En este texto se presenta la perspectiva de participación católico-evangélica desde la posición del protestantismo evangélico latinoamericano, para comprender las lógicas teológicas que detonan una participación política que podría haber parecido contradictoria en la mayor parte del siglo XX, en la que los católicos se presentaron como intolerantes a la libertad de cultos y fueron concebidos como idólatras.
Tradicionalmente los dirigentes de las iglesias evangélicas conservadoras latinoamericanas han hecho pocas alianzas políticas con católicos y de otras creencias, entre otras razones porque se considera que no pueden “convivir la luz y la oscuridad” existiendo una historia de rechazo mutuo[i]. En el siglo XXI, la histórica desconfianza de los evangélicos a los católicos ha ido cediendo lugar a otros temores que imprimen mayor miedo basados en el exceso de imaginación sobre las posibles consecuencias de la “ideología de género”, concebido como pánico moral cuyo plan diabólico es destruir los valores familiares y cristianos en la sociedad, para entrar en un vacío de sentido y acción basados en el relativismo humanista que pueden permitir cualquier atrocidad contra los no nacidos, los niños, las personas y la familia[ii].
Ahora bien, ¿cómo movilizar a los antes perseguidos (evangélicos) para participar con los antiguos perseguidores (católicos) en esta década del siglo XXI? Si muchos evangélicos aún consideran que el mundo tiene que ir de mal en peor para que Cristo venga, mientras que otros piensan que no es posible participar en política por ser corrupta y corruptora, aunado a una concepción diferenciada de lo político entre los evangélicos, qué hacen los dirigentes en la política evangélica para motivar esta alianza católico-evangélica contra la denominada ideología de género. Lo más evidente es apelar a una moral más o menos compartida por las ortodoxias de las distintas denominaciones: “Nosotros empezamos por la educación sexual porque era lo que más movilizaba a la gente, porque se refiere a sus hijos, pero lo que en realidad nosotros queremos es eliminar el género, la palabra género, en Perú y en el mundo entero”[iii]. Sin embargo, no es tan sencillo atraer a estos contingentes poblacionales al lado de los católicos.
De allí que el concepto de cobeligerancia, acuñado para la derecha religiosa estadounidense nos ayude a comprender el atractivo político para transmitirlo de los jerarcas eclesiásticos a los laicos. Es en Estados Unidos donde se ha formulado con mayor precisión esta agenda política por ganar la denominada “guerra cultural” contra el feminismo y las teorías de género (y de paso todo lo que suene a izquierda, incluyendo políticas liberales)[iv]. Dicha batalla fue introducida en el evangelicalismo estadounidense por predicadores políticos, en los años setenta, que querían convertir a los evangélicos -como grupo religioso con una identidad particular- en una fuerza política con la cual negociar. Personajes como Jerry Falwell se quejaron por verse obligados a admitir estudiantes negros en sus universidades privadas, pero como el tema no concitaba a la unidad evangélica, encontraron la clave en un aspecto moral: la lucha contra el aborto (que hasta inicios de los 70 era un “problema católico”, pues había una tendencia mayoritaria a aprobarlo entre los protestantes)[v].
El padre de esta lucha moral evangélica desde la trinchera teológica fue Francis Schaeffer, quien no pudo atraer el apoyo de Billy Graham y James Dobson, dos famosos evangélicos en los años 70, pero que vería sus primeros frutos al lado de Jerry Falwell y la Mayoría Moral con el triunfo de Reagan en los 80. Este teólogo reformado (de tradición calvinista) logró acuñar un término militar para unir a distintas corrientes evangélicas, así como incorporarse con los católicos y de otras creencias en aspectos particulares de la vida política y social: la cobeligerancia[vi]. Si la cultura occidental de raigambre judeocristiana indica que toda vida humana es digna por estar hecha a imagen de Dios y ésta desaparecía del ámbito legal y político en favor de una cosmovisión humanista en la que el hombre es la medida de todas las cosas, entonces después de la aprobación del aborto vendría el infanticidio y el asesinato arbitrario de personas por el abandono moral de la sociedad moderna. Con una selección de nota roja, en sus diversos libros busca demostrar que el incremento del crimen y el asesinato se deben a una visión humanista de la vida en que ésta ya no posee un valor intrínseco[vii].
