar nuestra identidad, pero cuando se abusa en una relación sin compromiso con respecto al otro, hay indiferencia. La cual también es profundamente dañina, pues en nombre de la misma, se han cometido horrores con partes importantes de la humanidad, crímenes de lessa humanidad, como por ejemplo la quema de mujeres acusadas de brujas durante la Inquisición, el holocausto en tiempo de Hitler, las muertes de cientos de inocentes y de luchadores de la justicia, en países latinoamericanos como Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Argentina, Chile, entre otros. Es el camino para pisotear la dignidad humana de los otros, como sucedió en la conquista española en nuestro continente o la francesa e inglesa en África. Y la última opción, la interdependencia. “En esta relación cada uno es responsable por sí mismo, por su impacto sobre el otro y por una inversión pareja, acordada e igual, de tiempo y energía” (Brenson 1983, 127).
El texto también lo podemos ver de otra manera, nos hace observar que en aquella época estaba imperando la interdependencia negativa, pues unos valían y eran lo que los otros decían que eran, pero a partir de unas normas que hacían hincapié en la desigualdad y en la indignidad humanas. Por eso, aquellas personas que estaban en la sinagoga intentaban denigrar la dignidad de Jesús, porque consideraban que la sabiduría que tenía era de origen dudoso, pues al conocer a su familia sabían que su sabiduría no provenía de ellos, porque ellos no eran reconocidos como sabios o como profetas. Así, la dignidad humana está presupuestada para unos y para otros no. Porque la dignidad estaba ligada a la desigualdad, al mérito, al poder. Es decir, se concebía la dignidad como cualidad selectiva, pero Jesús hace ver que en el reinado de Dios eso no es así, que somos dignos en tanto somos linaje divino, hijos e hijas de Dios. Hoy, también se da la dignidad selectiva. Los machos, los ricos, los que ostentan algún tipo de poder, dan por sentado que ellos son dignos y que los otros, en la medida que no tienen el mismo poder que ellos, no son dignos. Entonces, los otros están llamados a denunciar esa equivocación, este es el ejemplo que nos da Jesucristo. Dice Elsa Tamez:
Cuando nos referimos a dignidad humana nos referimos a una cualidad intrínseca de todo ser que merece reconocimiento y respeto. Para los cristianos, la gracia de Dios viene a consolidar esa cualidad humana. Pablo en su carta a los romanos lo plantea como un desafío, lo llama vivir o caminar en Cristo Jesús, como resucitados” (Batista 2004, 246).
Muchas mujeres, los y las pobres, hemos de recrear nuestras relaciones interpersonales y sociales, retomando nuestra dignidad humana para no caer en la trampa del sistema y aceptar ser empobrecidas-autoexcluyentes. No es posible autoexcluirse más ni permitir ser más excluidas.
17. El reinado de Dios (Mr 7.1-8.22)
Hemos unido como parte de una sola sección: 7:1-13 la incredulidad de los fariseos, del 7:14-24, el no- entendimiento de los discípulos, 7:25-8-8, los grandes milagros en tierra pagana, 8:9-22 la incomprensión de los discípulos. En esta sección se resume una vez más cuáles son las características del Reinado de Dios: El Reinado es buena noticia, no hay ninguna condición previa para estar en él. El Reinado es un estado de felicidad, es un cambio de vida: de estar endemoniado a no serlo más, de estar enfermo a estar sano, de estar en la ignorancia a pasar a la sabiduría. Solo se necesita fe consecuente con la obediencia a Dios como el Padre de Jesús y la solidaridad entre todos, en especial con los pobres (hambrientos, enfermos, endemoniados). En el Reinado no hay discriminaciones de ninguna naturaleza, no hay divisiones entre puros e impuros, entre hombres y mujeres, entre judíos y gentiles. Es un reinado de gracia. Pero este reinado puede ser acogido o no. Hay libertad de optar, por eso unos rechazan (fariseos, letrados, sacerdotes, políticos) y otros lo aceptan aunque no entiendan (discípulos/as, enfermos/as, endemoniados).
