El Apocalipsis bíblico, uno de los tantos apocalipsis circulantes en la época, ha sido objeto de las más variadas —y disparatadas— interpretaciones a lo largo de la historia del cristianismo. Algunas más conservadoras, otras alucinadas: amilenarismos, milenarismos, pre-tribulacionalismos, post-tribulacionalismos, interpretaciones matemáticas de días y años, arrebatos, raptos y dejados atrás. Todo cabe cuando de interpretación de un libro simbólico se trata. Después de todo, si tienen razón los hermeneutas, al autor no lo tenemos para que nos aclare las dudas, mientras que sí tenemos ese horizonte de sentido, esa “zona
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