Hace un tiempo he venido leyendo algunas obras referentes al tema de la mística. Me ha parecido un tópico muy sugerente en cuanto nos invita a evitar capturar el Misterio de lo Divino en lenguajes cerrados. La mística, a juicio de los estudiosos, nos abre la perspectiva a desarrollar un sentido lúdico, crítico incluso amorfo[1] de entrar en la experiencia de Dios. A partir de estas lecturas, iniciales en todo el sentido de la palabra, he querido pensar y compartir siete (intentos de) tesis sobre lo que sería la mística. El paréntesis del “intentos de” no es accidental, y responde más bien al corazón mismo de la cuestión mística, a saber, el saber que no podemos capturar a Dios y que nuestro modo de acercarnos a Él siempre es (y debe ser) aproximativo, a la distancia, en la contemplación. Y, a su vez, estoy consciente que las tesis pueden ser pobres en su contenido, pero pienso que estos pensamientos sueltos, anotados su mayoría en cuadernos y hojas sueltas pueden dar alguna pista (o intento de pista) sobre este tema tan sugerente. Y, en segundo lugar, al ser tesis supone el ejercicio siguiente de proponer un contenido a las mismas tesis, trabajo que se crea y continuamente se recrea, se duda y se quiere abrazar. Algunas de las tesis ofrecen, a pie de página, algunas de las referencias bibliográficas que he podido trabajar y desde las cuales he ido proponiendo estas ideas. Pienso que la historia de los y las místicas nos invita a dejarnos interrumpir por esas experiencias originarias.
I
La mística es la conciencia de la no-posesión de Dios[2].
II
La mística es la im-posibilidad de comunicar a Dios tal cual es y es la a-respuesta a la inevitable pregunta por lo Absoluto[3].
III
La mística es comprometerse radicalmente con el mundo.
IV
La mística es la (in)capacidad de nuestros conceptos sobre lo divino y, por ello, es el parto del lenguaje simbólico como lenguaje vital y lúdico en vistas al deseo de entender-nos-le[4].
V
La mística es aprender a buscar la Fuente Originaria de la cual brota todo.
VI
La mística es aprender que el camino hacia el Misterio es eso, un camino junto a otros caminos.
VII
La mística es tener la disposición a entender que la Presencia sólo puede experimentarse desde lo aproximativo.
[1] Utilizo la expresión de Gershom Scholem.
[2] Federico Hölderlin lo expresa en los siguientes términos: “El dios es cercano y difícil de abarcar. Pero donde hay peligro también aumenta lo salvador. Las águilas viven en tinieblas, y los hijos de los Alpes marchan sin miedo sobre el mismo en puentes de liviana construcción” (Federico Hölderlin, Poemas (Penguín clásicos, Barcelona 2018), 453).
[3] Pienso en lo dicho por el poeta argentino Juan Gelman: «Tal es el misterio de la palabra humana. Procede, cualquiera sea la lengua, del mismo vuelo entre la oscuridad y la luz y así las consubstancia: es oscura su luz, clara su oscuridad, con cada lengua, cada grupo humano abrió una boca para que el vuelo sea posible y compruebe a cada instante su lentitud, y cómo se desangra y lo que hay que trabajar” (Juan Gelman, Fulgor de aire (Lom, Santiago de Chile 2007), 159-160)
[4] Juan Martín Velasco insiste en este aspecto de la creación de nuevos lenguajes. Sostiene este autor: “pero esa lucha agotadora de los místicos con las palabras no comporta el naufragio del lenguaje. Al contrario, libera fuerzas creadoras que generan un lenguaje nuevo, despiertan sus capacidades expresivas y llevan al límite el poder significativo de las palabras mediante lo que J. Baruzzi llamaba “transmutaciones operadas en el interior de los vocablos tomados del lenguaje normal”. Tales transmutaciones se logran por medio de toda clase de recursos: adjetivos, prefijos, superlativos, signos de admiración, etcétera” (Juan Martín Velasco, “El fenómeno místico en la historia y en la actualidad”, en VVAA, La experiencia mística: estudio interdisciplinar (Ed. Juan Martín Velasco), (Trotta, Madrid 2004), 15-49, 19).