La cobeligerancia se convierte en un arma política de los evangélicos blancos de EEUU que se difunde después a las minorías étnicas. En América Latina los líderes de iglesias con vínculos en universidades estadounidenses como la Liberty University u organizaciones como las dirigidas por Franklin Graham, entre otras, tienen su presencia en sectores medios y altos cuya búsqueda de poder político se da en el nivel institucional al cual pueden acceder, dado su capital sociopolítico. La cobeligerancia no es un concepto ampliamente difundido, pero el modo de operar e intentar cautivar a los evangélicos se está replicando en el continente.
Ya que la mayoría de evangélicos rechazan el concepto de ecumenismo comprendido como una forma de ceder en las propias convicciones a favor de la convivencia con católicos y otras religiones; la cobeligerancia se distingue teóricamente por ser una alianza temporal que se hace por una sola razón con aquellos que no son tus aliados sin comprometer los contenidos de la religión. Los aliados (cristianos nacidos de nuevo) son los correligionarios, otros evangélicos que comparten la misma identidad religiosa, mientras que los cobeligerantes son los otros como católicos y ortodoxos, y en ciertos momentos, musulmanes, mormones, judíos o hinduistas. En este sentido, sólo los evangélicos son cristianos, mientras que otras ramas del cristianismo son apóstatas que en algunos temas comparten puntos en común.
La cobeligerancia, además, ayuda a posicionar en la palestra pública a grupos que por sí solos, tanto política como numéricamente, pueden parecer irrelevantes, en grandes contingentes que se unen a favor de algo tienen un mayor impacto. Sin embargo, como señaló Albert Mohler, ex presidente del Seminario Bautista del Sur en EEUU, la cobeligerancia no puede tratarse de un solo aspecto de creencias, sino de un conjunto de ellas, hasta convertirse en una seña de identidad que algunos conservadores interpretan como ecumenismo[viii], lo cual es visto con desconfianza, especialmente al sur del Río Bravo donde la virulencia de ciertos sectores católicos hacia los evangélicos aun es una imagen viva, una herida reciente.
El aliado más cercano en América Latina es la iglesia católica con quien este sector evangélico se une para luchar contra enemigos comunes: el secularismo, el comunismo, el ateísmo que conducen a las políticas (y teologías) progresistas. El punto más álgido de la cobeligerancia llegó con la Declaración de Manhattan en 2009 -convocado por Chuck Colson-, en el que incluyen a musulmanes y judíos contra la “modernidad” en aspecto puntuales: lucha por la vida (contra el aborto), defensa de la familia (contra el matrimonio de las parejas del mismo sexo) y a favor de la libertad religiosa (contra la corrección política)[ix].
En este sentido, son emblemáticos personajes como César Vidal, un famoso intelectual y escritor español, quien tuvo un programa radial por varios años en la cadena católica española COPE y actualmente residente en Miami, ha escrito contra una serie de conspiraciones y enemigos que incluyen a los musulmanes, masones, “globalistas” (ONU, George Soros, etc.), jerarcas católicos, protestantes liberales, y a favor de Putin, Bush y Bolsonaro, junto con un liberalismo económico patriota (sic.). Acepta la colaboración con católicos como el Opus Dei y El Yunque (promotor del partido español Vox de ultraderecha) porque éstos reconocen el auge evangélico en algunos países latinoamericanos, siempre con la sombra de sospecha entre ambos, en favor de un bien mayor como la “defensa de la vida”.
A la par de ser un beligerante del catolicismo, es cobeligerante con el famoso escritor Agustín Laje (católico) y David Hormachea (evangélico), quienes apuestan por la privatización de la educación y el homeschooling como una forma de retomar el control que los estados “perversos” que “son los enemigos de nuestra fe”, en donde aprenden ideología de género[x]. Otro de los mejores exponentes de la cobeligerancia es Christian Rosas, politólogo peruano que estudió en la universidad de Jerry Falwell, la Liberty University y quien al iniciar la acción coordinada con el Opus Dei en Perú señaló: “Este ha sido un acuerdo natural, porque se ha coincidido en aquello que es relevante y en aquello que es fundamental para la humanidad y para la sociedad”[xi].
Si bien para algunos políticos evangélicos como para cualquier otro político importa más ser pragmático y hacer alianzas con quien sea posible, de derecha o izquierda, católicos o no creyentes conservadores, no es así para las mayorías evangélicas. El pragmatismo puede resultar desconcertante y contradictorio por lo que más allá de un característico cinismo político, resulta oportuno para los más comprometidos con la causa evangélica justificar su postura política de cobeligerancia con versículos bíblicos y valores compartidos con los católicos como su concepción de defensa de la vida.
