Posted On septiembre 11, 2012By Máximo García RuizIn Teología
Salvo unos signos, letras, cifras o símbolos sueltos que nadie conoce lo qué decían, indescifrables pues, escritos con el dedo sobre la arena (cfr. Juan cap. 8) mientras reflexionaba acerca de las acusaciones que unos escribas y fariseos le planteaban en torno a una mujer que había sido pillada en adulterio (¡si que estuvieron finos los escribas y fariseos en la vigilancia!; aunque eso sí, nada se dice del hombre con el que consumaba el acto), ningún otro escrito se conoce de Jesús de Nazaret; ninguna regla, ningún proyecto eclesial,
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