Posted On 29/06/2015 By In Opinión With 2346 Views

¡Stop bullying LGTBI!

Esta semana en Barcelona, como en muchas otras ciudades, se ha celebrado la fiesta del Orgullo LGTBI. El lema que las entidades y asociaciones han escogido para visibilizar aspectos en los que todavía es necesario seguir avanzando es el bullying que sufren muchas personas por ser LGTBI. Aunque este acoso puede ser padecido por cualquiera, son sobre todo menores, personas de la tercera edad, dependientes, o personas en situación de vulnerabilidad, las que están más expuestas a sufrirlo. El odio, siempre se ceba con los más débiles, porque en el fondo son los cobardes los que lo ejercen.

Comunidades cristianas como Protestants Inclusius es una de las entidades que participa en el Pride organizando una celebración ecuménica el vienes 26, o formando parte de la manifestación que recorrerá las calles de Barcelona el sábado 27 para exigir el fin del bullying LGTBI. Y es que no hay otro lugar donde pueda estar una iglesia que dice seguir al maestro, no hay otro mensaje que puedan dar las seguidoras y seguidores de Jesús, que aquel que se opone al sufrimiento de otros seres humanos. Y aquí no hay matices que valgan, puesto que cada uno de esos matices son motivos que utilizan quienes discriminan para justificarse.

No hay verdad divina que pueda mantenerse en pie si sirve para que un adolescente pueda ser golpeado o insultado por no parecer suficientemente masculino. No hay cristianismo que pueda justificar que una niña que nació en un cuerpo que no reconoce como propio, esté abocada a la marginación social. No hay Dios que pueda pedir a madres y padres que rechacen a su hijo o hija por ser gay o lesbiana. No hay fe en Jesús de Nazaret que se aproveche de la fragilidad de ancianos LGTBI para negarles sus derechos más básicos. No hay biblia que niegue el derecho de los hijos e hijas de familias LGTBI a ser felices y recibir una educación que respete su realidad familiar. No hay iglesia, que pretenda ser evangélica, que afirme que sólo la heterosexualidad salva y que quienes no son heterosexuales no tienen nada que decirle ni que aportarle.

Una ideología que desemboca en la negación y el sufrimiento de tantas personas no puede tener cabida en una sociedad igualitaria, y mucho menos en comunidades cristianas que predican la fraternidad de todos los seres humanos. La LGTBfobia no puede seguir acompañando el discurso y la praxis de las seguidoras y seguidores de Jesús. Pero la meta no es erradicarla de nuestras comunidades cristianas, sino que éstas se conviertan en motor de cambio social para que el bullying sea extirpado de la sociedad. Mientras una sola persona sufra bullying a nuestro alrededor, el Reino de Dios no habrá llegado. Mientras haya una iglesia que discrimine a las personas por su orientación sexual o de género, el nombre de Jesús será utilizado contra la vida y la justicia.

No se puede animar al silencio y a la negación a quienes no son o sienten como la mayoría. No podemos permitir que un solo adolescente se suicide por el odio de quienes se creen mejores. Y mucho menos que sea el rechazo que ha vivido dentro de comunidades cristianas el que le empuje a acabar con su vida. Queremos un mundo mejor, un mundo más libre, más justo y más feliz para todas y todos. Y lo queremos como cristianos y cristianas porque el evangelio nos habla de eso, de construir un mundo donde no sea la verdad quien triunfe, sino el amor. Donde no haya gente que tenga razón y otra que esté equivocada, sino donde haya personas que desde sus diferencias se reconozcan hermanos y hermanas. Cualquier tipo de odio, aunque sea ejercido en nombre del amor, nos divide y nos hace daño, por eso no debemos darle cobertura.

Stop al bullying LGTBI, en la escuela, en los hospitales, en los juzgados, en los hogares, en las calles, en la iglesia. Acabemos con el odio que al final acaba siempre afectando a gente que tenemos cerca o a nosotros mismos. Decidámonos ya a levantar la voz contra la injusticia, contra el sufrimiento de tanta gente. ¡Basta ya de debates teológicos y discusiones teóricas! ¡Basta de mantener un discurso religiosamente correcto que no se traduce en nada! El cristianismo es compromiso con el amor, con la justicia y con la vida. Salgamos estos días a demandar, a exigir, a decir que no estamos de acuerdo con las políticas, las costumbres, las normas, los discursos o las teologías que dan cobertura al bullying. Que se nos vea, que se nos escuche, que hay cristianas y cristianos que con orgullo y empoderamiento son capaces de pedir, de demandar, una sociedad y unas iglesias donde la gente pueda vivir tal y como se siente, que pueda amar libremente y que pueda formar, si lo desea, la familia que siempre ha soñado.

No estamos solas ni solos, hay mucha gente, asociaciones y colectivos que demandan también que termine el acoso, el sinsentido, la falta de caridad. Pero sobre todo, no estamos solos ni solas porque es Jesús quien nos acompaña en cada paso que damos a favor de la justicia. En las marchas del orgullo, Jesús estará a nuestro lado.

Carlos Osma

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