La autora se presenta como una simple dueña casa, sin embargo, en su primer poemario devela a una mujer perspicaz y reflexiva que logra colocar en contacto al lector, desde su mundo interno, con realidades profundas de la vida humana como son aquellas vinculadas a los procesos migratorios.
En la medida que el lector avanza en sus poemas, una pluma mágica funde la realidad con la ficción para dibujar una serie de vivencias ricas en significado en una sociedad que dio a luz la laicidad.
Gare de Lyon dejará de ser el nombre de una estación de metro para transformarse en un poemario estimulante, puesto que será el modo en que la escritora construye representaciones del nuevo espacio que la cobija. Es indiscutible que cada sociedad tiene sus propios códigos de interpretación y la escritora logra dar cuenta de un conjunto de representaciones que van estructurando su propia experiencia en torno al proceso de instalación del migrante en la ciudad parisina.
Lo anterior tiene un valor en sí mismo, debido a que se relata desde una mirada femenina, específicamente mujer, madre, esposa y latina, desde un largo y angosto país al sur del mundo y del viejo continente y que, por lo tanto, le otorga al texto un color o una voz distinta en torno a procesos migratorios en pleno siglo XXI.
Lejos de un romanticismo turístico, María Jesús plasma con su elegante estilo el proceso de instalación junto a su familia y las emociones que la rodean entre los años 2017 al 2018 en el país europeo.
Expresa su visión de la administración pública francesa y como ésta permea todas las dimensiones de la vida del ciudadano. Es interesante observar, a medida que se leen poemas como Luis XIV: L’état c’est moi o Los ángeles caídos 6, que es posible notar cómo se tensiona y desmitifica la visión sobrevalorada del sistema político francés como desarrollado, eficiente y eficaz. Su crítica emerge desde su lugar como mujer migrante en vías de incorporación administrativa jurídica a la sociedad francesa, y no obstante, lo anterior no la obnubila para reconocer las experiencias cálidas que parecieran re-generar en y desde su propia interioridad una nueva esperanza.
El conjunto de poemas ángeles caídos se erigen en el poemario como los nuevos horizontes de sentido para la escritora que le otorgan fuerza, consuelo y por sobre todo socorro en medio de experiencias conflictivas, injustas y frustrantes, pero ¿quiénes son estos ángeles caídos? Sin decir nombres ni procedencia, dibuja una imagen entre ser mítico y humano describiéndolos con alas y deteniendo buses (Poema 2), llenos de tatuajes y piercings, con una cerveza en la mano (Poema 5), inquebrantables ante una burocracia obstruccionista y compasivos con quienes requieren ayuda ¿será una propuesta con resabios teológicos? No es pretensión de esta reseña responder a esta pregunta, pero si saborear las imágenes que presenta la autora y esperar una próxima entrega de poemas que permitan sumergirnos en la experiencia interior de nuestra propia humanidad.