Posted On mayo 26, 2015By Juan Ramón JunquerasIn Opinión
“Un tierno soñador recorriendo los campos de Judea y Galilea…”. Así describía a Jesús de Nazaret Ernesto Rentan, importante filólogo, historiador y filósofo del siglo XIX. La iconografía religiosa de los dos últimos siglos llegó aún más lejos. Nos dejó la imagen de un Cristo evanescente, efebo, etéreo, casi desencarnado. Un nazareno pálido, de rostro delicado, casi femenino, con mirada de cervatillo, de gesto blando. Un hombre sumiso en su papel de víctima, que no levanta la voz, y se humilla siempre como el cordero inocente al que llevan al
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