Por ejemplo, se exponen versículos en los que Dios les pide a los judíos en Babilonia trabajar en favor de la ciudad (Jer. 29), cuando Pablo pide trabajar por la paz con todos (Tit. 3 y Ro. 12), así como Jesús les dice a sus discípulos que no pide que salgan del mundo, sino que el padre los guarde del mal (Jn. 17). De este modo se invita a la participación política en lo que es su consideración del bien común, partiendo desde algunas cúpulas religiosas hacia la mayor cantidad de laicos que puedan atraer hacia políticos de derecha y extrema derecha cuya concepción de la vida está restringida al ámbito sexual, pero no a temas sociales como la pobreza, injusticia, migración y otros.
Finalmente, se dan cuenta que no hay división entre creyentes y no creyentes a favor de la “ideología de género”, por lo que atizan el fuego contra la posición contraria dentro de sus mismas filas tachándolas de teologías heréticas -progres, globalistas o comunistas (sic.)-. Este sector se asume como el correcto, el versado en la Biblia y en una buena teología, se ampara en la ortodoxia cuya agenda central es la oposición a la ideología de género, en tanto los libertarios instrumentalizan esta lucha política para su propio beneficio. Al resto de creyentes que no logran cautivar se les tacha de seducidos, corruptos o indiferentes a algo que “atenta contra la humanidad misma”. Si algo saben hacer bien estos evangélicos es publicidad amarillista, con hipérboles o exageraciones, una imaginación desbordada del mal y una gran cantidad de datos falsos, por ello, en términos de comunicación resultan útiles a la derecha católica que se sabe manejar mejor en política sin quemarse tanto.
[i]Algunas excepciones fueron las colaboraciones entre clérigos y pastores en favor de la defensa de los derechos humanos en dictaduras como la argentina, chilena y brasileña.
[ii]Ver, por ejemplo “La ideología de género como exceso: pánico moral y decisión ética en la política colombiana” de Manuel Alejandro Rodríguez (https://www.redalyc.org/journal/2933/293355925007/html/) y “Pánico moral y de género en México y Brasil: rituales jurídicos y sociales de la política evangélica para deshabilitar los principios de un estado laico” de Karina Bárcenas (https://www.scielo.br/j/rs/a/Vygqskx5RCN84QsdRXPVmhg/abstract/?lang=es).
[iii]Entrevista a la periodista Diana Carboni: https://www.civicus.org/index.php/es/medios-y-recursos/noticias/entrevistas/4114-grupos-anti-derechos-su-verdadero-objetivo-es-eliminar-todas-las-politicas-de-genero-del-estado
[iv]Ver “De la huelga social al involucramiento sociopolítico: los evangélicos en el Chile neoliberal” de René Abel Tec-López: https://revistaiztapalapa.izt.uam.mx/index.php/izt/article/view/1689
[v]“The religious right and the abortion myth” de Randall Balmer: https://www.politico.com/news/magazine/2022/05/10/abortion-history-right-white-evangelical-1970s-00031480
[vi]“Francis A. Schaeffer: the force behind the evangelical takeover of the republican party” de Charles Broomfield, basado en una serie de entrevistas a Frank Schaeffer, hijo del teólogo, quien ahora denuncia la derecha religiosa que ayudó a construir con su padre: https://mospace.umsystem.edu/xmlui/bitstream/handle/10355/44844/BroomfieldFraSchFor.pdf?sequence=1&isAllowed=y
[vii]Por ejemplo: “¿Qué le pasó a la raza humana?” de Editorial Vida (1989), “El manifiesto cristiano” de Crossway (1981) y el libro en donde señala y apuntala el término de cobeligerancia “La iglesia al final del siglo XX” de Ediciones Evangélicas Europeas (1973).
[viii]“Why are non Christians TGC15 panelists?” de Bethany Jenkins: https://www.thegospelcoalition.org/article/why-are-non-christians-tgc15-panelists/
[ix]https://www.manhattandeclaration.org/
[x]“La nueva derecha, la cultura y la iglesia frente a la nueva izquierda” en https://www.cesarvidal.tv/conferencias/videos/la-nueva-derecha-la-cultura-y-la-iglesia-frente-a-la-nueva-izquierda-21-05-22
[xi] Kevin W. Tello. “La cruzada contra la ideología de género: causas de la politización del conservadurismo evangélico en el Perú contemporáneo”. Tesis de Licenciatura en Ciencias Políticas. Lima: PUCP, 2019: pág. 97. https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/20.500.12404/15011/TELLO_KEVIN_CRUZADA_IDEOLOGIA_GENERO.pdf?sequence=1