En la escena de una película que vi recientemente la protagonista americana del film paseaba por el mercado de una ciudad asiática perdida en el lejano oriente. Uno de los mercaderes abrió una pajarera y un ave se apresuró a salir de ella iniciando un errático vuelo. – ¡Vuela libre! – gritó contenta la actriz creyendo que huía, libre ya de su cautiverio. Su gozo pronto se disipó al contemplar cómo el animal trazaba un breve recorrido circular y volvía diligentemente a su encierro. La mirada abatida de la intérprete
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