«El problema del infierno es una forma específica del problema del mal. La posibilidad de que tal vez un gran número de personas acaben en un infierno eterno es un problema para el cristiano que también confiesa la fe en un Dios omnipotente, omnisciente y omnibenevolente». Ramon Baker[1] En un escrito anterior dije que el universalismo, la salvación final de todos, es un camino intransitable para el evangelicalismo, una línea roja que no se puede cruzar so pena de ser electrocutado doctrinal y moralmente[2]. Es lo que pasó al
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