René Padilla

Posted On 05/03/2017 By In Opinión, portada With 8875 Views

¡Bienvenidos al pasado! En solidaridad con el Dr. C. René Padilla

San José, Costa Rica, 5 de marzo de 2017

En pocas horas viajo hacia Sao Paulo, Brasil, para participar como ponente en el Encuentro: Misión Integral: Caminos y Perspectivas en el siglo XXI patrocinado por World Visión en Brasil. Como expositores también estarán René Padilla, Ed Rene Kivitz, Ruth Padilla DeBorst, Valdir Steuernagel (mi gran amigo y exjefe), Christian Gillis, Ariovaldo Ramos, Carlos Queiroz (querido amigo y compañero de muchas batallas), Ziel Machado, Regina Sánchez y otra decena de hermanos y hermanas interesados en reflexionar acerca de la misión de las iglesias en este nuevo siglo. Iré solamente a Sao Paulo, aunque me hubiera gustado acompañar a una parte de este grupo a otra actividad que se realizará en Río de Janeiro.

Pero no lo niego, en mi caso la alegría del encuentro se ha visto empañada por la noticia de que la Facultad Evangélica de las Asambleas de Dios (Faculdade Evangélica das Assembleias de Deus FAECAD) ha suspendido la actividad en Río de Janeiro porque algunos de sus directivos han señalado que el expositor principal, René Padilla, es un cristiano marxista (o marxista cristiano, escoja usted) al que no se le debe permitir hablar en su recinto.

Lo más fácil sería juzgar a la Facultad Evangélica de las Asambleas de Dios de rancio fundamentalismo, pero no me atrevo a hacerlo porque conozco a su rector, a varios de sus ilustres profesores y profesoras y doy testimonio de la avidez académica de la mayoría de sus numerosos estudiantes. Allí estuve hace un año, en febrero del 2016, como conferencista invitado en el Aula Magna para dar inicio al curso lectivo. Hablé sobre la Misión Integral (MI) y sus desafíos teológicos, sociales y ecuménicos. Hablé de la nueva agenda de la MI ante la desigualdad social, la corrupción, deterioro del medio ambiente y violencia que padece América Latina. Mis palabras fueron recibidas con genuino interés. Allí disfruté de sincera fraternidad y de la extraordinaria calidez de la hospitalidad carioca.

Por eso creo que este desplante descortés hacia mi amigo y maestro, el Dr. Padilla, no debe atribuirse al conjunto de la FAECAD, sino a algunas fracciones de poder político dentro de ella. Como en la mayoría de nuestras instituciones evangélicas, también allí existen bandos que consolidan su autoridad tomando decisiones amparados en la excusa de proteger la sana doctrina y salvaguardar la pulcritud política de sus tradiciones.

Esta nota la escribo para expresar mi solidaridad y respaldo a René. Para pronunciar mi malestar con la suspensión del evento y mi indisposición con las razones que la han justificado. Suspender un evento como este por tachar de marxista a un expositor como René es ignorar lo que es el marxismo, desconocer quién es René Padilla y olvidar de qué manera se hace la reflexión teológica.

Pero permítanme decir algo más. Pienso que lo que ha sucedido en Río de Janeiro es una señal que confirma lo que también estamos presenciando en otros países de América Latina: un resurgimiento de discusiones pasadas. La vuelta a las viejas querellas cristianas de las décadas del 70 y 80 cuando surgió la MI. Entonces, los que osaban hablar de la responsabilidad social de las iglesias eran tildados de comunistas; los que se aventuraban a predicar a favor de la justicia social eran sospechosos de militancia marxista, y los que creían en la opción preferencial por los pobres eran excluidos por ser indeseables teólogos de la liberación.

René sufrió esas diatribas de parte de sus hermanos evangélicos. También las sobrellevaron Samuel Escobar, Orlando Costas, Pedro Arana Quiroz, Óscar Pereira, Andrés Kirk, Ismael Amaya, Washington Padilla, Emilio Antonio Núñez y otros de los ilustres fundadores de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Los acusaron de liberales teológicos sin serlo (fueron, son y serán evangélicos de pura cepa) y de subversivos políticos sin parecerlo (se distanciaron desde el inicio de las corrientes liberacionistas de la teología latinoamericana).

Casi todos los fundadores de la FTL tienen la experiencia de haber sido marginados de sus iglesias o de haber sido mirados con recelo. Pagaron el precio de pensar diferente a sus coetáneos evangélicos quienes creían a pie juntillas que la misión de la iglesia era solamente proclamar la salvación del alma y que la iglesia era un santo refugio de los que habían obtenido esa salvación. Pero ellos cuestionaron “…nuestras tradiciones evangélicas a la luz de la Revelación escrita” y buscaron “obedecer las claras demandas de la Palabra de Dios a anunciar a todos el mensaje de Jesucristo llamándolos a ser Sus discípulos, y ser dentro de la compleja realidad social, política y económica de América Latina, una comunidad que expresa el espíritu de justicia, misericordia y servicio que el Evangelio implica” (Declaración Evangélica de Cochabamba, 1970). ¡Cómo no iban a despertar los celos conservadores!

Lo de Río de Janeiro es un retroceso. Y son también, en mi personal opinión, un reflejo de la crisis latinoamericana que se vive en el ámbito económico, político y cultural. América Latina está viviendo una transición social que afecta también las esferas de la vida religiosa. Son cambios, en parte, ocasionados por el revés electoral de los gobiernos de centro izquierda o del llamado socialismo del siglo XXI, el giro hacia la derecha de los nuevos gobiernos y, como si esto fuera poco, el triunfo de Donald J. Trump en los Estados Unidos.

Al nuevo panorama político de la Región se añade como índice de la misma crisis la influencia de los votos evangélicos conservadores en algunas de las grandes decisiones nacionales. En Colombia, por ejemplo, para oponerse al Plebiscito sobre los acuerdos de paz con uno de los grupos guerrilleros (FARC-EP). En Panamá para entorpecer el Proyecto de Ley #61 por el cual se adoptan políticas públicas de educación integral, atención y promoción de la salud. En Perú para impedir la aprobación del nuevo Currículo Nacional de la Educación Básica. En los tres casos mencionados se esgrimen argumentos en contra de la llamada ideología de género. Y otro caso de sobra conocido, la participación de la bancada evangélica del Brasil en el juicio contra la presidenta Dilma Rousseff.

En fin, ¡bienvenidos al pasado! Muchos de los escritos de hace cuatro décadas acerca de la MI podrían ser leídos hoy como si los hubieran escrito ayer. Casi todas las declaraciones de la vieja FTL podrían ser firmadas de nuevo porque América Latina y sus iglesias están volviendo hacia atrás. Pero, en este regreso se encuentra la gran trampa teológica para la Misión Integral: que se valga de sus antiguos planteamientos teológicos para responder a las polémicas conservadoras de hoy o, por el contrario, que reconozca la necesidad de mirar hacia el futuro, de escuchar a las personas más jóvenes, de interpretar el momento actual (los signos de los tiempos) y atreverse a hacer teología para hoy y para mañana, sin dejarse atrapar por el ayer tan conocido. En las reuniones de esta semana en Brasil se podría avanzar por este camino.

René, estas líneas son mi forma de expresarte mi respaldo y admiración. El abrazo personal te lo daré en pocas horas.

Harold Segura C.

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