Posted On noviembre 15, 2013By Joana Ortega RayaIn Biblia
“¡Oh, si mis palabras se escribieran, si se grabaran en un libro! ¡Si con cincel de hierro y con plomo fueran esculpidas en piedra para siempre! Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo. Y después de deshecha mi piel, aun en mi carne veré a Dios; al cual yo mismo contemplaré, y a quien mis ojos verán y no los de otro.” (Job 19, 23-27ª). El libro de Job siempre me ha parecido un texto escalofriante, al mismo tiempo que desafiante y aleccionador.
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