Es interesante, pero en esta oportunidad el diálogo muestra un cambio en el proceso de las relaciones interpersonales y ya las parábolas no son el género literario empleado. El uso de la Tanak y el manejo particular de los Profetas son ahora los respaldos de Jesús para mostrar la legitimidad de su liderazgo (7:1-13) y de su fe.
A la vez, la multitud necesita cada vez más de los servicios de la familia de Jesús y de él, sus necesidades son presentadas ya con impaciencia y por tanto, el servicio es mayor. Mientras que en su vieja casa, Jesús no pudo responder a los desafíos por la desconfianza y falta de fe que había entre los suyos, aquí no hay límites. La predicación y las sanidades se dan en proporción a las demandas y necesidades (7:14-8:25).
El desafío está ahora en el discipulado. Jesús quiere unos discípulos con claridad mental, no solo que le imiten, sino que comprendan por qué le imitan.
¿Cuántas veces estamos como los discípulos: no entendemos, a pesar de eso, queremos mostrar fidelidad e imitamos para hacer creer que entendemos pero ni aún así logramos comprender el fin último de las cosas? A veces confundimos nuestra lealtad con dependencia, porque al no entender, necesitamos constantemente del otro. Eso era lo que pasaba con los discípulos. Su fidelidad de estar siempre al lado de Jesús, pero sin entender lo que Jesús quiere, dice y hace, los llevaba a hacer preguntas absurdas. En su fidelidad aceptan ir de dos en dos, experimentaron su capacidad personal, pero a la vez dudaron que la tenían, por eso, a pesar de haber pasado por una experiencia tan enriquecedora, volvieron a depender de Jesús, por tanto, no pudieron saltar de su niñez a la adultez. No tuvieron criterio propio para actuar. Por eso, Jesús les interpela, ya no hay tiempo para que sigan así, el mundo les desafía cada vez más y ellos no podían estar esperando que Jesús “moviera para ellos mover”. Jesús quiere una relación de inter-dependencia, pero para eso, hay que dar aún más tiempo y es lo que, aparentemente, él ya no quiere dar y por eso reitera “aún no entienden”.
¿Cuántas veces también, los padres y los maestros dicen, ¿cómo, con todo lo que has vivido, o has hecho, todavía no aprendes? ¿No entiendes? ¿Cuánto nos falta para entender y practicar la interdependencia?
De esta manera, llegamos al final de esta sección dedicada a analizar ¿qué hace Jesús? Esta sección termina con una perspectiva de Jesús que coincide, según Vermeylent, con la perspectiva de Dios que está en el Antiguo Testamento y que se mantiene en tensión constante. Es un Dios con un amor universal e inagotable, con una gracia que precede cualquier esfuerzo humano y que deja en libertad al ser humano de optar. A la vez un Dios que plantea una utopía: los pequeños no serán más dominados (Vermeylent 1990).
Conclusiones
Hemos querido demostrar que la re-lectura bíblica es terapéutica, sanadora y nos permite un camino para comprender el proceso de salvación en contextos concretos. Las conclusiones las desarrollamos en tres grandes bloques: el entorno, los depositarios de la locura del sistema y la práctica de la fe desde una propuesta terapéutica.
El entorno
El entorno es violento, mal enseña, enferma, no permite la formación de grupos que no sigan su ética o sus propios criterios, no permite ser desafiado pues prefiere mantener el estatus quo. El entorno puede ser un caos, el caos puede producir muerte prematura y dolor crónico. El entorno es anti-vida y la familia de la fe puede legitimarlo. Hay que estar abiertos a la introspección, al análisis de los actos de la familia de la fe y cotejarlos con nuestro modelo Jesucristo. El entorno genera personas locas, a las que el sistema, para mantenerse, las responsabiliza de su caos y locura.
Los depositarios de la locura del sistema
Los depositarios de la locura del sistema son los excluidos-autoexcluyentes que provienen de familias disfuncionales. En estas familias se hace énfasis en las relaciones consanguíneas y en los preceptos del sistema. Las familias, según el sistema, se forman atropelladamente por violencia, violaciones, incestos, maternidades tempranas, en condiciones materiales desordenadas y a veces bastante limitadas, con una ideología que fomenta el mutismo, los secretos, el temor, el pánico, la desigualdad.
