Sin duda, el entramado sociológico actual, con un incremento del número de personas que se manifiesta ateas o agnósticas y la reducción de la práctica religiosa tradicional, dificulta el diálogo entre creyentes y no creyentes sobre cuestiones de naturaleza espiritual. A ello debe añadirse lo que podríamos denominar analfabetismo religioso consecuencia de la falta de formación, en el ámbito familiar y escolar, de esta temática. El resultado es el desconocimiento de los textos sagrados de las grandes tradiciones espirituales, de sus elementos simbólicos y de los términos propios de su
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