Es bien conocido por todos que nuestra sociedad postmoderna se halla orientada a la experiencia y a sus sentimientos asociados. Ya no se venden productos o servicios, sino objetos y acontecimientos (automóviles, casas, viajes, restauración, espectáculos…) capaces de provocarnos reacciones emocionales. Los planteamientos filosóficos de antaño y las grandes cuestiones teoréticas del racionalismo y de la ilustración han dejado de interesar. La crisis de la modernidad, el desencanto ante la capacidad de la ciencia y la técnica para resolver los graves problemas de la humanidad han dado lugar a un
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