Posted On septiembre 22, 2012By Ignacio Simal CampsIn Opinión
Escribía el biblista Juan Mateos, allá por el año 1972, que “en nuestro mundo el evangelio provoca más bostezos que entusiasmos”[1]. Cuarenta años después estamos en la misma tesitura aunque, tal vez, más radicalizada. De ahí que en el titular de mi reflexión escriba “el bostezo dominical”, ya que el bostezo y la falta de entusiasmo se está dando tanto dentro como fuera de las iglesias. La nostalgia de tiempos pasados, en los que en las iglesias protestantes veían un crecimiento lento pero continuo, y que sus cultos dominicales o
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