Corría el mes de junio del año 2005. “Lupa Protestante” iniciaba su andadura. En ese año llevaba el nombre de “Teológica”. Luego pasó a llamarse “Lupa protestante”. “Lupa” era un guiño al que fuera mi amigo, ya con el Señor, Manuel López (siempre animando y colaborando en el proyecto); y “protestante” por razones obvias. Nadie pudo pensar que una publicación humilde y sin pretensiones lograra significarse tanto en el mundo creyente. No soñaba, como fundador de “Lupa”, que llegara a ser tan leída, respetada y, cómo no, discutida. En estos
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