Jesús vivió y murió por nosotros y por nuestros pecados. Pero también lo hizo para que se sepa que no todo está permitido. Está prohibido pisotear el honor y la dignidad de las víctimas de este mundo de manera impune; y está prohibido guardar silencio culpable ante la evidencia de esas prácticas, porque hacerlo supone una manera de pactar con los responsables de esos impresentables comportamientos. La experiencia, que es una maestra brutal, enseña que los casos de acoso sexual con frecuencia siguen unos patrones que se repiten una y
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