La práctica de la fe
Juan y Jesús enseñan que la práctica de la fe se desempeña cuando se penetra en el mundo del otro y este es tratado con igualdad y equidad. Esta práctica busca organizar y ejecutar el cambio personal, familiar y social, como muestras de acompañar a Jesús en su camino. El proceso por medio del cual se realiza el cambio es mediante la formación de grupo: una familia extendida. Esta familia pone de cabeza el entorno. La familia que forma Jesús es funcional según el Reinado de Dios, pero es disfuncional según el sistema.
La familia según el reinado de Dios, se organiza por voluntad no solo por el sentimiento y la consanguinidad, en ella se desarrollan relaciones de ternura, de reciprocidad e interdependencia. La consanguinidad no es condición para ser familia, sino la fe en Dios. Es una familia desafiada por el medio en el que se desenvuelve y a la vez le interpela. Esa relación con el entorno enseña, sana, desafía y permite escoger las amistades.
La familia de la fe vive según la ética de la soberanía de Dios, los hombres y las mujeres se sirven mutua y equitativamente, la relación con Dios es directa, no necesita de mediaciones humanas o no humanas, revierte la enfermedad en salud, la esclavitud y sometimiento en libertad, la locura en cordura y se re-interpreta la ley según el contexto. Se da prioridad a los enfermos y enfermas, a las personas necesitadas para acompañarlos en transformar su situación.
En la familia de la fe, no hay discriminaciones ni por género, ni por roles, ni por edades. Todos y todas son responsables de su protagonismo, se animan y se apoyan. La corresponsabilidad descubre y afirma vocaciones, desenmascara la exclusión y detiene el proceso de la autoexclusión. La liberación y la corresponsabilidad son buenas noticias para unos y malas noticias para otros. Es buena noticia para los que sufren la locura. Es mala noticia para los que se benefician de la locura de los otros. La liberación y la corresponsabilidad implican la creación de redes de trabajo, de liberación, de denuncia del sistema y de quienes lo sostienen. Las redes de solidaridad son fundamentales para los depositarios de la locura del sistema.
En la familia de la fe, se comparte el pan y la mesa está abierta para todas y todos. Todas las personas son aceptadas tal y como están en el compartir el pan. Se reinterpreta la ley para asegurar la vida y en especial para los que más sufren por no tener poder en el entorno. En la familia de la fe solo se ayuna cuando Dios los ha dejado, es decir, cuando los seres humanos han desviado el mundo y para que la soberanía de Dios se extienda al mundo.
La práctica de la justicia es testimonio del compromiso con Dios y es sinónimo de la práctica de la fe. La fe es contracultura, se mantiene por el trabajo en equipo, las redes de solidaridad, la práctica de la justicia. Los desafíos y las tentaciones son enormes, solo pueden ser vencidos por la unidad y la solidaridad.
Muchos quieren recibir el beneficio de la familia de la fe, pero pocos quieren formar parte de ella. Hay libertad para entrar y salir. La familia de la fe se nutre por el conocimiento, la reflexión, la autocrítica. Puede suceder en el proceso que surja la frustración, el embotamiento. Pero hay que mantener la unidad y la fidelidad a Dios. La familia está abierta a dar consuelo y a recibirlo, al acompañamiento de los casimuertos del entorno, para resucitarlos por medio de la solidaridad y la sanidad.
El ingreso a la familia produce cambio, se deja de hacer lo que “ensucia” y se hace lo que limpia.
Estar en la familia de la fe produce autoestima, salud, solidaridad, conocimiento, equidad, inclusión, confianza, consuelo, apoyo, fidelidad, mutualidad, respeto y co-responsabilidad. La locura es redistribuida.
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* Nidia V. Fonseca Rivera, costarricense, pastora metodista, Magíster en Teología Pastoral.
1 Parte de lo que aquí exponemos se encuentro en “Asesoría o acompañamiento Pastoral”, publicado por Lupaprotestante en marzo del 2008.
2 Fe y Esperanza es una comunidad ubicada en uno de los cantones más pobres de San José, Costa Rica. Es una comunidad metodista, conformada por mujeres.
3 Esos vínculos no implica “un para siempre”. Muchas veces el vínculo de amor implica separarse para realizarse plenamente como personas.
4 Grupo o familia