“Alejad de mí el ruido de los cánticos; me molesta la melodía de vuestras arpas. Que fluya el derecho como agua y la justicia como un río inagotable” (Amós 5:23-24 BTI) Somos expertos en apaciguar el alma. Nos encanta una liturgia bien elaborada que logre asombrarnos con la experiencia de lo trascendente. Nos seduce la buena música en nuestros cultos. Música que nos traslade a otra esfera, y por un momento nos haga olvidar nuestro penar. Deseamos «escapar» de la realidad, y si puede ser acompañados, mucho mejor. Sin embargo,
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