Posted On enero 5, 2013By Manuel LópezIn Opinión
“El mal anida en el corazón del hombre”, dijo el predicador. Y ahí se detuvo. Luego se pudo saber que lo que la parroquia educadamente en silencio esperaba -no era la primera vez que tal cosa decía el párroco- era que algún día se atreviese a añadir que el mal anida en el corazón del hombre… malo. Pero a lo más que llegará a corregirse el predicador será cuando, en un considerable gesto de modernidad, sustituya “hombre” por “ser humano”. Puro maquillaje, pues el sujeto que recibe la acción del
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