Todo el circo que algunos han montado en torno a Alfonso Ropero y la Editorial Clie no es otra cosa que la punta de un iceberg que bajo una apariencia de piedad y de amor a la verdad esconde las verdaderas dimensiones de lo que nos estamos jugando. Esta piedad es una especie de celo santo para condenar la homosexualidad y a aquellos que de alguna forma la fomentan o ellos creen que la apoyan. Sin embargo, junto a Ropero y a Clie, ayer fueron también señalados cristianos tan diversos como Juan María Tellería, Ignacio Simal, Máximo García e incluso la revista Lupa Protestante en la que estoy escribiendo. No se trata de homosexualidad sí o no, a favor o en contra, sino de libertad, del derecho a opinar, a equivocarse, a disentir. Y por favor, no me preguntéis ahora cuál es mi posición sobre la homosexualidad ya que no es de esto de lo que va el tema.
No hace mucho pude leer como algunos clamaban por esto mismo en el contexto de la ideología de género. Viendo que podían ser incluso denunciados, no pocos creyentes llamaban a su libertad de conciencia… pero ahora se les niega a otros. Se señala, se apunta con el dedo y se intenta hundir su testimonio como cristianos. Con demasiada frecuencia se puede comprobar cómo cuando alguien está siendo perseguido clama por sus derechos, cuando se cree en mayoría él pasa a ser el perseguidor y se los niega al otro.
Eliseo Vila, Presidente de Editorial Clie, escribía ayer que Alfonso Ropero había actuado de forma “negligente” en relación a un libro y también a unos artículos en el Gran Diccionario Enciclopédico. Después mostraba su rechazado al boicot y apuntaba cual era la posición de la editorial en relación con la homosexualidad.
Pero cualquiera que haya leído, escuchado o que conozca a Alfonso Ropero sabe que de negligente tiene bien poco, es más, es muy inteligente.
Lo que ocurre es que Alfonso no es dogmático, cerrado, intransigente y busca, con su variada labor, sacar a un determinado tipo de creyente de su oscurantismo. Por ello, llama a un estudio lo más amplio posible ya que la verdad siempre se pondrá de manifiesto. El creyente debe poder conocer los argumentos contrarios, llegar a respetar a la persona que los sostiene, y ser capaz de dar los propios. Es esa la mentalidad de Ropero.
Por ello, no se trata de homosexualidad sí o no, sino del derecho a disentir, a la libertad para leer, para editar libros, para pensar distinto y de respetar este mismo derecho en el otro. Demasiados sistemas de pensamiento han creído estar en la verdad, sean religiosos o no, y cuando han tenido oportunidad han acabado exterminando al contrario.
Seguiré comprando libros de Editorial Clie, pero sobre todo muestro todo mi apoyo a Alfonso Ropero y a otros tantos que entienden que sin libertad es imposible el cristianismo. Un fuerte abrazo querido amigo.