Posted On marzo 22, 2012By Eduardo Delás SeguraIn Biblia
la corrupción y la justicia de Dios poseen una dimensión personal, social, política y económica tan clara y contundente, que por hablar de ellas, denunciando la perversión y las tramas del sistema y defendiendo el derecho, la verdad y la transparencia, los profetas y el mismo Señor Jesucristo estuvieron dispuestos a jugarse su prestigio, su reputación y hasta su propia vida.
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