José Luis Avendaño; Un esbozo de teodicea a la luz de la Theologia Crucis. Martin Lutero ante el misterio del sufrimiento humano, cristiano (Salem: Publicaciones Kerigma, 2020).
Mi amigo Javier de Zaragoza se sorprendió cuando promocioné este libro en mi muro de Facebook. Él comentaba que había sudado sangre en la asignatura de teodicea en sus años de estudiante en la facultad de Teología de Granada. Realmente la teodicea tampoco ha sido atractiva para mí. Sin embargo, no son pocos los amigos y amigas, creyentes o no, que me han preguntado cuestiones referentes a ella: “¿Si Dios es bueno, amoroso, compasivo, perfecto, omnipotente y omnisciente por qué permite el mal?”.
En esos casos, pese a los grandes dilemas que personalmente he tenido junto a los que mis amigos me han compartido, siempre he tenido –a modo de fideísmo personal y mayormente por propia pereza intelectual– la seguridad de que todo será explicado llegado el “día” (y que hay mucho de cierto en el relato etiológico de Génesis 3 como para intuir que algo defectuoso ocurre en nuestra existencia alienada –aun cuando para ello dependo de cierto sesgo interpretativo agustiniano–).
Por comodidad, me ha bastado conocer algunos argumentos de John Polkinghorne y de Andrés Torres Queiruga, así como también algunos retales de mis años de seminario, para responder –quizá insatisfactoriamente– algunos cuestionamientos de mis curiosos amigos así como los míos propios.
Sumergirme en la teodicea me daba cierta sensación de vértigo, especialmente sabiendo que no hay una única escuela teológica que dé respuestas al problema. Sin embargo, este libro de José Luis Avendaño nos lleva a recuperar la teología de la Cruz luterana para presentar un esbozo de teodicea, y por tanto se trata de un acercamiento identitario nuestro, protestante (en el sentido amplio de la catolicidad teologal). Esto en sí mismo tiene cierto valor si tenemos en cuenta la poca producción teológica en castellano, por parte de evangélicos hispanohablantes, sobre este asunto. Ni qué decir tiene las traducciones al castellano de afamados predicadores americanos con aires de teólogo con propuestas que rozan lo escabroso y el mal gusto, pero que, por desgracia tienen el aplauso de muchos fieles que le encuentran sentido.
Seamos honestos, en nuestros días se habla muchísimo de la teología de la Cruz de Lutero (especialmente con fines utilitaristas, desarraigándola de su legítimo sentido), pero pocos saben realmente qué es. No solo las iglesias evangelicales la desconocen, sino que para vergüenza de las iglesias históricas, muchas veces esta queda para ellas en un lema vacío de contenido. Por tanto la lectura de este libro nos lleva a los planteamientos del reformador alemán, y desde ellos aborda la cuestión –no como los típicos teólogos confesionales anclados en discursos trasnochados propios de siglos pasados (fundamentalismo y reortodoxias)– sino desde una amplitud y herencia teológica más amplía, contemporánea y madura, consciente de toda la historia del pensamiento cristiano, de la identidad confesional y de la producción teológica actual. Todo ello debido a que, para nuestro autor, el acervo confesional y la ortodoxia se ha de entender como un punto de partida o guía de referencia, pero no como un punto final que solidifica el pensamiento. Es por ello que lo veremos dialogando y reflexionando en estas páginas con otros pensadores cristianos –y no cristianos– de ayer y de hoy. Destaca también en la obra el diálogo fecundo con pensadores judíos que del mismo modo han profundizado en la temática del mal y el sufrimiento, y en los que cabe mencionar: Levinas, Hans Jonas, Elie Wiesel, Viktor Frankl, Etty Hillesum y Emil Fackenheim, entre otros.
Creo que hay que decirlo, el autor, además de ser doctor en teología y filosofía por la Universidad de Toronto, con una licenciatura y maestría en Ciencias Bíblicas por la Universidad Bíblica Latinoamericana y un bachiller superior en teología por la Comunidad Teológica Evangélica de Chile, también bebe de una formación confesional más conservadora, habiendo tomado el bachillerato en teología del Instituto Evangélico de Chile y el Seminario Luterano Concordia de Buenos Aires. Nos queda un hombre que piensa por sí solo y que incluso opta por desanclarse de la corriente ideológica predominante en las grandes instituciones teológicas. Aunque esto simplemente es anecdótico, debe tenerse en cuenta que el teólogo o teóloga comprometido ideológicamente con la izquierda, o con el progresismo político, no encontrará en Avendaño un aliado. Ya en el primer capítulo se observa cómo el autor se desmarca de esta corriente que, por otra parte, es bien acogida en la reflexión teológica por un amplio sector de la academia. Anécdotas aparte, en cualquier caso, más allá de la ideología con la que nos acerquemos a la obra, el contenido de la misma hace valer su título. Acomete el esfuerzo de penetrar, con una teología actualizada, en dimensiones poco abordadas o no advertidas de la theologia crucis, en las que tampoco el propio reformador incidió, con tal de dar razón de nuestra esperanza ante la incógnita del mal.
El recorrido nos lleva a transitar las teodiceas con énfasis teóricos (Plantinga-Swinburne) y las de énfasis práctico (teologías de la liberación y teología política), que quedan sopesadas desde una teología en perspectiva de theologia crucis, evaluando el principio loewenichiano y el pensamiento de Moltmann. Donde más se ocupa el autor es en La controversia de Heidelberg y De servo arbitrio de Martin Lutero.
Termino dejándoos el caramelo de una pregunta que también se aborda ya al final de la obra: ¿Un Dios superado por el dolor o capaz de derrotarlo? Encuentra la respuesta de Avendaño en:
José Luis Avendaño; Un esbozo de teodicea a la luz de la Theologia Crucis (Salem: Publicaciones Kerigma, 2020).